hoy es siempre todavía

viernes, 29 de noviembre de 2013

La delincuencia desde el Estado





Con la jugada última del cierre de Canal 9 de Valencia se confirma una tendencia general al expolio de los bienes públicos en este país por parte de una derecha cerril y patrimonialista para la que España es su propiedad, su dictado, su fondo de negocios. Seguramente ese canal de televisión frustrado seguirá en los próximos tiempos una vía de privatización en línea con otras privatizaciones que van efectuándose descaradamente. Esos ejecutores que en nombre del Estado o de sus respectivas administraciones privatizan bienes y servicios son los que pretenden además que se multe con 30.000 euros, por ejemplo, al que cometa una ofensa a España. Entonces, lo que hacen ellos, ¿qué es? Su política y sus sospechosos tejemanejes sí que son una verdadera ofensa en la carne, en los derechos y en las necesidades perentorias de los españoles. Como el tema de meter mano en lo público para proporcionar beneficios a los amiguetes me parece de sumo interés, reproduzco a continuación el artículo Privatizar aparecido en el blog de Francesc Cornadó.








"Privatizar los servicios públicos es una tarea que no requiere demasiada imaginación ni es demasiado complejo. Cualquier politiquillo de mala ralea puede hacerlo, no se hace falta tener una gran inteligencia, solo con no tener escrúpulos, ni ética ni moral y con ejecutar tres o cuatro pasos, aunque sean torpes, se consigue que lo que es de todos, pase al bolsillo de unos pocos. Las operaciones son las siguientes:

1)    debilitar el sistema público mediante recortes económicos
2)    esperar un poquito a que se deteriore el sistema atacado
3)    ofrecer una alternativa privada que simule sustituir el bien público
4)    favorecer con ventajas fiscales la contratación de un servicio privado.

Estas cuatro operaciones se pueden realizar con gran facilidad, sobre todo cuando el que manda tiene mayoría absoluta y el que recibe las tortas es una población enajenada por el deporte y por el espectáculo mediático. Ni que decir tiene que una manada de buitres vuela alrededor, dispuesta a llevarse el cadáver de la sociedad herida de muerte.

Cuando se dan estas condiciones, nadie protesta, y así cualquier político, por tosco que sea, consigue privatizar hasta el aire de lluvia y el agua que respiramos.

Privatizar es fácil, cualquier mente obtusa facultada para el ejercicio de la política, puede hacerlo, además si se equivoca o comete alguna tropelía, tiene detrás una justicia lenta, parcial e ineficaz que lejos de condenar, aplaude.

Con las cuatro operaciones se consigue privatizar el sistema público de pensiones:
se liquida la Seguridad Social y toda la ciudadanía se ve obligada a contratar un plan de pensiones, esto se acompaña con desgravaciones fiscales a los que contraten un plan de pensiones.

Se consigue privatizar la enseñanza pública y universal:
se recorta el presupuesto de educación, se jubila a los profesores y se subvenciona a la escuela concertada, la que separa los niños de las niñas, la que pone símbolos en las aulas, la que favorece el clasismo...

Se consigue privatizar la sanidad pública:
cerrando hospitales, eliminando prestaciones y cobrando los medicamentos; luego se favorecen las mutuas privadas que se preocupan más de sus balances que de los pacientes.

Se consigue privatizar la investigación científica:
cerrando líneas de investigación, cortando becas de post grado, dejando que nuestros talentos se marchen a las universidades y centros de investigación del extranjero y luego se permite la entrada de las multinacionales y el capital privado a los laboratorios públicos dejando que el capital privado determine qué líneas de investigación hay que desarrollar, naturalmente aquellas que benefician su cuenta de resultados.

Se consigue privatizar los servicios de asistencia social y de ayuda a la dependencia:
recortando los presupuestos a las entidades sociales, externalizando servicios y cerrando centros de atención, después se favorecen mediante ayudas a las empresas “prestadoras” de servicios.

Y así se puede privatizar la justicia, la policía, la recogida de basuras, la gestión del agua, las redes de alta tensión, las gestión de licencias de obras, la gestión urbanística y ordenación del territorio, los planes hidrológicos, la conservación del patrimonio artístico o histórico, las políticas de cultura y museos, los transportes públicos, las televisiones y radios públicas, las bibliotecas, la “roja”, etc. En este plan pueden llegar a privatizar hasta la monarquía y la iglesia que por cierto, ya están  privatizadas."





* Las ilustraciones son obra de Manel Vizoso.



domingo, 24 de noviembre de 2013

Actualizar el Balance que nos legó la poeta Ángela Figuera Aymerich





Una de las noticias importantes de España durante los últimos tiempos (la otra es el asalto sin piedad al nivel de vida de los trabajadores) es la corrupción. Pero no tanto la existencia de la corrupción sino el hecho de que una parte de ella salga a relucir con pelos y señales. Bueno, no sé si con todos los pelos y señales porque la corrupción, es decir, esas otras vías directas o complementarias para hacer negocios, dispone de ingenierías varias, desde bancos hasta influencias en diversas estancias de los poderes públicos, pasando por estamentos menudos y acólitos que venden su primogenitura por nada. La corrupción ha existido siempre, paralela y adjunta a un caciquismo que, con su secuela clientelista,  le ha proporcionado tapadera y legitimidad política, pero cuyos detalles no podían reflejarse ni en los periódicos ni mucho menos combatir por vía judicial. ¿Alguien se imagina lo que ha tenido que suceder en esta materia en cuarenta años de dictadura en que cierta gente se repartía el país sin dar explicaciones, es decir, con total impunidad? Muchos dudamos de la efectividad de las medidas para combatirla hoy y desconfiamos de que se haga justicia, pues las leyes llevan implícitas sus trampas y las presiones e influencias de las instancias ejecutivas sobre las judiciales no cesan. 


 La España corrupta tiene largas raíces. Es una telaraña de personajes y personajillos que han considerado tradicionalmente a la sociedad española como un elemento a mantener callado, apto para trabajar solamente y hoy día además para consumir y engrosar de esta manera la cadena de beneficios de ese patrimonialismo. La poeta Ángela Figuera Aymerich (1902-1984) supo reflejar muy bien en su día, a través del poema Balance, el tipo de actores y comportamientos que en el retablillo esperpéntico español medran como si fuesen los reyes del mambo. 




BALANCE



Es hora de echar cuentas. Retiraos.
Dejad ese bullicio del paseo,
la mesa del café, la santa misa,
y el bello editorial de los periódicos.
Entrad en vuestra alcoba. Echad la llave.
Quitaos la corbata y la careta,
iluminad el fondo del espejo,
guardad el corazón en la mesilla,
abríos las pupilas y el costado.
Poneos a echar cuentas, hijos míos.

Tú, invicto general de espuela y puro,
echa tus cuentas bien, echa tus cuentas.
Toma tus muertos uno a uno, ciento
a ciento, mil a mil, cárgalos todos
sobre tus hombros y desfila al paso
delante de sus madres.

Y tú, ministro, gran collar, gran banda
de tal y cual, revisa, echa tus cuentas.
Saca tu amada patria del bolsillo
como un pañuelo sucio sin esquinas.
Extiéndelo y sonríe a los fotógrafos.

Y tú, vientre redondo, diente astuto,
devorador del oro y de la plata,
señor de las finanzas siderales,
echa tus cuentas bien, echa tus cuentas,
púrgate el intestino de guarismos
y sal si puedes que te dé la lluvia.

Tú, gordo y patriarcal terrateniente
esquilador de ovejas y labriegos.
Tú, cómitre del tajo y la galera,
azuzador de brazos productivos.
Tú, araña del negocio. Tú, pirata
del mostrador. Y tú, ganzúa ilustre
de altos empleos, ávida ventosa
sobre la piel más débil, echa cuentas,
medita y examínate las uñas.

Y tú, señora mía y de tu casa,
asidua del sermón y la película,
tú, probo juez de veinte años y un día,
tú, activo funcionario de once a doce,
y tú, muchacha linda en el paseo;
tú, chico de familia distinguida
que estudias con los Padres y no pecas.
Y tú, poeta lírico y estético,
gran bebedor de vino y plenilunios,
incubador de huevos de abubilla
en los escaparates fluorescentes,
sumad, restad, haced vuestro balance,
no os coja el inventario de sorpresa.

Tú no, pueblo de España escarnecido,
clamor amordazado, espalda rota,
sudor barato, despreciada sangre,
tú no eches cuentas, tienes muchas cifras
de saldo a tu favor. Allá en tu día,
perdónanos a todos nuestras deudas,
perdónanos a todos en tu nombre
y hágase al fin tu voluntad
así en España como en el cielo.






* Ilustración de Manel Vizoso    http://cachondodejahve.blogspot.com.es/



martes, 5 de noviembre de 2013

Ser de Sansueña, un poema de Luis Cernuda






Hoy se cumplen 50 años del fallecimiento de Luis Cernuda,  el hombre y poeta comprometido con la República española, el que inició un largo exilio incluso antes de finalizada la guerra civil. Ser de Sansueña es un poema terrible, a mi modo de ver. Se respira en apariencia  otro tiempo, pero el mismo lugar. Un país desesperanzado, producto de las manos que lo han utilizado siempre para sus intereses egoístas y retrógrados y, lo que es peor, intereses sin imaginación ni perspectiva de progreso. La idea de progreso nunca ha sido la triunfante en nuestra historia y solo por el peso de otros acontecimientos sucedidos en el continente en las últimas décadas parece que nos hubiéramos conectado, si bien cogiendo el tren tarde y mal. 





Acaso allí estará, cuatro costados
Bañados en los mares, al centro la meseta
Ardiente y andrajosa. Es ella, la madrastra
Original de tantos, como tú, dolidos
De ella y por ella dolientes.

Es la tierra imposible, que a su imagen te hizo
Para de sí arrojarte. En ella el hombre
Que otra cosa no pudo, por error naciendo,
Sucumbe de verdad, y como en pago
Ocasional de otros errores inmortales.

Inalterable, en violento claroscuro,
Mírala, piénsala. Árida tierra, cielo fértil,
Con nieves y resoles, riadas y sequías;
Almendros y chumberas, espartos y naranjos
Crecen en ella, ya desierto, ya oasis.

Junto a la iglesia está la casa llana,
Al lado del palacio está la timba,
El alarido ronco junto a la voz serena,
El amor junto al odio, y la caricia junto
A la puñalada. Allí es extremo todo.

La nobleza plebeya, el populacho noble,
La pueblan; dando terratenientes y toreros,
Curas y caballistas, vagos y visionarios,
Guapos y guerrilleros. Tú compatriota,
Bien que ello te repugne, de su fauna.

Las cosas tienen precio. Lo es del poderío
La corrupción, del amor la no correspondencia;
y ser de aquella tierra lo pagas con no serlo
De ninguna: deambular, vacuo y nulo,
Por el mundo, que a Sansueña y sus hijos desconoce.

Si en otro tiempo hubiera sido nuestra.
Cuando gentes extrañas la temían y odiaban,
y mucho era ser de ella; cuando toda
Su sinrazón congénita, ya locura hoy,
Como admirable paradoja se imponía.

Vivieron muerte, sí, pero con gloria
Monstruosa. Hoy la vida morimos
En ajeno rincón. Y mientras tanto
Los gusanos, de ella y su ruina irreparable,
crecen, prosperan.

Vivir para ver esto.
Vivir para ver esto.