¿Cabe preguntarse si los versos de Antonio Machado siguen, de manera total o parcial, en vigor?
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios:
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Para quienes crecimos sin saber qué era la democracia ni de qué iban unas elecciones, y desconocíamos el sistema de representación política de europeos y americanos, del que oíamos hablar como de un rara avis, la circunstancia que tendrá lugar dentro de un mes en España debería ser siempre motivo de congratularse. Los medios periodísticos suelen denominar Fiesta de la democracia a unas elecciones, lo cual suena bonito la primera vez que lo oyes. Después, y tal como van las cosas, ya no te parece tan digno de festejar. Y es que hay un abanico de posibilidades restrictivas entre las dictaduras que impiden cualquier votación libre y las elecciones formales de la democracia. De todo ha habido en la española viña del Señor antes y después de 1936: elecciones dirigidas, elecciones aparentes, votos amañados, pucherazos, instrucciones de a quién votar provenientes de una mano caciquil, la actual ley D’Hondt. Procedimientos de limitación y reparto diversos y que hoy con esa ley benefician a los dos partidos mayoritarios y a los partidos nacionalistas a los que en su día se les hizo un guiño desmesurado. Las demás agrupaciones o partidos obtienen siempre un reparto menor de escaños, no obstante los votos importantes recibidos, por causa de la aplicación de una ley injusta. Todo eso ya es sabido.
Ahora, a un mes justo de las elecciones generales, ya empieza a sonar la aburrida música, más que la deficitaria letra, que no se va a cumplir, de la campaña electoral. Por supuesto, el partido que ha figurado como oposición ya lleva haciendo su campaña desde hace cuatro años. Sin hacer propuestas serias y creíbles. Claro que se dirá que para qué iba a hacerlas, si les cunde más el ataque de energúmenos y la ausencia de razonamientos, cuando no el simple callar, en esa carrera desenfrenada por recuperar la influencia de otros tiempos y que habían extraviado un poco. Campaña agresiva, para la que ha contado, como es de recibo, con aliados tan tradicionales y fieles como la Iglesia católica y los sectores ultras. Campaña a la que no ha podido ni sabido reducir sus efectos el Gobierno que agota sus últimos días, en parte por la mala pata del ciclo negativo de la economía y en parte por sus desaciertos al tratar de hacer política de concesiones al sistema en temas fundamentales. Es el problema permanente de la socialdemocracia en cualquier país. Que tiene que gestionar una política de Estado que es subsidiaria de la economía europea y mundial, que depende de los grandes grupos de presión financieros e industriales y que tiene un margen cada vez más reducido para actuar con algún tipo de independencia que le permitiera ser más social. Resulta difícil, si no imposible, llevar a cabo una política social en los márgenes de un sistema que coloca como objetivo fundamental sus propios intereses de beneficio y poder. Si además, la crisis del propio sistema se ahonda, los recursos quedan mermados y la socialdemocracia no sabe ni puede dar satisfacción a las necesidades de las clases trabajadoras, capeando a su vez los objetivos que constantemente exige la patronal y la derecha tradicional. No se puede nadar y guardar la ropa, por mucho que se intente.
Está bien que se celebren elecciones. ¿Pero todo queda ahí? Entendemos que hasta ahora no se había inventado nada más perfeccionado, pero ¿acaso no va siendo el momento de empezar a generar algo más auténtico y más efectivo? Porque el invento se muestra cada vez más descafeinado. La mayoría de la sociedad entra al trapo y se limita a refrendar con su derecho al voto al partido electo. Solo una minoría de españoles intenta ejercer la democracia además de otras maneras. Asociándose, por ejemplo, para afrontar las cuestiones con realismo en la base de la vida social y sugerir medidas. Esta gente es digna de reconocimiento, no obstante el esfuerzo y el clamor en el desierto en que suelen moverse. Votar cada cuatro años no tiene mayor mérito. Pero estar día a día interesándote por los asuntos que compiten a la sociedad para que no te la cuelen es de gran valor. No basta ya con delegar en los elegidos y marcharse a casa.
Hay alegría y expectativa en una de las dos Españas por cambiar el partido del gobierno. Hay preocupación en la otra de las Españas por lo que se intuye que viene, que va a ser duro, antisocial y antiobrero. Para aquellos que se quedan en ver la democracia por encima, esto de los recambios cíclicos es bueno y ya justifica por sí mismo el sistema de representación público. Para quienes saben que tras el control de un gobierno hay intereses profundos y voluntad de ser sobre todo portavoz de los poderes efectivos, el cambio hacia peor implica inquietud. Pero no todo el mundo ve las cosas de la misma manera. Entre el flaco ejercicio de pensamiento que se hace en este país y la nula existencia de un debate razonado y extensivo (ay qué ausencia de debate padecemos, por dejación de los mismos políticos y por desinterés de los medios periodísticos) saldrá lo que salga o lo que saldrá. Que prácticamente está cantado. Un apunte final. Hay que ver qué poco cuenta para los españoles el tema de la integridad moral de sus representantes. Que los innumerables casos de corrupción que han salpicado la política no castigue al partido que más méritos se ha marcado en esa lid hace que uno se intranquilice por nuestra deficiente catadura. Y si hay algo que debería ser un axioma es que sin ética no hay política ni convivencia dignas de tal nombre. ¿Traerán los vientos de la indignación un nuevo espíritu cara a los próximos tiempos?
Querido amigo, los versos de Machado siguen vigentes, como siguen vigentes las distintas formas de entender la política. Llegan las elecciones y casi todo el mundo acepta la debacle de la izquierda. Pero está en juego un modelo de sociedad y cada uno de nosotros tiene la obligación de votar y seguir defendiendo sus creencias. Aquí no valen el escepticismo y la resignación, aunque sea por la memoria de Antonio Machado.
ResponderEliminarNaturalmente, José Luis. Para mí siempre estuvo en juego y en cuestión el modelo de sociedad, con o sin elecciones. No recomiendo tampoco la abstención que, históricamente y en muchos países, incluido el nuestro, ha traído mayores tragedias. Coincido contigo en no resignarnos, claro que no. Pero me permito dar valor al escepticismo, que a mí nunca me ha quitado intenciones ni me ha vuelto pasota, sino que me permite ser más crítico.
ResponderEliminarObviamente, son las encuestas las que hablan de la caída socialista. Y cierta opinión generalizada que otras veces no se masticaba tanto. Pero habrá que estar ahí.
Gracias por tu sesudo comentario. Un abrazo.
Desgraciadamente para mi tengo unas ideas demasiado rígidas con respecto al bipartidismo. He observado que funciona a niveles elementales, que es donde se mueve la mayoría de los seres humanos, y me duelo. Algunos se creen superiores y que trascienden, pero a la hora de la verdad se vienen abajo; otros se mantienen en su idealismo, los menos.
ResponderEliminarEn fin, conmigo se podrían ahorrar todo el gasto que hacen a lo largo de la campaña, tengo la idea muy clara desde hace tiempo y siempre voto al mismo perdedor, por principio. Seguramente si este estuviera en el poder sufriría sus consecuencias, pero mientras sea perdedor hará el mejor papel que le resulte posible.
No se si me explico bien. Beso.
¿Por qué será que uno firma el mismo argumento que expones, EmeJota? ¿Porque somos hijos del mismo tiempo, del mismo pasado, de la misma utopía? Y no lo lamento. Además me gusta ese desenlace tuyo que matizo: si el perdedor estuviera en el poder puede que hiciera lo mismo o análogo. O no puede. Pero si hiciera lo mismo quedaría el margen de quitarle el voto, obviamente.
ResponderEliminarSaludos.
Don Antonio siempre vigente. Y, por suerte, siempre aliento y consuelo en sus versos.
ResponderEliminarLa gente va a votar con desconfianza. Incluso, diría yo, con algo de miedo. Y, como viene siendo habitual en este país, votar al mal menor. Votar como castigo.
En fin. Algunos, sin trabajo, sin convalidación de estudios, sin casa, sin... nada, se nos hace duro votar por votar para después dar media vuelta y...seguir aguantando.
Por suerte, Don Antonio, y tantos otros, siguen vigentes. Escuchemos sus versos y aprendamos de ellos para intentar solventar el día a día...
Un abrazo, PeterP.
Los versos de Machado están vigentes siempre. Saludos
ResponderEliminar"...una de las dos Españas...", poco ha variado a lo largo de este tiempo, ¿no tendremos aquellos que hicimos la transición culpa de ello?, cuando los famosos Pactos de la Moncloa la izquierda hizo demasiadas concesiones que hoy estamos pagando, ¿no estuvimos demasiado silenciosos? ¿porque ahora exigimos a otros el pataleo que no realizamos en su momento?, tenemos lo que hemos cosechado, ¿como cambiarlo?, no lo sé, no veo mucho futuro al movimiento 15 M aunque me gustaría que esta generación consiguiera lo que nosotros no fuimos capaces, una democracia real, aquella que conseguimos fue una mentira cuyos resultados los estamos padeciendo hoy.
ResponderEliminarAmigo Juan, preocupa ver la vigencia de los versos de Machado en estos tiempos de crisis, como también preocupa ver la falta de alternativas.
ResponderEliminarBuenas reflexiones siempre las suyas, es un gusto leerlo.
Un fuerte abrazo
Mi querido amigo Juan de MAirena, lamento deciros que la embriaguez del voto libre, universal y secreto (claro está combinada con la campaña de promesas) es fenomenal, inexplicable en tanto el alcohol etílico no aparece en los análisis.
ResponderEliminarVa esta "Letrilla" para mejor ilustrar:
EL CANDIDATO - Letrilla
quien de cierto desconcierta
con promesas prometidas,
que son verdades mentidas;
aquel de boca muy abierta
que un buen día se despierta,
argullendo extraña treta
blandiendo su papeleta,
el candidato.
convencido ser honrado
de buenos antecedentes;
viene a decir a las gentes
que si le hacen más votado,
tendrán cuanto habrán soñado;
infame ante la luz plena
pues ni cumple ni se apena,
el candidato.
¡prometida esa charla, café o mate por medio!!
un fuerte abrazo, solidario como siempre
DevaneosPPan. Tremendo lo de votar o por castigo o por mal menor...Me pregunto cómo actualizaría su discurso Don Antonio a las circunstancias. ¿Lo actualizaría? ¿O diría: hijos, qué poco habéis cambiado?
ResponderEliminarComparto tu línea plenamente. Seguir leyendo al Maestro.
José Luis. Totalmente. Los versos, los proverbios, su Mairena...Se exige un reverdecimiento de su obra.
ResponderEliminarSaludos nocturnos.
Emilio. Los historiadores te dirían que no se pudo hacer otra cosa. Todo el mundo tenía miedo. Los del viejo régimen a la revancha de los opositores que salían del agujero. Los resistentes a la revancha de los del viejo régimen. Se pactó con temor algo de mínimos. Ninguna de las fuerzas quiso ir más allá. Y encima ETA seguía poniéndolo difícil a todos, a la que "hay que agradecer" que con su existencia y su acción hayan condicionado tanto la política española, principalmente a la política de izquierdas. Es decir, que han sido nefastos. Sí, tal vez estuvimos silenciosos, hasta a los que no nos gustaba la orientación pactista de la Transición nos pudo la impotencia.
ResponderEliminar¿Lo del 15M? Habrá que ver, los procesos transformadores siempre son largos...Paciencia.
María, pero la preocupación no debe ocultar el placer de leer lo clarividente, lo agudo, lo ingenioso, el estilo inequívoco de un crítico medularmente ibero.
ResponderEliminarMientras, reflexionemos. Todo se andará. La vida pertenece a todos.
Buen retrato poetizado, Omar, bueno. Ay de los candidatos y del reparto de cargos. Cuánto vamos a tener que tragar en los próximos tiempos.
ResponderEliminarSaludos desde esta orilla.
Excelente artículo.Por aquí tendremos las elecciones nacionales este domingo y el triunfo del oficialismo seguramente será abultado. El que aparentaría resultar segundo, lejos, es - a mi entender- la única posibilidad de cambio real, no sólo por bandería, sino por modo de hacer política.
ResponderEliminarSería bueno que ante el aparente agotamiento -o estancamiento- de las fórmulas tradicionales, las fuerzas democráticas abrieran nuevas alternativas válidas en el libre juego de manifestarse y participar.
Un abrazo.
Sería bueno, Neo. Sigo vuestro proceso, aunque no cabe esperar mucho. Creo en la política pero el escepticimo(producto de lo que visto y vivido) me torna como poco cauto. Y escasamente entusiasta. Incluso quienes en la oposición parecen lo diferente cuando tocan poder suelen cambiar. Ellos lo llaman pragmatismo. Son necesarios los movimientos de sociedad para obligar a reposicionar a los entres tradicionales o generar otros nuevos. Tiempo al tiempo.
ResponderEliminarBuen día.
Dices que la mayoría entra al trapo votando...si eso fuera verdad, porque la participación no es que digamos apabullante.
ResponderEliminarDe acuerdo en el tema de los debates, pero no sólo en política es que no se debate sobre nada, al menos en tv.
Sonja, bienvenida. No me refería a que acudiera en masa. Sino que que mucha gente va a ir al capotazo (no es que me entusiasmen los términos taurinos, disculpa) que se augura triunfador y a ciegas. La mentalidad de apostar a caballo "ganador", sin preguntarse qué le va a pedir a cambio ese caballo y sin que todavía haya resultado ganador, está bastante extendida.
ResponderEliminarEn efecto, para mí el debate no es una cuestión estrictamente política. Recuerdo hace muchos muchos años un programa titulado La Clave. Tenía sus más y sus menos, pero se hablaba de temas muy diversos y el presentador (Balbín) llevaba a científicos, intelectuales, políticos, etc. No, el debate sobre la vida, la naturaleza y la sociedad estça ausente de las televisiones. Las televisiones son, a mi modo de ver, un despilfarro.
Gracias por opinar.
Neogeminis. ¿No es desmesurada la victoria de la presidenta argentina? A mí me horrorizan esas mayorías extraordinariamente absolutas. ¿Qué pasa?
ResponderEliminarCuidarse.