Sobre el Holocausto (la Shoah) hay muchos testimonios, bastante historiografía y no poca literatura buena. Sin embargo, no nos resulta cómodo ni agradable leer de seguido varios libros sobre el tema. Enseguida se convierte en obsesión y la interiorización que efectuamos nos horroriza de tal manera que preferimos huir. ¿O es el miedo a que lo que les pasó a los judíos, comunistas, homosexuales, gitanos, partisanos y demás clases de disidentes del régimen nazi pueda pasarnos a nosotros? Para anticiparme a quien pueda pensar que uno tiene déficit de memoria, diré que obviamente no podemos olvidar otros episodios terribles de la historia más reciente: los progroms de los zares, el Gulag, la barbarie de los jmeres rojos en Camboya o las purgas maoístas. Pero ya se sabe que unas barbaries jamás pueden ocultar otras. Y si no las tenemos en cuenta -el siglo XX ha sido tan prolífico como doloroso y sangriento en el mal ejercido por unos hombres sobre otros hombres- mal podremos asegurarnos la convivencia del futuro. Mas, ¿aprendemos de las lecciones de la vida?
Acaso me equivoque, porque dentro de lo escrito sobre el tema de la persecución nazi hay muchas cosas interesantes que clarifican y transmiten, pero de aquellas más equilibradas y contundentes recomiendo sobre todo la trilogía de Primo Levi (Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados) Levi fue un afortunado superviviente de Auschwitz y su relevancia radica en el interés moral de su obra. Toda la escritura de este hombre, de profesión químico primero y esritor más tarde, es un pulso, por otra parte ganado, por evitar el odio, la sinrazón y el espíritu de venganza. Para ello contrapone el análisis, el diálogo, la ética de los valores humanos, la vindicación de la memoria y la objetividad, algo difícil de afrontar cuando se ha sufrido tanto como un deportado o mejor dicho, como un sentenciado. Formalmente, su estilo es firme, sobrio, descriptivo sin concesiones, pero consecuente con una idea: no hay que vivir y contar, sino vivir para contar, como solía decir. Tal vez ese enfoque riguroso y serio fue su ajuste de cuentas con la persecución de que fue objeto y con la manera de pensar basada en la ignorancia asumida y de mirar para otro lado de la sociedad alemana.
En este poema queda claramente su mensaje para generaciones venideras, si no se quiere repetir la barbarie. Muy adecuado para estos tiempos de inseguridad y de grandes movimientos entre los poderosos de la Tierra que nos aportan incertidumbre.
“Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.”
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.”