hoy es siempre todavía

domingo, 23 de junio de 2013

Las mentiras en la Historia, en palabras de Ibn Jaldún




Mucho se debate hoy acerca del olvido y de la memoria histórica. Bueno, es un decir que se debate; solo a ciertos niveles de interesados. Pero si algo resulta evidente es que mientras los conocimientos sobre la historia no se profundicen más y no se hagan llegar a la población ésta no podrá tener una idea clara del significado e importancia del pasado. ¿Garantizaría ese conocimiento que el entendimiento entre los habitantes de unos países y otros o en el seno del mismo país resolvería los problemas del futuro? No de manera refleja, pero ayudaría a un cierto grado de comprensión mutua y a evitar tropezar una y otra vez sobre las mismas piedras.  

No obstante, qué descuido y abandono tienen los medios de comunicación en nuestro país sobre un conocimiento aproximativo al pasado. La televisión hace dejación de una labor que podría ser enormemente educativa para la sociedad, si elaborase y difundiese programas sobre la Historia cuyos contenidos no fueran sospechosos de partidismo o doctrinarismo. Probablemente este mismo problema que nos sensibiliza a algunos ya venga de muy atrás.




El árabe de procedencia andalusí Abd-ar Rahman Ibn Jaldún (siglo XIV) en su visión avanzadísima de la Historia (escribió la impresionante obra Introducción a la Historia Universal. Al-Mugaddimah, también conocida como Prolegómenos) ya detectaba las dificultades para ser conocida. Aunque Jaldún, acaso con un exceso de valoración positiva dijera: "La historia es una de las técnicas que se transmiten de nación a nación, de pueblo a pueblo; que en pos de ella van los estudiosos hasta países remotos, siendo esta ciencia anhelada aun por el vulgo y la gente ociosa; compiten en su campo reyes y principales, y es asimilada al propio tiempo por los instruidos como por los ignorantes", tenía claras las dificultades existentes ¡hace seis siglos! ¿Qué diría hoy de saber lo limitado que llega el conocimiento de la historia a una sociedad más pendiente de lo banal que de lo trascendente?    

He seleccionado unos párrafos donde Ibn Jaldún incide en cómo la mentira se introduce en el conocimiento y divulgación de la Historia. Vamos a disfrutarlos.





"...Sabed que la historia tiene por verdadera finalidad hacernos conocer el estado social del hombre, en su dimensión humana, o sea la urbanización y civilización del mundo, y de darnos a entender los fenómenos concomitantes naturalmente a su índole, tales como la vida salvaje, la humanización, la coligación agnaticia (“al-asabiya”), las diversas formas de supremacía que los pueblos logran unos sobre otros y que originan los imperios y las dinastías, las distinciones de rangos, las actividades que adoptan los hombres y a las que dedican sus esfuerzos, tales como los oficios para subsistir, las profesiones lucrativas, las ciencias, las artes; en fin, todo el devenir y todas las mutaciones que la naturaleza de las cosas pueda operar en el carácter de la sociedad. 

Ahora, como la mentira se introduce naturalmente en los relatos históricos, convendría señalar aquí las causas que la determinan: 1° La adhesión de los hombres a ciertas opiniones o ciertas doctrinas. En tanto que el espíritu del individuo es de disposición moderada e imparcial, acoge el relato que se le presenta con el análisis debido y lo examina con toda la atención que el caso re-quiere, hasta conseguir dilucidar la exactitud o la falsedad de la noticia; pero si ese espíritu es susceptible a dejarse influir por su parcialidad de tal opinión o tal doctrina, aceptaría, sin titubeo, la narración que convenga a su partido. Tal propensión y esa parcialidad cubren cual un velo los ojos del intelecto, impidiéndole escudriñar las cosas y analizarlas detenidamente, cayendo así en la aceptación del embuste y su difusión.





La segunda causa que determina el embuste en los relatos es la confianza en la fuente transmisora. Para reconocer si es digna de fe, es preciso recurrir a un examen análogo al que se designa con los términos improbabtio et justificatio. 

Una tercera causa es la falta de reparo en la finalidad que los actores persiguen en los grandes acontecimientos. La mayoría de los narradores ignoran el propósito con el cual las cosas que han observado, o de las que se les ha hablado, han sido hechas; exponen por tanto los acontecimientos conforme al modo de su entender, y, dejándose inducir por sus conjeturas, caen en la mentira.

La cuarta causa consiste en suponer la verdad erróneamente. Esto es un defecto bastante común; proviene, generalmente, de un exceso de confianza en las personas que han transmitido los datos.





Como quinta causa podemos señalar la ignorancia de las relaciones que existen entre los sucesos y las circunstancias concomitantes. Tal se advierte entre los historiadores cuando los pormenores de un relato han padecido retoques y alteraciones. Reproducen, por ende, los acontecimientos tal cual los concibieron, menoscabando la exactitud y la verdad misma. 

La sexta causa estriba en la inclinación de los hombres a ganar el favor de los personajes y figuras relevantes, a efecto de elevarse en posición; se desbordan, por ello, en alabanzas y ponderaciones, enalteciéndoles sus hechos. Los respectivos relatos, plagados de falacia, son objeto de extensa divulgación. En efecto, los espíritus humanos encierran gran pasión por los elogios; los hombres aspiran a los bienes mundanos de toda especie, tales como el renombre y la riqueza; por lo regular, muy poco ambicionan destacarse por las nobles cualidades o por demostrar consideración a la gente de verdaderos méritos. 

Otra causa más, que aventaja a todas las ya expuestas, es la ignorancia de la naturaleza del desarrollo social y sus circunstancias concomitantes. Todo acontecer, sea espontáneo o sea por el efecto de una influencia exterior, tiene, ine-ludiblemente, su índole propia, tanto en su esencia como en la circunstancia concomitante; por ello, si el que lo recoge conoce de antemano los caracteres que se presentan en la realidad, los acontecimientos y los hechos, así como sus causas, ello le ayudaría para analizar y controlar toda especie de relatos y discernir la verdad del embuste, pues tal recurso comprende mayor eficacia que otro alguno."





* Las imágenes son obra de Gabriela Amorós. Ver    http://www.laemocionindomable.com/

11 comentarios:

  1. Qué mente más clara, la de Ibn Jaldún
    Que diría hoy de “los pormenores de un relato” Sabemos que también pueden ser alterados o retocados, pero la tecnología nos permite ver en directo, con frecuencia, cómo se bombardea un pueblo donde la mayoría de los que mueren son criaturas inocentes. Cómo se contara la “Historia en cien años? O quizás no haya necesidad de contarla.

    Las ilustraciones son imaginativas, sorprendentes.

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    1. Veo que captas la capacidad de Ibn Jaldún. Para mí ha sido también un descubrimiento. Uno de esos personajes de los que jamás nos han hablado, pero que SABÍAN, viajaban, vivían, asumían responsabilidades y eran cuerdos. Ay de la tecnología actual, siempre tan dual, para ayudar y para hundir. Nos pone en contacto, pero nos sustituye. Permite reclamar ayudas pero nos vigila. Qué importante es medir su uso, limitarla, reconducirla, no ser esclavos a cualquier precio. También yo me hago tus preguntas.

      Las ilustraciones son bárbaras, sí.

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  2. Sera un lujo poner tu blog en mi lista, que tengo que rehacer pronto.

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  3. la historia se cuenta a manos del vencedor, la historiografía sirve para echarnos cuentas de lo mal que aprendemos a escribirla mientras somos protagonistas, en fin, somos agentes pasivos de nuestro propio e ignorado paso por la tierra
    saludos solidarios

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    1. Condenados a una pasividad a pesar de nuestra actividad...suena a Marx (Groucho) Nos relegan por activo y por pasivo y encima mienten. Importante indagar en los factores cruzados que generan los hechos de los humanos. Algo se avanza.

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  4. Otra razón de peso para matizar la obviedad en la que naufragamos mientras nos elevamos (¿hacia dónde?): Abd-ar Rahman Ibn Jaldún reivindica desde su siglo y su anonimato mediático la necesidad de contruir las alas sobre las raíces. Vivir de solo de futuro no es vivir: no hay destino sin origen. La razón del presente es mirar el futuro desde su pasado. Y para ello hay que reconstruir la historia que los presentas manipuladores han esquilmado, maquillado y humillado.
    Gracias por acercarnos a esta obviedad ignorada. Gracias, también, por permitir que Gabriela Amorós ilustre la necesidad de saber qué hay en el vórtice humano de la confusión humana.

    Juan de Mairena, como siempre, iluminando la oscuridad de lo que creemos saber.

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    1. Gracias, Ábradas. Poco puedo añadir a la idea general que expones. El tema es que la pugna interclasista existe todavía. Y aunque la sociedad se encuentra muy atomizada en sectores, clases, posiciones de clase y demás entidades más o menos concretas o abstractas, sabemos que cada día un sector minoritario se erige en más propietario de haciendas y vidas, que diría el clásico. Y el resto, deambulamos en una susbsistencia entre y contra nosotros mismos que aterra. Cada vez vemos con más claridad (el que quiera ver) la gran jugada de los poderes seculares en España que han propiciado una ignorancia, incultura y analfabetismo funcional que no cesa. No querer saber del pasado se encuadra en ese desdén hacia la experiencia y el conocimiento. No todo se resuelve con sacar la bandera de la monarquía y gritar "zoy españó, españó, ezpañó"...Más bien nada. Una sociedad que se ignora a sí misma tiene mal futuro. Los propietarios de riquezas y de almas (Iglesia culpable de por medio) se frotan las manos cada día.

      La luz está ahí, para quien quiera cogerla, poco puede hacer este pseudo Juan de Mairena como no sea transmitir elementos de opinión y criterio, como tú. Gracias por participar.

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  5. Parece mentira que Ibn Jaldún en el siglo XIV pueda describir con todo detalle la realidad de nuestro siglo, es impresionante.

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    1. Siempre hay gente excepcional que aprovecha los dones de su cerebro, aunque no solo es eso, claro. Me encanta encontrar textos antiguos tan precisos y clarividentes. Buen día.

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  6. No es que sean insobornables, preclaras las tesis de Ibn Jaldún, me gustaría resaltar, dicho con la importancia que supone, que este autor roza incluso la fenomenología pues es, como otros muchos talentos de la historia, una suerte de –si se me permite sin que parezca exagerado- “ooppart” teórico, un hombre se su tiempo pero también fuera de él, las coordenadas de Jaldún quizá sean universales. Y la extensa visión de Jaldún, ese talento fuera de su tiempo –que al fin y al cabo es el talento más valioso que un hombre puede aportar a sus contemporáneos y a las generaciones futuras- digo que es traducido aquí en muchos aspectos como, entre otros, su infalibilidad metodológica; Jaldún es capaz de observar los hechos y de buscar una conexión intrínseca con las posibles consecuencias de un modo inaudito pero certero, asesta directamente al corazón del problema del hombre, detecta su enfermedad y además ofrece y atiende a las pautas persuadiendo brillantemente a fin de evitar el conformismo del hombre y las razones del hombre para combatir contra el hombre. Y es que esta teoría historicista de Jaldún es para actuarla, para llevarla a la práctica y la crítica que encierra en sí misma supone una confrontación directa con el modus vivendi no solo de su época sino también de la nuestra. Es verdad, el pasado está repleto de claves, de síntomas develadores, de hecho quizá no estemos aún preparados -o me atrevería a decir predeterminados- para llevar a la práctica estas “visiones” de disciplina histórica y también esencial. Y ese tono de advertencia ligeramente apocalíptica contrastado con lo actual, dogmático y complejo, humanista de muchos de sus planteamientos lo hacen realmente fascinante (evidentemente ello sí sería herencia del contexto que le tocó vivir).

    Te agradezco haber incluido mis dibujos en esta publicación, es un gran honor para estos dibujos.


    Un abrazo.

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