El historiador medievalista francés Georges Duby fue entrevistado hace más de treinta años por Guy Lardreau, acerca de la investigación histórica, los métodos, los comportamientos sociales, entrevista que se reflejó en un libro, Diálogo sobre la Historia, editado en España por Alianza Universidad. Entre los muchos temas que me han llamado la atención especialmente destaco esta pregunta:
Guy Lardreau.- …¿Acaso no se ve arrastrado, de vez en cuando, a pensar que los sujetos humanos repiten indefinidamente las mismas cosas; que, efectivamente, no hay progreso, y que, como decían los antiguos, nada hay nuevo bajo el sol? ¿Cómo evitar la sensación de que lo que sucede en todo el mundo, donde normalmente hay horror, es increíblemente aburrido y repetitivo? ¿Cómo evitar la sensación de que cuanto más diferente, más parecido?
Georges Duby.- Es evidente, y lo hemos dicho, que los comportamientos de los hombres son en gran medida dependientes de los impulsos que vienen de su cuerpo, cuya regulación responde a un código de naturaleza biológica. Ahora bien, no es posible pensar que el sistema de código, de naturaleza puramente biológica, evolucione en la especie humana con gran rapidez. Parece que, desde el Homo sapiens, hay las mismas reacciones de agresividad, de terror, la misma voluntad de poder en los individuos; son cosas que vienen del ser humano, en su forma corporal; si evolucionan, es un movimiento tan lento que, en la limitada cronología de lo que llamamos la historia, podemos hablar de fenómenos sin cambio ni diversidad en el espacio. Es precisamente en esta parte de la naturaleza en la que se apoya lo que en la historia es la repetición, los gestos repetidos sin fin, con una monotonía desesperante, por el conquistador, el torturador, el misionero, el investigador, el filósofo, el historiador.
Pero la pregunta que usted me hace es grave porque lleva a esta otra: ¿acaso el otro código, el cultural, que sí se mueve, es tan superficial y operante que, muy a menudo, los mecanismos de regulación de orden moral, ético, demuestran ser incapaces de dominar otros mecanismos, de orden corporal o biológico? ¿Constituyen mucho más que una simple cobertura, en todo caso para una gran mayoría de individuos, una especie de pantalla tras la cual se ocultan para responder a escondidas a los impulsos de la naturaleza biológica del hombre?
Un tema para la reflexión personal. ¿Quién no ha pensado muchas veces que parece mentira que teniendo tantos avances técnicos, tantas comodidades, tanta mercancía a nuestro alcance, tantos medios jurídicos y políticos sofisticados, ande todavía la Humanidad como anda? Por una parte, no podemos hablar de una sola Humanidad, puesto que la riqueza, quebradiza, de unas zonas de la tierra no debe ocultarnos las miserias de otras regiones del planeta. Por otro lado, lo que dice contundentemente Duby es que la naturaleza humana y sus apetencias siguen interviniendo y rigiendo decisiva y desgarradoramente sobre las propias creaciones culturales de la especie. Y que los elementos de corte ético desarrollados no están bastando para una reorientación de los objetivos de convivencia y aprovisionamiento de bienes que haga justicia por doquier, y que incluso a la primera de cambio son traicionados incluso en este primer mundo en el que habitamos. ¿Tiranía de la tendencia biológica humana? ¿Está condenada siempre la historia de los hombres a repetirse? ¿O sólo nos lo parece? ¿Cómo poner el cascabel al gato? De momento, los criterios expuestos por Georges Duby me parecen dignos de utilizar en cualquier debate, con ánimo de aproximarnos más a la verdad de las cosas.
(El historiador Georges Duby)
(Los tres fotomontajes son obra de Josep Renau. La imagen del tebeo Hazañas bélicas es de Guillermo Sánchez Boix)
madre mía!
ResponderEliminarsomos en cierto sentido ciclotímicos, y no alcanzo a razonar si ello ocurre por imprevisión, error o recurrencia ut supra.
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tampoco alcanzo a discernir si somos 'La Humanidad', porque deviene de humano y me inculco que humano es lo bueno.
Cuando somos 7 mil millones y no hay una hectárea cultivable para cada uno, como es menester, cuando no hay 4 litros de agua potable diaria para cada uno, como es vital, cuando solo trabajan (excluyo los cagatintas) menos de 2 mil millones (y dentro de ellos millones neo-exclavisados) tengo que arribar a la conclusión que el escenario cambió, que los tiranos cambiaron, pero sigue todo igual bajo el sol -salvo que agravado-
saludos fraternales para vos y tus lectores
Si dios existiera, tras aguantarnos todo este tiempo, estaría tan aburridísimo de su ars magna que ya habría dimitido. Beso.
ResponderEliminarLa pregunta que te haces al principio, es la misma que me he hecho muchas veces: el (aparentemente) escaso poder del arte y el pensamiento para modificar lo peor de nosotros. Visto desde "fuera" sí que pareciera que la humanidad se repita fatalmente, pero, quizás, esta perspectiva externa no sea muy justa o concluyente. A Duby, Deleuze le respondería que la historia no importa, sino el devenir.¿Que la revolución ha fracasado? No importa, el devenir impone seguir haciéndola. Es posible que desde milenios estemos haciendo lo mismo, pero a ello hay que añadir los sueños utópicos y ese mensaje misterioso de signos que se lanza a la eternidad y que es una obra de arte.
ResponderEliminarOmar, justo el uso del término Humanidad en positivo y virtuoso es algo que me escama un poco. No sé por qué le damos ese enfoque principal y constructivo, puesto que lo "humano" también se manifiesta colmado de maldades, desafueros y agravios en grado múltiple. Siempre me intrigó. Creo que solemos equivocar lo humano con lo humanista, y lo humanista conlleva su buena dosis de plaga ideológica no exenta de los mismos defectos que lo "humano". En fin, cosas del lenguaje, supongo, y de un cierto grado de intencionalidad. Nada nuevo bajo el sol, Sísifo en sus reales y los dioses grandes burlándose, como es su costumbre desde el Olimpo. Respecto a los dioses menores (los monoteos) resultaron peores todavía, nos birlaron hasta la gracia y el hedonismo que aquellos podían permitirnos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Emejota, ¿pero quién corrige a estas alturas el mundo del mito? Pues bien, aun olvidado, los acontecimientos y su permanencia recurrente nos llevan a valorarlo, a reconocer que lo que tenía lugar en el Paleolítico respecto a conductas humanas ha devenido en un diluvio universal y perpetuo. Pero al menos, hablamos sobre él. Y deberíamos reirnos más.
ResponderEliminarJosé María. Si la historia es el suceso, el devenir que se convierte en pasado, no debería ser menospreciado, puesto que en ella está la clave del devenir pendiente. Pero lo intrigante es lo que señalas al principio: mucho arte, mucha técnica, mucho pensamiento, mucha ideología...¿para clarificar o para oscurecer? Se me dirá que es la expresión humana tal cual porque no ha podido ser de otra manera. Estrellándose siempre contra la fuerza de la naturaleza. Capas tectónicas versus hombres, volcanes versus hombres...¿hombres contra sí mismos? ¿Será la historia de la Humanidad una huída hacia adelante o hacia ninguna parte?
ResponderEliminarSí, rescato la obra de arte como alternativa al caos. Rescato el amor a la utopía, no obstante sus límites y su imposibilidad de hacer que el mundo vaya conforme a sus sueños. Algo debemos salvar, ¿no?
Un abrazo.