hoy es siempre todavía

sábado, 6 de agosto de 2011

La resurrección de Claude Eatherly o 66 años de Hiroshima

(Claude Eatherly en fotografía de Avedon)


Sesenta y seis años de la barbarie de Hiroshima. Conceder un minuto siquiera de nuestras vidas al recuerdo de aquella obscenidad sangrienta por la que el Imperio norteamericano no llegó a pedir perdón jamás, que yo sepa. Unas obscenidades no suplen a otras, como unos crímenes no anulan los anteriores. También es la historia de un hombre que vivió traumatizado el resto de sus días. Claude Eatherly, piloto de uno de los aviones que participaron en la operación, el que tenía que proporcionar información precisa sobre el objetivo. Tras el crimen la personalidad de Eatherly no fue ya la misma. Pero se elevó por encima de las trampas de la administración militar norteamericana y por encima de su propia crisis interior que le hundió en psiquiátricos. ¿Hasta qué punto lo logró?



Ni siquiera la correspondencia que mantuvo con el filósofo  austríaco Günther Anders (o mejor dicho, de éste con aquél) nos responde con exactitud. Pero a través de esa correspondencia, el piloto Eatherly pudo afrontar su crisis. Aunque ya había cosas que vio con claridad desde el primer momento. Lo claro es lo que turba muchas veces, sobre todo si se siente uno impotente para tomar decisiones y sentirse, por lo tanto, libre.

“…solamente tenemos una vida, y si las experiencias de la mía pueden contribuir al bien de la humanidad, ése ha de ser su fin: no el dinero o la fama, pues yo debo a todos una explicación. Si actúo de este modo, mi vida será un continuado acto de reparación y me sentiré liberado de mi culpa. De estar ligado a otros fines, el dinero que pudiese obtener me recordaría las 30 monedas de plata que recibió Judas Iscariote a cambio de su traición. (Por lo demás, evidentemente siempre me pareció que el verdadero culpable del asesinato legal de Jesucristo fue el sumo sacerdote Caifás, el representante de la gente respetable y buena, en un sentido convencional, de todas las épocas, también de la nuestra) Aunque a esta  gente no se le pueda reprochar lo mismo que a Judas, también ella es culpable, pero en un sentido más sutil y profundo. Es precisamente esto lo que hace tan difícil que la sociedad comprenda el sentido de mi culpa, que yo reconozco desde hace mucho tiempo. La verdad es que la sociedad no puede aceptar mi culpa sin reconocer simultáneamente en sí misma una culpa mucho mayor…” 



Con esta sencillez y claridad expresaba Eatherly en una de sus cartas el fondo de la cuestión que estaba viviendo. Al entrar en la dinámica de la correspondencia con Anders lo hacía también con infinidad de personas que se dirigían a él desde muchos países, principalmente desde Japón, estimulándole y apoyándole en la lucha sin igual contra su mala conciencia y contra la proliferación de armas nucleares.

“…intento dar respuesta a todas las cartas que escribo. Creo que la correspondencia personal es el mejor camino para lograr que los hombres de todos los países del mundo se comprendan. Todos los hombres son iguales (all mankind is alike) No creo que existan líneas divisorias entre los pueblos, el único camino que puede conducir a la paz es la fraternidad y la comprensión mutua, no la guerra. Muchas de estas cartas las escriben jóvenes japoneses. En ella me cuentan que hacen todo lo posible para detener la proliferación de las temibles armas actuales, y que para ellos mis escritos son una especie de estímulo. Esto me hace muy feliz”, comentaba en otra de sus cartas con el filósofo.



¿Quién podría disputarle su esfuerzo y su clarividencia? ¿Un punto de contrición da al hombre la salvación, que se dice en el Tenorio? Y de no haber participado en primer plano en la barbarie, ¿mantendría esa actitud crítica y rigurosa sobre el peligro de nuestros tiempos modernos y del abuso de poder con el armamento destructor de que actualmente se dispone por parte de los gobiernos? Le confesaba a Günther Anders en otra misiva:

“…Nunca sabrás cuánto he necesitado a alguien como tú para mantener vivas mis convicciones. Para la mayoría, mi rebelión contra la guerra es una forma de locura. Pero no hubiese podido encontrar otra manera de explicar a los hombres que una guerra atómica no sólo trae consigo destrucción física, sino que también desmoraliza al ser humano. Me da completamente igual qué piensen los hombres de mi moralidad, si de esta forma puedo causarles perplejidad y lograr que comprendan que no pueden volver a hacerse esto a sí mismos ni a sus hijos”.




¿Quién puede dudar de la entidad ética, del riesgo en su salud y el desprecio en su honor que padeció durante años Claude Eatherly por discrepar y no callar sobre la barbarie contra la población civil de Hiroshima y Nagasaki? Sesenta y seis años después, junto a las víctimas del holocausto causado por Estados Unidos en Japón, el piloto arrepentido bien merece el homenaje de nuestra memoria.


(Las fotografías son obra del artista japonés Eikoh Hosoe)



12 comentarios:

  1. 6 de agosto de 1945
    Hiroshima y Nagasaki
    Un sol de fuego,

    "Violenta luz jamás vista en el mundo, se eleva lentamente, rompe el cielo y se derrumba. Tres días después, otro sol de soles revienta sobre el Japón. Debajo quedan las cenizas de dos ciudades, un desierto de herrumbre, muchos miles de muertos y más miles de condenados a morir de a pedazos a lo largo de los años que vienen."-EDUARDO GALEANO -

    Que no quede en el olvido.

    ResponderEliminar
  2. impresionante...

    ahora estoy leyendo "La obsolescencia del hombre", precisamente...

    salve!

    ResponderEliminar
  3. Tan intenso que duele sin pausa, sin fin, sin más. Beso.

    ResponderEliminar
  4. Un emocionado y oportuno recuerdo
    " Quien olvida la historia, está expuesto a repetirla"
    Admirable escrito
    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Carmela, viene bien un homenaje, viene mejor que la memoria se convierta en un estado de vigilancia permanente.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Bienvenido, Stalker. Qué casualidad. Lo cierto es que Anders no es de los filósofos que más se citen hoy día. Pero ¿a quién se cita? ¿Qué pensadores, filósofos, investigadores reflexivos...son símbolos de la interrogación ciudadana en estos tiempos?

    Salud.

    ResponderEliminar
  7. Emejota, está bien que sepamos que el mundo no es plano. Que hay seres que han estado al servicio de causas nefastas pero que toman conciencia de ello, reniegan y reaccionan. Y resucitan.

    Gracias por pasar por aquí. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. De hecho, Azulceleste, la historia ya se ha repetido. Y s ela ha dejado transcurrir con múltiples barbaries.

    Gracias por acomañar las reflexiones. Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Bombas en Hiroshima y Nagasaki, bombas en Corea, Bombas en Vietnam, Bombas en Grenada, Bombas en Irak, Bombas en Afganistán, Bombas en Libia...siempre a manos del mismo cañonero...
    Ahora, y como nunca antes, malas fotocopias de imperiales intereses, se enchastran las manos de sangre inocente a nombre de la libertad, la democracia y no sé que ochocuartos!!
    Por 30 monedas o por treinta papeles nacidos en una imprenta sin sustento material, la misma inmundicia.
    Salú compañero, seguimos bregando por el hombre que mira y hace por el hombre...

    ResponderEliminar
  10. Excelente post. Grandes verdades que se necesitan refrescar en estos tiempos.

    ResponderEliminar
  11. La culpa del hombre es el castigo más grande que puede tener, si es posible que una carta unas letras o unas palabras nos hagan comprender...pero yo creo que los errores se repiten porque el hombre olvida y no entiende lo que no ha vivido...

    bonito homenaje el tuyo, muy sentido y genialmente hilado..encantada!!

    ResponderEliminar
  12. Lou, bienvenida. El libro con cartas cruzadas entre el piloto y el filósofo Anders no tiene pérdida, pero hay tanto que leer y por leer, que tiene que venir a cuento.

    Mi idea sobre la culpa es muy particular. La mentalidad cultural herdada, la educación infantil y la autoridad paterna (y del Estado, ojo) y la religión patrimonialista de conciencias ha embarullado enormemente nuestro sentimiento de culpa. Una cosa es darnos cuenta de cuando obramos mal y otra zaherirnos, esclavizarnos y hasta enfermearnos con los dogmas de esas instituciones que cito.

    Tienes razón, el olvido, pero además que se trata de un olvido frecuente (recuerda eso de el hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra...¡o mil!) no beneficia para superar y corregir. A veces queremos olvidar, a veces no queremos reconocer que vamos a cometer nuevos errores...tal vez sea ese un precio de la existencia. Pero sin conciencia (que es más profundo) el olvido será un hecho y la no consideración de las nuevas situaciones nos abocarán a fallos, equivocaciones e incluso barbarie.

    Largo debate, y constante.

    Se agradecen tus palabras, vuelve cuando desees. Este blog no existe para imponer nada, sino para expresar la libertad del pensamiento.

    ResponderEliminar