Con la jugada última del cierre de Canal 9 de Valencia se confirma una tendencia general al expolio de los bienes públicos en este país por parte de una derecha cerril y patrimonialista para la que España es su propiedad, su dictado, su fondo de negocios. Seguramente ese canal de televisión frustrado seguirá en los próximos tiempos una vía de privatización en línea con otras privatizaciones que van efectuándose descaradamente. Esos ejecutores que en nombre del Estado o de sus respectivas administraciones privatizan bienes y servicios son los que pretenden además que se multe con 30.000 euros, por ejemplo, al que cometa una ofensa a España. Entonces, lo que hacen ellos, ¿qué es? Su política y sus sospechosos tejemanejes sí que son una verdadera ofensa en la carne, en los derechos y en las necesidades perentorias de los españoles. Como el tema de meter mano en lo público para proporcionar beneficios a los amiguetes me parece de sumo interés, reproduzco a continuación el artículo Privatizar aparecido en el blog de Francesc Cornadó.
"Privatizar los servicios públicos es una tarea que no requiere demasiada imaginación ni es demasiado complejo. Cualquier politiquillo de mala ralea puede hacerlo, no se hace falta tener una gran inteligencia, solo con no tener escrúpulos, ni ética ni moral y con ejecutar tres o cuatro pasos, aunque sean torpes, se consigue que lo que es de todos, pase al bolsillo de unos pocos. Las operaciones son las siguientes:
1) debilitar el sistema público mediante recortes económicos
2) esperar un poquito a que se deteriore el sistema atacado
3) ofrecer una alternativa privada que simule sustituir el bien público
4) favorecer con ventajas fiscales la contratación de un servicio privado.
Estas cuatro operaciones se pueden realizar con gran facilidad, sobre todo cuando el que manda tiene mayoría absoluta y el que recibe las tortas es una población enajenada por el deporte y por el espectáculo mediático. Ni que decir tiene que una manada de buitres vuela alrededor, dispuesta a llevarse el cadáver de la sociedad herida de muerte.
Cuando se dan estas condiciones, nadie protesta, y así cualquier político, por tosco que sea, consigue privatizar hasta el aire de lluvia y el agua que respiramos.
Privatizar es fácil, cualquier mente obtusa facultada para el ejercicio de la política, puede hacerlo, además si se equivoca o comete alguna tropelía, tiene detrás una justicia lenta, parcial e ineficaz que lejos de condenar, aplaude.
Con las cuatro operaciones se consigue privatizar el sistema público de pensiones:
se liquida la Seguridad Social y toda la ciudadanía se ve obligada a contratar un plan de pensiones, esto se acompaña con desgravaciones fiscales a los que contraten un plan de pensiones.
Se consigue privatizar la enseñanza pública y universal:
se recorta el presupuesto de educación, se jubila a los profesores y se subvenciona a la escuela concertada, la que separa los niños de las niñas, la que pone símbolos en las aulas, la que favorece el clasismo...
Se consigue privatizar la sanidad pública:
cerrando hospitales, eliminando prestaciones y cobrando los medicamentos; luego se favorecen las mutuas privadas que se preocupan más de sus balances que de los pacientes.
Se consigue privatizar la investigación científica:
cerrando líneas de investigación, cortando becas de post grado, dejando que nuestros talentos se marchen a las universidades y centros de investigación del extranjero y luego se permite la entrada de las multinacionales y el capital privado a los laboratorios públicos dejando que el capital privado determine qué líneas de investigación hay que desarrollar, naturalmente aquellas que benefician su cuenta de resultados.
Se consigue privatizar los servicios de asistencia social y de ayuda a la dependencia:
recortando los presupuestos a las entidades sociales, externalizando servicios y cerrando centros de atención, después se favorecen mediante ayudas a las empresas “prestadoras” de servicios.
Y así se puede privatizar la justicia, la policía, la recogida de basuras, la gestión del agua, las redes de alta tensión, las gestión de licencias de obras, la gestión urbanística y ordenación del territorio, los planes hidrológicos, la conservación del patrimonio artístico o histórico, las políticas de cultura y museos, los transportes públicos, las televisiones y radios públicas, las bibliotecas, la “roja”, etc. En este plan pueden llegar a privatizar hasta la monarquía y la iglesia que por cierto, ya están privatizadas."