¿Quién dijo que el debate no estaba en la calle? Decir debate y decir calle pueden ser términos de altura o simplemente fruslerías. Los escépticos cotidianos creemos en la imaginativa capacidad de expresión humana. Pero dejamos de creer en cuanto escuchamos las bocanadas pútridas que algunas gargantas exhalan. Antes, si no entrabas en un bar no te enterabas de muchas conversaciones. Desde que la ley prohibitiva ha expulsado a los fumadores a la calle tienes que oír muchas cosas que de otra manera no tendrías conocimiento. Aunque siempre he dudado que el conocimiento pueda ser hijo natural de las conversaciones entre vinos. Por cierto, la ley prohibitiva ha beneficiado a los bares, les ha permitido ampliar sus metros cuadrados de local a costa de otros vecinos o del transeúnte, en definitiva del terreno público llamado calle. Y los ayuntamientos, encantados de cobrar más impuestos por metros de fachada usurpada. Bueno, suponiendo que los cobren, porque de lo contrario la desfachatez de hosteleros y de autoridades sería bastante abyecta. Una picaresca más, vamos.
Así que salgo de par de mañana y ya tenían montada su tertulia de calle tres o cuatro vecinos avanzados en edad, de voz cascada y flemas permanentes, de esos que son carne perpetua de holganza. Tertulia es un decir, porque sólo uno hablaba y el resto asentía o permanecía impasible. Y hablar también es una ironía porque, a su manera y con un tono categórico de sapiencia de vía estrecha, echaba su mitin. Les estaba instruyendo sobre García Lorca, hecho que, en principio me admiró. ¿Hay quien cita a García Lorca a estas alturas? Mas mi gozo acabó enseguida en el fondo del pozo más oscuro, porque pesqué a vuelo estas frases: A García Lorca, ¿habéis oído hablar de García Lorca, no?, le mataron por cuestiones de herencia y luego, anda, le echaron la culpa a los nacionales…Esta versión postmoderna no la había escuchado todavía y se me encogió el alma. Ciertamente, la calle resulta un campo abonado suculento y próspero. Pero de cizaña, más que de sembrados alimenticios.
Y automáticamente me preguntaba a mí mismo en qué fuentes abrevarán este tipo de seres. ¿En los César Vidal y Pío Mora, alevosos frustrados de la historiografía? ¿En la radio de los obispos y en la prensa amarilla y venenosa que se retroalimentan de la ignorancia política y del fanatismo soterrado más torpe y cruel? Me imagino a ese tipo de personajes de chascarrillo de calle, donde hay que pasar el rato porque les han echado de casa, negando el holocausto nazi, el cambio climático o que la tierra gira en torno al sol. No sé si me entristece más oír esa clase de opiniones estúpidas y desacreditadas o comprobar cómo se resignan algunos humanos a perseverar en la ignorancia, sempiterna fuente de maldad. La vía del fanatismo y la intolerancia está abierta siempre para los intereses más espúreos y demenciales. Caldo de cultivo de los votos más intransigentes.
Una conversación de calle me la trae al pairo. Pero un voto y los que arrastre la desinformación y la mentira me resulta ya grave. El maestro Juan de Mairena probablemente sabía mucho de situaciones análogas. Me le imagino comentando algo como lo que me permito inventar vergonzantemente en su ausencia:
“Si bebéis, bebed vino del bueno. Si escucháis, que sean voces sensatas. El mal vino y la peor palabra sólo conducen al mal cuerpo. Y el mal cuerpo, a la larga, sólo produce la iniquidad.”
(Las ilustraciones que adjunto son obra del polifacético gallego Alfonso Castelao)
Bien lo sabía el sabio. Nada más estúpido que perder el tiempo escuchando palabras necias. Ahora se entiende mejor mi alejamiento. Es que las necias son las que más abundan y puestos a elegir necedad, la mía es la que más cercana se encuentra y de la que más me he de guardar.
ResponderEliminarReferente a lo que dices de los votos ¿y que te esperas de una sociedad como la actual? pues eso, lo que hay, no precisamente una minoría, sino todo lo contrario.
Uff, me ha salido escopetado el comentario. Algo se me debe estar cociendo por los higadillos. Beso.
No hace mucho, cuando el 15 M estaba en pleno fragor,participé en una de esas tertulias callejeras, ante mí un grupo de personas de edad, uno de ellos llevaba la voz cantante en la que ponía a parir al colectivo con argumentos sacados de intereconomía,y de esos seudohistoriadores que quieren cambiar la historia, eso fue lo que me obligó a entrar en ella, el tono se elevó y no aguanté más, me alejé. Desgraciadamente la razón la lleva quién mas gestos hace y eleva la voz, técnicas que también se usar aunque no me gustan, uno ya tiene cierta edad. Hay un problema, la izquierda no sabe como ofrecer sus propuestas, ni denunciar a aquellos que calumnian y mienten con tanta facilidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece ser que las conversaciones más inteligentes se encuentran esconidas...
ResponderEliminarPero el alejamiento, Emejota, tendrá serlo solo de la necedad y los necios, ¿no? Hay otra gente a la que acercarse, con la que indagar y comunicar. Ignorar a los primeros no implica el desaire a los que debemos encontrarnos gustosamente por el camino.
ResponderEliminarLo de los votos lo dejo para las encuestas y el día de los votos. Lo que se produzca será un efecto. Veremos cuánta necedad e ignorancia hay en su momento.
Los problemas son más para largo plazo y no creo que estén en la mano de los que sean votados su solución.
Emilio, hay expresiones y expresiones callejeras. Este tipo de conversación rutinaria de taberna hace tiempo que no me lleva al huerto. Si alguna vez cometí el error de polemizar buenamente con quienes no quieren hacerlo con calma y argumentos, gentes que si no imponen sus criterios burros no saben hablar, lo cierto es que abandoné tal práctica. Pero a veces no puedes evitar conversaciones de paso. Sin más. Mas existe ciudadanía con la que también se puede hablar, con discrepancia y razón, no obstante.
ResponderEliminarDenunciar la mentira, la calumnia
y la actitud torticera debería ser cuestión simplemente ética, más que de izquierda. Pero el norte de la moral de la tolerancia, de la sensatez y de la prospección en pro del bien común se extravió para mucha gente hace tiempo. Han renacido los fanatismos de los tontos. Y eso es preocupante.
Ataúlfa. Lo bueno de los blogs es que esas expresiones escondidas salen de alguna manera a la superficie. Para mí son un placer y un estímulo las opiniones que vertéis cuantos pasáis por aquí, por ejemplo.
ResponderEliminarLa cuestión es que hablar no es fácil. Sólo se puede hacer si quienes se encuentran para dialogar respetan reglas del juego, exponen argumentos, tienen prudencia y tranquilidad. No sé por qué la gente sacrifica sus opiniones a sus intenciones de voto o de preferencia ideológicopartidista cuando en realidad tendríamos todos que estar buscando respuestas a la barbarie y exigiendo a quienes la producen. Al menos todos los que nos debemos al trabajo.
Juan, es verdad que por los comentarios de la gente en la calle, se toma perfectamente el pulso de lo que está ocurriendo en el país, de sus deseos, aspiraciones y desencantos, y claro, se oye de todo. Muy interesante tu reflexión, y además, rematada por las palabras de Mairena.
ResponderEliminarUn abrazo
Conocí a un hombre rudo, rural, de esos hombres a los que la naturaleza les ha dado una capacidad de lógica y raciocionio natural, de los que siempre se mantenía alerta ante cualquier conversación y en la que solo intervenía con un par de frases de las suyas. Pues este hombre cuando escuchaba las meteduras de pata de los que se creían sapientísimos siempre sentenciaba los estúpidos soliloquios de los "eruditos" con un: .... "qué fácil resulta a algunos hablar de memoria". Daba media vuelta y sin más explicación se marchaba.
ResponderEliminarSiempre me pareció un sabio.
Saludos
¡Estupidez!! (RAE: torpeza o lentitud para comprender las cosas)
ResponderEliminaro bien podría ser una cuestión de miopía, puesto que para mejor ver debe tomar distancia.
Que vengan hasta acá (son nada más 12 mil quilómetros) que vemos BIEN la historia.
Y al bestia ese que vilipendió a García Lorca, me lo señalas cuando vaya a tomar aquel café de que hablamos, y tú, solo mira, que puedo solo...
un abrazo mi gran amigo y no ofendas tu tranquilo paseo por las veredas oyendo a los eruditos de la ignoranciestupidez
María. Aunque se toma el pulso, es cierto también que muchos diagnósticos son falsos, equivocados y torticeros. Que hay que utilizar un buen sistema para valorar, si creemos que merecen la pena, o para ignorarlos, si son inicuos. A veces, lo mejor es hacer como si no se oye y olvidar. Pero ¿cómo olvidar que haya gente que piense de esa manera? Eso es lo que me preocupa.
ResponderEliminarLogan y Lory. Qué buen recurso el de ese hombre. Era una manera de decir que esas opìniones ni se contrastaban ni se fundamentaban ni tenían carta de creencia. Frutos más bien de la necedad.
ResponderEliminarGracias por pasaros por aquí, sed bienvenidos.
Omar, qué bueno que volviste, como decían las versiones yanquis de algunas películas de hace cuarenta años.
ResponderEliminarEl caso es que me da la impresión que hay gente que prefiere buscar las justificaciones de una idea fija y retrógrada, bajo la que se cobija, antes que indagar y saber de qué han ido las cosas. Hay gente que no evoluciona por el miedo. El miedo no empuja a la gente a hallar la verdad, previo esfuerzo y exigencia, naturalmente, sino a respaldarse estúpidamente con todas las vilezas al uso.
Triste. Con su pan se lo coman. Mas me empieza a preocupar si veo que cunden esos personajes.
Un abrazo.
Tienes razón, quizá haya sido un comentario fruto de algún profundo dolor no demasiado lejano. Beso.
ResponderEliminarNO pasa nada, a veces las reacciones que tenemos son impetuosas. Eso no quiere decir injustas. Tendrán sus motivos.
ResponderEliminarBuena noche, Emejota.