En las paredes, tendría que haber añadido al título. Hoy debería escribir poco y dejar a la libre interpretación de cada cual las imágenes. Tengo que decir que, de momento, no me estoy encontrando en mi ciudad pintadas directas sobre la situación económica y social tan peligrosa en la que estamos entrando. O acaso aún no las he visto. Es como si los calígrafos reivindicativos estuvieran expectantes. Mientras las manos que sí tienen mucho que decir esperan, aparecen algunas pintadas inquietantes y de varia interpretación. La que abre el post es extremadamente estentórea. Y es la que me he tomado más en serio por el tono reduccionista e inquisitorial que emplea. Primero, porque la palabra hoguera me horroriza. Este término ha sido utilizado históricamente por un sector de la sociedad española clasista, represor e intransigente, y no me extrañaría que, a la sombra de las críticas que la ciudadanía ejerza sesudamente contra ciertos políticos y gobernantes, pretenda cundir como un grito siniestro de otro tiempo.
Reducir, simplificar y ocultar el sentido de los conceptos es equívoco y expuesto. A veces ese ejercicio tiene éxito entre la masa o una parte de ella. Recuerdo un lema muy difundido, pero con trampa. Se gritó mucho en las manifestaciones del 15M y era aquel que decía que no nos representan. Pero ¿se matizó quiénes no nos representaban? ¿Todos los políticos o solo una parte? ¿Los corruptos, los caraduras, los aprovechados, los miembros de los clanes? ¿Simplemente por haber sido elegidos? ¿No se libraban siquiera ciertos militantes de partidos que honestamente trataban de expresar alternativas? Y a continuación se lanzaba aquella torpe consigna del no votes. Pero no por eso dejó de haber elecciones y salieron los que salieron. Anda, di ahora que estos, te gusten o no, no nos representan.
Volviendo a la fotografía inicial. ¿A quién quieren impresionar los autores supuestamente nihilistas con aires de hijos de Torquemada? Tal vez sea un ejercicio particular de quien aún no entiende que la vida es separar el grano de la paja. Si, por ejemplo, la pintada dijera: políticos, trabajad para los trabajadores o bien políticos, sed honrados, ¿no habría un sentido positivo y paralelamente crítico? En la actual tesitura, nos agrade o no ésta, la pintada inquisitorial me parece vacía, no invita a la participación cívica ni fomenta precisamente la tolerancia. Quien eso escribe ¿quiere hacer deconstruir la política conceptualmente? Poco cabe esperar de quien así plantea los términos del debate. ¿No suena más bien a aquello de juden raus, eso sí, muy al estilo España eterna?
Pongo la última fotografía como una muestra enigmática. ¿De qué signo es la mano que la ha plasmado en el muro? Yo puedo verla desde un punto de vista, pero igual otro paisano la ve desde el opuesto. Dejemos la respuesta al improbable Oráculo.
Es horrible, en lo que me planteas me hallo desde mayo del año pasado, y me llamaron fascista por avisar del peligro y denunciar...cuando a una la apelan con el nombre de lo que precisamente quiere evitar, puedes imaginar el dolor e impotencia que le sobrellega. A estas alturas me sobrepasa. Me ha costado rehacerme.
ResponderEliminarSólo hablo aquí, al lado de tu palabra más mesurada en el tono, que es el suyo, y por el que te estoy muy agradecida, para dejarte mi compañía, estoy contigo en todo lo que mencionas.
Un abrazo, Juan
P.D. los que confunden el uso de la metáfora y la hipérbole, la sinecdoque o la metonimia, los que usan un recurso artístico para hablar de algo tan en este mundo de la costra dura de la nomenclatura, los que usan "el Arte" para la política, aunque fuera con toda la buena intención del mundo, que nunca es tan buena, a esos hay que temerles, o mejor, procurar que no prosperen, es decir enfrentarse dialécticamente a ellos. Así, en esos recursos no sólo literarios sino artísticos en general se han basado todos los autoritarismos políticos. Al final es la ignorancia de la Historia del hombre lo que lleva a la repetición de las mismas catástrofes. la perversión, es decir el uso no para subvertir, sino para extender, o sea, perversión del Arte. Una cosa es la "mentira" del arte que lleva a lo más verdadero, y otra la mentira en "este lugar", que lleva a la manipulación, de ahí a la demagogia, la tergiversación y la barbaridad, y con ella como como decía, la debacle.
Es tan completo, Sofía, tu argumento, que poco puedo añadir. Que además de ignorancia -y no me refiero a las figuras estilísticas que citas- de la Historia lo que hay es muy mala intención. El riesgo del fanatismo es una realidad, más o menos contenida. Uno no puede olvidar imágenes de estos últimos siete años en que la derecha española clerical y beata ha salido a la calle continuamente con sus banderas y sus orates. El fanatismo, la mala voluntad, la perversión de las ideas y del lenguaje, la intolerancia y los mitos (pienso que en este país aún se encuentran arraigados y disfrazados de tópicos y típicos) no conducen precisamente a la convivencia y a un espacio público compartido.
ResponderEliminarCalma.
Hoy no estoy para extenderme de modo que solo dos palabritas, o tres: pena, dolor y despedida que fuerzas apenas me quedan. (No se si por el bajón de la primavera)
ResponderEliminarSuficientes, MJ. Y a recuperarte.
ResponderEliminarCreo que más peligroso aún que el fanatismo que se vuelca en el escrito de una pared, es la causa social y política que lo genera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por supuesto, Neo, además no me creo demasiado esa aparente visceralidad. De momento, ya se irá viendo más adelante. Pero nos convendría no olvidar el papel que juega el lenguaje respecto a las causas sociales y políticas que desatan los poderes. Aquí, en España, de momento la barbarie lingüística se está utilizando volviendo la oración por pasiva: ya no hay empresarios, hay emprendedores; no hay obreros, hay colaboradores; no hay ricos ni pobres, hay clases medias;no hay ciudadanos, sino consumidores; no hay país, hay mercado; no hay valores ni objetivos, hay "marca España", no hay clase obrera, hay material humano o capital humano; etc. etc. etc.
ResponderEliminarYo diría además que aquel refrán "además de cornudo, apaleado" se va a aplicar al máximo. Por ejemplo, se nos pide sacrificios (más) En fin.
Sí, la violencia viene de donde viene. Pero el lenguaje se pone al servicio de la sevicia del poder.
Por cierto, recomiendo con sumo placer, este artículo de Rafael Argullol que aparece hoy en El País. Se titula LA HUMANIDAD COMO NEGOCIO.
ResponderEliminarhttp://elpais.com/elpais/2012/02/28/opinion/1330430182_896848.html
Sumamente bien ordenado, y tiene que ver con el último comentario de antes.
¡carallo!
ResponderEliminarsabes, cuando una piedra cae en la laguna (supongamos que se llama crisis) se forman círculos que se van desconcentrando, y se van, se van lejos del centro.
Los más grandes (es decir los primeros) agobiados por el golpe contra las rocas, quedan exhautos, derruidos.
Los más pequeños, es decir aquellos que están cerca de su estado primitivo, no quieren exparcirse y dispersarse hacia su desintegración.
Y entre unos y otros, y que después de tantas décadas de lucha política y sindical me es sorprendente, los del 'medio', los que no cayeron del todo, ni los que aún están lejos de caer, de allí surgen los 'ultras' de ambas manos.
Es hora de mantener las reservas morales, de replegarse para la organización, de la movilización inteligente y mayoritaria.
Nada de locuras, el aparato de 'darpalos' es impresionante.
Saludos fraternales
Omar. Si no lo sabes, te lo digo: la imagen de la piedra que al caer en las aguas mansas de un riachuelo genera círculos concéntricos es una de mis preferidas. Acaso porque viene de mi infancia del Norte, acaso porque me hacía pensar en su infinitud (que no lo sería pero a mí me lo parecía, y no te digo si eran las gotas de la lluvia las que generaban círculos tras círculos) Me tocas en lo más hondo. Es un símil de la vida también. Formamos parte de esas concentricidades que a veces no saben dónde se dirigen.
ResponderEliminarDe todos modos, no obstante traigo a colación estas fotografías, e sprobable que no tengan la entidad que aparentan a primera vista. Pero por si acaso.
La pintada que reproduce la segunda fotografía: "Hay más que destruir que construir", además de ser una frase estúpida y estereotipada, es errónea. Precisamente hay que hacer todo lo contrario, seguir construyendo civilización y progreso social, a través de la palabra, que es nuestro mayor instrumento. La gente se manifiesta legítimamente. Y lo que necesitamos de verdad es una revolución pero de carácter ético. Lo que yo creo que falta, a pesar de todo, es una teoría político-social clara y lúcida .Ya no hay un Jean-Paul Sartre con nosotros.Y teniendo en cuenta las cosas que están ocurriendo, no veo en el horizonte un intelectual que nos provea de esa dilucidación.
ResponderEliminarJosé María, llevas razón. A mí esa pintada me parece también un juego que pretende "impresionar"...¿a quién? ¿al mismo que ha hecho la pintada y a su acompañante? Creo en la palabra, que tardíamente se ha adaptado a los tiempos en nuestro país (¿han digerido los españoles la Ilustración o todavía no se han enterado de su existencia?) Pero es que la construcción de la civilización y el progreso están en cuestión, yo creo. Habría que deconstruir y revisar esos conceptos, revalorizar los términos o hallar otros nuevos. Fascinado como tú por la palabra, te diré que también la temo. Puede decir en boca de unos lo opuesto a lo que queremos decir otros. La palabra está sufriendo embates fuertes. ¿El principal? Su reduccionismo, su uso para decir aquello para lo que no se inventó, y sobre todo, el descaro con que se utiliza para justificar la inmoralidad. Contigo estoy: sin revolución ética -y ahí la palabra es vital, recuerda a Víctor Klemperer y sus apuntes de un filólogo en la Lengua del Tercer Reich- cualquier teoría nueva que conduzca a una praxis nueva y cambiante no puede cuajar.
ResponderEliminarHaya o no intelectuales que nos iluminen (yo me alimento de algunos, cito, por ejemplo a Paco Fernandez Buey) nuestro esfuerzo no debe caer en tierra yerma.
Un abrazo.
Estoy de acuerdo contigo.
ResponderEliminarLas revoluciones se llevan a cabo con la inteligencia, no con amenazas, porque si yo corto el cuello que me ahoga estoy utilizando la misma mano.
Siempre ,las pintadas callejeras, han sido preámbulo de silencios. Quien escribe tales cosas suele ser huerfano de lecturas. Por otro lado la indignación ha veces sobrepasa a la cordura y cuando te desquicias se hacen cosas que no sirven para nada.
Mejor pensar, actuar con la cabeza, como decía Gandi, no con la fuerza. Y ganó.
un abrazo
Genetticca. Yo he conocido pintadas que venían a cuento, que llegaban en el momento necesario, que suplían la carencia expresiva en otros espacios. Eran preámbulos de voces, de necesidades, de sinceridades, de búsquedas. Lo importante es que los conceptos estén claros. Antes de des-decir.
ResponderEliminarY que la indignación supere a la cordura...pues depende de a dónde nos lleven.
Disculpa que lo vea tan relativo como posibilista. Pero energúemenos y además huecos no quiero, no.
Por de pronto, te cuento d euna noticia que leo esta tarde. El gobierno ha cambiado al director de la agencia EFE, que los últimos años había sido Ález Grijelmo, alguien que se había esforzado en el tema d ela corrección de estilo y de lenguaje periodístico. Lo sustituyen por un exdirector del diario de extrema derecha La Razón. Saca conclusiones. Los energúmenos no necesitan paredes, tienen medios más potentes.
Buen descanso, un abrazo.
Con lo de la palabra me refería a ella tal y como la expone un Gadamer, por ejemplo, no como discurso sino como la base honorable o el instrumento del convenio entre los hombres. Pero para que ello sea posible tiene que haber un auténtico diálogo democrático, y como apuntas, el estado actual de lo que hemos heredado de la Ilustración, es algo vacilante, cuando no, confuso, sometido a nuevas pruebas.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de la revolución ética, una utopía, desde luego, que hay que retomar todos los días.
Gracias por matizar, José María. Por cierto un día encontré esta página sobre Gadamer:
ResponderEliminarhttp://www.uma.es/gadamer/
Soy receptivo a que me recomiendes lo que sea, quiero saber más del filósofo.
Ya ves, lo que planteas sobre un diálogo igualitario es quebradizo en este país, más que en otros de Occidente. Y con la vuelta de tuerca incluso del lenguaje, ni te cuento. Ya se encargan los nuevos mass media de obnubilar del todo a la ¿ciudadanía? (entre interrogación porque es otro término dudoso hoy día)
Las utopías hay que bajarlas del pedestal religioso e incorporarlas a la conducta personal. Tal vez sean entonces solo atisbos de luz ética, pero algo es algo.
Ya me dirás. Un abrazo.