hoy es siempre todavía

martes, 24 de abril de 2012

Los inmigrantes y un poema de Brecht





Vivimos tiempos en Europa en que los populismos de ciertos gobiernos y de algunos que pretenden acceder a ellos claman cada vez más contra el inmigrante. Ver como enemigo a aquel que llegó para hacerse cargo de trabajos que muchos de dentro no querían es lo que se lleva. Y, lo que es peor, lo que empieza a fomentarse desde esas instancias políticas que, en su inutilidad por reconducir y solventar los problemas, buscan el caldo de cultivo del miedo, la inseguridad y la disputa de los puestos de trabajo con objeto de obtener votos. En España la falta de trabajo en general ha producido una especie de autorregulación, de tal manera que muchos inmigrantes que se instalaron legalmente vuelven a marcharse. Pero cuando se trata de hacer de los presupuestos del Estado una suerte de acoso y derribo sobre la ciudadanía, recortando por doquier las inversiones sociales y asistenciales, ya empiezan a decirse cosas como que los inmigrantes abusan de la sanidad pública, y se toman medidas para que los irregulares no sean atendidos. Después, ¿por dónde seguirá la perversidad de las decisiones autoritarias?




El tema está caldente y en nuestro país que, desgraciadamente, ha sido un país de emigración y de exilio, adquiere una dureza superior. Una sociedad azotada durante siglos por fuertes migraciones no debería olvidar lo que eso significó para tantas generaciones. El fenómeno de la condición del emigrante ya lo trató Bertolt Brecht que escribió el poema titulado Sobre la denominación de emigrantes.

"Siempre me pareció falso el nombre que nos han dado: emigrantes.
Pero emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos salido voluntariamente
eligiendo otro país. No inmigramos a otro país
para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido. Expulsados somos, desterrados.
Y no es hogar, es exilio el país que nos acoge.
Inquietos estamos, si podemos junto a las fronteras,
esperando el día de la vuelta, a cada recién llegado,
febriles, preguntando, no olvidando nada, a nada renunciando,
no perdonando nada de lo que ocurrió, no perdonando.
¡Ah, no nos engaña la quietud del Sund! Llegan gritos
hasta nuestros refugios. Nosotros mismos
casi somos como rumores de crímenes que pasaron
la frontera. Cada uno
de los que vamos con los zapatos rotos entre la multitud
la ignominia mostramos que hoy mancha nuestra tierra.
Pero ninguno de nosotros
se quedará aquí. La última palabra
aun no ha sido dicha."

Nuestros gobernantes deberían palparse la ropa porque, como dice el poeta alemán, la última palabra no ha sido dicha todavía en el camino de injusticias y agravios de los hombres. De los de fuera y de los de dentro. La vida da muchas vueltas y el rencor permanece parejo a la necesidad.




* La obra reproducida es de la artista Mery Maroto.



viernes, 20 de abril de 2012

La montería africana y el Quijote



(Escena rupestre de caza del Neolítico africano)


Sospecho que el capítulo bochornoso del Rey de España cazando en Botswana pasará a formar parte del anecdotario histórico. Mi vecino piensa que no hay por qué rasgarse las vestiduras demasiado. Y añade que esa acción, con todo lo que cueste el desplazamiento y los cuidados hospitalarios posteriores a su accidente, más el espectáculo fotográfico del elefante caído, no es ni más ni menos bochornosa que otras que han venido ejecutando los miembros de la familia. El asunto es que hoy día las monarquías, afortunadamente, ya no son lo que eran. Tiempos aquellos en que un monarca podía fulminar a un súbdito o a una legión entera de súbditos, sin rendir más cuentas que ante Dios y la Historia.




Sobre el tema se ha hablado mucho estos días y, tranquilos, que por mucha opinión pública que haya ejercitado la degustación de la crítica fácil o de la sesuda, un capítulo como el de Botswana no va a acabar con la institución monárquica. De hecho, estoy convencido de que en breve se va a producir una campaña de defensa y prestigio de la realeza, probablemente con la abdicación de Juan Carlos I y la asunción del rol por parte del sucesor. Una tangada que cambie los actores para que la representación permanezca.




Miren ustedes. A mí me hubiera gustado un punto de contrición rebelde en este rey que tenemos. Su puesta en escena pidiendo perdón me ha parecido lamentable. Era como ver a un chico de colegio, al que le presionan con un castigo superior, agachado y sometido. No sé hasta qué punto se lo habrá creído él, pero su petición de perdón y reconocimiento del error (¿no venían a cuenta ahora otros errores?) huele a punto de partida de ese proceso de presunta regeneración de la Casa Real. Uno, que no es proclive a que se mantenga una institución inservible en estos tiempos, hubiera deseado ver a un rey enérgico, que pasa de todo, y hasta chulesco, sacando un remedo de pecho absolutista. Habrá quienes quieran observar en el gesto del rey un gesto bondadoso, simpático y condescendiente con sus súbditos, a los que hay que ganar de nuevo. Hay quienes creemos que se ha tratado del prólogo de un guión que tratarán de llevar adelante con apoyo de los dos partidos mayoritarios porque, eso sí, de seguir los miembros de la monarquía por esa senda de despropósitos que van jalonando, su misión del cargo podría acabar antes de lo previsto.




En el capítulo XXXIV de la Segunda Parte de Don Quijote de la Mancha figura una escena de montería que para sí quisiera seguir como lección el Rey de España actual.

“…En esto atravesaron al jabalí poderoso sobre una acémila, y, cubriéndole con matas de romero y con ramas de mirto, le llevaron, como en señal de vitoriosos despojos, a unas grandes tiendas de campaña que en la mitad del bosque estaban puestas, donde hallaron las mesas en orden y la comida aderezada, tan sumptuosa y grande, que se echaba bien de ver en ella la grandeza y magnificencia de quien la daba. Sancho, mostrando las llagas a la duquesa de su roto vestido, dijo:

 —Si esta caza fuera de liebres o de pajarillos, seguro estuviera mi sayo de verse en este estremo. Yo no sé qué gusto se recibe de esperar a un animal que, si os alcanza con un colmillo, os puede quitar la vida. Yo me acuerdo haber oído cantar un romance antiguo que dice:

De los osos seas comido
como Favila el nombrado.

—Ese fue un rey godo —dijo don Quijote— que yendo a caza de montería le comió un oso.

—Eso es lo que yo digo —respondió Sancho—, que no querría yo que los príncipes y los reyes se pusiesen en semejantes peligros, a trueco de un gusto que parece que no le había de ser, pues consiste en matar a un animal que no ha cometido delito alguno.

 —Antes os engañáis, Sancho —respondió el duque—, porque el ejercicio de la caza de monte es el más conveniente y necesario para los reyes y príncipes que otro alguno. La caza es una imagen de la guerra: hay en ella estratagemas, astucias, insidias, para vencer a su salvo al enemigo; padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agilítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos; y lo mejor que él tiene es que no es para todos, como lo es el de los otros géneros de caza, excepto el de la volatería, que también es solo para reyes y grandes señores. Así que, ¡oh Sancho!, mudad de opinión, y cuando seáis gobernador, ocupaos en la caza y veréis como os vale un pan por ciento.”





* Los relieves escultóricos pertenecen al arte asirio.

miércoles, 11 de abril de 2012

Thoreau y Gandhi, a la cárcel


(Imagen del fotógrafo griego Stelios Tsagris)

 


"¿No puede haber un gobierno en el que las mayorías no decidan de manera virtual lo correcto y lo incorrecto sino a conciencia? ¿En el que las mayorías decidan sólo los problemas para los cuales la regulación de la conveniencia sea aplicable? ¿Tiene el ciudadano en algún momento, o en últimas, que entregarle su conciencia al legislador? ¿Para qué entonces la conciencia individual? Creo que antes que súbditos tenemos que ser hombres. No es deseable cultivar respeto por la ley más de por lo que es correcto. La única obligación a la que tengo derecho de asumir es la de hacer siempre lo que creo correcto. Se dice muchas veces, y es cierto, que una corporación no tiene conciencia; pero una corporación de personas conscientes es una corporación con conciencia. La ley nunca hizo al hombre un ápice más justo, y a causa del respeto por ella, aun el hombre bien dispuesto se convierte a diario en el agente de la injusticia. Resultado corriente y natural de un indebido respeto por la ley es el ver filas de soldados, coronel, capitán, sargento,  etc., marchando en formación admirable sobre colinas y cañadas rumbo a la guerra, contra su voluntad, contra su sentido común y sus conciencias, lo que hace la marcha más ardua y produce un pálpito en el corazón.  No les cabe duda de que la tarea por cumplir es infame; todos están inclinados hacia la paz. Pero, ¿qué son? ¿Son hombres acaso? ¿O pequeños fuertes y polvorines al servicio de algún inescrupuloso que detenta el poder?"



(Imagen del fotógrafo checo Roman Sejkot)


¿Qué diría Henry Thoreau de la penúltima broma de nuestro gobierno? ¿Se admitirían por las buenas hoy día en nuestra española sociedad las palabras del pensador norteamericano? El ministro del Interior quiere que la reforma del Código Penal incluya como delito de integración en organización criminal lo que él llama convocar manifestaciones violentas a través de Internet. Y también resistirse a la detención, ya sea por el mecanismo biológico de oponerse con la propia fuerza personal o resistiéndose pasivamente a ser detenido. Pero ¿quién decide lo de la violencia? ¿El propio ministerio, es decir, la policía?

Pues apañados estamos, porque sospecho que en ese sentido cualquier acto de resistencia pasiva que no sea bien visto por el Gobierno puede ser calificado de violento y aplicársele la ley innovadora. Como la mano dura ya se venía aplicando (recordemos 15M en Plaza Cataluña, estudiantes en Valencia o huelga 29M en Barcelona, por ser los casos recientes más flagrantes) les faltaba el paso judicial. La criminalización del prójimo, vaya, como se dice ahora. Se escudan en la minoritaria acción de aquellos contados casos en que sí se han comportado algunos con violencia  premeditada (¿alguna mano negra detrás?) para restringir derechos cívicos. Así que ya por fin van a pintar bastos con todas las de la ley, y suponemos que con apoyo de los socios del Gobierno en las comunidades históricas.


(Imagen del fotógrafo checo Roman Sejkot)


¿Tan malos tiempos prevén? No cabe duda. No están seguros de que la situación económica y sus efectos sociales vaya a remontarse. Por lo que, en previsión de protestas y reclamaciones múltiples ya toman las únicas medidas que saben tomar sin que nadie les mande. Puesto que se restringen derechos (los recortes no son otra cosa) se restringen también libertades (el ejercicio popular de la defensa de los derechos) Henry Thoreau, no sé hasta qué punto conocido en España, pero mucho en Estado Unidos, fue un personaje que teorizó la idea de la resistencia y de la desobediencia civiles a la autoridad, es decir, al Estado. De alguna manera fue inspirador de los planteamientos de resistencia pasiva de Mahatma Gandhi, lo cual indica la trascendencia de fronteras y cerebros que tuvo sus interesantes teorías.



(Imagen del fotógrafo checo Roman Sejkot)



La cultura occidental ha tenido en las últimas décadas una alta estima sobre las prácticas del liberador indio, por aquello de que proporcionó la independencia de un Estado en ascenso frente al colonial británico. Pero en la Celtiberia parece ser que todavía no se han enterado muchos del valor de oponer resistencia pacífica frente a la tentación emocional de la violencia activa de ciertas minorías. A veces uno piensa si lo que les gusta a los dirigentes es contar siempre con la latencia de algún sector violento en la sociedad, pues eso permite desviar objetivos y justificar prácticas represivas del propio Estado. Creo que hemos tenido durante muchísimos años un caso obvio que ha sido una barbaridad para la convivencia.


(Imagen del fotógrafo checo Roman Sejkot)


Realmente, creo que la manera de pensar y de actuar de Thoreau y Gandhi siguen sin ser bien vistos por los gobernantes de nuestras sociedades decadentes, que están viendo perder sus referencias democráticas. Así que ahí va otra perla de Henry Thoreau que, salvando distancias y tiempos, tiene su aura libertaria y utópica. Tal vez aún haya que aprender de los viejos teóricos consecuentes y ungirnos con sus sanas ideas cuando lleguen los palos.


"La autoridad del gobierno – porque yo gustosamente obedeceré a aquellos que pueden actuar mejor que yo, y en muchas cosas hasta a aquellos que ni saben ni pueden actuar tan bien – es una autoridad impura: porque para ser estrictamente justa tiene que ser aprobada por el gobernado. No puede tener derecho absoluto sobre mi persona y propiedad sino en cuanto yo se lo conceda. El paso de la monarquía absoluta a una limitada, de la monarquía limitada a la democracia, es el progreso hacia el verdadero respeto al individuo. Hasta el filósofo chino fue lo suficientemente sabio para ver en el individuo la base del imperio. ¿Es la democracia que conocemos la última mejora posible de gobierno? ¿No es posible adelantar un paso en el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate de acuerdo a ello. Me complace imaginar un Estado que finalmente pueda darse el lujo de ser justo con todos, y que trate al individuo con respeto; más aún, que no llegue a pensar que es inconsistente con su propia tranquilidad si unos cuantos viven separados de él, no mezclándose con él, sin abrazarlo, pero cumpliendo con su obligación de vecinos y compañeros. Un Estado que produjera este fruto y lo entregase tan pronto estuviese maduro abriría el camino para otro Estado, aún más perfecto y glorioso, que yo he soñado también, pero que aún no he visto por ninguna parte."



jueves, 5 de abril de 2012

El ajusticiamiento de la plaza Syntagma





Esperaba verlo en las portadas de los periódicos de hoy. Pero no interesa a las manos que actúan ocultamente. No interesa que interese. Un jubilado griego de 77 años se pegó ayer un tiro en el corazón simbólico del Estado y de las protestas masivas de los ciudadanos griegos. En la Plaza Syntagma de Atenas. En el ágora. ¿Qué dirían los padres de la Democracia ateniense de saberlo? ¿Qué pensarían los filósofos que nutrieron el pensamiento del que todavía bebemos de una manera u otra? ¿Revisarían y actualizarían sus ideas? No ha sido el primer suicidio de la crisis europea. Seguro que ya habrá habido muchos más motivados por situaciones semejantes: suicidas anónimos, desesperados, con sentimiento de culpa incluso. El suicidio de Dimitris Christoulas ha sido un símbolo. Una autoinmolación que conlleva mucho de ajusticiamiento, que compromete a la sociedad, al Estado y a esos misterioso poderes hegemónicos que se esconden tras la palabra sacrosanta de mercados. Porque lo que le ha conducido al fin ha sido la situación de penuria y probablemente de desesperanza en la que había caído su vida, como efecto de la situación general del país. Pero él quiso convertir su muerte en una denuncia y la tradujo en un gesto de cólera heroica sin vuelta. ¿Servirá para algo esa actitud que conecta con los mitos más antiguos?
  




Recientemente un informe presentado en el Parlamento griego señalaba que la tasa de suicidios había aumentado un cuarenta por ciento. Teniendo en cuenta que este país tradicionalmente pacífico y apacible tenía la tasa de suicidios más baja del mundo  -en 2010 la OMS daba el dato de apenas 6,5 casos por cada 100.000 habitantes-  el triste y espectacular incremento de suicidios pone sobre el tapete la degradación colectiva y, sobre todo, personal a la que está conduciendo la crisis de los mercados, ese dios tan desconocido como brutal que tiene nombres y apellidos en las altas esferas pero que se nos vende como un ente abstracto y exigente al que cada ciudadano humilde tiene que responder quiera o no quiera.  



Ya no es sólo el paro, la carencia de ingresos, la degradación de los servicios públicos, o la deuda que cada ciudadano y el Estado tienen contraída lo que coacciona y condiciona la vida de los ciudadanos griegos. Es también el flujo abusivo de prestamistas lo que viene a complicar aún más el coste de la supervivencia y, sobre todo, la ineptitud e incapacidad del Estado para garantizar los derechos fundamentales y la vida de sus ciudadanos, a los que, como ya va siendo de rigor en más países, incluida España, les trata como súbditos, como fuente de obtención de dinero y en definitiva, como imbéciles a los que desprecia. No me imaginaba hace algún tiempo a mí mismo utilizando este lenguaje duro, pero creo que estamos llegando a un plano en que al menos hay que llamar a las cosas por su nombre. Un tiempo histórico en que hay que dejarse de eufemismos y saber lo que nos está pasando, al menos para salvar nuestra dignidad íntima y tener la mente lo más sana posible para no darles el placer a los mercados de que los individuos desaparezcan gratuitamente de la faz de la tierra. 




No me cabe duda que el gesto terrible y doloroso del jubilado caído en la Plaza Syntagma servirá al menos para pensar. Allí ha provocado ya indignación colectiva y su eco nos llega y nos conmueve. La periodista Rosa María Artal cuenta en su blog que hay un mensaje de puño y letra de Dimitris Christoulas, y reproduce un fragmento aparecido en el diario Athens News:

“El Gobierno de ocupación de Tsolakoglou [gobierno colaboracionista nazi durante la segunda guerra mundial] ha reducido a la nada, literalmente, mi capacidad de supervivencia que dependía de una respetable pensión que, durante más de 35 años, yo solo (sin contribución del estado) he pagado. Dado que tengo una edad con la que ya no tengo el poder de resistir activamente (aunque, por supuesto, no descarto que, si cualquier griego hubiese empuñado un kalashnikov, yo habría sido el segundo en hacerlo) no encuentro otra solución para un final digno antes de que esté reducido a buscar en la basura para alimentarme. Creo que los jóvenes sin futuro tomarán las armas algún día y colgarán a los traidores nacionales en la Plaza de la Constitución [Plaza Syntagma], igual que los italianos colgaron a Mussolini (en la Piazza Poreto de Milán)”.





¿Qué pensamos en España de todo esto? Muchos recordamos que cuando nos contaban del crac estadounidense de 1929 se nos decía que se suicidaban banqueros, brokers y especuladores de la bolsa. Pero en estos tiempos la única especie que va cayendo es la de los de abajo, por utilizar el término tradicional. Y por otra parte, aquí en nuestra tierra se vive la semana catequística por excelencia del catolicismo barroco, aunque vivida más por el lado hedonístico que el fervoroso, naturalmente, con la salida masiva vacacional y todo eso. O acaso no hay tanta salida y encima el dios de la lluvia compite con el dios de la hostelería y ya nos contarán. Mientras, esperando acontecimientos de la última vuelta de tuerca de los amos de fuera y los de dentro.



Ver http://www.athensnews.gr/





* Las ilustraciones magníficas que se acompañan son obra del artista Tomás Pariente Dutor, tomadas de su web  http://www.tomaspariente.net/