hoy es siempre todavía

viernes, 30 de diciembre de 2011

Hacer cultura en España ¿es morir?


Recitaba el poeta Luis Cernuda en su poema de 1937 A Larra con unas violetas:

Escribir en España no es llorar, es morir.
Porque muere la inspiración envuelta en humo,
Cuando no va su llama libre en pos del aire.

Póngase en lugar de escribir hacer cine o más genéricamente, crear cultura, y a uno se le viene el alma abajo. Por supuesto, creadores, artistas y plumas hay, tal vez no en sus mejores vuelos, pero escasa y mediana es la atracción que ejerce sobre los individuos de este país. Convertidos estos en meros consumidores, en ciudadanos nominativos poco exigentes, en simples devoradores de ocio fácil y de entretenimiento, el español medio se entrega a la liga futbolera, a los programas de televisión necios (¿es que hay otros que no lo sean?) y en menor medida al cine facilón.



Solo así te explicas que la película española más taquillera del año haya sido Torrente 4. ¿Por qué se medirá todo por el rutilante mercado, por los ingresos de caja y la ocupación de espacios de masas? Pero lo peor no es el balance económico, sino la estética de esa torrentera y el paladar de los espectadores, que responde siempre fiel y adicto y llena los patios de butaca. Torrente sigue la senda de la españolada, como llamábamos en nuestra infancia a las películas melifluas, aunque la rocíen con pretensiones de acción, guiones al gusto de los tiempos y con picardías. No dejará de ser una serie cutre que hasta ciertos críticos la salvan por aquello de que algo del alma española debe tener el personaje, sus tics fascistoides y sus chascarrillos de palillo en boca, eructo y exabrupto. Si el cine español remonta, como dicen algunos medios de incomunicación gracias a Torrente 4, ¿qué cabe esperar de la opinión pública?



No hace mucho me decían que solo es un esperpento el personaje y que la película obra como exorcismo de la mentalidad media. ¿De verdad se lo creen? Qué lejos queda de un surrealismo ingenioso, creativo y purificador, tipo Berlanga o Bardem, perfectamente inteligible, que te llegaba hasta la médula. ¿Puede ser para la industria del cine una palma de oro películas de ese calibre? ¿Eso es todo lo que exige la masa espectadora? ¿Se piensa salvar con esa línea de obras la creatividad y el arte de una industria en quiebra expresiva? Bien, se dirá, es lo que gusta y demanda la gente. Pues si es así, devolvamos la pelota a una ciudadanía que pasa de nuevo por uno de sus ciclos más afásicos, indolentes y de baja exigencia. No es inocente, y tristes y mezquinas son sus pretensiones culturales. Pero tampoco restemos responsabilidades a una industria cinematográfica española aletargada y a unas autoridades que no han dado pie con bolo ni con tirios ni con troyanos. Ya saben, los gobiernos sucesivos. Pobre Cernuda: hacer cultura en España es seguir muriendo. Sigue falleciendo la inspiración envuelta en humo y a la gente le encanta ahumarse con lo más cutre. 




* Se acompañan ilustraciones del fotógrafo Chema Madoz.


lunes, 26 de diciembre de 2011

Discurso ir-real


¿Discurso? ¿Qué discurso? La mediocridad periodística no da para más y llevamos dos días de telediarios y portadas digitales a cuenta de no sé qué discurso. Pero, ¿es que a estas alturas de la película constitucional va a haber interés en lo que repite el rey monótonamente año tras año? ¿Cabe esperar algo diferente de su propia cosecha y manteniendo una pizca de identificación con los problemas colectivos, que no sea una simple identificación formal y un discurso escrito? ¿O es que en esta ocasión interesaba más el morbo que las cuestiones clave del paisanaje? Tal vez los tiros han ido desde este ángulo y es que cuando toca jugarse el cocido  -un cocido de ocho millones y medio de euros anuales para sostener a toda la parentela-  hay que tapar los boquetes por donde se escurren las aguas malolientes. Y decir al menos pío. No ha tenido reparos en reconocer que le preocupa se genere desconfianza entre los españoles hacia la institución que le mantiene. Acaso sea esa la clave de su alarma, si bien la estrategia al respecto estará ya funcionando. De imputarse al yerno prácticas delictivas es probable que tengamos que oír  -con tal de salvar el honor de la casa-  que en todas las familias hay garbanzos negros.     



Un texto de Plutarco grabó para la posteridad aquello de que la mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino que además tiene que parecerlo. Hemos convertido la frasecita en parte de nuestro acervo cultural y dialogante, si bien no siempre la usamos con justicia y sí con demasiada cautela. Y sin embargo reviste algo de toque de atención, si no de vergüenza y pudor, para aquellos que están ungidos por la autoridad y la responsabilidad delegada. ¿Es por ello por lo que el rey de España se refería la otra noche de manera genérica e indirecta, si bien con intención aparentemente específica, a que la justicia debe ser igual para todos? ¿Lo descubría ahora? ¿O pretendía con tal expresión una recuperación del prestigio que van perdiendo? Los representantes del bipartidismo enseguida se han entregado a su afán laudatorio y sin condiciones  -vulgar pelotería que pasa como prudencia cuando no es sino entrega sin condiciones-  y uno lo interpreta en clave de que los dos partidos que cosechan más votos opinan que “si nos tocan la institución del Estado es que también nos tocan a nosotros.”



Es probable que la monarquía se sienta tocada por las pillerías de un advenedizo de la familia. Y que salgan al paso de manera diplomática y vergonzante ante lo que puede ir a mayores y comprometerles más. Sabido es que para los españoles hablar críticamente y con arreglo a razón y derecho de esa institución presupuestaria española es más tabú que blasfemar. Durante los últimos años cunden cada vez más rumores sobre diversas cuestiones acerca de la personalidad del rey, de su esposa y de la familia, que se extienden desde su lejana niñez, pasando por su elección y nombramiento por el ominoso Franco, y se deja entender por lo bajines la existencia de extraños y ocultos negocios, así como la pertenencia de la reina al club Bilderberg, club cuya función y objetivos resultan un misterio y algunos observadores ven en su existencia una actividad conspirativa. Así que cualquier tratamiento informativo acerca de la monarquía española es zanjado o pactado en instancias políticas y mediáticas, sin consideración al derecho de los ciudadanos a ser informados.



Hay un discurso de Manuel Azaña, presidente de la Segunda República Española, en el que con el cuidado reposado y la habilidad firme que le caracterizaban, no exenta de retórica, dice:

“…Puede suceder, de hecho sucede, ahora mismo está sucediendo, y eso es lo que nos apasiona, que principios tenidos por invulnerables, inspiraciones vigentes durante siglos, a lo mejor se esquilman, se marchitan, se quedan vacíos, se angostan, hasta el punto que la realidad viviente los hace estallar y los destruye. Entonces hay que tener el valor de reconocerlo así, y sin aguardar a que la ciencia o la tradición se recobren del sobresalto y el estupor y fabriquen principios nuevos, hay que acudir urgentemente al remedio de la necesidad y a poner a prueba nuestra capacidad de inventar, sin preocuparnos demasiado, porque al inventar un poco, les demos una ligera torsión a los principios admitidos como inconcusos.”

¿No es aplicable este párrafo pronunciado en octubre de 1931 a ciertas realidades actuales?  




miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿Hombres o palabras?


Ya se ha cumplido uno de los rituales de la democracia española. El traspaso de gobierno, que no el del poder. El poder sigue estando en las mismas manos, con los mismos árbitros (jueces y parte, más bien) y nada asevera en el panorama que se avecina que la democracia va a ser más fuerte; más bien que no. En todo caso lo será el Estado. Y tampoco, porque hace tiempo que este instrumento viene haciendo dejación de la representación de la ciudadanía  -si es que alguna vez lo ha sido generosamente-  en función de intereses superiores, centrados en órbitas internacionales y en manos de la plutocracia financiera. Y el que tenga dudas, allá él.

Pero como digo, los trastos de matar  -mira que me gusta poco el lenguaje taurino, pero en ocasiones es muy representativo-  ya se han pasado de unos a otros. El ritual formal ha congregado a todos los nuevos diputados elegidos en el Congreso, han soltado su discurso, por otra parte ya conocido en casi todos los casos, y hala, a legislar sin demasiadas posibilidades de éxito más que para el partido que salió con mayoría absoluta. ¿Alguna esperanza? Pues que al menos el panorama de coaliciones y partidos representado en el Congreso se ha abierto un poco más, rompiendo un poquito el Eje tradicional bipartidista. Y a poco que ese espectro de minorías asuma opiniones más plurales, las plantee con rigor e imaginación y actúen con cierta vehemencia cañera, que dirían los jóvenes, pues acaso haya algo de salsa en el órgano legislativo por excelencia. El tiempo y el quehacer dirán, y mientras, a no deprimirse demasiado.



Y para paliar la sequía y atemperar el alma inquieta, que diría el urbanitas paciente de provincias, pues he echado mano de uno de los artículos de costumbres del genial Mariano José de Larra, titulado Pesadilla política, y escrito nada menos que en 1835. No me digan que no se lee como si fuera actualidad. Es un poco largo, y eso que es solo un extracto, pero merece la pena pues, si bien salvando detalles, uno tiene la sensación de que los lodos de ahora ya vienen de aquellos polvos seculares de nuestra historia.



Habla Larra: 

Acababa de hacer estas reflexiones, cuando sentí sobre mí algo más fuerte que yo; oí sin ver, y mudé de sitio sin andar.

-Ven conmigo, dame la mano. ¿Ves esa mancha enorme que se extiende sobre la tierra y crece y se desparrama como la gota de aceite que ha caído en el papel de estraza? Es la segunda Babel. Estás sobre París. Mira los mortales de todos los países. Cada cual se apresura a traer aquí una piedra para contribuir al loco edificio. ¿No oyes ya la confusión de las lenguas? El inglés, el alemán, el español, el italiano, el...¡Babel la Nueva! Empiezan a no entenderse. Ya en una ocasión se han tirado unos a otros a la cabeza los materiales de la grande obra; el suelo ha salido de madre como un río de su álveo; las casas se han desmoronado...era el amago de la confusión, de la no inteligencia. "Una cadena nos pesa", dijeron; y en vez de añadir: "¡Fuera cadena!", clamaron: "¡Otra que no pese!". Risum teneatis? El lobo los comía, y en lugar de comerse ellos al lobo, se comieron unos a otros. Raro modo de entenderse. Corrió la sangre y hoy están como estaban. 

Sube a lo más alto y oirás el ruido inmenso, el ruido del siglo y e sus palabras, y oirás sobre todas ellas la gran palabra, la palabra del siglo.



- Lo que veo es los hombres muy pequeños; pero la distancia sin duda... 

-¡Bah!, de aquí no se ve más que la verdad. ¿Los ves pequeños? Ahora es únicamente cuando los ves como ellos son. De cerca, la ilusión óptica (ésta es la verdadera frase física) te los hace parecer mayores. Pero advierte qu esas figuras que semejan hombres, y que ves bullir, empujarse, oprimirse, retorcerse, cruzarse y sobreponerse, formando grupos de vida como los gusanos producidos por un queso de Roquefort, no son hombres tales, sino palabras. ¿No oyes el ruido que se exhala de ellos?

-¡Ah!

-Palabras del derecho, palabras del revés, palabras simples, palabras dobles, palabras contrahechas, palabras mudas, palabras elocuentes, palabras-monstruos. Es el mundo. Donde veas un hombre, acostúmbrate a no ver más que una palabra. No hay otra cosa. No precisamente a palabra por barba; tampoco. Despacio. A veces en uno verás muchas palabras, tantas, que aquel solo te parecerá
cien hombres; en cambio, otras veces, y será lo más común, donde creas ver cien mil hombres, no habrá más que una sola palabra. 


Mira las palabras de dos caras, palabras-bifrontes, Janos; son las palabras de honor, llamadas así por apodo; según te necesiten las verás del bueno o del mal frente. A su lado, las palabras-promesas,
palabras manifiestos, regularmente coronadas, siempre escuchadas y creídas, pero tan ambiláteras como las otras; palabras-callos, endurecidas, incorregibles, que han de arrancarse de raíz si han de dejar de doler.




* Las imágenes adjuntas pertenecen a obras del pintor mejicano Antonio Ruiz el Corzo (1892-1964)


jueves, 15 de diciembre de 2011

Tiranía del reloj




“Sí, el hombre es el animal que usa relojes. Mi maestro paró el suyo  -uno de plata que llevaba siempre consigo-, poco antes de morir, convencido de que en la vida eterna a que aspiraba no había de servirle de mucho, y en la Nada, donde acaso iba a sumergirse, de mucho menos todavía. Convencido también  -y esto era lo que más le entristecía- de que el hombre no hubiera inventado el reloj si no creyera en la muerte.”

Esto decía el verdadero Juan de Mairena a sus discípulos. Y eso me da pie para pensar en lo ponzoñoso y retorcido que resulta el uso del reloj. No tanto por llevarlo en una muñeca o tenerlo en una esquina de la pantalla del ordenador como por la dependencia que nos genera o nos recuerda respecto a nuestros propios actos. Muchos de ellos –ay de esa vorágine de cosas a hacer al cabo de una jornada-  inútiles, de los que podríamos prescindir sin mayores quebrantos. Consideramos el reloj como un elemento que nos hace pensar que disponemos del tiempo y que lo medimos. Nada más erróneo. Ni el reloj nos hace dueños del tiempo ni el pensamiento acerca de la muerte más seguros de nuestras vidas. El reloj nos deshumaniza y no es casual que otorguemos tanto valor a lo que señala desde su esfera o su pantalla líquida. Ni la creencia, escasamente mencionable aunque nos devore internamente, en la muerte nos hace ser más comprensivos, más desprendidos o más bondadosos. De la misma manera que vivimos de espaldas al acontecimiento de la muerte  -la nuestra, la propia-  deberíamos vivir más de espaldas al reloj. Para ser menos avariciosos y dejarnos tentar en menor medida por lo líquido, lo que pasa sin dejar huella en nosotros, pero ocupándonos –y toda ocupación es un desgaste- impunemente.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Del racionamiento al despilfarro


Recordando los años del hambre, la década de los 40 del siglo pasado, mi padre solía decir: que no tengáis que pasar nunca penurias ni necesidades. A los que ya hemos crecido, si bien no en la abundancia y el despilfarro, como ahora, sino en una contenida y modesta subsistencia que iba cubriendo lo imprescindible y un poco más, aquello del hambre en España nos parecía cosa exagerada. Incluso había quien opinaba que todavía había sido peor aquella década de aislamiento que la guerra en sí. Bueno, la cosa iría por barrios, se supone. Pero tras el resultado del fin de la guerra civil, la situación alimentaria fue bastante precaria y homogénea para el ochenta por ciento de la población al menos. Pobreza, carencia, paro, dificultad para dar de comer a todas las bocas de una familia.



Empeñado como estuvo el nuevo régimen en una autarquía económica sin precedentes, las producciones agrarias fueron canalizadas por el estado, aunque los grandes propietarios y latifundistas se quedaban con una parte para especular y vender en el mercado negro. Fue el llamado estraperlo. Como no había por lo tanto capacidad de compra ni mercado accesible para toda la población, los alimentos llamados de primera necesidad se racionaron. Azúcar, pan, aceite, arroz, carne, llegado el caso. Para hacerlo posible se instauraron las cartillas de racionamiento. Se adjudicaban equis cantidades por persona y familia, y se arrancaban los consiguientes cupones. Por supuesto, todo resultaba insuficiente y probablemente sería irregularmente repartido.  Era la intervención alimenticia sobre una sociedad sumida en la miseria, donde no obstante el férreo control de la policía y los falangistas, la gente vivía inquieta y disconforme con las carencias.


Esto viene a cuento de considerar el modo antípoda, respecto a aquellos desgraciados tiempos, en que se vive hoy día. En vísperas del gran mito, o de la adoración a ese gran becerro de oro que es el consumo desaforado de las llamadas Navidades, si te paseas por los grandes almacenes verás que la gente cae ya sobre las secciones para ejercitar el monótono culto al regalo que no es sino el tradicional impuesto al consumo, aderezado por la costumbre y el mito de lo entrañable y lo familiar. No se sabe bien todavía si las tradicionales comidas y cenas de empresa y amigos se van a mantener como en años anteriores, aunque conociendo la psicología del paisanaje sospecho que no se reducirán considerablemente. Por supuesto, desde aquella época del hambre y de las privaciones a ésta de lujo y de vivir por encima de la satisfacción de las necesidades ha transcurrido demasiado tiempo para que la memoria siga con cierto eco de vigencia. Uno no quisiera que volvieran jamás los malos tiempos, pero tal como están las cosas, al menos vamos a pasar un período difícil. Deberíamos dedicar un punto de reflexión sobre nuestros modos de vida. Dicen que hay mecanismos de regulación biológica de las sociedades. Adaptación a los cambios. Pero, ¿por qué no instaurar un modo de vida menos gastador y derrochón que aquél que ha dañado los recursos naturales y los mismos cuerpos humanos?  Ah, ya, con la avaricia desmedida de las finanzas, la  industria y el comercio hemos topado, amigo Sancho. Y por el volumen de basura acumulada por doquier conoceréis a los depredadores, dice una voz en off.

jueves, 8 de diciembre de 2011

El drama griego (y el de todos)



Dice el poeta griego Hesíodo en su obra Trabajos y días “…y es que los dioses mantienen oculto para los hombres el medio de vida, pues de otra manera fácilmente trabajarías en un día de manera que tuvieras para un año aun estando inactivo; al punto podrías colocar el gobernalle sobre el humo y cesarían las faenas de los bueyes y de los infatigables mulos.”  Uno lee en esta frase algo así como que los mitos clásicos ya reflejaban la disposición y el ejercicio maniobreros de los dioses sobre los hombres. Y si bien los dioses de entonces eran inmortales, pero producto de la inventiva humana como todos los dioses, en los tiempos presentes los endiosados de las grandes finanzas, si bien son mortales afortunadamente, su capacidad de dominio, control y manipulación de la economía y de las sociedades no tiene límite.




Su avaricia y su acometida destructiva contra la política y la ética que deben regir las relaciones humanas y sus instituciones no tienen parangón. Y aunque esa casta en las alturas  -¿es su reflejo o su herramienta pensante ese misterioso y en la sombra club Windelberg que periódicamente se reúne para hablar de los destinos del mundo, al cual pertenece, por cierto, la reina de España?-   constituye materia humana no parece haber clase social, ni resorte político, ni fuerza organizada, ni ciudadanía capaz de poner coto a sus tejemanejes, cuyos objetivos comienzan a mostrarse cada vez más predecibles y obvios.

 


Hesíodo, o bien por su experiencia o bien por su clarividencia (aunque no creo que dispusiera de la bola de cristal para saber lo que iba a acontecer veintisiete siglos después de vivir él) decía también: “A partir de los trabajos los hombres son ricos en rebaños y en oro; y si trabajas serás mucho más grato para los inmortales (es decir, los dioses) y para los mortales, pues muchos desprecian a los inactivos. Nada reprochable es el trabajo, muy reprochables es la actividad. Pero si trabajas muy rápidamente, el hombre inactivo te envidiará a ti que te enriqueces, pues éxito y prestigio acompañan a la riqueza.”  Naturalmente, Hesíodo no podía prever la evolución de las clases sociales y el papel que éstas iban a jugar en la historia, pero el hombre ya iba sacando sus conclusiones, aunque no me queda claro en qué bando estaba.


Me envían este vídeo que anda por la red, grabado y emitido por un español que vive en Atenas. Sin tanta poesía como Hesíodo, pero con un realismo feroz y contundente no parece andar descaminado en cuanto a la apreciación de lo que sucede en Grecia y en Europa. No solo en espacios sino en tiempo...en lo que va a venir.






(Las tres primeras imágenes son obra del pintor, poeta y grabador inglés William Blake)


martes, 6 de diciembre de 2011

Tres eran (fueron) tres



Huele a conmemoración oficial y punto. Una fecha más que se traduce en festividad y en conducta social de ocio y salida disparada (quien puede) ¿Eso es todo lo que dice a los españoles ese sistema fundamental de leyes supuestamente garantes de sus derechos  llamado Constitución? No sé qué tienen las cartas magnas que escasamente han cundido en este país que o se ignoran o se traicionan o simplemente se quedan viejas porque no se adecuan a los tiempos. Y ésta de ahora hace agua por distintas partes, sin que ni los juristas de prestigio ni los políticos que nos tocan en suerte ni los ciudadanos, que somos los que más interés deberíamos tener en su puesta al día y en su aplicación, planteen su revisión, el cambio, una nueva redacción basada en amplio diálogo y acuerdo, que responda al momento histórico.




De ahí que en estos tiempos que llegan en que se exigirá al ciudadano más sacrificios para salvar los problemas gigantescos de las altas finanzas y de la dudosa gestión económica mundial, en que las injusticias van a ser más notorias dado que se restringirán los ingresos salariales y la atención social, en que el acceso al trabajo se reduce sin parar, en que la política sufre una merma considerable de su capacidad de influencia y decisión, y en que poderes que superan la esfera doméstica son ya decisivos y van a pedir lo imposible a la gente, convirtiéndonos en víctimas más que en ciudadanos de pleno derecho, muchos nos preguntemos: ¿qué garantiza la presente Constitución ahora mismo? ¿Se trata de papel mojado para mantener el paripé y que nada se mueva para dar sensación de estabilidad jurídica? ¿Es que acaso ha quedado también resuelta la percepción territorial de las diversas comunidades de España o se la ha arrinconado una vez más? ¿Se va a respaldar con la Constitución en la mano la denuncia de los débiles y se va a hacer frente a la injusticia?



Ahí quedan esas preguntas, por no cansar haciendo otras nuevas que se irían generando en cadena. Aprovechando la fecha, quiero traer aquí la redacción de los tres Artículos Primeros de tres Constituciones de la etapa contemporánea de España. Dos de ellas traicionadas y la actual en trance de perecer en su propia inacción. En el lector dejo que compare, que tenga en cuenta las circunstancias históricas diferentes y también el valor con que se encuentran redactadas. Y de paso, invitar a conocerlas en su texto ampliado.  

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA, PROMULGADA EN CÁDIZ A 19 DE MARZO DE 1812.

ARTÍCULO 1. La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios.

ART. 2. La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona.

(Incluyo el artículo 2 por la peculiaridad del matiz que aporta ¡nada menos que en 1812!)







CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA DE 9 DE DICIEMBRE DE 1931.

ARTÍCULO 1. España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y Justicia.
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.
La República constituye un Estado integral compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones.
La bandera de la República española es roja, amarilla y morada.




CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 6 DE DICIEMBRE DE 1978

ARTÍCULO 1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.




domingo, 27 de noviembre de 2011

Considerad si es un hombre (un poema de Primo Levi)




Sobre el Holocausto (la Shoah) hay muchos testimonios, bastante historiografía y no poca literatura buena. Sin embargo, no nos resulta cómodo ni agradable leer de seguido varios libros sobre el tema. Enseguida se convierte en obsesión y la interiorización que efectuamos nos horroriza de tal manera que preferimos huir. ¿O es el miedo a que lo que les pasó a los judíos, comunistas, homosexuales, gitanos, partisanos y demás clases de disidentes del régimen nazi pueda pasarnos a nosotros? Para anticiparme a quien pueda pensar que uno tiene déficit de memoria, diré que obviamente no podemos olvidar otros episodios terribles de la historia más reciente: los progroms de los zares, el Gulag, la barbarie de los jmeres rojos en Camboya o las purgas maoístas. Pero ya se sabe que unas barbaries jamás pueden ocultar otras. Y si no las tenemos en cuenta  -el siglo XX ha sido tan prolífico como doloroso y sangriento en el mal ejercido por unos hombres sobre otros hombres-  mal podremos asegurarnos la convivencia del futuro. Mas, ¿aprendemos de las lecciones de la vida?



Acaso me equivoque, porque dentro de lo escrito sobre el tema de la persecución nazi hay muchas cosas interesantes que clarifican y transmiten, pero de aquellas más equilibradas y contundentes recomiendo sobre todo la trilogía de Primo Levi (Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados) Levi fue un afortunado superviviente de Auschwitz y su relevancia radica en el interés moral de su obra. Toda la escritura de este hombre, de profesión químico primero y esritor más tarde, es un pulso, por otra parte ganado, por evitar el odio, la sinrazón y el espíritu de venganza. Para ello contrapone el análisis, el diálogo, la ética de los valores humanos, la vindicación de la memoria y la objetividad, algo difícil de afrontar cuando se ha sufrido tanto como un deportado o mejor dicho, como un sentenciado. Formalmente, su estilo es firme, sobrio, descriptivo sin concesiones, pero consecuente con una idea: no hay que vivir y contar, sino vivir para contar, como solía decir. Tal vez ese enfoque riguroso y serio fue su ajuste de cuentas con la persecución de que fue objeto y con la manera de pensar basada en la ignorancia asumida y de mirar para otro lado de la sociedad alemana.



En este poema queda claramente su mensaje para generaciones venideras, si no se quiere repetir la barbarie. Muy adecuado para estos tiempos de inseguridad y de grandes movimientos entre los poderosos de la Tierra que nos aportan incertidumbre.


“Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
     Considerad si es un hombre
     Quien trabaja en el fango
     Quien no conoce la paz
     Quien lucha por la mitad de un panecillo
     Quien muere por un sí o por un no.
     Considerad si es una mujer
     Quien no tiene cabellos ni nombre
     Ni fuerzas para recordarlo
     Vacía la mirada y frío el regazo
     Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
      O que vuestra casa se derrumbe,
      La enfermedad os imposibilite,
      Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.”



(Los grabados adjuntos son obra de la pintora y escultora alemana Käthe Kollwitz)


viernes, 25 de noviembre de 2011

Y los que siempre estuvieron aquí






Es probable que el arte de hacer dinero dejara de ser arte hace mucho tiempo. Tal vez no lo fue nunca. En todo caso fue artificio, habilidad y amplia disposición de poder. Con dudosos cuando no delictivos mecanismos. A donde está llegando el sistema financiero hoy día puede que sea sobre todo a una situación laberíntica. Las finanzas han copado de manera tal todos los sistemas de producción, distribución y consumo que nada parece ser posible ya sin sus leyes. Han intervenido de modo tan manifiesto sobre los gobiernos que poco margen les queda a estos para hacer política. Y han interferido, por no decir hipotecado, que también, de tal manera la vida de cada ciudadano que solo parece que les queda un asalto al poder de modo absolutista y acaso totalitario, y sobre todo definitivo. Acaso sea esa la gran lucha selvática que se desarrolla ahora mismo en las altas esferas de los gobiernos del mundo y en particular en Occidente.

Por eso, lo anómalo en cuanto a práctica, pero correcto en cuanto a interpretación escasea. Difundo este vídeo en el que un accionista atípico del todopoderoso Banco Santander, entidad tratada con guante de seda por los últimos gobiernos del país, canta las cuarenta, en una mezcla de denuncia, protesta e ingenuidad calculada, al señor Botín. Y observen, de paso, el talante democrático del dueño del banco. Disfrútenlo.





lunes, 21 de noviembre de 2011

Ya están aquí



A veces, las palabras de  Juan de Mairena hay que leerlas en clave de futuro, aunque suenen a pasado o incluso al triunfalista  -para algunos-  presente…”Si algún día España tuviera que jugarse la última carta  -habla Juan de Mairena-  no la pondría en manos de los llamados optimistas, sino en manos de los desesperados por el mero hecho de haber nacido. Porque éstos la jugarían valientemente, quiero decir desesperadamente, y podrían ganarla. Cuando menos, salvarían el honor, lo que equivaldría a salvar una España futura. Los otros la perderían sin jugarla, indefectiblemente, para salvar sus míseros pellejos. Habrían perdido la última carta de su baraja y no tendrían carta alguna que jugar en la nueva baraja que apareciese, más tarde, en manos del destino.”



Supongo que en este país se ha jugado infinidad de veces últimas cartas, partidas que parecían las definitivas porque no te iban a dejar jugar más. Tiempos en que se prohibieron las partidas democráticas, las reglas libres, el respeto a las opiniones diversas y la tolerancia con cada forma de pensar y de expresarse. A algunos les parece que estamos ante el retorno a no dejar que los juegos para todos cundan de nuevo. Se mantendrán las formas, se dice, tal como este ritual aparente de votar cada cuatro años. Pero en el día a día no se respetará la voluntad social, sino sólo las de la mayoría elegida. Mayoría según la Ley d’Hont, naturalmente. Y en nombre del consenso obtenido, los ganadores de la última partida de cartas, harán lo que les venga en gana. Es una opinión que ya venía extendiéndose en la Red.



De hecho lo hemos estado viendo durante los últimos cuatro años. En las autonomías en que lo vencedores supremos de hoy venían gobernado, han hecho lo que han querido en múltiples facetas de la vida social y política. Las pinzas de sus poderes autonómicos unidas a la falta de colaboración total en el Congreso les ha dado resultado. Si eso es patriotismo, ese patriotismo de que tanto se llenan la boca con sus colores, que venga su dios y lo vea. En función de sus poderes transferidos no han aplicado leyes y normas o han demorado su aplicación esperando precisamente sus buenos tiempos. Estos de ahora, los de su poder absoluto. O absolutista, que es lo que más se huele.



La mayor desafección la veo yo en su falta de colaboración con la sociedad española y en concreto con el Gobierno que ha tenido nuestro Estado. Su táctica ha sido poner pegas, dificultades, no pactar nunca en interés del bien público, apoyar las reivindicaciones reaccionarias en las calles, ni siquiera parece que se alegraran de la derrota de ETA. Y por supuesto, lo más crudo, no echar una mano en los problemas económicos que se ciernen sobre España como sobre cualquier otro país europeo, culpando oportunistamente al presidente en vigor. Han utilizado a la judicatura proclive a ellos para vadear sus corrupciones o perseguir a jueces libres de sospecha. Han estado apoyados por activa y pasiva por su brazo ideológico más seguro, la Iglesia Católica y su Episcopado. Vamos, ¿no recuerda esto a la España Eterna unida en una santa alianza a la que tanto nos acostumbraron en el pasado?


Bueno, pues ya están aquí, tiñendo España de azul. La Democracia, en la que creen cuando les interesa, les ha puesto ahí. Son un bloque de casi once millones de votantes. El resto de partidos supone otros doce millones y pico, pero el espectro es sumamente variado. Como siempre, hay dos Españas, aunque la de izquierdas no es tan numerosa ni tan homogénea. Pero domina una sola, y de qué manera, y la política que hagan va a marcar los próximos años de los ciudadanos. ¿Van a  entrar a sangre y fuego, como dice el tebeo del Capitán Trueno? ¿Van a hacer felices a los españoles como predicaba en sus mítines el candidato de la derecha, ya ungido? Señor, que me perdone el noble caballero español de los tebeos de nuestra infancia. Sus aventuras eran liberadoras, dentro de los márgenes que la dictadura permitía, y rompía el esquema gris y patriotero transmitiendo universalidad e ignorando cualquier apología de los preceptos del régimen. El viejo Mairena, de ver lo acontecido hoy, dudaría una vez más de los ejecutivos nuevos que van a venir a contarnos chistes viejos. Así que a prepararse para recibir los leñazos, los hachazos y los golpes de mandoble. Es el sino de los de abajo. Pero ¿para siempre?





martes, 15 de noviembre de 2011

Fina tela de araña...



En este país de tirios y troyanos, y que muchos se reclaman por un nombre común, pero que no se entiende de la misma manera, priva la ambigüedad, el tópico y el desentendimiento. Miento. La gente se entiende al coincidir en el lado hedonístico y de bajo esfuerzo, en la parte de querer recibir mucho y dar poco, en la fiesta despreocupada y en la no asunción de responsabilidades, en el despilfarro de los bienes y en la carencia de exigencia sobre los gobernantes de cualquier administración pública. Se entiende, pues, en sus contradicciones manifiestas.

No se entiende a la hora de tener una versión ni comprobada ni homogénea de su pasado, ni a la hora de entender qué significa civismo y participación en la cosa pública, ni en el concepto de abordar sin miedo el derecho a una democracia, heredada tarde y mal por nuestra cultura, pero sin cuya valorización, y viendo los aires que soplan en Europa y en el mundo, va a ir a menos con todas las consecuencias. Pero ya se sabe que hay un sector importante de los españoles (el domingo próximo se comprobará cuánto supone numéricamente) a los que les importa un bledo el ejercicio de la democracia, con todo lo que debe llevar de regeneración, limpieza en las administraciones, rechazo a la corrupción, alejamiento del despilfarro, protección y avance de los derechos sociales y fiscalización de los cargos nombrados vía urna.

Hay un poema de Rafael Alberti titulado De la pintura. Poema del color y la línea, dedicado a Pablo Picasso, al que pertenecen estas estrofas:

España:
fina tela de araña,
guadaña y musaraña,
braña, entraña, cucaña,
saña, pipirigaña,
y todo lo que suena y que consuena
contigo: España, España. 

El toro se estrena y que se llena
de ti y en ti se baña,
se laña y deslaña,
se estaña y desestaña,
como el toro que es toro y azul toro de España.



Vista la complejidad de este país o, mejor dicho, del paisanaje, propongo una reflexión sobre el poema, con el diccionario de la RAE a mano. Por mi parte, soy de la opinión de que las palabras del poema de Alberti no están puestas ahí solo para formar una mera aliteración, sino que poseen un hondo e intencionado significado. Un significado que desborda la simpleza (o el fanatismo) de quienes atienden al nombre y concepto de España identificándola con el equipo de la roja, los colores de una bandera de tradición monárquica, las corridas, la tradición de la charanga y el botellón o el Estado.

Por cierto, ¿ese toro de España es el animal del tópico de la fiesta nacional o el mítico Minotauro del Laberinto de tradición mediterránea? A la vista del panorama (Gerald Brenan escribió un trabajo estupendo titulado precisamente El laberinto español) siempre se han estado revelando dos mentalidades españolas diferentes y desgraciadamente antagónicas. Por si alguien no había meditado en ello, se le brinda la oportunidad.



(Los grabados son obra de Pablo Picasso y forman parte de la colección denominada Suite Vollard)


Nota añadida con posterioridad a la entrada: recomiendo la entrevista que hacen en El País al sabio Emilio Lledó. Como todo sabio clarividente, razonable y que va más allá de la superficie de las cosas, suele ser ignorado por tirios, troyanos, gobernantes y gobernados. Ver:


jueves, 10 de noviembre de 2011

Un partido en la sombra



Es un partido en la sombra, aunque cada vez menos en la sombra. Porque cuando tiene que manifestarse públicamente porque tiene que defender sus negocios, por ejemplo el de su financiación por el Estado o su enseñanza privada, no se anda con chiquitas. Salta a la calle, toma el espacio público, se deja acoger y proteger por las instituciones de las comunidades en las que gobierna el partido proclive a ese partido y emite sus preceptos sin cortapisas. Es un partido que no es partido pero que toma partido. Y que trata de influir tanto o más que los partidos. Y no puede morderse la lengua ante una Elecciones Generales porque, aunque su reino, según ellos, no es de este mundo, no pueden reprimir su instinto autoritario y dejar de decirnos a los demás lo que tenemos que hacer.



Y como es su costumbre cada vez que va a haber elecciones, han sacado una nota diciendo lo que piensan, aunque como nunca dicen nada nuevo, ya sabemos lo que devanean. Que digan lo que piensan es tan legítimo como si lo hace el más minúsculo partido o ente o individuo de esta sociedad, mantenga las posiciones políticas o de criterio que mantenga ( por supuesto, y viceversa) ¿Cuál es el problema de ese partido en la sombra? Que quieren seguir teniendo una presencia influyente para seguir logrando medios, prebendas y presupuesto del erario público, en nombre de una discutible ordenación ética y de una acaparadora función social, sobre todo en el terreno de la enseñanza, aunque no solamente en este espacio de la actividad social. Y siguen con sus manías tradicionales y trasnochadas acerca de la interrupción del embarazo, de los matrimonios entre homosexuales o de la convivencia libre de las parejas. Leemos, pues, en la nota de prensa de los obispos españoles:

"5. Por todo ello, hemos de llamar de nuevo la atención sobre el peligro que suponen determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que en realidad constituye un atentado contra el derecho a la vida. Son también peligrosos y nocivos para el bien común ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer ordenada al bien de los esposos y de los hijos. Es necesario promover nuevas leyes que reconozcan y tutelen mejor el derecho de todos a la vida, así como el derecho de los españoles a ser tratados por la ley específicamente como “esposo” y “esposa”, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún, de una sola de las partes."



 
De acuerdo con estas directrices, piden a todos los electores que no voten a los partidos que propician lo que muchos consideramos avances sociales y ellos solo aberraciones. Ya no se dirigen a sus fieles, a sus seguidores. Tienen que pontificarnos a todos. Pues bien, que se constituyan en partido abierto y reconocido públicamente. No, lo suyo es nadar y guardar la ropa más bien. Poner la piedra en la mano para que otros la tiren. Por una parte dicen que lo que dan son consejos de índole moral y por otra tratan de influir por todos los medios y porfiando  -ahora tocan Elecciones-  por una toma de postura implícita y partidista a favor del PP.


 
 Así que a muchos nos parece que es un partido más bien de las tinieblas. De los que no quieren que ni los individuos ni la sociedad avancen en logros que lleve más libertad y felicidad a sus componentes.  Ah, una cosa más. Leo en esa misma nota:

“…En su discurso sobre los fundamentos del derecho, pronunciado el mes pasado ante el Parlamento federal de Alemania, el Papa recordaba que “el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. Se ha referido, en cambio, a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho [...], la razón abierta al lenguaje del ser”. Francamente, o esta gente tiene mala memoria o simplemente miente. Ejemplos hay a mansalva de haberse impuesto, cruzado y casado con los poderes terrenales más abyectos de este mundo. Lo han hecho incluso a sangre y fuego. Lo suyo no es precisamente la claridad. No creo que fuera necesario recordarles cierta frase de su profeta. En Lucas 16 – 8 se dice: “Pues los hijos del mundo son más sagaces que los hijos de la luz”. ¿En sus relaciones, en sus negocios, en sus perversiones? 

Aunque a muchos nos gustaría sobre todo que llegara un momento de la historia de España en que no tuviéramos que decir jamás: con la Iglesia hemos topado, Sancho.


sábado, 5 de noviembre de 2011

¿De verdad que todo es lo mismo siempre?



El historiador medievalista  francés Georges Duby fue entrevistado hace más de treinta años por Guy Lardreau, acerca de la investigación histórica, los métodos, los comportamientos sociales, entrevista que se reflejó en un libro, Diálogo sobre la Historia, editado en España por Alianza Universidad. Entre los muchos temas que me han llamado la atención especialmente destaco esta pregunta:

Guy Lardreau.- …¿Acaso no se ve arrastrado, de vez en cuando, a pensar que los sujetos humanos repiten indefinidamente las mismas cosas; que, efectivamente, no hay progreso, y que, como decían los antiguos, nada hay nuevo bajo el sol? ¿Cómo evitar la sensación de que lo que sucede en todo el mundo, donde normalmente hay horror, es increíblemente aburrido y repetitivo? ¿Cómo evitar la sensación de que cuanto más diferente, más parecido?




Georges Duby.- Es evidente, y lo hemos dicho, que los comportamientos de los hombres son en gran medida dependientes de los impulsos que vienen de su cuerpo, cuya regulación responde a un código de naturaleza biológica. Ahora bien, no es posible pensar que el sistema de código, de naturaleza puramente biológica, evolucione en la especie humana con gran rapidez. Parece que, desde el Homo sapiens, hay las mismas reacciones de agresividad, de terror, la misma voluntad de poder en los individuos; son cosas que vienen del ser humano, en su forma corporal; si evolucionan, es un movimiento tan lento que, en la limitada cronología de lo que llamamos la historia, podemos hablar de fenómenos sin cambio ni diversidad en el espacio. Es precisamente en esta parte de la naturaleza en la que se apoya lo que en la historia es la repetición, los gestos repetidos sin fin, con una monotonía desesperante, por el conquistador, el torturador, el misionero, el investigador, el filósofo, el historiador.



Pero la pregunta que usted me hace es grave porque lleva a esta otra: ¿acaso el otro código, el cultural, que sí se mueve, es tan superficial y operante que, muy a menudo, los mecanismos de regulación de orden moral, ético, demuestran ser incapaces de dominar otros mecanismos, de orden corporal o biológico? ¿Constituyen mucho más que una simple cobertura, en todo caso para una gran mayoría de individuos, una especie de pantalla tras la cual se ocultan para responder a escondidas a los impulsos de la naturaleza biológica del hombre?



Un tema para la reflexión personal. ¿Quién no ha pensado muchas veces que parece mentira que teniendo tantos avances técnicos, tantas comodidades, tanta mercancía a nuestro alcance, tantos medios jurídicos y políticos sofisticados, ande todavía la Humanidad como anda? Por una parte, no podemos hablar de una sola Humanidad, puesto que la riqueza, quebradiza, de unas zonas de la tierra no debe ocultarnos las miserias de otras regiones del planeta. Por otro lado, lo que dice contundentemente Duby es que la naturaleza humana y sus apetencias siguen interviniendo y rigiendo decisiva y desgarradoramente sobre las propias creaciones culturales de la especie. Y que los elementos de corte ético desarrollados no están bastando para una reorientación de los objetivos de convivencia y aprovisionamiento de bienes que haga justicia por doquier, y que incluso a la primera de cambio son traicionados incluso en este primer mundo en el que habitamos. ¿Tiranía de la tendencia biológica humana? ¿Está condenada siempre la historia de los hombres a repetirse? ¿O sólo nos lo parece? ¿Cómo poner el cascabel al gato? De momento, los criterios expuestos por Georges Duby me parecen dignos de utilizar en cualquier debate, con ánimo de aproximarnos más a la verdad de las cosas.


(El historiador Georges Duby)


(Los tres fotomontajes son obra de Josep Renau. La imagen del tebeo Hazañas bélicas es de Guillermo Sánchez Boix)