hoy es siempre todavía

miércoles, 29 de junio de 2011

Han vuelto a pasar

(Fotografía extraída del diario Público, de 29.06.11)


No es la primera vez que se utiliza el lema en otros países. Tal cual, en castellano. Ahora, por los periódicos, se nos muestra en las concentraciones de protesta en Atenas contra el plan de ajuste griego que exige la UE. Dos palabras que se han convertido a lo largo de los años en una imagen simbólica de alcance. Sospecho que los mismos griegos no la leerán en sí misma, es decir, no la verán tanto como dos palabras de alfabeto latino sino como una representación gráfica. Un icono de resistencia. Y en cierto modo lo fue y lo sigue siendo. Y además, emocionante, poderoso, pero también de logro incierto.


(Grupo escultórico de Mery Maroto, traído del blog http://joachimmalikverlag.blogspot.com)


Porque es una propuesta cargada a su vez de malditismo. Lo que nació como una proclama casi numantina, tenaz y esforzada de la resistencia del Madrid republicano al asalto de las tropas de Franco, se convirtió en un hito y en un mito internacional. De tal manera que en muchos países donde se procuraba una resistencia a diversas invasiones o medidas antipopulares se ha esgrimido muchos años después en toda su rotundidad casi imperativa. Pero todos sabemos cómo las tropas desleales a la legalidad republicana y sus paramilitares ultraderechistas pasaron y arrasaron. De ahí que cada vez que veo que se usa en alguna parte con toda sus capacidad de impulso y de ánimo, sí, y con esa sustancia psicológica que rezuma exigencia y confianza, me alegra. Pero, a pesar de su mejor intención, me da la impresión de que es más un deseo que una realidad que nunca logra transformarse en resultados positivos.





(Fragmento de la película Canciones para después de una guerra, de B.M.Patiño)


Y me temo que, visto cómo el parlamento griego acaba de aprobar las durísimas medidas económicas y sociales, o dicho de otra manera, cómo se condena a los de siempre a apretarse el cinturón, cómo se vende parte del bien público de Grecvia, emerge una vez más tras nuestro más preclaro e internacional eslogan la mano gafe, el mal fario de un grito cargado de razón pero de mala suerte también. Volviendo a la funesta historia española de 1936/1939. Aparte de la represión feroz que los vencedores de la guerra civil prolongaron sobre los vencidos, creo que lo más me impactó siempre fue aquella canción preñada de desquite, de burla rencorosa y de chulería barata que cantaba Celia Gámez y que terminaba con una siniestra carcajada de triunfo. ¿Han vuelto a pasar las tropas del beneficio y del empobrecimiento por las calles griegas como en su día pasaron a sangre y fuego por las calles de Madrid? La Historia de los pueblos sigue siendo la del sacrificio, no me cabe duda alguna. Grecia, a estas alturas, no tenía dónde elegir. ¿Alguna vez aprenderemos los ciudadanos de todos los territorios las lecciones? Estaremos atentos, no obstante, a la perspectiva para los próximos tiempos.

P.D. Dura la cancioncita, ¿eh?




lunes, 27 de junio de 2011

El cáliz de César Vallejo

(Fotografía de Agustí Centelles)


Rebuscando hoy unos libros ha aparecido uno muy especial. Mi edición está impresa en Nueva York, y en castellano, lo cual siempre me pareció algo estraordinario. Leer los poemas de César Vallejo compilados en el poemario España, aparta de mí este cáliz es llorar. Literalmente. Pero las lágrimas que puedes verter de su lectura tienen un no sé qué de purificadoras. ¿Podría decirse que esos poemas son épicos sólo por el hecho de que tengan como referencia el sufrimiento de los españoles que iban siendo vencidos en la cruel guerra civil? Tampoco me parece suficiente ni correcto que la poesía se pueda dividir entre épica y lírica. ¿Quién compondría esta división ridícula, donde se reduce la perspectiva a elegir entre blanco o negro?


(Cuadro del peruano David Ayala)

Las lágrimas son amargas, pero emocionantes. Qué lejos la descripción rebelde sobre quienes luchaban y perdían en combate desigual por el honor de la República de la farisaica exaltación de los escasos poetas  -estos sí cargados de épica ordinaria y mezquina-   del nuevo régimen que iba surgiendo de la sublevación. La España…de Vallejo es escritura directa al sentimiento y a la víscera, al reconocimiento y a la rabia, al aliento y a la indignación. ¿Qué fue primero? ¿O no se explican los unos sin las otras?



(Cuadro del peruano David Ayala)


Tan honda percibe la herida el poeta que es capaz de escribir poesías como ésta:


Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando
«¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...



(Fotografía de Agustí Centelles)

¿No hay en esta imagen de apariencia irreal una llamada a la esperanza? ¿No conmueve leer cosas así setenta y cinco años después de la sublevación de los generales de la derecha? ¿No se advierte un atisbo de superación en el hombre eterno, el hombre que ha creído en lo justo? ¿No es un canto a la solidaridad que supera la dicotomía vida / muerte? He querido traer una pizca de obra de César Vallejo, por lo que significó  su consecuente vinculación con España. No dudó en apoyar la legalidad pisoteada por los conspiradores. Disculpad este desvío en la memoria y en el acontecer cotidiano. Pero una poesía también hace pensar.  Por otra parte, parece agua pasada, de la que dicen que no mueve molino, mas ¿agua limpia o agua estancada?




sábado, 25 de junio de 2011

La última insidia: los terroristas ecológicos

(Fotografía de Ivan Cap)

La televisión sigue siendo ese oscuro objeto de confusión de masas. Digamos las cosas tales como son. Por ejemplo, no sé qué día de esta semana oigo en un noticiario que la Guardia Civil ha detenido a doce terroristas ecológicos. Mi asombro no da pábulo. ¿Terroristas ecológicos? Aguzo el oído. Se trata de doce presuntos miembros de un grupo radical que liberaba visones de una granja donde los crían (los producen) para un destino final muy expreso: la fábrica de confección de las pieles de ídem.




La primera pregunta que me hago: ¿está instaurada ya en el Código Penal la figura del terrorista ecológico? Ahora me entero. Pero los medios  -¿o siguiendo las pautas que emite el departamento de policía?-   ya ponen en circulación el concepto.  Mi perplejidad ingenua me lleva entonces a hacerme nuevas preguntas. ¿Se va a actuar contra el salvajismo de los cazadores por diversión? ¿Se va a proceder a detener a los consejos de administración de las empresas fabricantes de automóviles, por su contribución a la contaminación ambiental? ¿Se va a encarcelar a los directores de fábricas que contaminan la atmósfera por la emisión de CO2? ¿Se va a capturar a los dueños de las empresas de pesticidas que están envenenando cultivos? ¿Se piensa actuar contra los propietarios de empresas químicas que vierten sus deshechos en ríos y mares? ¿Se va a prender a los representantes de los grupos de presión de la energía atómica que han puesto en marcha la obtención de energía sin resolver varias fases de ese proceso (recuerda: Fukushima, la última barbarie)? ¿Se va a procesar judicialmente contra los altos cargos de los bancos que blanquean dinero o los trasladan a paraísos fiscales? ¿Se va a enviar autos de procesamiento contra los ejecutivos de transnacionales que con sus políticas de precios sobre las materias primas inciden en el hambre y miseria de muchas naciones africanas? 



Etcétera. Etcétera. Hacer un memorial de los verdaderos causantes de los daños ecológicos cubriría páginas. Todos los tenemos en mente. Sin embargo a todos ellos no se les cita ni como terroristas ni como delincuentes ni como defraudadores. El medio ambiente también puede ser alterado por la palabra. Por las informaciones plagadas de insidia, de agresividad y de difamación. El medio ambiente también existe en las mentes humanas. Cuando los medios informativos hablan sin razón y lanzan vocablos y conceptos falsificados, ¿por qué tienen que irse de rositas?


(Cartel exhibido en la acampada del movimiento 15M en la Plaza de Cataluña)


Y sin embargo, tengo que decir como el auténtico Juan de Mairena: “En verdad que no son las palabras lo que más asusta, sino ciertas imágenes groseras que en muchas cabezas suelen sustituir a las ideas…” Y me viene a las mientes lo de la camiseta de la Roja derivando conciencia y pensamientos, que ahora, para más inri, va a tener un doblete con la Rojilla. El colmo. Pregunta: ¿competirán papás, niños y mozalbetes por llevar una de las dos camisetas? ¿Por las dos? ¿O portarán una encima de la otra? Malos tiempos si sólo hay serrín en el cerebro.



jueves, 23 de junio de 2011

Zancadillas al buen morir


Más de uno de los seguidores de este blog pensará que la tengo cogida con la Iglesia. No, de verdad que mi proceso de comentario no funciona como el de los charlatanes ultras. No antepongo mis antipatías, odios o discrepancias a la búsqueda de noticias que justifiquen poder satisfacer el comportamiento de mis vísceras. No os podéis imaginar además cómo busco la templanza, algo que acaso no siempre logro. Pero es que todo resulta más sencillo: es el oprobio el que sale a mi encuentro.



Por ejemplo. Si el Gobierno tramita ya una Ley sobre una muerte digna ya tenemos a los de siempre poniendo pegas, zancadillas y obstáculos. Por nombrar de una manera suave calificativos que entrañan contenidos contra la libertad humana. Ya de entrada tiene narices la cosa que una Ley necesaria tenga que llevar el eufemístico y simulado título de Ley Reguladora de los Derechos de la Persona ante el Proceso Final de la Vida. Desde luego, el titulito implica un sano ejercicio de memorización que beneficia a las neuronas, no cabe duda. Pero la gente, que es muy burra, va a llamarla de alguna manera más simple. Para bien morir, para morir con dignidad o para morir sin dolor. O simplemente eutanasia, que es un único sustantivo y muy claro. Somos más pragmáticos que nuestros legisladores.



Pero la Santa Madre, que no ha sido precisamente un ejemplo de ayudar a bien morir, ya está poniendo peros, sin embargos, aunques, etc., tratando de zancadillear por ejemplo sedaciones o la eliminación de terapias que alargan el sufrimiento y el final agónico de los individuos. Pero si el tema es muy fácil de resolver: si los obispos quieren sufrir llegado el caso, que lo hagan. No hay que impedírselo. Si asumen el dolor, si lo ofrenden a su Dios, si se sienten realizados en esa insana mentalidad, que la practiquen en su fuero interno, para su propio cuerpo, insisto que cuando les toque. A los demás que nos dejen disponer de nuestro fin de la manera más libre y menos terrible. Los que creemos en la libertad   -la electa, la que implica conciencia del ser y de los límites, pero también el desarrollo positivo del Hombre-   queremos que se nos respete. Porque siempre hay tras las declaraciones eclesiásticas una cuestión conceptual: se oponen sistemáticamente porque no reconocen la libertad del individuo. Porque basan sus disposiciones, coloquios y puntos de vista como la única norma moral posible. Tanta prepotencia y engreimiento, ¿constituirá pecado mortal o solo venial? Ah, no, creo que voy descaminado, la doctrina eclesiástica inventó hacer mucho la tabla de los pecados capitales que les servía siempre a sus inductores a nadar y guardar la ropa cómodamente.


(Fotografía de W. Eugene Smith)

sábado, 18 de junio de 2011

Quevedo y los diablos del poder

(Cuadro del artista chino Xue Jiye) 


Tanto venimos hablando últimamente algunos blogueros quejosos de las corrupciones y de los corruptos que tocan gobernación y, sin embargo, hete aquí que ya en tiempos de Quevedo se sabía mucho del tema. Don Francisco no podía saber obviamente qué era o iba a ser la Democracia, y todas sus secuelas bienquistas y malquistas, que hubiera dicho con su lenguaje de jerigonza y mordacidad sin igual. Pero conocía divinamente los vicios, maldades, trampas y desmanes de que se servían los hacedores de poder en las villas y cortes de las Españas. Y las características, entretelas, santos y señas de aquellos personajes que ya cometían fechorías con guante de seda no son muy diferentes de las que se acometen hoy por parte de tramas Gürtel o gobernantes valencianos, por citar casos sumamente ilustrativos.



Mas vayamos al grano, al mismo que aportaba Quevedo en uno de los libros más mordaces que haya escrito, el titulado Discurso de todos los diablos:

“…Detrás destos dos venía el diablo del cohecho, y este diablo tenía linda cara y talle, cosa que no vi en otro, y era como un oro, y me parece que le he visto en mil diferentes partes, en unas arrebozado, en otras descubierto, llamándose unas veces niñería, otras regalo, otras presente, otras limosna, otras paga, otras restitución y nunca le vía con su nombre propio, y me acuerdo de haberle visto llamar herencia, ganancia, barato, patrimonio, reconocimiento y nada; y le he conocido en unas partes dotor, en muchas licenciado, entre mujeres bachiller, entre escribanos derechos y entre confesores limosna.

Éste venía con grande séquito, pretendiendo título de diablo máximo; más se lo contradijo con notable satisfacción el diablo de la consecuencia, diciendo: Yo soy el enredo político y la fullería de los príncipes y el achaque de los indignos y la disculpa de los tiranos. Yo soy tintorero de las bellaquerías, que las doy color, y lo atropello y tengo el mundo confuso y revuelto. Yo he desterrado la razón y hecho mérito la porfía y poderoso el ejemplo, y he dado fuerza de ley al suceso y autoridad a la bellaquería y acreditado la insolencia?”




Bien evidente era para Quevedo y las gentes de su tiempo que un diablo llevaba de consorte al otro y que entre ambos no podía haber disputa sino entendimiento. Este fragmento que traslado aquí ¿no es acaso un texto sumamente moderno y actual? Va camino de cumplir cuatrocientos años nada menos, y como era frecuente en aquella época sufrió también las bondades caritativas de la censura eclesiástica que, probablemente, se veía reflejada en el infierno de Quevedo. Sugiero a los profesores de Literatura que se pongan de acuerdo con los de Historia y hagan llegar a sus alumnos textos de esta guisa para su análisis y reflexión. De paso, que recurran también al interés del correspondiente profesor de Educación para la Ciudadanía antes de que los mandatos de la derecha eclesiástica echen abajo del todo la asignatura. Seguro que entre esas tres disciplinas mencionadas y la autoría socarrona del espíritu quevedesco las generaciones jóvenes situarán más los tinos y desatinos de la vida.

 

jueves, 16 de junio de 2011

De la crónica del monje Glaber al robo de niños en España

(Fachada del Colegio de San Gregorio en Valladolid)


Cuenta el monje cluniacense Raoul Glaber sobre lo que acontecía en Europa por el año mil:

“Estaba aproximándose el año mil trigésimo tercero de la encarnación de Cristo, mil de la pasión del propio Salvador…y en el tiempo que siguió estalló por todo el orbe terrestre una gran hambre y se corrió el riesgo de que casi la totalidad del género humano muriese…El horror nos sobrecoge al contar las maldades que reinaron entonces sobre el género humano. ¡Ay de mí! ¡Oh, dolor! Cosa raramente oída en el curso de los siglos, un hambre furibunda hizo que los hombres devorasen carne humana. Los viajeros eran secuestrados por gente más fuerte que ellos, sus miembros eran troceados, cocidos y devorados. Muchos que iban de un lugar a otro para huir de la carestía y habían encontrado en el camino hospitalidad fueron degollados durante la noche y sirvieron de alimento a los que los habían acogido. Otros, engañando a los niños con la visión de una fruta o de un huevo, los llevaban a lugares apartados, los asesinaban y los devoraban”.




La relación del monje Glaber siempre me pareció digna de consideración. Los historiadores le otorgan un crédito suficiente como para acercarnos a un tiempo en que una crisis generalizada dominó en los territorios europeos. El hambre marcó de manera axial la vida de las gentes de entonces. Sí, hubo antropofagia en la culta y cristianizada Europa del año mil. Los más débiles, los niños principalmente, sufrieron las consecuencias de la desesperación, de la necesidad y del ansia de negocio de los desaprensivos, que existen en todas las sociedades en cualquier tiempo y lugar. Mencionar hechos de este calibre me parece que es un ejercicio necesario que ayuda al pensamiento y a la reflexión de los que habitamos hoy. Después de todo sólo han transcurrido mil años y las sombras no han dejado de acompañarnos de unas maneras u otras.


(Fachada del Colegio de San Gregorio en Valladolid)


Pero yo no quería hablar tanto de la antropofagia europea como recordar ese otro asunto que sale a superficie en nuestro país durante estos últimos años. El juego siniestro que ha tenido lugar con la vida de muchos niños a lo largo de esa nefasta etapa de nuestra historia denominada el franquismo. Me refiero al robo de niños desde las instituciones de asistencia: hospitales, maternidades, sanatorios, cárceles. Y que involucraron a monjas, enfermeras, matronas y médicos con total impunidad. Garzón calculó ya hace tres años que podrían haberse dado 30.000 casos de niños recién nacidos. A las madres se les decía que habían nacido muertos o que habían fallecido nada más nacer y lo que tenía lugar era un tráfico indecente de vidas por parte de aquellos que supuestamente ayudaban a las madres a traerlos al mundo. Por supuesto, el lucro estaba detrás de cada acto delictivo. Una medalla más que el franquismo se colgó en su medallero de oprobios, impunidades y delitos.


(El mundo del año mil, según el mapa de Saint-Sever)


En cualquier lugar del mundo, en sociedades que calificaríamos de más arcaicas que la nuestra, hechos como éste sería tildados de repugnantes, perseguidos y se buscarían responsabilidades y responsables. Un poco tarde llega esto último, aunque sí puede contribuirse a restituir memorias, reencuentros entre hermanos y aclaración de hechos. Pero España, siempre tan diferente, parece reaccionar con ingratitud, olvido y desprecio. Malo que una patria (por utilizar el término mítico de aquel régimen) no se prestase a cuidar y proteger a sus hijos. Los que se llenaron la boca de palabras grandilocuentes más les hubiera valido que se hubieran colocado la rueda de molino en torno al cuello y se hubieran arrojado al mar. Otra cuenta pendiente que no hay manera de saldar. Triste.




Para más información sobre el tema, consultar: http://anadir.es/


martes, 14 de junio de 2011

Así, ahí, como el monaguillo indica, sí


Hablar de temas donde esté por medio la Iglesia suele ser perder el tiempo. Y luego malhumorarse. Sin embargo, como quien se rasca porque algún bicho le pica y trata de evitar el escozor, no es posible callar. Me llamó la atención que hace un par de semanas El País de la edición catalana llevara embutido un periódico publicitario de la Conferencia Episcopal, titulado XTantos, compuesto nada menos que de dieciséis páginas. Este panfleto, subtitulado Programa para el sostenimiento de la Iglesia, también se repartió en iglesias y en alguna ciudad andaluza a las puertas ¡de Hacienda!  Con ese panfleto, totalmente partidista, se pretendía estimular que la casilla de la X en la declaración de la renta se inclinara a favor de dicha organización religiosa. Quiero pensar que El País cobró a la Santa Madre su correspondiente tasa en concepto de publicidad (que, por otra parte, tiene que ser muy elevada, como toda publicidad de dicho periódico) Pero dejémoslo ahí.

(Sibilas del Museo Nacional Colegio de San Gregorio, de Valladolid)

Sobre los contenidos de dicha publicación, nada nuevo. En la clásica línea de portadores de la verdad, pero haciendo hincapié en su obra social y caritativa. Hablar de la caridad siempre ha prendido en las almas cándidas. ¿O en aquellas que se conforman con tranquilizar su conciencia? Es una vertiente que siempre saca dinero del personal. Buscar los caminos de la justicia y de la igualdad suelen ser siempre más complejos y arriesgados que los de la caridad cristiana. Y no son precisamente paralelos ni hablan el mismo idioma. El objetivo de XTantos animaba a marcar la equis para su cepillo ofreciendo datos de que en la Declaración de 2009 aumentaron las declaraciones favorables a la Iglesia. Miren. La cuestión es que Iglesia y Estado tienen que estar absolutamente separados. Que en la Declaración de Hacienda no debe figurar casilla para ninguna religión, ni siquiera tradicional. Que la recaudación es un objetivo civil, laico y que va a revertir en obras del bien común, y no de los bienes particulares de confesiones religiosas. Mientras no se deslinden con claridad los campos de interés público de los de carácter privado y confesional, siempre habrá daño y agravio comparativo para el conjunto de la ciudadanía.


Otro tema, para tratar aparte, es la asignación millonaria directa que el Estado supuestamente laico concede a la Iglesia en virtud de los acuerdos con el Vaticano. Un concierto ventajista e injusto que clama al cielo de la Razón y de la Lógica e incluso al cielo de los creyentes católicos. Y no entremos, de momento, en las aportaciones y concesiones a ese cuasimonopolio de la enseñanza privada de que dispone el catolicismo, disfrazado de enseñanza concertada. Al Partido Socialista probablemente le quede poco tiempo en la gobernación del Estado, según soplan vientos y encuestas. Al menos debería dejar resueltos dos asuntos pendientes. Uno, secular, el de las relaciones con la Iglesia, disponiendo una separación Iglesia-Estado que sentara cátedra. Otro, el de la Memoria Histórica, haciendo justicia a cuantos fueron perseguidos innoble e ilegalmente por el franquismo. Desde luego, yo respeto la financiación de la Iglesia en el sentido que el monaguillo de la foto indica. Así sí, parece decir. Ahí sí, en su ámbito, en función de la generosidad de los acólitos, sin extorsionar al Estado, sin recibir del Estado. Cualquier otra recaudación a cargo directo o indirecto del Estado podrá ser legal, en virtud de que nunca se ha cortado la picaresca, pero nunca legítima. Hay un sector amplio de la sociedad que demanda justicia e independencia de ese poder tradicionalmente fáctico.

Encuentro en la red una página independiente que puede ser interesante para informarse. Se trata de http://www.portantas.org/




domingo, 12 de junio de 2011

Tomas de posesión y otras hierbas


Días de tomas de posesión. Una expresión que viene de lejos. Algunas cosas -palabras, giros, conductas, actos- no cambian nunca. Cuando era niño las tomas de posesión se personalizaban en el nombramiento a dedo. Y en pirámide. A un alcalde de pueblo lo nombraba un gobernador civil y a éste un consejo de ministros y a éste el dictador. Parecía simple, pero las llamadas entonces fuerzas vivas eran los verdaderos nominadores de los cargos. En un pueblo las fuerzas vivas las componían el alcalde, el maestro, el cura y el representante del partido único. Todos ellos habían probado sobrada fidelidad al régimen. Pero había más. El cacique, propietario de las mejores tierras, o el comerciante de peso. Por supuesto, este esquema se reproducía hasta el vértice de la pirámide, donde las fuerzas vivas ya era muy vivas y diligentes, y tenían solidez, componente oligárquico y sentido patrimonial de España. Los dueños.



Con las elecciones tan recientes, a nadie le queda duda de que hoy los nombramientos de concejales o diputados de autonomías no lo son a dedo. ¿No lo son? Obviamente, el voto libre y secreto de la población parece deshacer toda duda. Es la representación formal, el cheque en blanco. Se te vota, electo mío, y tienes cuatro años por delante para ejecutar la gestión en tu ayuntamiento o comunidad regional. Con un poco de suerte, si la oposición existe, es seria y fiscaliza, puede que los cargos electos no hagan lo que quieran. Y si lo hacen, se detectará. Aunque frente a mayorías absolutas poco se puede cambiar. ¿Suficiente?



Es de temer que, con el precedente de multitud de casos de corrupción (aún no juzgados y sentenciados, está claro) a cuyos titulares hay que denominar en aras del Derecho presuntos corruptos, y que parece no haber importado a sectores de la sociedad que han inclinado el voto de nuevo hacia ellos, es de temer y sospechar que la corrupción siga tentando bolsillos de los que estos días toman posesión. Pero quiero ser positivo. El voto tiene un valor intrínseco y moral. ¿Lo tiene? Porque cuando se vota a corruptos aun a sabiendas de que la sospecha puede ser más que sospecha, el mismo valor ético del voto queda entredicho. Y siendo positivo uno cree  -y desea-  que los elegidos deben mantener como axioma la integridad, la gestión clara y adecuada a las posibilidades, un código de criterios de inversión razonables y otro corpus de actitud cívica que enlace con la ciudadanía. Dicho esto de otra manera: que el voto no basta si no se fomentan cauces de participación de la ciudadanía y no se recogen las ideas y aspiraciones expresadas directamente por ésta.



Los cargos públicos electos no deben olvidar ni un solo día a quién sirven o, mejor dicho, a quién deben servir. Ojo, que los tiempos de un verbo pueden señalar direcciones diferentes e incluso opuestas. Así que, proclamando una vez más mi voluntad positiva, deseo recordar a los políticos que están para gestionar el bien público y no para enriquecerse ni hacer negocio sus familiares con algunas de las gestiones. No olvidemos que aquellos cargos con responsabilidad de gestión decisoria tienen acceso a informaciones que pueden manipularse para intereses nada públicos. Y como uno no quiere pecar de incauto del todo, se pregunta ¿se limitarán a cuidar las formas o serán honrados de verdad? El tiempo y los procesos judiciales  -si es que estos concluyen de una santa vez y a tiempo en algo-  tendrán la penúltima palabra.



Que piensen los cargos elegidos que ni son dioses ni hijos de ellos ni del destino. Que permanezcan siempre apeados y cercanos a la vecindad. No sé por qué recuerdo ahora una cita del libro Asclepios, de Miguel Espinosa, a la cual recurro y dejo aquí para su reflexión libre e indirecta: 

“Ciertos habitantes de Megara decidieron preguntar al Apolo en Delfos si existía alguien más irremediable que los propios dioses.
El Fatum, que somete a hombres y dioses  - replicó el Oráculo.
¿Y más que el Fatum?
La Tierra, que soporta a los hombres, a los dioses y al Fatum.
¿Y más que a la Tierra?
La noche, que envuelve a los hombres, a los dioses, al Fatum y a la Tierra  -exclamó finalmente el Oráculo.

Un tal Meneceo, ateniense cojo, y no obstante peripatético, expuso su disconformidad con la contestación de Apolo, a su juicio evasiva y construida según la mecánica misma del lenguaje, al modo retórico. Empero, para los de Megara, la respuesta del dios fue correcta. En efecto: en muchos lugares hubo hombres que no admitieron dioses, y en otros se ignoró al Hado. Pero no sabemos de pueblos que hayan ignorado la noche. Por lo demás, de vuelta a la pequeña patria, uno de los de Megara, pretendiendo combatir la opinión de Meneceo, dijo así:

En verdad que Apolo respondió honestamente, pues confesó que los propios dioses se ven obligaos a habitar la noche, confundidos con todo lo que las sombras envuelven y sumergen en quietud y tregua: fieras, aves, peces, vegetaciones y seres diversos, aunque los amantes y los reflexivos valen por distinta causa, y no siempre.”



(Las fotografías en blanco y negro son de Chema Madoz. Las de color representan una cacerolada ante el ayuntamiento de una ciudad española, en la toma de posesión de sus concejales)


viernes, 10 de junio de 2011

La Redención

(Fotografía de Eugene Smith)


Una vez más, la cruz aparece como símbolo de justificación, de lavado de conciencia y de autoperdón. Mientras en la calle una multitud de simpatizantes del  movimiento 15M protestaban por la toma de posesión de las nuevas Cortes valencianas, dentro del edificio sus señorías se disponían a tomar posesión. Vieja terminología, incuestionada hoy merced al voto democrático. Mientras fuera eran sacudidos por la policía esos mismos  manifestantes, dentro esos mismos diputados en Cortes juraban servir a no se sabe bien qué, con nueve imputados por corrupción en los escaños del partido ganador, el PP. Mientras fuera se procedía a la cruz del castigo, dentro el nuevo presidente del parlamento regional, ferviente y orgulloso católico y de derechas, exhibía en su  mesa un crucifijo.


(Dibujo de De Bry sobre la conquista española en América)


¿Fe? ¿Testimonio? ¿Exhibicionismo? ¿Orgullo? Mi vecino me dice: simplemente chulería, Juan. Dejemos ahora de lado el tema de que parece que la derecha no se entera de que el Estado y los entes que lo componen es laico, y a los parlamentos hay que ir a lo que hay que ir: a legislar, a dialogar, a corregir y a enmendar. No a hacer ostentación de lo particular. Pero como supongo que hay algún fleco suelto, o varios, de los días en que se redactó la Constitución, no debe estar prohibido instalar su símbolo cristiano a los ojos de todos, sin respeto alguno a cuantos hay allí con las ideas y creencias que sean. Al menos eso leo en un periódico. Y voy ahí y lo pongo, porque sí, porque para eso soy el presidente, para dar ejemplo de tolerancia, libertad, orden y concierto, debe estar pensando la autoridad electa.


(Cuadro de Goya sobre los perseguidos de la Inquisición)

Los católicos han visto siempre en la Cruz el símbolo de la Redención por excelencia. Lo pongo en mayúsculas por ir a su terreno y entendernos mejor. Y para que no se quejen. Pero el símbolo de redención es en realidad un proceso terapéutico de la conciencia, de la mente y del mismo corpus ideológico de la Iglesia. Es cómodo conducir nuestros comportamientos y responsabilidades, por muy descarados, abyectos y graves que sean, hacia un símbolo en el que siempre encontraremos la absolución de nuestros actos. Y le acompañan todo un ritual y unas liturgias. Muy cómodo. ¿Comparten todos los cristianos esta visión autocomplaciente y de autolimpieza hasta las últimas consecuencias? Dejo la pregunta en el aire, porque la Historia ya se encargó de dar respuestas hace tiempo. En nombre de la Cruz se hicieron cruzadas sin salir del suelo patrio, persecuciones y quemas múltiples, eliminación de los heterodoxos, y lo dejo aquí por limitar su alcance. Los que esgrimían la Cruz  -salvo en casos particulares que tienen mi reconocimiento-  no condenaron ni combatieron las limpiezas étnicas, de ideología y de clase. La pregunta actualizada a la vista de las Cortes valencianas es: ¿qué tipo de limpieza pretende el presidente de ese parlamento? ¿Sólo busca simbolizar que él y los suyos están libres de mácula? ¿O es un signo de que una nueva limpieza sobre los otros va a ir llegando, si de él y los suyos dependiera?



Quiero concluir, por si alguien no entiende este breve y preocupado dictado, con un parrafito del Juan de Mairena auténtico:

“Porque no he dudado nunca de la dignidad del hombre, no es fácil que os enseñe a denigrar a vuestro prójimo. Tal es el principio inconmovible de nuestra moral. Nadie es más que nadie, como se dice por tierras de Castilla. Esto quiere decir, en primer término, que a nadie le es dado aventajarse a todos sino en circunstancias muy limitadas de lugar y de tiempo, porque a todo hay quien gane, y en segundo lugar, que por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre. Fieles a este principio, hemos andado los españoles por el mundo sin hacer mal papel. Digan lo que digan.” ¿Sabrán los prepotentes vencedores en los comicios valencianos de qué hablaba Machado? Tal vez textos así les conduzca a un mayor pudor. Ahí empieza la verdadera corrección de uno mismo.



martes, 7 de junio de 2011

Esos iconos de cómic


Siempre me ha parecido inútil hacer disquisiciones sobre la muerte. Un hecho tan determinante y complementario como el nacimiento, sobre el que nada hay que decir. Venimos de la nada, somos una confluencia del azar y volvemos al vacío. Elemental. Y quien quiera construir a estas alturas una proyección mítica, que se quede con lo que hay, que ya es mucho, aunque no sirva para nada. Lo curioso es que la gente con frecuencia habla de la muerte como si fuera parte de la vida. Una cosa es hablar del proceso final y otra de la muerte. Diferenciar los tiempos es importante para no prolongar las fantasías. De la vida, hablemos y discernamos todo lo posible. De lo que nos deja de ser, ¿para qué?




Me ha hecho pensar una vez más en este tema  -un tema sobre el que no hay mucho que pensar, salvo que se le quiera dar vueltas a las teorías, estructuras ideológicas y demás representaciones que las religiones pusieron en marcha en su día-  una parrafada de Antonio Machado en su obra Juan de Mairena, que viene a ratificar lo que por libre este oyente de la vida que soy va percibiendo. “Es casi seguro  -decía mi maestro- que el hombre no ha llegado a la idea de la muerte por la vía de la observación y de la experiencia. Porque los gestos del moribundo que nos es dado observar no son la muerte misma; antes al contrario, son todavía gestos vitales. De la experiencia de la muerte no hay que hablar. ¿Quién puede jactarse de haberla experimentado? Es una idea esencialmente apriorística; la encontramos en nuestro pensamiento, como la idea de Dios, sin que sepamos de dónde ni por dónde nos ha venido. Y es objeto  -la tal idea digo-   de creencia, no de conocimiento. Hay quien cree en la muerte, como hay quien cree en Dios. Y hasta quien cree alternativamente en lo uno y en lo otro.”



Tal vez no estaría haciendo ahora este comentario intemporal, ¿o es atemporal?, ¿o es demasiado temporal y efímero?, si no fuera por las huellas iconográficas que he visto hace unos días en una iglesia fantástica de Barcelona, Santa María del Mar. Nunca me había fijado en las tumbas que pueblan ciertas zonas de la nave. La calavera y las tibias, como símbolo de la no existencia, se reproducen en bastantes losas. Tienen su gracejo. Algunas parecen dibujos de cómic, pero la mayoría son rudimentarias y poco originales. Sí que me gustaron más aquellas que denotaban que los enterrados pertenecían a algún gremio de su tiempo (incisiones de tijeras, barcos, el sol, las pesas de la justicia…)



(Cuadro In ictu oculi, de Valdés Leal)


Y en ese paseo fotográfico y meditabundo bajo la imponente arquitectura de Santa María del Mar me preguntaba a mí mismo: ¿por qué tanta obsesión con la muerte? ¿Por qué la manipulación de unos huesos del cuerpo humano, que han supuesto la anatomía maravillosa mientras duró la existencia? ¿A quién y por qué se le ocurriría hacer un icono tenebroso de dos huesos cruzando otro hueso? Ha resultado al final de estos tiempos algo demasiado ordinario y poco imaginativo. La estética no es eterna, como no lo es nada. Pero uno sospecha que este tipo de representaciones fueron fomentadas para causar miedo a las gentes. Santo temor de Dios, que dirían los clérigos. Claro que algunos artistas han recordado el evento de la muerte con otras características. ¿O no os acordáis de aquel magistral cuadro In ictu oculi,  del sevillano Valdés Leal? Pero ahí hay otra crítica y bien severa, por cierto hacia los poderes terrenales. Esos mismos poderes sobre los que la opinión popular dice con ironía y cachondeo: sí, se van a llevar entero lo que tienen al otro barrio.


sábado, 4 de junio de 2011

La bacteria del miedo

(Dibujo de Víctor Mira)



Dice Daniel Defoe (sí, el autor de Robinson Crusoe) en Diario del año de la peste, escrito para relatar la peste que asoló Inglaterra en 1665:

“Todo mal engendra otros males. Estos terrores y aprensiones de la gente la llevaron a cometer miles de debilidades, locuras y perversiones para las que necesitaban no una, sino varias clases de individuos malvados y pícaros que las alentasen, desde adivinos y bellacos, hasta astrólogos que les hicieran conocer su destino, o como se dice vulgarmente, que les dijeran la buenaventura, calcularan sus horóscopos y otras hierbas; y tales desatinos hacían que en la ciudad pululara un enjambre de pretendidos hechiceros y nigromantes, practicantes de la magia negra, que es como la llamaban, y no sé cuántas otras cosas; aún más, hacían pactos con el demonio, mil veces peores que sus verdaderos pecados.”


(El Coloso, de Goya, en entredicho, o de Asensio Juliá)


Cabe esperar que el contagio de E.Coli de los últimos días en varios países, especialmente en Alemania, no produzca efectos semejantes a los que describe Defoe. Es un relato sorprendente, de una agilidad periodística que para sí quisieran los reporteros con censura empresarial de nuestro tiempo. Pero asuntos como el de la bacteria citada, aunque no sean frecuentes en Europa en esta época, revela que no estamos libres del retorno de viejas pestes y sobre todo de la aparición de las nuevas. Producto éstas, probablemente, de mutaciones que nuevos materiales, nuevos sistemas de nutrición y de formas de vida pueden generar sobre los organismos. La higiene no existe al cien por cien y, aunque se extremen las precauciones uno teme que la actual situación de crisis, con su secuela de economía sumergida y de mercados paralelos, pueda facilitar el mercadeo de desaprensivos con productos que escapen a los controles de rigor.




(Del cuadro Las tentaciones de San Antonio, de Jan Brueghel de Velours)


Pero es que, además, con los males siempre ha venido el miedo. El miedo en Occidente ha desplegado un abanico de manifestaciones, que van desde supersticiones religiosas, con sus miedos a Dios y al Diablo, hasta las pestes, las guerras, las sediciones, las hambrunas, las recaudaciones del fisco, los eclipses, la culpabilización sobre las minorías (mujeres, musulmanes, judíos, brujería) etc. ¿Estamos más libres hoy que antes del miedo a nuestras propias circunstancias? El accidente reciente de Fukushima demuestra que no. Cada sociedad y cada época engendra nuevos fantasmas y resucita algunos de los antiguos. La misma reacción de psicosis de una autoridad alemana tratando de conjurar el temor con una falsa acusación sobre los pepinos españoles prueba que a la primera de cambio se opta por el camino tradicional y reflejo. Y más cuando de por medio anda el tema de la política comercial competitiva de los diversos países que, en situaciones como la actual, siempre tiene a quien pesca a río revuelto.


(Bacteria E.Coli)


En el capítulo en que Don Quijote se enfrenta a dos rebaños de carneros, pretendiendo que se tratan de dos ejércitos y él va a tomar partido por uno para intervenir contra el otro, Sancho Panza trata de que entre en razón. Y Don Quijote no duda en responderle: “El miedo que tienes te hace, Sancho, que ni veas ni oyas a derechas; porque uno de los defectos del miedo es turbar los sentidos…”  No me cabe duda de la poderosa razón del hidalgo y, sin embargo, no es precisamente el mejor camino para la cordura desafiar los temores con la perturbación de no ver la realidad claramente. ¿Será ése nuestro sino presente? Cosas veredes y bacterias del miedo acecharán a la condición humana.

jueves, 2 de junio de 2011

Barcelona es bona si la revolta sona


Hay un cierto eco del mayo francés o de las revueltas de Berkeley en la iconografía al uso de estos días. Las protestas de los jóvenes surgidas el 15 de Mayo se conjugan entre la acritud del presente y la desesperanza del futuro. Esas manifestaciones pacíficas  -mal que les pese a la ineptitud de los mandos que cargaron inoportunamente contra los concentrados en la Plaza de Cataluña, en Barcelona-  son persistentes no porque la protesta sea pura dinámica sino porque está siendo racionalizada. Tal vez no se haga de la misma manera y con la misma fuerza en todas las ciudades, pero la gente se reúne para plantearse temas amplios, discutirlos y establecer conclusiones. Se verá el resultado.



Mientras, el enigma se mantiene. ¿Hay algo más que indignación? ¿Más que exhibición de hartazgo? ¿Algo que contenga elementos que encarnen un cambio? ¿Se perfila una dirección hacia donde caminar radicalmente? De momento, las voces se manifiestan. Y también los textos. Los textos se proyectan por todas partes. Decía Josep Renau en 1937: “Alguien dijo que el cartel es un grito pegado a la pared. Y un grito estridente lo oye todo el mundo, quiera o no quiera, tal como se ve el cartel, aun sin querer verlo”. Por supuesto el ilustrador y cartelista Renau se refería fundamentalmente al cartel artístico que se estaba aplicando con finalidad resistente por parte de los artistas, sindicatos y fuerzas republicanas en aquellos momentos transcendentales. Pero hoy, el cartel espontáneo y la pintada arriesgada toman el relevo y se adecua a la circunstancias en las calles de nuestras ciudades.



Y es que ha vuelto la expresión sencilla y manual en todas sus variantes inimaginables: papelina en la pared, trozos de cartón sujetos a una farola o colgando de una rama, sábanas textualizadas, grafitis incisivos, marcas de plantillas…hasta una bata con mensaje en la espalda sirve para dar a conocer situaciones precarias y vindicativas. Las estatuas son enmudecidas y clausuradas en su factura habitual. Se las condena a ataduras simbólicas como para recordar a los ciudadanos que las nuevas generaciones también lo están. Se las coloca caretas o pañuelos que cuestionan los rostros de la falsedad que se vive socialmente. Los árboles se vuelven refugios cómplices de los acampados. El suelo se toma porque es de todos.




Decía también Josep Renau, aun en lenguaje muy propio de la guerra civil: “Se dice que la sencillez y la ternura son difíciles artes, atributos de los grandes espíritus. Y nosotros diríamos que también y sobre todo, de las grandes masas.” Tal vez es esa ternura y esa sencillez en expresarse las gentes estos días cuando alcanzan mayor verosimilitud y honradez. La crítica popular pone el dedo en la llaga al señalar las responsabilidades en la crisis de banqueros, políticos profesionales, medios de comunicación, sistema de enseñanza, empresas de contratación temporal y mercado en general. Hacía tiempo que no se veía tamaña dimensión de desahogo en la calle.



Lo curioso es que toda esta crítica se refleje en medios tan modestos como los que he citado. Cierto que hay un apoyo considerable de fotografía y cada vez más vídeos que se exponen en Internet. Pero la imaginación textual y el simple trazo de rotulador o de impresora reproducen libres expresiones que se agradecen. Muchos de los mensajes producen hilaridad a la primera de cambio, para inmediatamente considerar la buena dosis de razón que llevan detrás (Del estilo de “Mossos Amorosos” o “Prohibido pegar”) Otros son idealistas de la mejor marca (“Nos destrozarán la plaza, pero no nuestros sueños”, tras la carga brutal de la policía de la Generalitat) Otros son irónicos por naturaleza (“Mossos, gracias!!!”) Otros recuperan un estilo épico, más duro y poco condescendiente (“Tu ignorancia me hizo ganar, ahora te jodes”, acompañado por el rostro de un político, o bien: “Si los políticos responden así a los movimientos pacíficos tendremos que volver a las barricadas”, que rezuma cabreo sumo) Otros van en plan justiciero (“Banco rescatado, banquero encarcelado”) Hay carteles que pretenden mordaz y divertidamente ajustes históricos ("Por fin llegó el siglo XVIII a España") Otros más optan por la mejor tradición surrealista (“No hay suficiente pan para tanto chorizo” es un paradigma de este estilo, netamente hispánico) Incluso hay quien en el reino del equipo de fútbol triunfador que es algo más que un club, como reza el eslogan mítico, se permite criticar la dosis de obnubilación que ejerce sobre la sociedad.


Larga me está saliendo esta crónica de observante, pero es que el movimiento del 15 de Mayo, sea cual sea su futuro, se presta a atenderlo. Las imágenes reproducidas han sido tomadas sobre expresiones de estos días en Barcelona-Ciudad Abierta. Supongo que Puerta del Sol y Plaza Catalunya y el montón de ágoras españolas no van a la zaga las unas de las otras. Veremos qué cunde y qué sale de todo esto.