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miércoles, 28 de septiembre de 2011

La felicidad, ah ah ah ah


La felicidad es un viaje que se inicia desde niño. No lo dice Tagore, ni Osho, y dudo que aparezca en el Tao te King. O acaso sí lo han dicho, a su manera, y algún listo del marketing y de los nuevos pontífices de la psicología de ventas se ha apuntado el lema. Pero ahora lo escucho desde un anuncio de los que emiten en televisión. No me quedé con el producto que venden, lo que quiere decir que, de momento, conmigo han pinchado en hueso, pero la frase se me grabó seguramente porque tiene mucho de palabrista. Y los avispados publicitarios saben que si algo aporta la literatura es su capacidad de síntesis. Algo que, obviamente, no todos los que escriben cultivan con acierto. Los publicistas, sí. Buscan redondear una idea, expresarla con mínimo de palabras, incluso resumirla en una sola. En la frase se juega con tres claves harto literarias: infancia, viaje de la vida y ese absoluto a perseguir que nunca se alcanza, llamado felicidad.



Evidentemente, el eslogan es ladino. Proponer como objetivo ser feliz es de lo más tentador para el ser humano. Para el ser humano que aún se crea lo de la felicidad. Se ha incrustado en la esencia del mercado, luego del consumo, luego en el código mental de las gentes. Durante siglos la palabra se ha desconocido en prácticamente todas las sociedades. Las poblaciones se consideraban mejor cuando en la lucha por la supervivencia se alejaban temporalmente de una peste, de una hambruna, de una guerra o de una servidumbre. Dudo que en esas circunstancias la gente hablara de la felicidad. Procuraban el bien día a día y se congratulaban de las mejoras más pequeñas, hasta que las tornas se volvieran nuevamente en su contra.





El empleo y extensión socializada del término felicidad es más bien un factor propio de los tiempos modernos, de las sociedades del consumo y el bienestar. El hombre feliz se convirtió en paradigma del hombre occidental del siglo XX. Ese hombre que se creyó la seguridad, la estabilidad y que tocaba algo de la riqueza desigual. A costa del resto del mundo. Pero el hombre feliz está cuestionándose a velocidades de vértigo. La nueva religión que se paga con Visa a cambio de productos de supermercado puede que aún defina al hombre actual. ¿Por cuánto tiempo tal como van las cosas? Porque las felicidades que proporciona son transitorias, limitadas y escasamente satisfactorias. No hay ningún viaje a la felicidad. Simplemente porque destino tal no existe. Y el mercado nunca será sustitutivo de otros valores que el hombre occidental parece haber abandonado.


(Las imágenes pertenecen a algunas de las obras teatrales del polaco Tadeusz Kantor)


7 comentarios:

  1. Comparto tu opinión, pero es lo que hay, todos nos quieren vender felicidad, seremos más felices si compramos tal productos o si hacemos tal dieta aunque algunas lleven a la enfermedad y en caso extremo a la muerte aunque lo hagas felizmente.
    Debemos de aprender a ser felices, o mejor a estar satisfechos con nosotros mismos sin la necesidad de que nadie nos ofrezca nada, la mayor parte de las veces es humo.

    Saludos

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  2. Das en el clavo, Emilio, porque vincular felicidad con posesión de bienes, personas o cualquier objeto no define el estado de satisfacción. Aunque ya se sabe que mucha gente se justifica solamente con la propiedad de las cosas. Por eso la publicidad triunfa, nos maneja y nos dirige.

    Un abrazo.

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  3. A mi modo particular de ver la felicidad es todo un ARTE, harto doloroso y complicado de trajinar, de interpretar y estructurar adecuadamente los formalismos demás formas exteriores en nuestro interior. Bien conscientes que solo son eso aunque pretendan aparentar o se quieran creer que son lo otro. Beso.

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  4. Me falta un "y": "formalismos Y demás formas externas en ...."

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  5. No me inclinaría a mirar un gusano y perderme el maravilloso espectáculo natural de un ocaso...
    .....
    Mi querido amigo Juan, cuando botaron el Titanic, alguien dijo que ni Dios lo hundiría...¿que esperan para salirse del euro?
    No pueden devaluar, ni ajustar, ni nada, están siendo rehenes de los países ricos ¡por favor!!
    .....
    el abrazo solidario de siempre!

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  6. Emejota. La felicidad como Arte, ah. No sabía. Arte-artificio-artifical. La semántica de las palabras.

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  7. Omar. Aquí nadie espera nada. Nadie sabe ni puede reaccionar. Estamos presos, petrificados, presuntuosos...Más semántica.

    ¿Lo de salirse del euro? No creo que el tema se resuelva así. Los ciudadanos vivimos en galaxias que no nos pertenecen ni por asomo. Somos polvo solar venido a menos.

    Un abrazo

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