hoy es siempre todavía

domingo, 12 de mayo de 2013

La columna toscana de Tordesillas





Viajar por el interior de España es unas veces encuentro, otras reencuentro y muchas veces, desgraciadamente, también supone desencuentro. Sinceramente, uno aprende de cualquiera de las situaciones. Por ejemplo, pasar una tarde de sol en Tordesillas, sin mayor urgencia en visitar y recorrer, y tomarse un copón de leche helada en Helados Baonza, en un rincón de la Plaza Mayor, no es tomar un helado cualquiera, sino una exquisitez que te trae el sabor de la infancia. Eso es un reencuentro.




Una sorpresa en un paseo-mirador (y mira que hay tantos de ellos en lo alto de las ciudades históricas de Castilla desde donde se contempla el Duero, el Arlanza, el Pisuerga...) que es y no solo es una escultura. Tallado sobre un tronco seco de pino Soria-Burgos el maestro Humberto Abad, de Quintanar de la Sierra, Burgos, ha dejado un homenaje a la reina Juana. El mito de la locura de aquella mujer culta que podría haber regido durante más tiempo la unidad española, con la consiguiente deriva hacia otro rumbo de la historia, se fraguó ya en su tiempo, y no se debió a su personal historia de amor truncado por la muerte de su esposo Felipe. Sobre este tema, mejor consultar libros de historia que desentrañen las marañas de intereses de la Corte real de aquella época y deshagan tópicos. 

A mí me han fascinado esas dos manos que rasgan la cárcel del alma y pugnan por abrir el cuerpo a la vida.¿Es esa la interpretación que el escultor hace del desplazamiento y reclusión forzosa de la reina Juana que dejó paso a su hijo, el futuro emperador Carlos, pero primero represor de los Comuneros? Esa escultura es para mí un encuentro que, no obstante, también tiene su cuota considerable de reencuentro, pues posee reminiscencias de un pasado que sigue siendo confuso para los actuales pobladores del país. Y que a poco que uno tenga interés puede indagar en los estudios de Joseph Pérez, Julio Valdeón o Manuel Fernández Älvarez.




Al leer la placa que la Cabaña Real de Carreteros dejó hace cuatro años a uno le embarga cierta emoción. Dice en esa placa: "Representa la cárcel física de Tordesillas y la metafísica que constriñe la contingencia humana. Pero siempre hay una ventana por donde penetra la luz del cielo protector. Con esta esperanza y fe en el hombre que sabrá encontrar siempre un futuro social y ambientalmente más sostenible, la Cabaña Real de Carreteros realiza esta ofrenda. También como homenaje a los hermosos pueblos castellanos, a nosotros mismos por nuestra historia". ¿No se reencuentra uno en estas palabras con una Castilla que no es la dominadora ni la imperial ni la franquista con que muchos se llenan aún la boca?



En fin, volvamos a la Plaza Mayor. Tomemos de nuevo otra leche helada o una caña. Pero contemplemos la estructura tradicional de cientos o miles de poblaciones de la España profunda (la España profunda se encuentra de igual manera en el llamado interior o en la denominada periferia)  Y quedémonos con un elemento antiguo, diríase imperecedero. Las columnas que sostienen los edificios y generan uno de los recursos más inteligentes, prácticos e incluso lujosos de la arquitectura: los soportales. Allí, a nuestro lado, el sobrio y hermoso fuste. Y rematando su parte superior un capitel toscano, sujetando la fuerza de las enormes vigas que se descargan en ellas sin temor de que lo hagan sobre nuestras cabezas.

Nombre antiguo, cultura antigua, artesanos y arquitectos antiguos. Saberes de todo el mundo que una vez recalaron aquí, en esta villa, como en tantas otras. Mirando la columna toscana de Tordesillas el sentido del gusto se reconcilia, a pesar de los avatares de la historia. También uno se reconcilia con la bondad de los hombres y huye de los despropósitos. Ese sugerente deseo final de la placa de los carreteros, en que declaran de utilidad pública un camino que puede servir para curar males de amor pone el punto lírico en una tierra donde de modo cíclico ha corrido la sangre de sus hijos. Prefiero quedarme con las obras que engrandecen a la especie a las épicas que la desmerecen.

Por cierto, de desencuentros no me apetece hoy hablar.




Adjunto enlaces curiosos.

http://es.wikipedia.org/wiki/Juana_I_de_Castilla

http://www.pinosoriaburgos.es/index.php?men=71&id=29

http://www.tallamadera.com/foro/proyectos-paso-a-paso/1270-esculturas-de-humberto-abad



16 comentarios:

  1. Me han gustado mucho esas imágenes. bs.

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  2. Muy de acuerdo con que la España profunda puede estar tanto en el interior como en la periferia. Una cosa es o son los paisajes, otra diferente, el paisanaje. Usted sabe.
    Me alegra verle pasear por estas extrañas arboledas del "interné".
    Un saludo,
    PeterP.

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    1. Es que de hecho, lo está. Para mí el concepto de la España profunda no se limita a una distribución geográfica y territorial. Se podría debatir de qué manera en el interior geográfico se mantienen posicionamientos ideológicos más conservadores, pero mira que hay zonas que lindan con el Mediterráneo Este que no le van a la zaga. El paisanaje, ¿más inestable que el paisaje, y eso que éste ha cambiado lo suyo por mor del otro?

      Sí, creo que voy a pasear más por las arboledas que usted dice. Siempre me dieron sombra, que no es opacidad de la luz, sino que solo distraen la luminosidad cegadora (que no siempre ilumina)

      Saludo, PPan.

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  3. Qué hermoso texto, qué veraz antídoto contra el hacha que describió León Felipe:

    No hay más que una hacha amarilla
    que ha afilado el rencor.
    Un hacha que cae siempre,
    siempre,
    siempre,
    implacable y sin descanso
    sobre cualquier humilde ligazón;
    sobre dos plegarias que se funden,
    sobre dos herramientas que se enlazan,
    sobre dos manos que se estrechan.

    Vamos, amigo, vamos a compartir esa leche helada... o una caña. Aliémonos a esa manos que pugnan por ganar la luz y enterremos para siempre el hacha, porque de desencuentros no, nos apetece hablar.

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    1. Ay, León Felipe: tan olvidado por sus paisanos peninsulares como necesario para reinvocar nuestro fatum peligroso. Por mí, el hacha está enterrada...pero siempre hay otros que se hallan prestos a desenterrarla, porque se creen los propietarios de las vidas y haciendas. Recuerda a al poeta zamorano:

      Franco, tuya es la hacienda, la casa, el caballo y la pistola...
      Mía es la voz antigua de la tierra...

      Etc.

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  4. la profunda, está en vuestros corazones,
    está en el deseo ferviente de liberarse de las sinrazones,
    está, pero no se prepara aún para hacerlo
    un abrazo

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    1. Y eso que dices nos conduce a que el término profunda no tiene que ser "la enterrada", sino el magma. Se necesita revitalizar el magma, pero no en la dirección en que los manipuladores y patrimonialistas han echado mano cuando les ha convenido, para enfrentar a hermanos contra hermanos.

      Un abrazo.

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  5. Hola Juan de Mairena, un placer leer tus reflexiones para interpretar el pasado de Tordesillas. La escultura en madera una auténtica pasada, como toda la obra de Humberto Abad. Tuve la oportunidad de visitar una exposición suya hace un año en el Arco de Santa Marina de Burgos. Conocí al autor que sin duda es una persona con grandes inquietudes que se reflejan en sus obras. Tengo pendiente publicar una entrada sobre él.

    Saludos y gracias por volar por mi blog y así haber descubierto el tuyo.

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    1. Arco de Santa María decía... Teclado fascista manipulador... jajajaj

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    2. Simple paseo, simple observación, simple sorpresa...Aunque ¿es simple algo cuando nos permite descubrir, pensar y meditar sobre el pasado? Ya me he apuntado lo del escultor, a ver si tengo oportunidad en conocer su taller pronto. Estaré pendiente de tu entrada sobre Humberto.

      Por aquí andaremos.

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    3. No obstante, te entendí en lo del Arco, aunque hace tiempo que no me paso por esa comunidad burgalesa.

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  6. Cuanto contenido aporta tu paseo por Tordesillas, tomo nota de los historiadores que citas. Y me admira la escultura de Humberto Abad, muy sugerente, pino seco pero con vida interior, es una talla que desde luego no deja indiferente. Un abrazo.

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    1. La materia, siempre en trance, siempre en proceso de transformación, Ana. Yo fui el primer sorprendido cuando vi ¿el árbol o la escultura?

      Un abrazo.

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  7. Sobrecogedoras historias tienen ustedes. Cuando estudiábamos literatura española (en el profesorado), lo primero que se planteaba era que la gran temática de la misma era "el amor y la muerte". Visto así parece solo un tópico literario, pero mirando ese pasado rojo y negro que tienen ustedes es claro que aquello es realmente así. Recuerdo que Quevedo decía "polvo seré, mas polvo enamorado". Y también cómo Machado recorría en sueños el paisaje de chopos que frecuentara con su niña amada y arrebatada por la muerte. Entonces me entristezco. Porque es triste que árboles tan magníficos apenas sirvan ahora para testimoniar historias de amor y muerte. ¿Dónde pasearemos nuestra soledad si se mueren los árboles? Lindo blog. Perdón por la extensión.

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    1. Bienvenida, Gregoria. Nada de extensa, cuanto haga falta escribir, se escribe. A tu pregunta final y decisiva solo se me ocurre responderte: pasearemos nuestra soledad en el recuerdo...o en el olvido. Así sucede con muchos otros paisajes, relaciones, espacios, amistades, etc. Como los árboles,, tantas cosas desaparecen a lo largo de nuestra vida...No obstante, ese tronco seco convertido en escultura tiene para mí una connotación en que el arte salido de la mano del hombre prolonga y proyecta el ser de la naturaleza. ¿Qué mejor homenaje y vínculo que extender los dones naturales a una creación imaginativa de los artistas? Desgraciadamente ese otro negocio, el maderero, ya destruyó, junto con las guerras de otros tiempos, gran parte de nuestros bosques. El amor y la muerte (éros, tánatos) se reproducen aquí y allá, son constantes del ser que hay que asumir.

      Celebro tu atracción por Machado, Quevedo...en este mismo blog puedes encontrar referencias a estos autores y a otros que tan hondamente interpretaron la vida española.

      Salud y cordialidad.

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