hoy es siempre todavía

jueves, 25 de diciembre de 2014

La Navidad y el Consumo según Pasolini




Probablemente algunos ya conozcáis este artículo que escribió Pier Paolo Pasolini en la revista Tempo en la lejana -y sin embargo tan actual- fecha de 4 de enero de 1969. Con el título Las fiestas y el consumismo también fue recogido en una selección de artículos suyos en el libro El caos (contra el terror) Es una crítica contundente, no exenta de base antropológica pero eminentemente política, sobre la apropiación y en cierto modo degeneración de las tradiciones, donde la Iglesia ha colaborado y se ha dejado pringar por el neocapitalismo al uso.




"Hace ya tres años que hago lo posible por no estar en Italia durante las Navidades. Lo hago adrede, con saña, desesperado ante la idea de no conseguirlo; aceptando incluso una sobrecarga de trabajo, aceptando la renuncia de cualquier modalidad de vacación, de interrupción, de descanso. 

No tengo fuerzas para explicar exhaustivamente el porqué al lector de Tempo. Esto extrañaría la concesión de la violencia de lo novedoso a viejos sentimientos. Es decir, una prueba “estilística” sólo superable mediante la inspiración poética. Que no viene cuando se quiere. Es un tipo de realidad que pertenece al viejo mundo, al mundo de la Navidad religiosa: y responde todavía a su vieja definición. 

Sé perfectamente que incluso cuando yo era niño las fiestas navideñas eran una idiotez: un desafío de la Producción a Dios. Sin embargo, por entonces yo estaba todavía sumido en el mundo “campesino”, en una misteriosa provincia situada entre los Alpes y el mar o en cualquier pequeña ciudad provinciana (como Cremona o Scandiano). Había hilo directo con Jerusalem. El capitalismo no había “cubierto” aún totalmente el mundo campesino del que extraía su moralismo y en el que, por lo demás, seguía basando sus chantajes: Dios, Patria, Familia. Estos chantajes eran posibles porque correspondían, negativamente, en tanto que cinismo, a una realidad: la realidad del mundo religioso que había sobrevivido. 



En la actualidad, el nuevo capitalismo no tiene ninguna necesidad de este tipo de chantaje, como no sea en sus márgenes o en los islotes supervivientes o en las costumbres (que se van perdiendo). Para el nuevo capitalismo es indiferente que se crea en Dios, en la Patria o en la Familia. De hecho ha creado su propio mito autónomo: el Bienestar. Y su tipo humano no es el hombre religioso o el hombre de bien, sino el consumidor que se siente feliz de serlo. 

Cuando yo era niño, pues, la relación entre Capital y Religión (en los días navideños) era espantosa, pero real. Hoy en día, dicha relación ya no tiene razón de ser. Es un absurdo absoluto. Y es posible que sea este absurdo lo que me angustie y me obligue a huir (a países mahometanos) 

La Iglesia (cuando yo era niño, bajo el fascismo) estaba sometida al Capital: éste le utilizaba, y ella se había convertido en instrumento del poder. Había regalado a las grandes industrias un niño entre un asno y un buey. Además, ¿no desfilaba bajo las banderas de Mussolini, de Hitler, de Franco, de Salazar? Hoy en día, sin embargo, la Iglesia me parece, en cierto sentido, más sometida que antes al Capital. Antes, en realidad, la Iglesia se salvaba por ese poco de autenticidad que había en el mundo preindustrial y campesino (en ese poco de artesanía que permanecía en las viejas industrias); ahora, en cambio, no hay contrapartida. Ni siquiera puede decir que a su vez utilice al Capital: porque, de hecho, el Capital utiliza a la Iglesia únicamente por costumbre, para evitar guerras religiosas, por comodidad. La Iglesia ya no le sirve. Si ésta no existiese, aquel no la echaría de menos. Sin embargo, en casos por el estilo, la utilización debe ser recíproca para que sea útil a ambas partes. En este punto la Iglesia debería distinguir, por ello mismo, las fiestas propias (si, aunque sea anticuadamente, aún las tiene) de las del Consumo. Debería diferenciar, por decirlo pronto y bien, las hostias de los turrones. Este embrassons-nous entre Religión y Producción es terrible. Y, de hecho, lo que de aquí se deriva es intolerable a la vista y a los demás sentidos. 



A decir verdad, es innegable, la Navidad es una antigua fiesta pagana (el nacimiento del sol) y como tal era originariamente alegre: es posible que esta alegría ancestral aún tenga necesidad de manifestarse, periódicamente, en un hombre que va a roturar el Sájara con monstruos mecánicos. Pero en ese caso que la fiesta pagana se vuelva pagana: que la sustitución de la naturaleza natural por la naturaleza industrial sea completa, incluso en las fiestas. Y que la Iglesia se distancie de aquella. Ya no puede jugar a la rusticidad y a la ignorancia: no puede fingir que no sabe que la fiesta navideña no es ni más ni menos que una antigua fiesta celebrada in pagis (“en el campo”), pagana, y que la mezcolanza es arcaica y medieval. La tradición de los belenes y los árboles navideños ha de abolirla una Iglesia que de verdad quiera sobrevivir en el mundo moderno. Y no esto no lo saben sólo los curas excéntricos, progresistas y cultos.




Como fiesta pagana-neocapitalista, Navidad siempre será terrible. Es un erzatz (“sustituto”) –con week-end y solemnidades afines- de la guerra. En tales días brota una psicosis indefectiblemente bélica. La agresividad individual se multiplica. Aumenta vertiginosamente el número de muertos. Es una verdadera barbarie. Se dice: muchos Vietnam. Pero los muchos Vietnam ya están aquí. Ni más ni menos que en estas celebraciones festivas en que la fiesta es la interrupción del acostumbramiento al lucro, a la alienación, al código, a la falsa idea de sí: cosas todas que nacen del famoso trabajo que ha quedado reducido a lo que ensalzaban los carteles de los campos de concentración hitlerianos. De esta interrupción nace una libertad falsa en que estalla un primitivo instinto de afirmación. Y se afirma agresivamente, gracias a una feroz competencia, haciendo las cosas más mediocres de la manera más mediocre. 

Sí, es espantoso el comentario que acabo de hacer de la Navidad. Y sin ninguna excepción que hacer. Ninguna bondad. Ninguna blandura. Las cosas son así. Es inútil ocultarlo, aunque sea un poco".





* Ilustraciones de Manel Vizoso y Gianluca Maconi.


sábado, 29 de noviembre de 2014

Ciudadanos en defensa de los bienes públicos frente a la codicia eclesiástica




No mucha gente sabe que la Iglesia Católica viene inmatriculando desde hace tiempo bienes de uso público o comunal  -ermitas, iglesias, fincas, edificios, plazas, monumentos, etcétera-  sufragados en su día por los municipios o por la sociedad, sin que hubieran llegado a ser jamás antes propiedad suya. Este intento de hacer figurar jurídicamente como propiedad eclesiástica bienes ajenos es una forma descarada de apropiarse indebidamente de lo que no les corresponde. Poned el nombre que queráis y seguramente no anduvierais descaminados. Parece no importarles nada que esa actitud sea poco evangélica, si nos atenemos a sus propios cánones doctrinarios, que no preconiza precisamente la riqueza. O bien que vaya contra el séptimo mandamiento que dicen que Yahvé dictó a Moisés. Pero sabido es que la entidad moral de la institución, o/y empresa, según se mire, con sede en el Vaticano no es uno de los activos que la caracterizan.

Sobre el tema de la apropiación de bienes ajenos ha venido combatiendo desde hace tiempo Ekimena-Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro, vanguardia de sensibilidad y defensa de los bienes públicos en España. Por otra parte, también en Córdoba, ante el descaro eclesiástico en querer apropiarse en su integridad de la Mezquita, anulando una tradición cultural que pertenece a todos los españoles, para hacer valer el monumento solamente como Catedral, otro grupo de ciudadanos congregados en la Plataforma Mezquita han dirigido un llamamiento a la Junta de Andalucía y a la UNESCO para parar la codicia religiosa. A continuación van dos informaciones para dar a conocer el tema. Si no se reacciona, los ciudadanos y sus autoridades habrán hecho una vez más dejación no solo de lo que pertenece comunalmente sino del control administrativo y jurídico por el que debe responder el Estado y las demás administraciones públicas.





SALVEMOS LA MEZQUITA DE CÓRDOBA. POR UNA MEZQUITA-CATEDRAL DE TODOS   


Hace 30 años que la Mezquita-Catedral de Córdoba fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, no solo por su extraordinaria riqueza y complejidad sino especialmente por tratarse de un paradigma universal de concordia entre culturas.

Ante los continuados intentos de apropiación jurídica, económica y simbólica por el Obispado de Córdoba, incumpliendo gravemente los principios que inspiraron dicho reconocimiento, desde la ciudadanía pedimos la intervención de las administraciones públicas y de la Unesco con el fin de preservar del peligro que corre su declaración como Patrimonio Mundial.

SOLICITAMOS:

1.- Que deje de emplearse institucionalmente solo el término Catedral para referirse a todo el monumento. Mezquita de Córdoba es su designación popular, universalmente conocida y la empleada por la Unesco al declararla Patrimonio Mundial en 1984. La simbólica de Mezquita-Catedral, acordada por unanimidad en pleno municipal como representante de la ciudadanía de Córdoba, define con exactitud su esencia y realidad arquitectónica.

2.- El reconocimiento jurídico de su titularidad pública. La Mezquita-Catedral es propiedad de la ciudadanía, Bien de Interés Cultural, Monumento Nacional y Patrimonio Mundial. Cualquier acto de apropiación privada carece de valor jurídico al tratarse de un bien de dominio público.

3.- La gestión pública y transparente de la Mezquita-Catedral. Su inmensa dimensión cultural, simbólica y patrimonial debe ser administrada por un patronato público con criterios ajustados a su universalidad, garantizando la transparencia en todos los aspectos de su gestión, incluida la económica, y la difusión histórica, artística y arquitectónica con pautas estrictamente científicas.

4.- La redacción de un Código de Buenas Prácticas. Por consenso entre las administraciones públicas, académicas, ciudadanas y la Unesco, para evitar acciones que perjudiquen tanto a la imagen y significado del monumento, como a los intereses generales de Córdoba, Andalucía y España, al ser uno de los tres monumentos más visitados del Estado.






LAS PLATAFORMAS DE CÓRDOBA Y NAVARRA AL MINISTRO DE JUSTICIA


La Plataforma ciudadana “Mezquita-Catedral de Córdoba: patrimonio de tod@s” y la Plataforma para la Defensa del Patrimonio Navarro (Nafarroako Ondarearen Defentsarako Plataforma), como portavoces de un amplio movimiento social que defiende el carácter público del patrimonio cultural, histórico y artístico usurpado en todo el territorio de Estado por la jerarquía católica al amparo de una norma predemocrática e inconstitucional (art. 206.1º de la Ley Hipotecaria de 1946 ), ante el intento de amnistía registral que se pretende llevar a cabo mediante la Reforma de la Ley Hipotecaria y que convalidaría la enorme cantidad de inmatriculaciones irregulares ya realizadas, 

EXPONEN: 

PRIMERO.- A pesar de que la Constitución Española establece que “ninguna confesión tendrá carácter estatal” (Art.16.3 CE) y que el Tribunal Constitucional viene reiterando que “el art. 16.3 de la C.E. veda cualquier confusión entre funciones religiosas y funciones estatales”, lo cierto es que la Iglesia Católica, actuando como funcionario público y equiparada a la Administración Pública, se ha adueñado en plena democracia de gran parte de nuestro Patrimonio cultural, arquitectónico, histórico y artístico, traducido en miles de bienes privados o públicos, construidos y financiados por la ciudadanía, ante la pasividad de los poderes públicos y el desconocimiento de la población. 

Desde que Aznar modificara el Reglamento Hipotecario en 1998, la jerarquía católica ha inmatriculado miles de propiedades en todo el Estado, valiéndose del art. 206 de la LH y art. 304 de su Reglamento que equipara a los diocesanos con fedatarios públicos. Sin acreditar la propiedad. Bastando la simple palabra de un diocesano como si los dogmas de fe tuvieran eficacia civil. Se desconoce el número total y el valor incalculable de los bienes apropiados por la Iglesia católica mediante estos preceptos propios de un Estado Confesional, sin parangón en Europa, dada la sistemática negativa del Gobierno a facilitar los datos registrales a los Grupos Parlamentarios que lo vienen solicitando. 

En Navarra, solamente en el periodo 1998-2007, inmatriculó 1087 bienes de toda índole (monumentos, Catedrales, terrenos, casas parroquiales, ermitas, arbolados, cementerios, viviendas, solares, cocheras, etc). Somos conscientes que lo mismo ha ocurrido en el resto del Estado. Ha llegado a tal extremo la voracidad inmobiliaria de la jerarquía católica que algunos de los bienes inmatriculados por este procedimiento inconstitucional son plazas públicas (como la Triunfo de San Rafael o de la Fuensanta en Córdoba), o monumentos de la trascendencia patrimonial y simbólica de la Giralda de Sevilla o la Mezquita-Catedral de Córdoba, Patrimonio Mundial de la Unesco.

SEGUNDO.- El proyecto de Ley de Reforma de la Ley Hipotecaria omite de manera intencionada cualquier referencia a la Iglesia Católica. Como si nada de lo expuesto hubiera ocurrido. Se trata de una trampa. Hace desaparecer sin más el art. 206.1º de la LH que equipara a la Iglesia Católica con un administración pública para inmatricular bienes, sigilosamente, sin afrontar el problema, intentando que pase desapercibido, sin denunciar su manifiesta inconstitucionalidad y sin considerar, por tanto, los efectos perversos e irreparables que para nuestro Patrimonio Cultural, Histórico y Artístico tendría la aprobación de dicha Ley de Reforma Hipotecaria. 

Es decir, produciría una AMNISTIA REGISTRAL para los miles de bienes usurpados e inmatriculados por la Iglesia católica a través de un precepto franquista, predemocrático e inconstitucional (art. 206.1 LH), vivo retrato de un Estado confesional como era el de 1946, que debemos entender derogado desde la entrada en vigor de la Constitución Española. 

¿Cómo piensa el Ministro de Justicia deshacer las terribles secuelas jurídicas, sociales, económicas, históricas y políticas que se derivarían de esta amnistía registral si se aprobara la Reforma de la Ley Hipotecaria? Nos tememos que esta reforma responde a la misma complicidad que en 1998 demostró el Partido Popular con la jerarquía católica, permitiendo la mayor apropiación inmobiliaria de la historia de España. Con la diferencia de que ahora la ciudadanía está escandalizada tras haber adquirido conciencia de su gravedad: Usurpación del Patrimonio público por la Iglesia católica en plena democracia mediante una norma que proviene de la Dictadura franquista de 1946. Advertimos al Ministro de Justicia que no vivimos en un Estado confesional. Que por esa razón su Gobierno tuvo que echar atrás con la Ley del Aborto, propiciando su nombramiento como Ministro. Así pues, para evitar que le pueda ocurrir igual que a su antecesor, haga lo mismo con esta amnistía registral con la que pretende convalidar de forma clandestina y alevosa este pelotazo urbanístico para la Iglesia Católica, mientras no se declare la inconstitucionalidad del art. 206.1 de la LH, con carácter previo a cualquier reforma de la misma. 

Por tanto, SOLICITAMOS al nuevo Ministro de Justicia la retirada inmediata de la amnistía registral que se esconde tras el Proyecto de Ley de Reforma de la Ley Hipotecaria de 8 de febrero de 1946 y del Texto Refundido de la Ley del Catastro inmobiliario aprobado por RDL de 5 de marzo de 2004, por las irreparables y perjudiciales consecuencias jurídicas, económicas, sociales e históricas que tendría su aprobación para el Patrimonio Cultural, Histórico y artístico, construido y financiado por la ciudadanía y las Instituciones públicas, que la Iglesia católica ha registrado irregularmente a su nombre a través del 206.1 de la LH de 1946, reconociendo de manera expresa su inconstitucionalidad sobrevenida y, en consecuencia, su derogación desde la entrada en vigor de la Constitución Española.


Carlos Armendáriz (Presidente Plataforma en Defensa del Patrimonio Navarro)

http://plataforma-ekimena.org/


Miguel Santiago (Portavoz Plataforma Mezquita-Catedral: Patrimonio de tod@s) 


martes, 25 de noviembre de 2014

Un canal contra la biodiversidad de Nicaragua




En otro tiempo parecería simplemente una quimera, pero hoy se revela como una jungla de negocios de alto nivel que convulsionará Nicaragua. La construcción por parte de empresas chinas de un canal que una el Mar Caribe y el Océano Atlántico con el Océano Pacífico tiene mucho de jugada de intereses económicos cruzados: la propia construcción del canal, el objetivo de incrementar el mercado asiático, las rutas de distribución alternativas...Tiene bastante también de desafío al poder norteamericano, aunque se disimule: los chinos tendrían un acceso estratégico en la zona, prácticamente al borde de los USA. Tiene mucho de apuesta por nuevos caminos de distribución de materias energéticas, a través de los cuales China consolidaría poder, si bien en toda la maniobra no parece que China y USA estén enfrentados. Pero tiene aún mucho más de barbarie ecológica, pues, entre otras tropelías el canal atravesaría parte del Gran Lago de Nicaragua (o lago Cocibolca) reserva de agua dulce, y arriesgaría la biodiversidad de una serie de territorios.  

Sobre el tema extraigo un artículo de Inés Corraliza aparecido en eldiario.es, porque pone sobre aviso de lo que le viene encima a Nicaragua si el proyecto de canal alternativo a Panamá se lleva a efecto.





En Nicaragua están a punto de empezar las obras de un canal transoceánico que partiría el país en dos, rompiendo el corazón de Centroamérica de un solo tajo. 

Propongo construir uno alternativo, un gran canal de ondas que al expandirse se convierta en la palabra y el acto responsable de los muchos que aún tenemos boca, corazón y manos, por lo que las aguas, volcanes y selvas las llevamos dentro.

Nunca he estado en el lago Cocibolca. Pero si cierro los ojos, casi puedo oler el vapor de agua contenida en los cúmulos lenticulares que rodean al gran volcán Mombacho en su orilla oeste, y también el inconfundible destilado sulfuroso del Concepción, en la isla Ometepe que lleva días lanzando gases. Y si no pienso nada, escuchando a Caléxico en The Book and the Canal mientras lo miro, algo de dentro experimenta ese anhelo que rompe tiempos y fronteras. Dudo. Quizás alguna vez también estuve.

Aquí y allí cambian los espacios y los paisajes que nos hacen distintos. Es el milagro afortunado de la diversidad, la epigenética que nos conforma, aquélla que nos hace reconocer lo propio al mismo tiempo que nos recuerda el imprinting que tenemos, no sólo con los de la especie, sino con los del Reino. Eso en cuanto animales, porque como árboles, el arraigo a la tierra es requisito para el crecimiento de los que viven.

La gran Belleza geofísica de Nicaragua está sin embargo seriamente amenazada, de nuevo, sí, y con ella la de sus selvas, sus grandes reservas de agua, el itinerario serpenteante del río San Juan y la riqueza de sus mares, de su agua dulce y volcánica, antigua, y de su suelo. Dicen sus gentes que allí son felices. No es difícil imaginarlo. ¿Es posible luchar sólo por la Belleza? Creo que sí, porque en ella está el acervo cultural de los hombres, su arte, fusionado sin fallas al de la Naturaleza que lo contempla: sin ella no seguiremos siendo humanos.

Intentan hacer desaparecer ese paisaje, ya, con la inminente puesta en marcha de las obras de un Canal que rompería de un tajo Nicaragua en dos. El sueño delirante de individuos aislados, dos o tres por siglo, que pensaron que, ya que iletrados invasores y piratas habían atajado por allí, habría posibilidad de conectar de forma artificial una distancia de casi trescientos km, de mar a mar, aunque eso significara atravesar istmos, lagos, selvas y llevarse por delante lo que hiciera falta. Lo importante era no perder el oro. (Exactamente igual que ahora: no perder el negro oro que mata por donde va pasando, uncido a la acumulación de capital…)

Durante el tránsito de los siglos XIX al XX, dos grandes proyectos de canales interoceánicos, el de Panamá y el de Nicaragua, pujaban por construirse. En los anales científicos de la época, las mejores revistas publicaban abiertamente las discusiones técnicas entre ingenieros, los mejores del mundo, encargados de hacer historia y geocirugía. La competición científica refleja sin lugar a dudas que sí existen estudios contrastados de impacto. De hecho la revista Nature, ahora propietaria del Scientific American, conserva los trabajos de los autores implicados -también escribían extensos reportajes en el National Geographic- por si alguien quiere documentarse.




Resumiendo, hubo disputas entre el hidrógrafo A. Davis (de la Comisión de Recursos de Agua para el Canal de Nicaragua) y E. Flink (de la Sociedad Geográfica de Filadelfia) acerca del gran Cocibolca. Para el primero, la cantidad neta de agua del lago era constante a pesar de su somero fondo y de los ciclos de lluvia en el Caribe; Flink le responde que el lago se encoge, que ha ido retrayéndose durante los años. Y añade: “En este estadio de la ciencia geológica es necesario señalar que la regularidad en el volumen de agua que fluye a la cuenca de un lago no se define ni depende de la cantidad de lluvia, como primer factor.”

Es decir, en 1900, ya se conocía que el lago es de fondo somero, de volumen variable, no sólo por su cantidad de lluvia sino por su orografía, la actividad humana, las corrientes marinas que lo flanquean y los ríos a los que vierte. El último trabajo explica claramente los motivos por los que un canal de casi trescientos kms, que atravesase Nicaragua desde su Istmo en el oeste hasta el Atlántico por el mar Caribe, es inviable. El trazado propuesto ahora, casi idéntico al que se discutía a principios del siglo pasado, fue de hecho también debatido por el ingeniero francés que finalmente se encargó del canal de Panamá, Philippe Bunau-Varilla. No sólo comparó los datos numéricos de los dos proyectos sino que apuntó a lo que haría inviable el proyecto del Canal de Nicaragua. El artículo debe leerse, quizás con eso no harían falta ni siquiera evaluaciones de impacto medioambiental por lo evidente del resultado. Buneau concluye: “A la Naturaleza no le gustan anchuras ni honduras regulares en el lecho de un gran río, es contrario a sus leyes; en las curvas, el río rellena el lado cóncavo de su lecho y vacía el convexo y al revés en la siguiente, consiguiendo el equilibrio al expandir y rellenar sus canales constantemente, con la tierra propia de su lecho, sin coger nada prestado, ningún material extraño”. Ya lo comprobó en carne propia en su canal.




Más de un siglo después, las máximas autoridades científicas de Nicaragua, conocedoras de la importancia del lago en recursos hídricos aún potables, no sólo para su población, sino para toda Centroamérica, están pidiendo ayuda e implicación a todas las organizaciones medioambientales y sociedades científicas internacionales que, sorprendentemente, están tardando demasiado en reaccionar. Así, científicos del Centro Humboldt, como el grupo del profesor Víctor Campos, han comenzado a hacer estudios del impacto ambiental que tendría el trazado principal de la ruta. En una primera valoración, todo lo presentado por el chino WanYin, al parecer empresario único de HKND y otro entramado de sociedades unipersonales, no sólo carece de cualquier rigor científico, sino que la necesidad de dragar el Gran Lago, que no es lo suficientemente profundo, implicaría necesariamente su destrucción, tanto por la tierra que moverían, como sobre todo porque se salinizaría. ¿Os imagináis a la gran isla Ometepe, sus dos volcanes y sus 35.000 pobladores rodeados de lodo?

El trazado, sólo en su segunda mitad, la más difícil, implicaría el realojo de al menos 110.000 personas, sin contar con las ciudades mayores de las provincias a lo largo del río San Juan. Después pretenden abandonarlo y atravesar selvas y espacios reservados únicos, hasta el Puerto de Punta Águila. Los bosques devastados cambiarían irreversiblemente el clima, no sirven los camelos de futuras reforestaciones.




En medio de la gran presión política a la que el partido en el poder está sometiendo a sus mejores científicos, conmueve profundamente la valentía y el sentido de dignidad de profesores con la experiencia y la trayectoria al servicio de su país, como el profesor Salvador Montenegro, director del CIRA (Centro para la Investigación de Recursos Acuáticos) hasta su sustitución hace unos días, o la Dra. Ruth Selma, que ha estado al frente de ENACAL con proyectos de potabilización de agua y recursos hídricos, y que impulsó la ley pública de aguas nicaragüense. El presidente de la Academia de Ciencias de Nicaragua, Jorge Huete, explica claramente cuáles serían las consecuencias inmediatas y también pide ayuda, así como la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible, FUNDENIC-SOS, con el Dr. Jaime Incer al frente.

Pero parece que no es suficiente. Saturados de todo lo terrible, lamentablemente resabiados, somos tan listos que ya sabemos que pasará lo de siempre. Eso es lo que suelo escuchar cuando comento estos asuntos… y, siendo mala, diré que para algunos seguirá todo estando siempre un poco lejos. Para otros, la historia es simplemente la biología que Darwin se inventó, pero en la que conviene seguir creyendo.

No hay ejemplos entre los seres vivos y la Naturaleza del planeta, ninguno, jamás, que sean ligeramente comparables a la avaricia y estupidez humanas. Y, sin embargo, existe aún esa intuición profunda que a veces selecciona automáticamente algún mensaje... y es por eso por lo que aún podemos escuchar. Hagámoslo. Nos estamos quedando tan sordos, que no escuchamos ya ni el rugido del interior de los volcanes, esos puestos ahí, allí precisamente, en el medio del choque de las placas. Sólo hace falta querer mirar la foto para darse cuenta de que quizás al empresario chino el Gran Canal pudiera salirle gratis.

Mientras tanto, cualquiera se resistiría a ser apuñalado en el corazón.



lunes, 17 de noviembre de 2014

Manifiesto 'Última llamada'




En el verano de 2014, una serie de personas iniciaron la redacción de un Manifiesto en el que se denuncia el afán productivista, desarrollista y sin límite de nuestras sociedades, que sólo puede conducir a que los recursos del planeta se destruyan y a un desastre integral de los ecosistemas. El grupo promotor lo constituyen Antonio Serrano, Antonio Turiel, Emilio Santiago Muiño, Fernando Prats, Florent Marcellesi, Jorge Riechmann, Manuel Casal Lodeiro, Margarita Mediavilla, María Eugenia Rodríguez Palop, Pedro Prieto, Yayo Herrero y Xoán Ramón Doldán García. Por su interés se reproduce el texto de dicho Manifiesto 'Última llamada'.



Esto es más que una crisis económica y de régimen: es una crisis de civilización


Los ciudadanos y ciudadanas europeos, en su gran mayoría, asumen la idea de que la sociedad de consumo actual puede “mejorar” hacia el futuro (y que debería hacerlo). Mientras tanto, buena parte de los habitantes del planeta esperan ir acercándose a nuestros niveles de bienestar material. Sin embargo, el nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y romper los equilibrios ecológicos de la Tierra. 

Nada de esto es nuevo. Las investigadoras y los científicos más lúcidos llevan dándonos fundadas señales de alarma desde principios de los años setenta del siglo XX: de proseguir con las tendencias de crecimiento vigentes (económico, demográfico, en el uso de recursos, generación de contaminantes e incremento de desigualdades) el resultado más probable para el siglo XXI es un colapso civilizatorio. 

Hoy se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara lenta. El declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de progreso del pasado se están quebrando. 

Frente a este desafío no bastan los mantras cosméticos del desarrollo sostenible, ni la mera apuesta por tecnologías ecoeficientes, ni una supuesta “economía verde” que encubre la mercantilización generalizada de bienes naturales y servicios ecosistémicos. Las soluciones tecnológicas, tanto a la crisis ambiental como al declive energético, son insuficientes. Además, la crisis ecológica no es un tema parcial sino que determina todos los aspectos de la sociedad: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos… Se trata, en definitiva, de la base de nuestra economía y de nuestras vidas.

Estamos atrapados en la dinámica perversa de una civilización que si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible. Nuestra cultura, tecnólatra y mercadólatra, olvida que somos, de raíz, dependientes de los ecosistemas e interdependientes.



La sociedad productivista y consumista no puede ser sustentada por el planeta. Necesitamos construir una nueva civilización capaz de asegurar una vida digna a una enorme población humana (hoy más de 7.200 millones), aún creciente, que habita un mundo de recursos menguantes. Para ello van a ser necesarios cambios radicales en los modos de vida, las formas de producción, el diseño de las ciudades y la organización territorial: y sobre todo en los valores que guían todo lo anterior. Necesitamos una sociedad que tenga como objetivo recuperar el equilibrio con la biosfera, y utilice la investigación, la tecnología, la cultura, la economía y la política para avanzar hacia ese fin. Necesitaremos para ello toda la imaginación política, generosidad moral y creatividad técnica que logremos desplegar. 

Pero esta Gran Transformación se topa con dos obstáculos titánicos: la inercia del modo de vida capitalista y los intereses de los grupos privilegiados. Para evitar el caos y la barbarie hacia donde hoy estamos dirigiéndonos, necesitamos una ruptura política profunda con la hegemonía vigente, y una economía que tenga como fin la satisfacción de necesidades sociales dentro de los límites que impone la biosfera, y no el incremento del beneficio privado. 

Por suerte, cada vez más gente está reaccionando ante los intentos de las elites de hacerles pagar los platos rotos. Hoy, en el Estado español, el despertar de dignidad y democracia que supuso el 15M (desde la primavera de 2011) está gestando un proceso constituyente que abre posibilidades para otras formas de organización social. 

Sin embargo, es fundamental que los proyectos alternativos tomen conciencia de las implicaciones que suponen los límites del crecimiento y diseñen propuestas de cambio mucho más audaces. La crisis de régimen y la crisis económica sólo se podrán superar si al mismo tiempo se supera la crisis ecológica. En este sentido, no bastan políticas que vuelvan a las recetas del capitalismo keynesiano. Estas políticas nos llevaron, en los decenios que siguieron a la segunda guerra mundial, a un ciclo de expansión que nos colocó en el umbral de los límites del planeta. Un nuevo ciclo de expansión es inviable: no hay base material, ni espacio ecológico y recursos naturales que pudieran sustentarlo. 

El siglo XXI será el siglo más decisivo de la historia de la humanidad. Supondrá una gran prueba para todas las culturas y sociedades, y para la especie en su conjunto. Una prueba donde se dirimirá nuestra continuidad en la Tierra y la posibilidad de llamar “humana” a la vida que seamos capaces de organizar después. Tenemos ante nosotros el reto de una transformación de calibre análogo al de grandes acontecimientos históricos como la revolución neolítica o la revolución industrial. 

Atención: la ventana de oportunidad se está cerrando. Es cierto que hay muchos movimientos de resistencia alrededor del mundo en pro de la justicia ambiental (la organización Global Witness ha registrado casi mil ambientalistas muertos sólo en los últimos diez años, en sus luchas contra proyectos mineros o petroleros, defendiendo sus tierras y sus aguas). Pero a lo sumo tenemos un lustro para asentar un debate amplio y transversal sobre los límites del crecimiento, y para construir democráticamente alternativas ecológicas y energéticas que sean a la vez rigurosas y viables. Deberíamos ser capaces de ganar grandes mayorías para un cambio de modelo económico, energético, social y cultural. Además de combatir las injusticias originadas por el ejercicio de la dominación y la acumulación de riqueza, hablamos de un modelo que asuma la realidad, haga las paces con la naturaleza y posibilite la vida buena dentro de los límites ecológicos de la Tierra. 

Una civilización se acaba y hemos de construir otra nueva. Las consecuencias de no hacer nada —o hacer demasiado poco— nos llevan directamente al colapso social, económico y ecológico. Pero si empezamos hoy, todavía podemos ser las y los protagonistas de una sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta. 


 — En diversos lugares de la Península Ibérica, Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla, y en el verano de 2014.





* Ilustraciones de Manel Vizoso





domingo, 2 de noviembre de 2014

Jordi Savall. La belleza salvará al mundo. Las razones del rechazo a un premio de los malos mercaderes




Como es sabido, Jordi Savall, recopilador, compositor e intérprete de música antigua, ha rechazado del Gobierno el Premio Nacional de Música 2014. ¿Sus motivos? Léase esta carta dirigido al ministro de supuesta Cultura.




30 de octubre de 2014 

Sr. José Ignacio Wert 
Ministro de Educación, Cultura y Deportes
Gobierno de España 

Distinguido Sr. Wert
Distinguidos Señores del Jurado del Premio Nacional de Música 2014, 

Recibir la noticia de este importante premio me ha creado dos sentimientos profundamente contradictorios y totalmente incompatibles: primero, una gran alegría por un tardío reconocimiento a más de 40 años de dedicación apasionada y exigente a la difusión de la música como fuerza y lenguaje de civilización y de convivencia y, al mismo tiempo, una inmensa tristeza por sentir que no podía aceptarlo sin traicionar mis principios y mis convicciones más intimas. 

Lamento tener que comunicarles pues, que no puedo aceptar esta distinción, ya que viene dada de la mano de la principal institución del estado español responsable, a mi entender, del dramático desinterés y de la grave incompetencia en la defensa y promoción del arte y de sus creadores. Una distinción que proviene de un Ministerio de Educación, Cultura y Deportes responsable también de mantener en el olvido una parte esencial de nuestra cultura, el patrimonio musical hispánico milenario, así como de menospreciar a la inmensa mayoría de músicos que con grandes sacrificios dedican sus vidas a mantenerlo vivo. 

Es cierto que en algunas contadas ocasiones he podido beneficiarme, a lo largo de más de 40 años de actividad, de alguna colaboración institucional: la celebración del V Centenario del descubrimiento de América, las pequeñas ayudas a giras internacionales y recientemente las invitaciones del Centro Nacional de Difusión Musical a presentar nuestros proyectos en Madrid. Pero igual que la inmensa mayoría de músicos y conjuntos del país, he seguido adelante solo con mi esfuerzo personal sin contar jamás con una ayuda institucional estable a la producción y materialización de todos mis proyectos musicales. Demasiado tiempo en que las instancias del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes que usted dirige continúan sin dar el impulso necesario a las diferentes disciplinas de la vida cultural del Estado español que luchan actualmente por sobrevivir sin un amparo institucional ni una ley de mecenazgo que las ayudaría, sin duda alguna, a financiarse y a afianzarse. 

Vivimos en una grave crisis política, económica y cultural, a consecuencia de la cual una cuarta parte de los españoles está en situación de gran precariedad y más de la mitad de nuestros jóvenes no tiene ni tendrá posibilidad alguna de conseguir un trabajo que les asegure una vida mínimamente digna. La Cultura, el Arte, y especialmente la Música, son la base de la educación que nos permite realizarnos personalmente y, al mismo tiempo, estar presentes como entidad cultural, en un mundo cada vez más globalizado. Estoy profundamente convencido que el arte es útil a la sociedad, contribuyendo a la educación de los jóvenes, y a elevar y a fortalecer la dimensión humana y espiritual del ser humano. ¿Cuántos españoles han podido alguna vez en sus vidas, escuchar en vivo las sublimes músicas de Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero o Tomás Luis de Victoria? Quizás algunos miles de privilegiados que han podido asistir a algún concierto de los poquísimos festivales que programan este tipo de música. Pero la inmensa mayoría, nunca podrá beneficiarse de la fabulosa energía espiritual que transmiten la divina belleza de estas músicas. ¿Podríamos imaginar un Museo del Prado en el cual todo el patrimonio antiguo no fuera accesible? Pues esto es lo que sucede con la música, ya que la música viva solo existe cuando un cantante la canta o un músico la toca, los músicos son los verdaderos museos vivientes del arte musical. Es gracias a ellos que podemos escuchar las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, los Villancicos y Motetes de los siglos de Oro, los Tonos Humanos y Divinos del Barroco… Por ello es indispensable dar a los músicos un mínimo de apoyo institucional estable, ya que sin ellos nuestro patrimonio musical continuaría durmiendo el triste sueño del olvido y de la ignorancia. 

La ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, ya que sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia. No podemos permitir que la ignorancia y la falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables de las más altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte de la Cultura y que no merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de este país. 

Por todo ello, y con profunda tristeza, le reitero mi renuncia al Premio Nacional de Música 2014, esperando que este sacrificio sea comprendido como un acto revulsivo en defensa de la dignidad de los artistas y pueda, quizás, servir de reflexión para imaginar y construir un futuro más esperanzador para nuestros jóvenes. 

Creo, como decía Dostoyevski, que la Belleza salvará al mundo, pero para ello es necesario poder vivir con dignidad y tener acceso a la Educación y a la Cultura. 

Cordialmente le saluda, 

Jordi Savall

lunes, 24 de febrero de 2014

Cuidado con apropiarse del Gernika


(Fotograma de la película de Berlanga Vivan los novios)



Fíjense que hay abundancia de noticias en la prensa de hoy. Temas severos, angustiosos, graves, preocupantes...como todos los días. Y pongo varios calificativos no solo por la consideración objetiva de los mismos sino para la propia percepción de quienes seguimos habitualmente los panoramas del mundo. Ya digo, fíjense y elijan con cual comparten más desasosiego o indignación, pues la calma no suele aparecer como noticia.

Uno me irrita hoy especialmente, aunque no sea de gravedad, sino más bien esperpéntico. Se trata de una historieta que podría ser del tipo comedia burlesca de un Berlanga o un Buñuel, por ejemplo, si no hubiera detrás tragedia, en vidas y en historia. ¿O es lo mismo? Se trata de una fotografía en que los clásicos encapuchados de aquello que una vez se creyó un ejército que iba a derrotar a un Estado -y con eso no soslayemos la onerosa presión de un Estado y la función coercitiva que ejerce sobre la ciudadanía, pero su debate es cuestión de cuerdos y demócratas, no de aventureros-  hacen que entregan cuatro pistolas a unos individuos con pinta de funcionarios que de pronto nos enteramos que ostentan el cargo -remunerado-  de verificadores de procesos de paz.




Sobre la historieta ad hoc ya tendremos para rato unos cuantos días y ya lo contarán otros. Yo me quedo con un detalle de la fotografía. El Gernika de Picasso que se ve al fondo en la habitación de la puesta en escena. Estos clérigos de capucha -¿siguen acaso la trayectoria de los otros de sotana de apropiarse de bienes que no son propios?- nos han tenido acostumbrados a sus anagramas, banderas e iconos varios durante décadas, por aquello de que la publicidad y el marketing definen de alguna manera el producto que ofrecen. También se observa en la foto el reclamo con la marca tradicional de la casa, colocado en la mesa al estilo de los que suelen poner los de la seguridad del Estado cuando incautan un alijo de armas o de droga. Se ve que eso de emular a los poderes priva entre las tribus. Pero ahora optan por una representación de alta y profunda calidad simbólica que no les pertenece. 

Aunque Picasso realizara el cuadro como homenaje al bombardeo nazi de Gernika no quiere decir que el símbolo hable del padecimiento de la población vasca solamente. Probablemente Picasso tenía en mente los paseos de los primeros días de la sublevación militar de 1936, las matanzas de Málaga y de Badajoz, y un montón de tropelías más de los rebeldes contra la República. Pero al margen del tiempo y de la circunstancia específica que motivó a Pablo Ruiz a ejecutar la pintura, lo obvio ha sido que se convirtió en una lectura de la barbarie y del aplastamiento del pueblo español, en general. De ahí que los que crecimos en los años 60 viéramos cómo se introducía como lámina o enmarcación en las paredes de nuestras casas. Yo lo he visto  -cuando ya se iba perdiendo parte del miedo al régimen-  en infinidad de hogares de obreros, de habitaciones de estudiantes y hasta en menor medida de comunidades cristianas de base. Significaba la barbarie de unos y en la práctica la unión de otros. Significaba la violencia cometida y la rebelión contra el olvido. Nunca fue un símbolo de resentimiento, ni de violencia aplazada, sino más bien su lectura iba por los vericuetos de la tolerancia y el encuentro social. En cierto modo, siempre fue una especie de ¡Nunca más! 

Así que no puedo evitar ver a esos de la capucha como maniqueos de última hora. Del gesto de decir que entregan las armas y luego se llevan otra vez  las cuatro baratijas que muestran en la foto tiene tanto de película surrealista cuando no de esperpento valleinclanesco... Estos personajes que juegan a diplomáticos en la ardiente oscuridad de su ocultación tienen tal toque spanish, mal que les fastidie porque no logran quitárselo de encima, que solo me recuerdan las genialidades del mejor cine crítico de las costumbres españolas. Cuidado con apropiarse del Gernika, actores de la capucha, no vaya a ser que ya lo estéis devaluando simbólicamente. En fin, solo era un mero comentario.  



sábado, 22 de febrero de 2014

Sobre la defensa y la difusión de la cultura, por Antonio Machado Ruiz




Hoy se cumplen 75 años de la muerte de Antonio Machado Ruiz. Solo se me ocurre dictarme a mí mismo unas letras en homenaje al hombre enterrado en Collioure.



Una fecha es una fecha sin más
aunque sea bastante para lo posible:
nazcas o mueras
te elijan o te expulsen
te aten o te liberes
no es la fecha lo que te señala ni cuando estás
ni cuando ya no seas.

Eres lo que caminas y tomas del borde de la vida:
ese arco efímero que da y quita

eres la curiosidad con que has crecido
y la intensidad del aprendizaje
eres la tierna mirada y también la cólera
de unos ojos confundidos
eres la emoción con que has vibrado
en la pasión habida en cada gesto
eres el amor que a veces exploraste
como si fuera a ser inagotable
eres la risa con que dibujas el instante
y la lágrima por lo perecedero
y al fin eres también esa mano
tímida unas veces y arriesgada otras
que has tendido a otras manos.

¿Qué otro sentido puede tener la vida
y qué balance podrás hacer
cuando la naturaleza te haya desprovisto para siempre?

No, vivir no es la cuota administrativa que te imponen
ni las ganancias de hoy que mañana serán pérdidas
ni las leyes de los hombres que quieren anular aquellas
que claman y reclaman dentro de ti
ni la apariencia hipócrita donde no te hallas jamás porque tú eres
un hacedor de ti en cada jornada
y siempre te espera el sincero origen que mora en lo más íntimo
al que no puedes engañar.

Una fecha es una fecha simplemente
que suele caer por sí misma
en cuanto ya no es.
Lo que importa es lo que queda, cuanto hay detrás,
tú mismo haciendo y rehaciendo
tú mismo recordando y enhebrando
tú mismo invocando y transmitiendo
la palabra del poeta muerto cuya voz es presencia
y es aliento.




Adjunto el texto del escritor titulado Sobre la defensa y la difusión de la cultura, leído por él mismo en el Congreso Internacional de Escritores de Valencia en 1937, en plena guerra civil. Aun situándolo en el contexto dramático de aquel tiempo, hay elementos que sirven de reflexión actual.


El poeta y el pueblo 


Cuando alguien me preguntó, hace ya muchos años, ¿piensa usted que el poeta debe escribir para el pueblo, o permanecer encerrado en su torre de marfil –era el tópico al uso de aquellos días– consagrado a una actividad aristocrática, en esferas de la cultura sólo accesibles a una minoría selecta?, yo contesté con estas palabras, que a muchos parecieron un tanto evasivas o ingenuas: «Escribir para el pueblo –decía mi maestro– ¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprendí de él cuanto pude, mucho menos –claro está– de lo que él sabe. Escribir para el pueblo es, por de pronto, escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas de inagotable contenido que no acabamos nunca de conocer. Y es mucho más, porque escribir para el pueblo nos obliga a rebasar las fronteras de nuestra patria, es escribir también para los hombres de otras razas, de otras tierras y de otras lenguas. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en España, Shakespeare, en Inglaterra, Tolstoi, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Tal vez alguno de ellos lo realizó sin saberlo, sin haberlo deseado siquiera. Día llegará en que sea la más consciente y suprema aspiración del poeta. En cuanto a mí, mero aprendiz de gay-saber, no creo haber pasado de folk-lorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular.» 

Mi respuesta era la de un español consciente de su hispanidad, que sabe, que necesita saber cómo en España casi todo lo grande es obra del pueblo o para el pueblo, cómo en España lo esencialmente aristocrático, en cierto modo, es lo popular. En los primeros meses de la guerra que hoy ensangrienta a España, cuando la contienda no había aún perdido su aspecto de mera guerra civil, yo escribí estas palabras que pretenden justificar mi fe democrática, mi creencia en la superioridad del pueblo sobre las clases privilegiadas.




Los milicianos de 1936 

I


Después de puesta su vida
 tantas veces por su ley
 al tablero... 

¿Por qué recuerdo yo esta frase de don Jorge Manrique, siempre que veo, hojeando diarios y revistas, los retratos de nuestros milicianos? Tal vez será porque estos hombres, no precisamente soldados, sino pueblo en armas, tienen en sus rostros el grave ceño y la expresión concentrada o absorta en lo invisible de quienes, como dice el poeta, «ponen al tablero su vida por su ley», se juegan esa moneda única –si se pierde, no hay otra– por una causa hondamente sentida. La verdad es que todos estos milicianos parecen capitanes, tanto es el noble señorío de sus rostros.

 II 

Cuando una gran ciudad –como Madrid en estos días– vive una experiencia trágica, cambia totalmente de fisonomía, y en ella advertimos un extraño fenómeno, compensador de muchas amarguras: la súbita desaparición del señorito. Y no es que el señorito, como algunos piensan, huya o se esconda, sino que desaparece –literalmente–, se borra, lo borra la tragedia humana, lo borra el hombre. La verdad es que, como decía Juan de Mairena, no hay señoritos, sino más bien «señoritismo», una forma, entre varias, de hombría degradada, un estilo peculiar de no ser hombre, que puede observarse a veces en individuos de diversas clases sociales, y que nada tiene que ver con los cuellos planchados, las corbatas o el lustre de las botas. 

 III

Entre nosotros, españoles, nada señoritos por naturaleza, el señoritismo es una enfermedad epidérmica, cuyo origen puede encontrarse, acaso, en la educación jesuítica, profundamente anticristiana y –digámoslo con orgullo– perfectamente antiespañola. Porque el señoritismo lleva implícita una estimativa errónea y servil, que antepone los hechos sociales más de superficie –signos de clase, hábitos e indumentos– a los valores propiamente dichos, religiosos y humanos. El señoritismo ignora, se complace en ignorar –jesuíticamente– la insuperable dignidad del hombre. El pueblo, en cambio, la conoce y la afirma, en ella tiene su cimiento más firme la ética popular. «Nadie es más que nadie», reza un adagio de Castilla. ¡Expresión perfecta de modestia y orgullo! Sí, «nadie es más que nadie» porque a nadie le es dado aventajarse a todos, pues a todo hay quien gane, en circunstancias de lugar y de tiempo. «Nadie es más que nadie, porque –y éste es el más hondo sentido de la frase–, por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre. Así habla Castilla, un pueblo de señores, que siempre ha despreciado al señorito. 

 IV

Cuando el Cid, el señor, por obra de una hombría que sus propios enemigos proclaman, se apercibe, en el viejo poema, a romper el cerco que los moros tienen puesto a Valencia, llama a su mujer, doña Jimena, y a sus hijas Elvira y Sol, para que vean «cómo se gana el pan». Con tan divina modestia habla Rodrigo de sus propias hazañas. Es el mismo, empero, que sufre destierro por haberse erguido ante el rey Alfonso y exigídole, de hombre a hombre, que jure sobre los Evangelios no deber la corona al fratricidio. Y junto al Cid, gran señor de sí mismo, aparecen en la gesta inmortal aquellos dos infantes de Carrión, cobardes, vanidosos y vengativos; aquellos dos señoritos felones, estampas definitivas de una aristocracia encanallada. Alguien ha señalado, con certero tino, que el Poema del Cid es la lucha entre una democracia naciente y una aristocracia declinante. Yo diría, mejor, entre la hombría castellana y el señoritismo leonés de aquella centuria. 

 V

No faltará quien piense que las sombras de los yernos del Cid acompañan hoy a los ejércitos facciosos y les aconsejan hazañas tan lamentables como aquella del «robledo de Corpes». No afirmaré yo tanto, porque no me gusta denigrar al adversario. Pero creo, con toda el alma, que la sombra de Rodrigo acompaña a nuestros heroicos milicianos y que en el Juicio de Dios que hoy, como entonces, tiene lugar a orillas del Tajo, triunfarán otra vez los mejores. O habrá que faltarle al respeto a la misma divinidad. 

 Agosto 1936. 






Entre españoles, lo esencial humano se encuentra con la mayor pureza y el más acusado relieve en el alma popular. Yo no sé si puede decirse lo mismo de otros países. Mi folk-lore no ha traspuesto las fronteras de mi patria. Pero me atrevo a asegurar que, en España, el prejuicio aristocrático, el de escribir exclusivamente para los mejores, pueda aceptarse y aun convertirse en norma literaria, sólo con esta advertencia: la aristocracia española está en el pueblo, escribiendo para el pueblo se escribe para los mejores. Si quisiéramos, piadosamente, no excluir del goce de una literatura popular a las llamadas clases altas, tendríamos que rebajar el nivel humano y la categoría estética de las obras que hizo suyas el pueblo y entreverarlas con frivolidades y pedanterías. De un modo más o menos consciente, es esto lo que muchas veces hicieron nuestros clásicos. Todo cuanto hay de superfluo en El Quijote no proviene de concesiones hechas al gusto popular, o, como se decía entonces, a la necedad del vulgo, sino, por el contrario, a la perversión estética de la corte. Alguien ha dicho con frase desmesurada, inaceptable ad pedem litterae, pero con profundo sentido de verdad: en nuestra gran literatura casi todo lo que no es folk-lore es pedantería. 

 * 

Pero dejando a un lado el aspecto español o, mejor, españolista de la cuestión, que se encierra a mi juicio, en este claro dilema: o escribimos sin olvidar al pueblo, o sólo escribiremos tonterías, y volviendo al aspecto universal del problema, que es el de la difusión de la cultura, y el de su defensa, voy a leeros palabras de Juan de Mairena, un profesor apócrifo o hipotético, que proyectaba en nuestra patria una Escuela Popular de Sabiduría superior. 




 *

La cultura vista desde fuera, como la ven quienes nunca contribuyeron a crearla, puede aparecer como un caudal en numerario o mercancías, el cual, repartido entre muchos, entre los más, no es suficiente para enriquecer a nadie. La difusión de la cultura sería, para los que así piensan –si esto es pensar–, un despilfarro o dilapidación de la cultura, realmente lamentable. ¡Esto es tan lógico!... Pero es extraño que sean, a veces, los antimarxistas, que combaten la interpretación materialista de la historia, quienes expongan una concepción tan materialista de la difusión cultural.

En efecto, la cultura vista desde fuera, como si dijéramos desde la ignorancia o, también, desde la pedantería, puede aparecer como un tesoro cuya posesión y custodia sean el privilegio de unos pocos; y el ansia de cultura que siente el pueblo, y que nosotros quisiéramos contribuir a aumentar en el pueblo, aparecería como la amenaza a un sagrado depósito. Pero nosotros, que vemos la cultura desde dentro, quiero decir desde el hombre mismo, no pensamos ni en el caudal, ni el tesoro, ni el despósito de la cultura, como en fondos o existencias que puedan acapararse, por un lado, o, por otro, repartirse a voleo, mucho menos que puedan ser entrados a saco por las turbas. Para nosotros, defender y difundir la cultura es una misma cosa: aumentar en el mundo el humano tesoro de conciencia vigilante. ¿Cómo? Despertando al dormido. Y mientras mayor sea el número de despiertos... Para mí –decía Juan de Mairena– sólo habría una razón atendible contra una gran difusión de la cultura –o tránsito de la cultura concentrada en un estrecho círculo de elegidos o privilegiados a otros ámbitos más extensos– si averiguásemos que el principio de Carnot, rige también pare esa clase de energía espiritual que despierta al durmiente. En ese caso, habríamos de proceder con sumo tiento; porque una excesiva difusión de la cultura implicaría, a fin de cuentas, una degradación de la misma que la hiciese prácticamente inútil. Pero nada hay averiguado, a mi juicio, sobre este particular. Nada serio podríamos oponer a una tesis contraria que, de acuerdo con la más acusada apariencia, afirmase la constante reversibilidad de la energía espiritual que produce la cultura. 

 *

Para nosotros, la cultura ni proviene de energía que se degrada al propagarse, ni es caudal que se aminore al repartirse; su defensa, obra será de actividad generosa que lleva implícitas las dos más hondas paradojas de la ética: sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da.  

Enseñad al que no sabe; despertad al dormido; llamad a la puerta de todos los corazones, de todas las conciencias. Y como tampoco es el hombre para la cultura, sino la cultura para el hombre, para todos los hombres, para cada hombre, de ningún modo un fardo ingente para levantado en vilo por todos los hombres, de tal suerte que sólo el peso de la cultura pueda repartirse entre todos, si mañana un vendaval de cinismo, de elementalidad humana, sacude el árbol de la cultura y se lleva algo más que sus hojas secas, no os asustéis. Los árboles demasiado espesos, necesitan perder algunas de sus ramas, en beneficio de sus frutos. Y a falta de una poda sabia y consciente, pudiera ser bueno el huracán.





 *

Cuando a Juan de Mairena se le preguntó si el poeta y, en general, el escritor debía escribir para las masas, contestó: Cuidado, amigos míos. Existe un hombre del pueblo, que es, en España al menos, el hombre elemental y fundamental, y el que está más cerca del hombre universal y eterno. El hombre masa, no existe; las masas humanas son una invención de la burguesía, una degradación de las muchedumbres de hombres, basada en una descualificación del hombre que pretende dejarle reducido a aquello que el hombre tiene de común con los objetos del mundo físico: la propiedad de poder ser medido con relación a unidad de volumen. Desconfiad del tópico «masas humanas». Muchas gentes de buena fe, nuestros mejores amigos, lo emplean hoy, sin reparar en que el tópico proviene del campo enemigo: de la burguesía capitalista que explota al hombre, y necesita degradarlo; algo también de la iglesia, órgano de poder, que más de una vez se ha proclamado instituto supremo para la salvación de las masas. Mucho cuidado; a las masas no las salva nadie; en cambio, siempre se podrá disparar sobre ellas. ¡Ojo! 

Muchos de los problemas de más difícil solución que plantea la poesía futura –la continuación de un arte eterno en nuevas circunstancias de lugar y tiempo– y el fracaso de algunas tentativas bien intencionadas provienen, en parte, de esto: escribir para las masas no es escribir para nadie, menos que nada para el hombre actual, para esos millones de conciencias humanas, esparcidas por el mundo entero, y que luchan –como en España– heroica y denodadamente por destruir cuantos obstáculos se oponen a su hombría integral, por conquistar los medios que les permita incorporarse a ella. Si os dirigís a las masas, el hombre, el cada hombre que os escuche no se sentirá aludido y necesariamente os volverá la espalda. 

He aquí la malicia que lleva implícita la falsedad de un tópico que nosotros, demófilos incorregibles y enemigos de todo señoritismo cultural, no emplearemos nunca de buen grado, por un respeto y un amor al pueblo que nuestros adversarios no sentirán jamás.