Nuevamente me parece estar escuchando al maestro: “Si las palabras de siempre no os sirven, inventad otras nuevas; si os fallan las nuevas, retornad a las antiguas por si valoráis de otra manera su significante; pero si os traicionan tanto las viejas como las actuales, recurrid descaradamente al cultivo del silencio”. Perdón, porque no son del maestro bueno, sino de este párvulo de vía estrecha al que le gusta también el juego de la retórica, y de paso el de la contrarretórica.
Debe ser por influencia de los mensajes liminares. Lo liminar es lo que está en el umbral de algo nuevo y cuando uno ve en las paredes ciertas frases que hablan aunque parezca que callan, se pregunta si será premonición o surrealismo o lenguaje subliminal (y vuelta a la misma raíz) De todas las palabras que me encuentro pintadas por las paredes las que más me atraen son las que me obligan a dar vueltas y buscar posibles sentidos. Pongo algunos ejemplos cogidos al vuelo de los muros. Leer “Queremos la cabeza de Botín”, pues la verdad lo único que me lleva es a decir para qué puede querer alguien la cabeza de ese señor. Ya se la pedirán en su momento los consejeros de su imperio bancario si el negocio hace aguas. Porque utilizar la metáfora como grito de las masas para cambiar integralmente el sistema, incluído el financiero, pues ciertamente no se escucha precisamente con claridad. Leer un imperativo: “Toma la calle” me resulta nostálgico, suena a mi particular 68 y siguientes, y me pone mal cuerpo. Entiendo que tiene que ver con los movimientos recientes del 15M, pero es que por más que miro no veo a nadie tomando nada.
Leer “Vivir con miedo…etc.”, por ejemplo. Aparte de la sintaxis enrevesada, suena excesivamente sacra, pero me gusta ese puntito de retorno a aquella vieja didáctica ácrata que buscaba la afirmación personal en la condición obrera y la reafirmación de su clase como elemento dinamizador y revolucionario de la sociedad. Mas, ¿sigue hoy en vigor tal precepto? ¿Permanece aquella fe? ¿Está la condición trabajadora de hoy, en su atomizada y contradictoria dispersión, por aunar fuerzas tras objetivos idealistas?
Sin embargo, me intrigan otros mensajes como “Mamá se muere”, porque es literatura pura y probablemente dura. Vincular dos elementos tan íntimos y familiares como la madre y la muerte pueden dar repelús, pero también atracción y morbo. No obstante, enseguida entras en el juego de las preguntas. ¿Se lo dice un hermano a otro con el que no se habla colocando la pintada frente a su casa? ¿Es una señal entre unos y otros clanes mafiosos? ¿Una clave entre iniciados sectarios? ¿Se refieren a una madre metafórica? ¿O no tan metafórica como Gea o la Tierra, por ejemplo? ¿Es una referencia al Estado del Bienestar? ¿Es el primer capítulo de otro que dirá algo así como “Pasa y despídete”? Al final resultará que, como siempre, el medio era el mensaje. Aunque reconozco que el mensaje que más aborrezco es aquel que desde mi infancia más adorna nuestras paredes: “Prohibido fijar carteles”.
Estamos rodeados de mensajes a la deriva. A veces uno piensa, ante determinadas pintadas, si el inconsciente colectivo- y no tan colectivo - aflora y se adhiere a las paredes, a los ricones. Por cierto, el famoso "Prohibido fijar carteles" es un mensaje paradójico: han tenido que colocar un cartel en un sitio en el que está prohibido colocar carteles, tal y como la bomba atómica se lanzó para acabar la guerra.
ResponderEliminarTienes toda la razón, José María. Nos acechan esos mensajes, ¿o es nuestra vida, nuestra circunstancia histórica, la que está a la deriva?
ResponderEliminarY sí, siempre me hizo gracia que pocas veces se ha respetado ese "prohibir fijar carteles". Antes o después, si la pared es tentadora y una pantalla bien visible para la gente, acaba siendo tomada por el cartelismo.
Un abrazo.
Cada quien interpretará los mensajes desde su propia carga de emotividad y experiencia. El plus que cada uno pueda agregarle a lo escrito es lo que enriquece juego.
ResponderEliminarCoincido en denostar lo que implica el "prohibido".
Un abrazo.
Sí mi amigo Juan, inventemos nuevas palabras en la hora del desdén, por ejemplo:
ResponderEliminarSolidaridad, compañerismo, equidad, verdad...¿qué ya existen? pues no, te juro que no existen porque en el mundo individualista, egoísta, monetarista, no existe nada que realmente una, unifique, complemente,
Hoy erigiría una pancarta que diga:
"El no va a venir, no lo esperes. Hazlo tú"
pero descuento que muchos pasarán de largo sin leer, otros lo leerán y no entenderán nada, otros leerán y no harán nada...
Me sentiría mejor siendo hormiga, trabajando codo con codo por el bien común, lamentablemente soy de esta cruel especie.
Abrazo para vos y tus lectores.
Como apunta Omar, esos carteles a la mayoría les pasan desapercibidos. Todo lo que no esté dirigido mediáticamente, no se procesa por la mayoría.
ResponderEliminarY en caso de sea así, siempre habrá alguien detrás manipulando la opinión de la masa.
Es complicado intentar enseñar a aquél que no quiere que le enseñen, que prefiere seguir adormecido o engañado.
La esperanza es que no todos pertenecemos a la masa manipulable...
Neo, supongo que así es. Me pregunto no obstante si todos le darán la relativa importancia que les concedo yo...
ResponderEliminarOmar. Uf, y a pesar de denostar muchos comportamientos de nuestra especie, esa relación de amor y odio que mantengo con ella, me priva la esperanza...Creo que las palabras se irán inventando en función de la necesidd. Ahora estamos en la fase de desamor con las palabras, las intenciones, las aspiraciones. Claro que hay que librar un pulso y no dejar el campo expedito a la demagogia.
ResponderEliminarNo quiero ser hormiga, Omar, no me veo tal.
Un abrazo saludable.
CMG, y esa es la cuestión. Que esos mensajes sueltos, desparramados por las calles, a contrapelo de lo mediático y lo tradicional, pueden quedarse en el retina del viandante.
ResponderEliminarEl problema es también que si todos los que nos consideramos no formar parte de la masa manipulable es, somos, una minoría será, seremos, arrollados por esa masa manipulada.
No quiero ni pensarlo.
Será que ando algo revuelta estos días, pero una lectura tan sesuda de los grafitti y los consiguientes comentarios me han arrancado un recuerdo mil veces infantil: el de mi primera y creo que única pintada en una fachada, con tiza del cole: ...... acababa en "lea". Topico, típico y vulgar, no había mas ni dentro ni fuera. Tampoco existían graffitis ni pintadas por mi barrio. Pura maldad infantil. Beso.
ResponderEliminarEmejota. El "tonto el que lo lea" parece una simpleza; lo es. Pero era como mirarse en el espejo. Yo al principio lo deletreaba; más tarde huía de él...¿huía de mí?
ResponderEliminarClaro que un lema que me traía loco de niño era el que figuraba en un calendario del modesto taller bajo escalera de un zapatero remendón: "hoy no se fía; mañana sí". El lenguaje de Sísifo, tal vez.
Gracias.