hoy es siempre todavía

martes, 31 de mayo de 2011

Cuando la Academia de la Historia miente


Me preguntaba mi vecino ayer: ¿debería ser delito contar mentiras sobre lo que acontecido en la Historia? Y uno, precavido, le contestaba simplemente que no tenía materia de jurisconsulto y que no sabía. Y que puestos a aplicar sanciones quedarían pocos historiadores, periodistas, tertulianos, propagandistas y gente partidista sin recibirlas. A los que no sólo no hacen el esfuerzo sino que a sabiendas de no tener razón, explican las cosas como no han sido, habría simplemente que rebajarles y que se reciclaran de nuevo. Pero, ¿quién pone el cascabel al gato en un país en que ser cátedro ha implicado un estatus de vaca sagrada?



Probablemente sea pedir peras al olmo. El que va con mala voluntad va a ir siempre en esa dirección. El que va con ignorancia se puede salvar, siempre que caiga del burro presuntuoso en que está instalando, pretendiendo que sabe lo que no sabe. El conocimiento de la Historia (o de las Historias, porque compleja es su imbricación) siempre ha sido una cuenta pendiente y tardía de saldar. Hasta no hace mucho tiempo los acontecimientos del pasado se vivían como relato, más que como conocimiento. Es decir, de estudio analítico la Historia tenía cero. Y de enseñanza en escuelas, colegios, universidades y medios de comunicación, ni te cuento.



Naturalmente, cuando sólo se relata y se escriben crónicas (bien bajo soporte de libros, de documentales o de Internet) se hace con un sesgo ideológico y poco o nulo científico. Ha sucedido hasta hace escasas décadas. Creo que esto va cambiando. Las facultades españolas de Historia van dando nuevos frutos, tanto en investigación y profesorado como en interpretaciones y conocimientos obtenidos. Pero en esta materia, acaso más que en ninguna otra, comprender lo que ha tenido lugar en la vida de los hombres y de sus sociedades resulta complejo, por la enorme cantidad de factores que se cruzan y cuyo secreto reside en dar en la clave de qué factores y de qué manera entrecruzada han propiciado que las cosas hayan sido como han sido. Por supuesto, es fundamental además llamar a esas cosas por su nombre. Si una guerra ha sido una guerra no le llamemos mero conflicto; si un dictador ha sido un represor sanguinario (van vinculados los conceptos) no le llamemos solamente autoritario.



¿Por qué estas reflexiones? Porque parece ser que ese ente con rostro y corazón aún de dinosaurio llamado Real Academia de la Historia ha editado el Diccionario Biográfico Español, cuyo contenido aún no conozco, pero sobre el cual me resultan fiables las informaciones que estos días están saliendo en la prensa fiable (valga la redundancia) Según opinan historiadores competentes y poco academicistas, como poco tiene un gran fallo ese Diccionario: su escaso rigor. Suficiente para dejar en entredicho la obra. Ignoro en qué medida y con qué extensión se da esa ausencia de rigor y seriedad. Se debe de producir principalmente al tratar a personajes del siglo XX, o acaso es que se detecta más porque lo reciente se ha conocido y quedan muchos testigos directos de la Historia. Como el tema va a dar juego, supongo que más adelante volveré a hablar de ello, entre otras razones porque el conocimiento histórico me parece fundamental para las conductas presentes y futuras de los hombres y sus sociedades. Pero, claro, para aprender del pasado hay que hacerlo sobre conclusiones correctas mínimamente y lo más aproximadas a la realidad que fue. Guste o no guste a la mentalidad ideológica de cada individuo, bien en su vertiente política, religiosa o de clase social.



Qué pena no poder comparar y hacer valer su calidad con los otros Diccionarios que la Real Academia de la Lengua ha editado en los últimos tiempos. Un aspecto descarado que insulta a la inteligencia de la gente es la parte biográfica correspondiente al personaje llamado Franco. El responsable del relato sobre el dictador lo ha hecho Luis Suárez, un catedrático especializado en temas de la Edad Media, al menos cuando me dio clase a mí, cuyas clases eran discursos de exhibición y pompa durante una hora. Muy propio hace años. Su connivencia con el régimen franquista fue obvio y ahora se ha dedicado a hacer el panegírico, más que el reflejo real del personaje. Un panegírico, un tratamiento de guante de seda, una comprensión inaudita con el dictador, sobre el cual mantiene las viejas denominaciones de Generalísimo o Jefe del Estado.

(Luis Suárez Fernández)


No habrá que perder de vista esta obra, aun a precio de la irritación si se busca la verdad. Se agradece que el Ministerio haya solicitado a la Academia la rectificación de numerosas biografías. ¿Será suficiente? Parece mentira que a estas alturas cueste tanto aceptar los hechos, valorar las responsabilidades y llamar a las cosas por su nombre. Si eso lo hacen algunos de los popes que han escrito esas biografías, y da el señor Gonzalo Anes, director del organismo, su beneplácito, no nos extrañemos que las cosas vayan como van culturalmente en este país. Creo que el Ministerio debería replantearse las subvenciones con un ente que no colabora con la ciencia y menos con la convivencia de los ciudadanos.

Recomiendo la lectura de los siguientes textos.



(Las imágenes parciales pertenecen al cuadro Guernica, de Pablo Picasso)

viernes, 27 de mayo de 2011

Lamento y esperanza de Luis Cernuda



Hoy apenas voy a hablar. A veces conviene hablar menos, con más cautela y, sobre todo, recuperar palabras de quienes nos han precedido. Cedo la voz a un grande entre los grandes. El dolor de lo acontecido en España entre el 36/39 fue para el poeta Luis Cernuda como el aguijón del amor: hondo y sangrante. Y de ambas dolencias padeció. Mas con la poesía exorcizó los males que sólo pueden padecer los que quieren vivir. Las nubes es un librito de poemas publicado en Buenos Aires en 1943. Sólo por esos dos versos que dicen

El hombre es una nube de la que el sueño es viento.
¿Quién podrá al pensamiento separarlo del sueño?
 
ya adquiere entidad la genial arquitectura del poema titulado



Lamento y esperanza
Soñábamos algunos cuando niños, caídos
En una vasta hora de ocio solitario
Bajo la lámpara, ante las estampas de un libro,
Con la revolución. Y vimos su ala fúlgida
Plegar como una mies los cuerpos poderosos.

Jóvenes luego, el sueño quedó lejos
De un mundo donde desorden e injusticia,
Hinchendo oscuramente las ávidas ciudades,
Se alzaban hasta el aire absorto de los campos.
Y en la revolución pensábamos: un mar
Cuya ira azul tragase tanta fría miseria.

El hombre es una nube de la que el sueño es viento.
¿Quién podrá al pensamiento separarlo del sueño?
Sabedlo bien vosotros, los que envidiéis mañana
En la calma este soplo de muerte que nos lleva
Pisando entre ruinas un fango con rocío de sangre.

Un continente de mercaderes y de histriones,
Al acecho de este loco país, está esperando
Que vencido se hunda, solo ante su destino,
Para arrancar jirones de su esplendor antiguo.
Le alienta únicamente su propia gran historia dolorida.

Si con dolor el alma se ha templado, es invencible;
Pero, como el amor, debe el dolor ser mudo:
No lo digáis, sufridlo en esperanza. Así este pueblo inmenso
Agonizará antes, presa ya de la muerte,
Y vedle luego abierto, rosa eterna en los mares.






martes, 24 de mayo de 2011

La nave de los necios está aquí


Tras las elecciones del domingo no hago más que preguntarme si los resultados son exponente de la sabiduría de los españoles o de la necedad. Supongo que para unos será lo primero. Y lo justifican: la mayoría no se equivoca nunca. Aunque de ejemplos de mayorías que votan desaguisados y errores está el mundo democrático lleno. Y de decisiones tomadas por inseguridades, miedos y apuestas a caballo ganador lo están a rebosar.

(Fotografía de una representación de Saltatium Teatro)


Los que mantienen que hay un grado elevado de necedad en nuestra sociedad se basan en que mucha gente en vez de orientarse en otras direcciones alternativas, a causa de la defección de las propuestas, se retrae y confía justo en aquellas tendencias que representan sobre todo a los poderes fácticos que más le han achuchado. Me decía ayer mi vecino: ¿cómo es posible que gente en paro o de bajos ingresos vote al partido de las señoras enjoyadas que vemos en televisión y que perciben varias y altas rentas a la vez?


(El Bosco, La nave de los necios)


Por supuesto, nadie discute a estas alturas que lo que sale en las urnas hay que respetarlo. Éste no es el tema. El tema es por qué la gente vota lo que vota, por qué cambia de opinión, qué ve y qué espera de tirios y troyanos, por qué se abstiene o por qué vota en blanco. No voy a responder a nada de esto, porque no tengo respuestas consolidadas, sino sólo intuitivas, y en este aspecto no creo que difiera mi criterio demasiado del que me lea. No obstante, sí quiero opinar que esto de votar cada cuatro años me parece una manera de participar restrictiva, de delegación personal y para tranquilidad de conciencias. Es como si la gente dijera: yo ya les doy el voto (a los míos, suelen precisar algunos) en su momento, y que hagan y deshagan que yo me desentiendo. Para mí, ése es el mal. Que votar se constituya como un cheque en blanco, como vender la primogenitura de tu pensamiento e intereses a una minoría que van a utilizarte y enmudecerte, mientras ellos gestionan con manos libres; y me da igual que sean los de pepe o los de juan. Así nos va.



De todos modos, reincidiendo un poco en las ideas expresadas por el Tao en la entrada anterior, traigo a colación una opinión expresada por el humanista alemán Sebastian Brant,  en los culturalmente ricos finales del siglo XIV. Muy apropiado para aquellos diputados regionales, concejales y gentes varias que pretendan medrar a su sombra y que estos días hacen múltiples demostraciones de euforia del tipo “somos los mejores”. Dice Brand en su espléndida obra La nave de los necios:


“Un necio es quien sube alto, para que se vea su oprobio y deshonra, y busca siempre un peldaño más arriba, sin pensar en la rueda de la fortuna.

Todo lo que llega a lo más alto, cae por sí mismo al suelo. Nadie puede llegar aquí tan alto que se asegure el día siguiente o que mañana tenga suerte, pues Cloto no deja parar la rueda, o cuya riqueza y poder le salve un solo instante de la muerte.

Quien tiene poder tiene miedo y dificultades; muchos han sido asesinados por causa de su poder. El poder no se conserva mucho tiempo, hay que protegerlo con la violencia. Donde no hay amor, favor a la comunidad, muchas son las cuitas y pequeña la dicha. Mucho ha de temer quien quiera ser temido. El miedo es muy mal siervo; a la larga no puede proteger bien.”


(Sebastian Brant)


Por supuesto, entiéndase bien en su contexto histórico y extráigase en lo que hay de común y en vigor en nuestros días. Aunque si se mira bien, nada hay exagerado. Tiempos pasados fueron muy turbulentos y nada garantiza que los actuales, tan democráticos no puedan rozar desentendimientos más virulentos. Mas no seamos agoreros y aprendamos. Me quedo, por cierto con esa frase magistral: donde no hay amor, favor a la comunidad, muchas son las cuitas y pequeña la dicha. Sugiero que sea lema y norma de conducta para todos y cada uno de los miles de cargos elegidos el domingo. Es probable entonces que la lacra de la corrupción  -a pesar de que a mucha gente le traiga al pairo la delincuencia, tal como ha demostrado votando en mayoría a los corruptos-  baje de tono y no sea modelo de vida social.





domingo, 22 de mayo de 2011

El Tao y las Elecciones de hoy



Leo en el Libro del Tao, de Lao Zi:

“…lo más aborrecido por los hombres,
es la orfandad, la falta de virtud, la indignidad;
y, sin embargo, reyes y señores así se autodenominan.
Las cosas aumentan al disminuirlas,
disminuyen al aumentarlas.
También yo enseño lo que otros han enseñado.
Los fuerte no pueden tener un buen fin,
esto será la guía de mi doctrina.”




Es interesante echar un vistazo de vez en cuando al Libro del Tao. Yo lo hago principalmente cuando presiento que la duda se va a convertir en confusión, y que ésta va a turbarme. Ese mensaje que me transmite el Tao de que todo tiene una lectura opuesta, o varias, según la complejidad del asunto, me devuelve la calma. Hay quien considera que la búsqueda del Tao sirve para resignarse y acatar. Yo creo que más bien abre los espacios interiores y posibilitan la visión personal, la lectura y la comprensión de las paradojas de la vida. Luego, es el individuo quien decide su actitud, su respuesta, su comportamiento.




Recomendaría a los que se sientan afectados por el resultado de las elecciones que se celebran hoy que se tranquilizaran. Y lo digo incluso antes de conocer los resultados. Todo es relativo, inseguro, de doble rostro, incluso frágil. A la gente le gusta saltar de alegría. Pero la alegría es una expresión sensorial que actúa al margen de la lógica y de la verdad incluso. A los que salten de euforia por los resultados obtenidos yo les diría: palparos la ropa, considerad vuestra verdad interior (incluida la grupal) y actuad con sentido común. El sentido común bien puede ser uno de los rostros de la cordura y, por lo tanto, de la virtud. Es cierto que los que se saben pringados en hechos corruptos intentarán ocultar sus comportamientos con la euforia y el estallido de sus músculos faciales. Pero, ¿pueden interiormente engañarse? Yo les diría: tomad nota de vuestra voz interior y obrad en consecuencia, que sólo se condena el que quiere.




Los que sufran la pérdida de votos, de apoyo popular, de opinión…yo les diría también: revisad las razones por las que la gente no os quiere. Pero eso no implica que yo acepte el voto y el criterio de la gente como algo perfecto. La opinión pública, ese ente abstracto formal equivalente en ocasiones a masa, obra en función de su conocimiento, reflexión y limitaciones. La opinión generalizada está formada de individualidades, más conscientes o más cegadas. Se podría considerar en ese punto si es la sabiduría o la ignorancia la que rige los actos de los individuos, pero es más complejo.




Volvamos al Tao. Mi conclusión. Que aquellos que tras las elecciones de hoy se crean fuertes, que no estén tan seguros, que nada está ganado. Que los que se vean débiles porque han perdido (o no han ganado lo previsto, como sucede en el mundo empresarial), que piensen que nada está perdido, que todo cambia. Naturalmente, el Tao exige descender a planos más mundanos y revisables. No es una política ni una moral ni tampoco es una religión. Para mí se trata de un estilo de pensamiento que no limita mi libertad sino que la potencia. Y la vida va a seguir con sus inmensas y sorprendentes manifestaciones. 



(Salvo la imagen de Lao Zi, las demás obras son del pintor, grabador e ilustrador valenciano Manuel Boix)



viernes, 20 de mayo de 2011

Abusador sexual (presunto) pero con caché



No temer. No voy a cebarme en este personaje encausado. No es mi intención ni mi cometido. Lo único que me preocupa es lo que hay detrás. Nada que ver con un encausado pobre o desafortunado que, en su situación, probablemente llevaría a la ruina moral y económica a una familia. Que quede en libertad condicional bajo fianza de un millón de dólares ya dice mucho de la alcurnia de Dominique Strauss Kahn. Ahora me entero por la prensa de que el FMI le pagará 175.000 euros y una pensión vitalicia. Se justificará en que una cosa es su presunto delito y otra la gestión realizada. ¿Le pagan por los servicios prestados a la causa financiera mundial? ¿Para que tenga siempre la boca cerrada? ¿Para que no aspire al liderazgo dentro del PSF con vistas a disputarle a Sarkozy la presidencia de la Republique, algo harto improbable? Sí y no. Además de por esas razones, hay una de más calado, más natural, digamos. Por la cual no tienen que justificarse los dirigentes del FMI. Y es que se trata de una lógica respuesta al comportamiento de alguien que si no es de los miembros, sí de los funcionarios decisivos, de la oligarquía.

Francamente, no voy a decir más. Simplemente, reproducir un cartel que fotografié esta mañana. ¿Alguien tiene aún dudas de que tantos estemos tan indignados? Motivos, los que quieras.


miércoles, 18 de mayo de 2011

Las irresistibles caídas de los cielos

(Pintura del artista sueco Odd Nerdrum)


La vida está llena de ironías y de paradojas. Quienes tienen todo el poder posible pueden tambalearse y caer. Lo hemos estado viendo los últimos meses con los gobiernos y gobernantes que se han venido abajo en los países árabes. En Occidente nos habíamos acostumbrado a que fueran las urnas las que apearan del burro a los presidentes y jefes de gobierno, o que una enfermedad les relegara (caso de Steve Jobs en la dirección de Apple o un caso más antiguo, el de Pedro Toledo, director general de BBVA que murió camino a USA para una posible salvación de su cáncer) Y ahora, por otro motivo muy diferente, el de su propio desatino, es detenido en Nueva York nada menos que Dominique Strauss Kahn (DSK), presidente del Fondo Monetario Internacional, acusado por una camarera de abusos sexuales.



(Pintura de Odd Nerdrum)


Ante la detención de DSK, al más tonto se le ocurre la pregunta: ¿Éste es el modelo de personaje ejemplar que aparece diariamente en los foros internacionales y en los medios de información? Un modelo perteneciente a la raza de los que recomiendan sacrificios a las sociedades, reorganizan los mercados, imponen condiciones leoninas a griegos y portugueses, fortalecen el poder de la Banca y deciden sobre las vidas de millones de ciudadanos. Y enseguida sigues preguntándote inocentemente: ¿pero qué gente nos gobierna? ¿Qué tipo de individuos gestiona, planifica y decide la economía mundial y, por lo tanto, el funcionamiento de los mercados y las condiciones de vida de los ciudadanos? Anteriormente fue Rodrigo Rato el desastroso presidente del FMI, según el criterio de muchos directivos, el apartado del mandato en el organismo. Y hoy, el que parecía exitoso gestor del momento del FMI resulta un hombre bajo sospecha y políticamente muerto.


(Pintura de Odd Nerdrum)


Bien, concedámosle la presunción de inocencia, como a cualquier otro ciudadano. Hace sólo unos días El País nos contaba que DSK se movía en el lujo, aun siendo del Partido Socialista francés, que viajaba en Jaguar y que se hospedaba en habitaciones de tres mil dólares. ¿No resulta paradójico ver la caída repentina de un monstruo del imperio terrenal? Es la flaqueza humana la que les convierte en humanos, y esa transgresión la que les permite reencontrarse. El precio puede ser el delito (presunto, por supuesto) o la trampa en la que ha podido caer alguien que estaba en la espiral de disputar a Sarkozy la presidencia del Estado francés en los próximos tiempos. Pero no deja e ser chocante que este tipo de ejemplares pueda ser utilizado como modelos por delincuentes de menos altura. Y que personajes como ciertos políticos valencianos y pringados en la red Gürtel se consideren respaldados por actitudes de cargos más elevados. Y es que como dice una pancarta esgrimida en las manifestaciones de protesta de estos días: No hay bastante pan para tanto chorizo. 

(Pancarta exhibida estos días por parte de jóvenes cabreados)

Si yo fuera de verdad Juan de Mairena no dudaría en reconveniros de modo aproximado a éste: Ningún individuo está libre de caída desde las escalas de responsabilidad en las que vive. Pero siempre se ha dicho que el que más alto llega tiene garantizada una caída más impactante y dolorosa. Tal vez es la prepotencia la que acaba siempre con un ser humano. El hecho de creernos algo más de lo poco que somos. Naturalmente, entiendo que los que llegan a las alturas del poder se encuentran sumergidos en un mundo que parece el cielo.  Se creen intocables, se sienten fuertes al escudarse en sus influencias, les parece que nadie va a poder con su seguridad al blindarse en base a sus poderes y medios de control. Administran tal cantidad y calidad de recursos de la humanidad que se creen demiurgos. No aspiréis nunca a ser este tipo de personajes del drama, ni siquiera en un plano menor, pero igualmente patético llegadas las circunstancias. Procurad cada uno de vosotros, lectores míos, que en vuestro pequeño área de movimientos no perjudiquéis a nadie ni hagáis lamentarse a nadie por haberos conocido.


martes, 17 de mayo de 2011

En busca del político recto



Que cada formación política habla para los suyos en período electoral no es nada nuevo. A estas alturas a mí no me sirve. Incluso ni siquiera asisto a actos de masa de aquellas gentes con quienes puedo tener afinidad. Ni me convence el lenguaje, ni el modo, ni necesito la fe del carbonero. Como dice mi vecino que arregla zapatos, ya me lo sé todo. Y en esos actos sólo se respira incienso de la propia iglesia. Entiéndaseme. El período electoral, sea cual sea el tipo de elecciones que toque, debería servir para propiciar debates públicos. Muchos, muchísimos. En entidades cívicas, en los medios de comunicación, en la calle. Alguno hay, pero el público no es receptivo tampoco, no responde. Algo huele a podrido en el reino danés para que haya un desentendimiento tan escéptico y extenso en la sociedad. Tal vez radique en esto el consenso y la parsimonia: en el desinterés. Triste.


(Dibujo del artista sueco Odd Nerdrum) 

 
Y según avanzan los días hacia las votaciones da la sensación de que la sociedad se vuelve indiferente y ciega ante los múltiples casos de corrupción que han salpicado nuestra geografía. Si te fías de las encuestas, no se castiga al corrupto (perdón, presunto corrupto), sino que más bien se valora la chulería y el arrojo de quien sabe que toca poder, y mucho, y se escuda en él. Y se le vota más. No puedo evitar considerar cómplices morales a los ciudadanos comunes que votan a los políticos marcados, por mucho ascenso, influencia y simpatía que estos tengan. Uno no entiende bien ese filling que desatan sobre un sector social que les va a dar el triunfo. Sólo se me ocurre pensar que el tipo de personal que les vota o es semejante a ellos en su código de valores, o es ciego y tonto, o tiene tal animadversión hacia otras candidaturas que prefieren tragar con ruedas de molino. Triste otrosí.


(Benito Jerónimo Feijoo)


Cuando uno observa las resistencias, los entorpecimientos, los enmarañamientos, los movimientos de abogados y de jueces que postergan, desvían u oscurecen la persecución de los supuestos delitos de ciertos políticos que están desprestigiando el noble arte de la Política para salvaguardar su estatus y sus ganancias (ellos le llaman servicios), piensa en que ya había reflexiones antiguas. Como éstas de Benito Jerónimo Feijoo, ilustrado del XVIII, que en su magna obra Teatro Crítico Universal dice cosas así:

“El político recto nada se arriesga en el camino, y tiene poco que temer en el término. Cuanto más se descubran sus fondos está más seguro. Tiene menos enemigos que el otro: porque sólo pueden serlo los malos. En caso que le derriben, no es precipicio violento, sino caída blanda. Su inocencia, por lo menos, le asegura la vida y lo más que le puede suceder, es reducirse a su antiguo estado. Lo común es, que no eso logran los mal intencionados; y vienen a herir en ellos por reflexión todos sus tiros, ocasionando tal vez mayor gloria al acusado”.

Qué lejos de la imagen del político recto están una serie de personajes que buscan un nuevo refrendo en las urnas para escapar de la justicia. Y, sin embargo, políticos rectos, honestos, trabajadores y sencillos existen indudablemente, no lo dudo. Aunque siempre se hagan notar más los hijos de las tinieblas que los de la luz. Triste una vez más.

domingo, 15 de mayo de 2011

La máscara estaba allí



Asistiendo esta tarde a una alegre y pacífica manifestación a favor de la democracia real (la democracia real no se refiere a la de la monarquía, obviamente) comentaba con otros amigos que quién nos iba a decir que hubiera que salir a la calle a recuperar e impulsar el sentido y la exactitud de las palabras. Y por supuesto, sin adecuación a los hechos los vocablos y las sintaxis suenan huecos, por mucho que se hable en su santo nombre.

Y al ver un personaje manifestándose con una de esas máscaras de V que enarbolan los partidarios de Julian Assange y de Wikileaks, pensaba a mi vez en un proverbio de Antonio Machado:

Autores, la escena acaba
con un dogma de teatro:
En el principio era la máscara.

Mera asociación de ideas. Quiero creer, y sobre todo desear, que este tipo de nuevos movimientos, con alta participación juvenil, no vaya a ser abortado ni por los del estatus de siempre ni por la dejadez del grueso de los jóvenes que no se interesan por sí mismos. Que la máscara sea símbolo de conjuro contra las injusticias, los desaciertos y las fechorías, nunca de ocultación de la realidad.


15/05





Me hacen llegar este vídeo, muy ilustrativo, sobre un movimiento en marcha. Parece ser que para hoy están convocadas manifestaciones en diversas ciudades españolas. En la dirección http://democraciarealya.es/ se informa al respecto.

viernes, 13 de mayo de 2011

Arreglando el país


¿Qué? ¿Arreglando España? o esta otra: Aquí estamos, arreglando España, son de esas expresiones que vengo oyendo a lo largo de mi vida. Aunque cunde menos que antes, no ha caído en desuso definitivo. Me parece que está más en el acervo de gente de edad avanzada que en el de las nuevas generaciones. Y, como otras frases de idiosincrasia celtibérica, tiene mucho de surrealista. Más en la forma que en el fondo.

Que dos o más personas se junten en corro y hablen de cuestiones relacionadas con la marcha del país no debería ser objeto de mayor resalte. Simplemente es lógico y natural. Pero viene de atrás. De los tiempos de una dictadura en que hablar y proyectar opinión no estaba permitido. Evidentemente, aplicar la prohibición al cien por cien, incluso entre los partidarios del régimen, era imposible. Mientras quedaba en corrillos, en grupos familiares y tertulias, sin mayor expansión ni comunicación por otros medios, era inevitable y tolerada relativamente. Si llegaba alguien a censurar la conversación, con callar o reconducirla era suficiente. Esos eran los márgenes.


(Fotografía de Jorge Molder)


Tal vez venga la expresión de ese condicionamiento. O acaso de antes, pero no me alcanza la información. Digo yo si esa ironía de arreglar el país no sería sino una manera hilarante de quitarle hierro a la práctica de una libre expresión, aunque fuera a pequeña escala. Los españoles hemos sido muy dados a corregir y enmendar no sólo políticas, sino comportamientos, actitudes y prédicas varias de instituciones e individuos. Es un síndrome viejo que tiene su cara y su cruz, todo en función de la tolerancia o el marcaje que se realice del otro. Pero lo que me llama la atención de la frase es esa especie de complejo de inferioridad que parece mostrar, de suavización de un legítimo derecho o de desviación del interés responsable por comentar sobre lo colectivo.


(Fotografía de Jorge Molder)


Y dándole vueltas al magín, me pregunto: lo de arreglar España, ¿rezuma simple gracejo? ¿Posee un carácter peyorativo? ¿Es una simple forma verbal para cortar el tema y plegar velas? Como en tantas otras situaciones conversacionales, puede ser que sea todo esto y más. Y expreso una duda que no tengo resuelta: ¿hemos realizado los españoles suficiente aprendizaje de diálogo, prospección y encaramiento de los temas  de ámbito colectivo como para sentirnos normalizados? No sé, sigo viendo gente que arregla España en charlas de café o a pie de calle en función de las radios que escucha o repitiendo los personajes a los que da crédito. Pero, ¿pone algo más de su parte?

Se admiten sugerencias, aclaraciones y propuestas varias.



jueves, 12 de mayo de 2011

COMUNICADO

La entrada titulada Arreglando el país la edité el jueves antes del desperfecto que tuviera Blogger y que ha durado casi un día. Posteriormente, y debido a sus manipulaciones veo que ha desaparecido. Vuelvo a colgarla en fecha del viernes, porque no se muestra restablecida. Es posible que hayan desaparecido o bien comentarios vuestros o bien respuestas mías, o ambas. En ese caso, volved a comentar porque creo que ando un tanto perdido. No obstante, aunque el servicio que nos concede Blogger de momento sea aparentemente gratuito, deberían dar una explicación de lo que ha sucedido para saber a qué atenernos en el futuro. Si alguno de los que pasáis por aquí tenéis información al respecto, se agradecerá que la cuente. Un abrazo.

martes, 10 de mayo de 2011

¿Humanitarios?



Lejos quedan aquellos tiempos en que los españoles decidieron por referéndum entrar en la OTAN. Y recordar ahora aquella campaña intensa del NO, apenas sin medios, respaldada por tantas organizaciones y gentes, y que estuvo a punto de ganarse, es algo digno de afecto y admiración. Pero Felipe González, a la sazón presidente, puso toda la carne en el asador, tocó la fibra de los temores hispanos, los españoles se arrugaron y salió en las urnas que nuestro Estado iba a ser socio de pleno. Los discursos favorables al ingreso se  dulcificaron con aquella ingenuidad calculada de la supuesta tarea humanitaria que España iba a cumplir en la organización de defensa. Transcurridos casi treinta años, ¿qué balance podría hacerse? Uno muy simple: que sus buenos dineros nos deben estar costando. Lo de siempre: modernización de armamentos, coste de operaciones directas e indirectas, sueldos de personal, etc.





Como ya nos hemos acostumbrado a un gasto más  -parece que la crisis no fuera con los compromisos adquiridos en ese plano-  poco se suele hablar de la OTAN y de nuestra participación. Salvo en el caso reciente del ataque a Libia, donde no se sabe muy bien qué está sucediendo. Pero como toda guerra trae sus daños colaterales (¡maldita terminología auspiciada por Bush en su momento invasor!) he aquí que ahora sale a relucir, en primera plana de un tabloide británico, que hace apenas un mes largo los buques de la OTAN que mantienen en una zona del Mediterráneo un área de control y embargo sobre Libia, ignoraron la llamada de socorro de una embarcación con sesenta y una personas a bordo, todas ellas fugitivas de Trípoli, que naufragaron y perecieron al no recibir ayuda. Hay testigos que dicen que fueron informados por los que iban a la deriva, que pasaron la información a las autoridades y de que cayó en el olvido.



Si esto ha sido así, y si a alguien le quedaba alguna esperanza sobre la teoría de que las acciones armadas llevan un componente humanitario, ya tiene la guinda de la decepción. La guerra es la guerra, y aquí se es soldado pero no monje, que suena a trasnochado e inútil a estas alturas. Naturalmente, otro de los efectos ¿secundarios? de las revueltas en el Norte de África es que la migración se ha desmelenado, y ha pillado por sorpresa a los países europeos más cercanos y en general a la Unión Europea. Siempre me pareció que eran términos de difícil equilibrio los de hacer la guerra y procurar cuidado para las víctimas civiles. Pero el problema viene de antes y de otra parte. De las políticas occidentales nada interesadas en el curso de su historia por el desarrollo autóctono del Sur, pero sí sumamente entregadas a acaparar sus riquezas. Las cosas algún día tenían que saltar, aunque lo estén haciendo a su ritmo.    



Si el auténtico Juan de Mairena viera esta desgracia, comentaría algo así: “No tengáis mucha fe en quienes hablan de hacer el bien por la humanidad, pero llevan de avanzadilla armamentos, invasiones y contratos leoninos que exigirán firmar a los invadidos. Porque ese gesto no tiene aspecto de tratarse de labor humanitaria alguna, salvo que se crean que la humanidad son solo ellos y los perjudicados por sus ataques siguen siendo los salvajes de toda la vida”.



(Las fotografías son de hace casi treinta años, cuando el referéndum sobre la OTAN, en una ciudad española)


sábado, 7 de mayo de 2011

Una ocasión electoral



Un país que atraviesa una época de dificultades económicas   -no entremos ahora en quién, cómo y cuántos las han generado-   con sus secuelas, incluso imprevisibles, de carácter social (también se podría devolver la oración por pasiva) debería aprovechar unas Elecciones a sus comunidades regionales y locales para revisar ciertas cosas. Por una parte, el mismo gasto, orientando unos presupuestos con criterios inteligentes y proyección social inequívoca. Por otra, repasando sus verdaderas necesidades. Más allá, auspiciando una participación más amplia de la ciudadanía en la organización y gestión de sus territorios. Y más allá aún éste es un extraordinario momento  -dotado de un toque cívico especial-  para condenar cualquier práctica de corrupción anterior y para prevenir las posibles en el futuro. Que sea parte del acervo cultural de España ese memorial de chanchullos, picarescas, corruptelas y facturas sin IVA, no justifica las prácticas del presente, que hay que erradicar. También existen las corridas de toros y en absoluto, salvo en el ruedo ibérico, nos honran ante las miradas externas.


(Obra de Xue Jiye)


Las elecciones de la proximidad como las que van a celebrarse dentro de dos semanas deberían romper el esquema circular de políticos mediocres, propuestas mediocres, ciudadanos mediocres. Los políticos, no olvidarlo, son un poco nuestras máscaras, nuestros reflejos, nuestros tics. En mayor o menor medida. Los límites   -que los tienen-   no se encuentran en ellos sino principalmente en los votantes. Si los votantes no exigen más, si no se decide con un voto pensado y razonado en lugar de con un cheque en blanco, si no se vota con conocimiento y ganas de avanzar en lugar de con ese voto de adscripción tradicional y ciego (“yo voto a los míos”) no esperemos grandes cambios. Porque parlanchines hay muchos, demagogos otros tantos y falsos profetas cunden cada vez más con su hipócrita lengua traicionera. ¿O todas estas especies se condensan en la misma?


(Fotografía de  W.Eugene Smith)


Pero por si hay todavía gente ingenua, que no inocente, recuerdo que en el pasado negro anterior a la Democracia, la práctica corrupta fue habitual e incuestionable. Este hecho no justifica la que sigue viniendo después (el modelo del crecimiento económico basado desmesuradamente en la construcción y la especulación inmobiliaria ha potenciado el dinero negro y el tráfico de influencias) pero advierte que madres tuvo y muchas.


(Fotografía de W.Eugene Smith)


El fotógrafo norteamericano W. Eugene Smith, que estuvo en España y fotografió la vida y costumbres de los españoles del pueblo extremeño de Deleitosa publicó en 1950 un libro reportaje, que no tiene pérdida ni en fotografías ni en textos. Es una obra ya clásica que debería mostrarse en la Enseñanza actual de nuestro país. Elijo un texto de un observador objetivo que quedó impactado por la realidad pobre y oprimida de un país donde, como él decía, había analfabetos pero no ignorantes:  

“El préstamo que los Estados Unidos está considerando realizar a Franco está destinado, según creo, a la compra de fertilizantes. La gran mayoría de la  gente a la que pregunté, incluidos los que apoyan a Franco, cree que un préstamo de los Estados Unidos no traería beneficios a los españoles, porque sería despilfarrado por las autoridades en maniobras administrativas y corruptelas. El gobierno, en efecto, ha dado muestras en varias ocasiones de ser incapaz de afrontar los problemas económicos del país”.


(W.Eugene Smith)



jueves, 5 de mayo de 2011

La Marca España (y olé)


Hay ocasiones en que, leyendo las admoniciones irónicas y jugosas de la obra de Antonio Machado, tengo la sensación de que el maestro vive ahora mismo y se está expresando por lo último que acontece en este país. Pero el maestro murió hace mucho tiempo y, si algunas de sus palabras encuentran hoy sentido y acomodo entre los hechos, es porque los hechos o, al menos, las motivaciones que les impulsan, no han cambiado sustancialmente desde su tiempo.  

En el capítulo XIII de Juan de Mairena habla a sus alumnos viene lo siguiente:

“Los que hablan de España como de una razón social que es preciso a toda costa acreditar y defender en el mercado mundial, esos para quienes el reclamo, el jaleo y la ocultación de vicios son deberes patrióticos, podrán merecer, yo lo concedo, el título de buenos patriotas; de ningún modo el de buenos españoles”


(Obra de M.C. Escher)

 

Para la sociedad actual, los términos patria y patriotismo están superados, aunque no enterrados. Hay quienes desearían seguir jugando con ellos y otorgándoles valor sacro de obligado cumplimiento y observancia. Pero en el primer tercio largo del siglo XX, el que Machado habitó, era carta frecuente y apasionada. Las maneras torticeras y desleales de un sector y clase de la sociedad, que portaban, según ellos, las esencias de la patria, ya se encargaron de romper las reglas del juego. Y, posteriormente, el régimen reaccionario que surgió tuvo la oportunidad de desacreditar definitivamente aquella terminología, si es que aún poseía alguna pureza.


(Obra de M.C.Escher)


Pues bien, entendiendo en este contexto las palabras de Machado, el texto viene a pelo de algo que estos días ha surgido con baja intensidad, pero no carente de valor moral. En un momento en que sólo se habla de valores para la economía, las finanzas y lo bursátil, mencionar el valor ético parece que no encajara. Hay un montaje que se llama algo así como el Foro de Marcas Renombradas que se ha inventado una historia de embajadores honorarios de la Marca España, por la cual se otorga tal título publicitario a ciertas personas o entes que más han contribuido a la imagen de España fuera de España. Esta clase de configuraciones me produce cierto sarcasmo. No sé si surgen de complejos de inferioridad, tan antiguos entre nuestros próceres celtibéricos, de que les sobra presupuesto (¡faltaría más!) o de una visión mal entendida de la proyección real de un país en el star system general. Se supone, por lo tanto, que las personas o entidades que son nombradas como embajadoras, deben dar muestras de nivel creativo, técnico y personal. Pero he aquí que uno de os personajes nombrados es Santiago Calatrava, arquitecto célebre. Célebre hasta hace poco como competente arquitecto, pero que empieza a sonar con otras músicas.


(Obra de M.C.Escher)


Calatrava está imputado por presunta malversación y fraude a la Administración en el llamado Caso Ópera, de Palma de Mallorca. Cobró 1,2 millones de euros por la supuesta redacción de un proyecto encargado por el candidato del PP a las elecciones regionales en 2007. Proyecto que se sospecha que es humo. Por si este antecedente no bastara, Anticorrupción le investiga ahora por cobrar anticipadamente 2,5 millones de euros en Valencia, también concedidos por el gobierno de Camps, por las llamadas Torres Calatrava, que no han llegado tampoco a realizarse. Sorprendente. Hay que ver el caché de un arquitecto de talla mundial, pero sobre todo la manera de ciertos mandatarios de regalar dinero público sin trueque de por medio, como si soltar la guita (la ajena, claro) fuera algo que no se controlase. Naturalmente, tras inaugurar aeropuertos como el de Castellón, sin aviones, vuelos ni pasajeros, todo es posible por aquellos lares y en manos de políticos de dudosa reputación.



Conclusión: que con estos precedentes, yo me replantearía lo de la Marca España. Porque si la imagen que va a trasladar a la ciudadanía extranjera y a sus mercaderes es la del chanchullo y la corrupción más vale no montar numeritos ni marcas ni celebraciones. Me quedo con el tópico del Toro de Osborne que, por lo menos, ya era de la familia.  Si don Antonio levantara la cabeza…


martes, 3 de mayo de 2011

Las impropias palabras de Barack H. Obama, Presidente


Aunque parezca lo contrario, hablar de política no es lo que más me gusta. Ojo con el error de apreciación desde fuera. Lo que me interesa fundamentalmente es observar las conductas humanas, bien del individuo, bien de la agrupación, y relacionarlas entre sí. Comprobar sus efectos, advertir su oportunidad, desenmascarar sus engaños. Estar atento al lenguaje y a la intención con que se usa. Siempre que lo vea claro. Porque uno pertenece al patrimonio de la especie y no se libra de los comportamientos al uso.



A lo que iba. Sobre la noticia bomba de ayer y de hoy, se me ocurre decir: no haga mal uso del lenguaje, no hable impropiamente, señor Barack Hussein Obama, presidente de los Estados Unidos de América. Porque perplejo me dejó usted al escucharle decir por televisión, con estilo contundente y taxativo: “Se ha hecho justicia”, refiriéndose a la muerte de Bin Laden a manos de un grupo operativo de la CIA. Hombre,  hablemos con propiedad. Usted quiso decir venganza donde dijo justicia. Porque si quiso decir lo que dijo, mi fe en el sistema democrático americano, que tantos ejemplos e iniciativas progresistas ha tenido, al menos de puertas para adentro, pero también como modelo sobre los demás sistemas democráticos, quiebra al oír sus palabras.



Puedo entender que los norteamericanos se quisieran cargar a Bin Laden. Que quisieran devolverle la jugada sangrienta del 11S, aunque dudo que la sociedad yanqui recuerde la nuestra del 11M o las fechas dramáticas de otras sociedades del planeta que han sido atacadas. No puedo olvidar que el terrorista árabe fue un visionario aventurero, rico, iluminado, fanático, que optó desde su posición de típica clase alta por soluciones guerreras inventando su guerra particular. Algo muy propio de todos los terroristas, por cierto. Las circunstancias de la muerte de este siniestro personaje solo las conoce el gobierno americano y la CIA y seguro que las incógnitas y los misterios estarán fluyendo ya respecto a la decisión de eliminarlo rápidamente en lugar de hacerlo preso y llevárselo. Y demos por hecho que el muerto fue el susodicho y no su guionista, como sugería irónicamente no sé qué periódico. Pero en fin, éste es un tema espinoso, sobre el que un ciudadano común puede tener dudas pero al que resulta imposible conocer la verdad, a corto plazo al menos.



En lo que insisto es en los términos empleados por Obama sobre la ejecución sumaria del terrorista más buscado (supuestamente) Yo creía que el término justicia implicaba un proceso sumarial, una aplicación de derechos y de investigación independiente, una participación directa de la judicatura y de una corte penal, porque se supone que es el poder judicial el que aplica la Justicia. Pero nada de esto ha habido. Puede que la Constitución de los herederos del Mayflower permita esta acción, como ha indicado al vuelo algún medio de prensa, no lo sé, pero, por favor, llamen a las cosas por su nombre. Demos por hecho que Bin Laden y sus organizaciones sean aberrantes, criminales, desestabilizadoras, lo que quieran. Ante ello, ¿qué hace el gobierno USA? Ponerse a su altura, aplicar la ley del Talión, obrar pragmáticamente para salvar los oscuros intereses políticos que haya por debajo y no nos alcanzan.




Que digan las cosas como son: nos hemos vengado, le teníamos ganas, hay que dar satisfacción sangrienta a las masas sedientas de sangre y de venganza. Punto. Y de paso si sirve para desviar atenciones, recuperar prestigio perdido del Señor Presidente, dejar en la penumbra matanzas como la de Siria que están teniendo lugar estas semanas sin intervención alguna de la autoridad americana ni europea, por ejemplo, pues mira qué bien. Pero que no tergiversen el lenguaje, tan propio de dictadores y no de los demócratas . Por el bien del lenguaje, del pensamiento político, del derecho constitucional y de las leyes penales, sugiero a las autoridades norteamericanas que den atrás a la moviola y vuelva a salir el presidente del Estado más poderoso de la Tierra diciendo: Hoy nos hemos vengado del terrorista Number One. Y es que, repito, me aterra el uso impropio de las grandes palabras, sobre todo cuando aquellas son opuestas y antitéticas. Tema aparte es la desconfianza que algunos podemos tener sobre la misión. ¿No fue un agente al servicio de Norteamérica el tal Bin Laden cuando en Afganistán estaban los rusos? ¿No será que era conveniente acabar con él de esta manera, él que resultó ser un cuervo que sacó ojos a los que le criaron, porque sabía demasiado?