No es cierto que la crisis económica tan nombrada fuera algo imprevisible y precipitado. De hecho, probablemente cada vez esté más claro que en parte, al menos, es algo que se ha buscado. Que algunos poderosos en Europa estén tratando de no verse gravados por más tiempo por las deudas españolas, a la par que nuestra economía pública está asfixiada y la financiera en el límite de sus recursos. Conclusión: que la sociedad entera se encuentra al borde de la quiebra por obra y gracia de la codicia que, aunque ahora se remite al ladrillo y a su crecimiento estacional, responde sobre todo a un planteamiento económico de beneficio ilimitado, y sobre bases inexistentes o ya mermadas.
Es verdad que mientras han durado las vacas gordas, la ganancia privada ha repercutido socialmente, desencadenando una cinta sin fin de compra y venta, donde no hemos mirado si nos endeudábamos por comprar lo innecesario o si éramos cautos a la hora de vivir con lo fundamental. Daba igual. El consumo ha sido durante las últimas décadas la pauta de comportamiento, el símbolo de la riqueza socializada (qué incautos) y el objetivo de vida en nuestra sociedad. Aquel que ha ahorrado, vía cualquiera de los productos que han ofertado los bancos (muchos de ellos engañosos o deficientes) tampoco se libra de esta situación de inestabilidad. Quien ande metido en hipotecas y créditos, y no le vayan bien las cosas, está con la soga al cuello. Es el caso de miles de empleados y trabajadores, y en menor medida de pequeños emprendedores (palabra que viene cundienco últimamente, para referirse a quienes realizan nuevas experiencias de trabajo autónomo) o empresarios tradicionales.
Si sumamos a esta tesitura la vuelta de tuerca que no parece tener fin de la Unión Europea y Alemania, principalmente, sobre la economía española y más en concreto sobre este Gobierno, incapaz no ya de saber por dónde se anda, que lo sabe sobradamente desde sus tiempos de oposición (tan cínica ella entonces), sino sobre todo de tomar medidas sin quedar en entredicho, el desasosiego español cunde, y no lo alivia ni la Eurocopa. Que la avaricia, la ganancia en espiral, los endeudamientos y dineros enviados a paraísos fiscales por la banca, o la mala gestión y el despilfarro a la que se han dado las administraciones públicas tengamos que pagarlas ahora el común de los españolitos tiene guasa. Todos los recortes van en orden a sanear lo fundamental por el sacrificio de la mayoría social. Precisamente es el partido del Gobierno el que más ha batido marcas de despilfarro y corrupción, lo cual convierte la situación en un capítulo de España negra de la mejor tradición. Justo los que ahora nos atan los cinchos del consumo y de la capacidad adquisitiva son los que peor ejemplo han dado en las autonomías donde dominan.
En el libro de Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa, titulado Lo que España necesita, se pueden leer algunos contenidos sobre la situación que estaban claros hace tiempo para algunos especialistas del tema. Recojo estos dos párrafos:
“La banca española tuvo unos años de solidez y beneficios extraordinarios pero ahora se encuentra con que una buena parte de sus activos no valen lo que en realidad dicen sus balances porque se trata de activos relativos a la actividad inmobiliaria que se ha venido completamente abajo. En consecuencia, necesita gran cantidad de liquidez y capital que no le resulta fácil encontrar y dedica sus recursos a los destinos más rentables y seguros (como compra de la deuda soberana con el dinero del Banco Central Europeo) en lugar de dedicarlos a financiar a las empresas que crean empleo, con lo que provoca que la economía se deteriore continuamente.
En esta situación a los bancos acreedores, principalmente alemanes, lo único que les interesa es salvar sus muebles, es decir, que se garantice que los bancos españoles van a pagar su deuda con ellos. Por eso, con el apoyo de sus gobiernos, presionan al español para que tome medidas que garanticen el saneamiento de sus balances y el pago de la deuda. Y no les importa que con dándole prioridad a esto se deteriore cada día más la economía porque esa es la excusa perfecta que tendrían para intervenir y “rescatar” a España, es decir, para obligarla a suscribir préstamos cuantiosos que se dedicaría directamente a refinanciar a los bancos españoles para que estos devolvieran a su vez la deuda a sus acreedores”.
* Las pinturas y dibujos son obra del autor expresionista alemán George Grosz.