hoy es siempre todavía

miércoles, 20 de junio de 2012

Los pillos se pillan




Fuente inagotable y reflejo no solo del pasado español sino del presente arbitrario y querido por los españoles son los aforismos del Juan de Mairena que nos legó Antonio Machado. No me cansaré de echar mano de ellos porque siguen siendo fanal en la oscuridad, paciencia en la turbulencia y templanza en la acritud de los días que nos tocan vivir. Vista la incompetencia de quienes nos gobiernan, algo sobre lo que podríamos ser parcialmente comprensivos si ellos se manifestaran mínimamente honestos y coherentes, no es necesario emplear demasiadas palabras en criticarles y menos en calificarles. Lo que diariamente registran los medios de comunicación sobre sus pasos en falso, su constante desdecirse, su manifiesta incompetencia en comprender lo que ocurre y la tardía y dudosa reacción que ofrecen, más el engaño y el desprecio como táctica contra quienes no piensan como ellos, pero que se torna bumerán contra ellos mismos, está ante los ojos de todos. De todos los que quieran ver y no sean ciegos voluntarios, que los hay en abundancia.





El ridículo que el presidente y su cohorte están haciendo ante los foros económicos y políticos mundiales (nada palomas estos, por otra parte, y hartamente halcones y depredadores), la actitud de decir en un sitio una cosa y ante los españoles otra, las medidas de doble rasero, consistentes en hacernos cargar la deuda privada de la Banca a costa de los sacrificios de los sectores laborales y ciudadanos en general, y el servilismo vendido en una caída sin fondo son un triste y lamentable espectáculo de los pocos meses de ínclita gobernación del país. Para rematar la jugada, porque cada día se produce una jugada nueva, distinta o que rebosa sobre la anterior, ellos, los de la arrostrada valentía patriótica de pacotilla, pretenden escaparse de dar explicaciones. Leo ahora mismo que este año el presidente ha decidido que no tenga lugar el debate sobre el Estado de la Nación (hay que ver qué bonito suena, ¿de dónde se habrá copiado?) Me da igual cómo lo justifiquen; dice muy poco sobre su fe en la Democracia y contiene una dosis enorme de desprecio a los conciudadanos, incluidos los que les votan a ellos. En unos momentos en que se necesita urgentemente que se clarifique la embrollada situación de España donde tiene que hacerse, en el Congreso de los Diputados, que para eso existe, el señor presidente reacciona a la defensiva. ¡Y estos son los que pretenden salvar al país!





Este tipo de gente  -tecnócratas de bajo nivel, politiquillos provincianos (con respeto a las provincias) y caciquiles, profesionales de la política sin mayor afán que perpetuarse como casta, cortejadores y carreristas de la pirámide de su propio partido-   ya fue excelentemente dibujada por Don Antonio en sus escritos, a través de su heterónimo Mairena. Por supuesto que el siguiente párrafo no es aplicable con carácter exclusivo a los políticos y gobernantes del PP, sino que podría aplicarse a todos aquellos que medran y se regodean de la utilización del cargo público para su propio beneficio.


“La verdad es -hubiera comentado Mairena- que la química debe al arte cosmética y al deseo de engañar al prójimo tanto como a la guerra, o al deseo, no menos vehemente, de aniquilarlo. También es cierto que nadie sabe a punto fijo de qué se tiñe y que, en cuestión de afeites, el hombre propone y la tintura dispone.

Hay en el mundo -decía Juan de Mairena- muchos pillos que se hacen los tontos, y un número abrumador de tontos que presumen de pillos. Pero los pillos propiamente dichos, que no siempre son tontos, suprimirían de buen grado la mentira superflua, es decir, la mentira que no engaña a nadie, porque, como dijo un coplero,

Se miente más que se engaña
y se gasta más saliva
de la necesaria.

Pero los tontos propiamente dichos, que son un número incalculable de aspirantes a pillos, se encargan de mantener en el mundo el culto de todas las mentiras, porque piensan que, fuera de ellas, no podrían vivir. En lo cual es posible que tengan razón.”






sábado, 2 de junio de 2012

Un día más de las fuerzas cotidianas




Cuenta Juan Benet en su libro Otoño en Madrid hacia 1950:

“…un par de años más tarde Alberto Machimbarrena y yo fuimos a hacer el servicio militar ordinario, por culpa de nuestras negligencias y a causa también de las pocas simpatías que teníamos por las Milicias Universitarias. Yo me fui con la Infantería a Toledo y él, creo recordar, a un Regimiento de Transmisiones acantonado cerca de Madrid. Durante el período de instrucción, me explicaron en la teórica lo que es la patria. El sargento dijo: “Hoy os voy a explicar lo que es la patria. Con las manos enlazadas a la espalda dio una vuelta al corro de reclutas sentados en el suelo, nos miró con furia y tras elevar los ojos al cielo para solicitar inspiración, dijo: la Patria es nuestra Madre”. Parece ser que la teoría en el regimiento de Alberto era un tanto diferente. Ante idéntica situación su sargento preguntó a varios reclutas qué pensaban acerca de la patria y como no le satisfacieran las respuestas, dijo: “Os lo voy a explicar de una vez para siempre. ¿A que cuando veis a un francés os da rabia? ¿Sí? Pues eso es la Patria”. Y también por aquellos años, Caneja terminaba de resumir nuestras amargas consideraciones con una definición propia, sugerida al cruzar por delante del portalón de una Casa-Cuartel de la Guardia Civil: “Patria es todo lo que no se puede defender con las armas”.





Pienso en ello mientras cuentan en televisión sobre la celebración de no sé qué actos relacionados con el oficio de las armas, donde se exalta en discursos el principio de Patria, sin saber muy bien a estas alturas si sigue siendo el mismo de aquella época que Juan Benet recuerda. Y ya que se empeñan, uno se ve obligado a preguntar si el tema de la Patria tendrá que ver también con la corrupción de los próximos al poder, la defensa de los grandes negocios auspiciados por una banca ladrona y por otras fuerzas vivas arrimadas a las viejas prácticas del negocio concedido delictivamente entre las familias de arriba, con el modus vivendi de ciertos entes trasnochados que presumen de ser el fiel de la balanza institucional o simplemente con el mantenimiento de ciertas castas.

Con una economía al borde de la quiebra no es descabellado sugerirles que se dejen de zarandajas y de gastos superfluos sobre celebraciones. ¿Por qué no preguntar a los mineros asturianos y leoneses sobre su idea de patria? ¿O a los obreros que se van a la calle por los EREs de sus empresas? ¿O a los miles de jóvenes parados o con contratos menos que basura? ¿O a los profesionales de la Enseñanza que ven mermados sus medios y aumentados sus esfuerzos en deterioro de la calidad educativa? Etcétera. Tal vez Caneja tuviera razón. Las armas no defienden la vida cotidiana de la gente. Porque el enemigo de esta está casi siempre dentro de casa. Y se le deja hacer. Hoy es un día más de las fuerzas y el esfuerzo cotidiano de los de abajo. Simplemente.





* Las ilustraciones son obra de Joaquín Aragón Vega.




domingo, 20 de mayo de 2012

El dinero y su rueda, poema de Octavio Paz



¿Acaso hubo tiempos en que se habló con más avidez, frecuencia y angustia del dinero que en estos nuestros? No hay noticia, ya no de cada día sino de cada hora, en la que no salgan las palabras crisis, euros, cotizaciones bursátiles, primas de riesgo, bonos, pagarés, fiscalidad, precios, ahorro de costes, inmersión o emersión de dinero negro…No hay conducta humana que no se cuantifique en dinero. No hay objeto cuyo mérito de realización como objeto no esté desvirtuado por el valor monetario. Por el intercambio, la adulteración, el beneficio desmedido. Quevedo cantó mordazmente aquello de poderoso caballero, pero Octavio Paz, ya en el siglo XX, volvió a incidir en el asunto que lo pringa todo, lo corrompe todo, lo mancha todo, lo engaña todo, lo mata todo. Reflexionemos acerca de la parte IV del poema titulado Entre la piedra y la flor, escrito originalmente en 1937 por el escritor mejicano.





El dinero y su rueda,
el dinero y sus números huecos,
el dinero y su rebaño de espectros.

El dinero es una fastuosa geografía:
montañas de oro y cobre,
ríos de plata y níquel,
árboles de jade
y la hojarasca del papel moneda.

Sus jardines son asépticos,
su primavera perpetua está congelada,
sus flores son piedras preciosas sin olor,
sus pájaros vuelan en ascensor,
sus estaciones giran al compás del reloj.

El planeta se vuelve dinero,
el dinero se vuelve número,
el número se come al tiempo,
el tiempo se come al hombre,
el dinero se come al tiempo.

La muerte es un sueño que no sueña el dinero.
El dinero no dice tú eres:
el dinero dice cuánto.

Más malo que no tener dinero
es tener mucho dinero.

Saber contar no es saber cantar.

Alegría y pena
ni se compran ni venden.

La pirámide niega al dinero,
el ídolo niega al dinero,
el brujo niega al dinero,
la Virgen, el Niño y el Santito
niegan al dinero.

El analfabetismo es una sabiduría
ignorada por el dinero.

El dinero abre las puertas de la casa del rey,
cierra las puertas del perdón.

El dinero es el gran prestidigitador
evapora todo lo que toca:
tu sangre y tu sudor,
tu lágrima y tu idea.
El dinero te vuelve ninguno.

Entre todos construimos
el palacio del dinero:
el gran cero.

No el trabajo: el dinero es el castigo.
El trabajo nos da de comer y dormir:
el dinero es la araña y el hombre la mosca.
El trabajo hace las cosas:
el dinero chupa la sangre de las cosas.
El trabajo es el techo, la mesa, la cama:
el dinero no tiene cuerpo ni cara ni alma.

El dinero seca la sangre del mundo,
sorbe el seso del hombre.

Escalera de horas y meses y años:
allá arriba encontramos a nadie.

Monumento que tu muerte levanta a la muerte.

martes, 15 de mayo de 2012

Entre Caperucita y las advertencias de Pio Rossi





No sé qué hay de Caperucita y el lobo en este cuento cotidiano que vivimos. Una historia de vuelta de tuerca continua sobre la economía de los países. Pero ésta no es una economía abstracta, sino que se manifiesta en cascada sobre cada una de las clases sociales y los ciudadanos. Depende dónde estés en el ruedo social, hoy puedes levantarte con un impuesto más o percibir menos pensión; puedes tener que costear parte de una asistencia sanitaria que ya habías pagado durante tantos años de trabajo o bien quedarte en paro porque el empresario no recibió su crédito a tiempo; te condenan o bien a percibir menos indemnización por año trabajado o a aceptar un contrato basura de las empresas que medran y sacan tajada de la coyuntura; no sabes cómo colocar tus ahorros y tus indeminzaciones porque los bancos y cajas están inestables e imperiosos...Ya digo: vuelta de tuerca sin visos de que acabe. 




Qué jugadas hay detrás y en instancias que nos desbordan a los humanos sigue siendo un misterio. Por más que nos cuenten que es un ajuste de las grandes finanzas, una reducción de litigadores del mercado productivo y bancario, un pulso competitivo con las potencias emergentes nadie sabe a ciencia cierta lo que contiene este monstruo que están generando. Se arriesgan un montón de explicaciones nada convincentes, que acaban enmascarándose entre sí. Que hay un tema de consolidación de propiedad y de poder a gran altura, a través de las hegemonías de ciertos Estados, no parece haber duda. Pero que la mayoría de los estados ya no saben bien a qué atenerse, y algunos gobiernos como el nuestro anda más perdido que otra cosa, lo cual le conduce a ser de los más serviles, es otra realidad donde cunde diariamente más la mentira, la verdad a medias o el oscurantismo más feroz.




Y si éramos pocos y parió la abuela sale ahora el Nobel Paul Krugman, al que vengo leyendo desde hace tiempo, porque aparenta al menos ser un díscolo y disidente de lo que nos mal informan los gobiernos, vaticinando la salida de Grecia del euro, el fin de la moneda única y el corralito en España. ¿Es alarmismo o tiene fundadas razones para sospechar que las cosas van a ir como él dice? Si las cosas llegan a producirse como sugiere, las preguntas que vamos a hacer los ciudadanos van a ser incisivas: ¿nos han estado tomando el pelo las mal denominadas autoridades, tanto las europeas como las españolas? ¿Es el ansia de los grandes o la incapacidad de los pequeños, o ambas cosas? ¿Es la economía la gran y formidable estafa jamás inventada para hacer infelices a los seres humanos? Si lo que cuenta Krugman tiene lugar, y hay altas posibilidades de que no se equivoque, me siento como un cordero dispuesto para el sacrificio en el matadero. Y creo que la sociedad española, que poco y mal está pidiendo explicaciones a sus incompetentes gobernantes, lleva la misma senda.




He aquí las declaraciones que Krugman ha efectuado en su blog del New York Times, y que cada cual se lo crea o no:

"Algunos de nosotros hemos estado hablando del tema, y creemos que el final del juego será algo como esto:
1. Salida griega del euro, muy posiblemente el próximo mes.
2. Cuantiosas retiradas de fondos de los bancos españoles e italianos, a medida que los depositantes tratan de llevar su dinero a Alemania.
3a. Tal vez, solo posiblemente, se impondrán controles de facto, con los bancos prohibiendo transferir depósitos fuera del país y limitando la retirada de dinero en efectivo.
3b. Alternativamente, o tal vez a la vez, el BCE realizará fuertes inyecciones de crédito para evitar el derrumbe de los bancos.
4a. Alemania tiene una elección. Aceptar indirectamente las reclamaciones que se hacen sobre Italia y España —además de realizar una drástica revisión de su estrategia— básicamente, para darle a España alguna esperanza y poner en marcha garantías a la deuda para mantener bajos los costes de endeudamiento y permitir una mayor inflación en la eurozona para posibilitar el ajuste de precios relativos, o:
4b. Fin del euro. Y estamos hablando de meses, no de años, para que esto ocurra”



En fin, que los acontecimientos que vivimos diariamente, entre el sobresalto y la desconfianza, me hacen recordar ciertas palabras de Pio Rossi (1581-1667) en su Léxico de la palabra.

“Engañar. ¡Tantas sombras para engañar tantas miradas! En las ciencias, que tienen por objeto la verdad, uno se equivoca hábilmente, pero ya en las discusiones que se derivan de ellas se manifiestan la falsedad de los argumentos y las sutilezas sofistas: ¿cómo serán entonces las engañifas de los hombres entre ellos? Si uno se equivoca en el razonamiento, ¿qué pasará en el comercio? Si el filósofo nos confunde con sus sofismas, ¿qué hará el traficante por interés? Si el engaño domina la teoría, ¿qué sucederá en la práctica? La conversación del hombre, que debería ser su ocupación y su sostén es por desgracia su ruina. Estamos más seguros relacionándonos con animales irracionales que con los hombres. Daño y confianza se suceden. Entre tantos errores humanos, es peligroso vivir con la sola inocencia de uno, escribe Tito Livio. Es necesario desconfiar de la vida para confiar en la vida, es decir para vivir en los tiempos modernos. La vida es tanto más segura cuanto más nos apartamos de ella.”

¿Cómo hemos llegado a este estado de cosas en que nos dejamos engañar como especie dócil y perpleja, para la que no valen ni las advertencias, ni los errores del pasado ni la conciencia de los propios actos?




* Las imágenes son parte de la obra del polifacético y malogrado artista aragonés Víctor Mira.


viernes, 11 de mayo de 2012

Ciudad de casinos: barra libre




"-       Quién es aquel caballero? Pregunté al ver pasar con la rapidez de un relámpago  un elegante tílburi que guiaba con arrogante ademán un joven muy bien vestido. Es algún banquero?
-         Nada de eso, respondió el amigo con tono desdeñoso: es un Jugador.
   Poco después llamó mi atención un hombre sentado en un banco de piedra en uno de los    extremos del   paseo. Su exterior era pobre, pero había en sus miradas y en su fisonomía no sé qué expresión de descontento y altiva aspereza que contrastaba singularmente con la humildad de su traje. Parecía que solo el acaso le había llevado allí, y conocíase que su alma gastada o encontrada en un sentimiento profundo, era insensible a las expresiones externas.
-         ¿Quién es ese hombre, pregunté con interés, que parece abrumado por el más amargo infortunio?
-         Un Jugador, me volvió a responder mi amigo con tono de desprecio.
-         ¡Un Jugador! exclamé sorprendido. Triste es sin duda su condición entre los hombres: ni alcanza consideración cuando prospera, ni inspira lástima cuando la desesperación le abate."

Así describía el artículo costumbrista El Jugador, de Leopoldo Augusto de Cueto, a un prototipo de ciudadano del siglo XIX. Aparecido en 1843 en Madrid como parte de 98 tipos de 51 autores diferentes en el libro titulado Los españoles pintados por sí mismos.



No sé si el viejo modelo de jugador se reproducirá tal como relata el autor costumbrista. O si nuevos modelos de tahúres, con menos seny y con más chequera mafiosa, pasados por su adecuada combinación de alcohol y coca, serán los que cundan en la comunidad de Madrid. Si es que se lleva adelante el proyecto de instalar un área de casinos, con el cual cierto promotor americano de Las Vegas trata de seducir a las autoridades para instalarse. A cambio, eso sí, del oro y el moro. De todos modos la opacidad con que las administraciones involucradas llevan el tema es vergonzosa. Recordemos que el partido que gobierna suele presumir de patriotismo; aunque supongo que un patriotismo más de chequera y de utilización de fondos ajenos que de otra cosa. Por lo que uno deduce que si se deja llevar al huerto por la avaricia del empresario norteamericano estaría vendiendo descaradamente parte del país. 




Es probable que la actitud “inversora” de Sheldon Adelson sea la de aprovechar la crisis española para imponer su negocio. Si se le concede todo lo que pide, el gobierno pasará por ser un gobierno de primos. Con el señuelo de que creará puestos de trabajo  -puestos de trabajo nada productivos, sino vinculados al juego-  se estará contribuyendo posiblemente a una nueva burbuja. Pero la ceguera es un riesgo constante en este país de tuertos. Así que de momento, el capitalista americano intenta varias jugadas de ruleta. Parte de la inversión sería financiada, por lo que quiere que el Gobierno español le avale un préstamo considerable ante el Banco Central Europeo. Que se le garantice toda la infraestructura alrededor de ese megacomplejo de casinos. Que se le exima del pago de cuotas a la Seguridad Social. Que obtenga una bonificación del 50% del Impuesto de Actividades Económicas. Una exención por diez años del IBI (casi como a la Iglesia), más otras bonificaciones sobre el Impuesto de Incremento del Valor de Terrenos y sobre el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales. Como bien dice una asociación creada para oponerse al proyecto de los megacasinos, la Plataforma Eurovegas No, de darle todo lo que pide se estaría creando un auténtico paraíso fiscal en el corazón de España 




El tema es grave, porque no se trata de lo que pide y lo que se le dé. Es que va a condicionar una gran superficie de terreno, para lo que habría que modificar leyes de conservación ambiental y de usos. Va a alterar las relaciones laborables, puesto que el tal Adelson desea también que las leyes laborales españolas no se apliquen en su territorio salvaje. No quiero pensar en la perspectiva que se depararía con la excusa del dinero que va a correr y el trabajo que va a crear (y a qué precio se pagará toda esa mano de obra) La sombra de un territorio abierto para blanquear capitales, favorecer el crecimiento de mafias y el fraude fiscal estaría garantizada. Todo huele a venta del país por parte de los actuales administradores públicos y a barra libre para los negocios fáciles. Quien desee mantenerse informado puede pasar por el blog http://eurovegasno.blogspot.com.es/





* Salvo la última ilustración, que pertenece al libro Los españoles pintados por sí mismos, el resto son trabajos de calle de Ginés Martínez. Ver http://gines.org/


sábado, 5 de mayo de 2012

La avaricia y los riesgos laborales (A propósito de un crimen en Toledo)





Desde la antigüedad más lejana se ha trabajado en este mundo bajo la espada de Damocles de la necesidad, de la herida y de la muerte. Albañiles, peones, mineros, herreros, armadores, carpinteros, carreteros, campesinos, vaqueros…todo tipo de oficios se han debatido entre el esfuerzo y el riesgo de salir con vida de sus quehaceres. A mayores de las otras clases de contingencias: las hambrunas, los climas destructores, las enfermedades, la escasez de trabajos y obras, las guerras. Aunque en nuestros días hay empresas punteras que vigilan las medidas de seguridad e higiene en sus factorías, hay otras de menor envergadura que no quieren destinar inversión a las condiciones de trabajo de sus empleados. Por no citar las subcontratas que utilizan mano de obra de inmigrantes sin vigilar ni garantizar esas condiciones. Y hablo de nuestro espacio occidental. Porque nos siguen llegando imágenes de mineros de Sudamérica, de los garimpeiros brasileños, de los niños utilizados como mano de obra en fábricas de calzado deportivo de Asia o en la fabricación de ladrillos o adobe en África. Hay un panorama mucho peor por ahí fuera.




Es probable que se siga discutiendo sobre si primero es el huevo o la gallina en el asunto de los accidentes laborales. Si los obreros bajan la guardia o si los empresarios no toman las medidas oportunas. Soy de la opinión de que, por principio, la responsabilidad recae en los propietarios de los medios productivos, distribuidores o de transporte. En ellos está el cumplir las leyes, aplicar los cuidados y hacerlos cumplir. Disponer recursos y destinar parte del capital a hacer lo posible por evitarlos. Mas, ¿cómo se enfoca el tema cuando tiene lugar algo como el atraco eb esa entidad bancaria de un pueblo de Toledo donde ha muerto una limpiadora? Supongo que el tema hará meditar a los banqueros y a las empresas de limpieza. Todo es previsible. Aunque las medidas de seguridad en los bancos ya se extremaron hace tiempo, ¿por qué fallan a veces causando daños colaterales?





El riesgo de los banqueros es menor que el de los empleados. Aquellos están para lo fundamental del negocio. Protegidos en sus cubículos, a buen recaudo como sus dineros, blindados por sus buenas dotaciones económicas. ¿A la mujer de la limpieza de esa caja de ahorros de Toledo le tocó la china porque estaba en el lugar inadecuado en el momento inoportuno? Igual hay quien cínicamente lo dice. Pero todo lo contrario: ella estaba haciendo lo que hacía todos los días y en su tiempo laboral. Y nada era al azar. Tiene narices la cosa que, al final, en esta dialéctica siniestra entre los que quieren obtener dinero de formas legales y los que tratan de conseguirlo ilegalmente, repercuta la desgracia sobre la gente común.





Hay una recíproca atracción entre los lugares donde circula el dinero y los desalmados que lo quieren obtener con facilidad y sin escrúpulos. En eso se parecen unos y otros. Las armas son diferentes, el resultado inmediato es diferente, pero la ansiedad bancaria y la de los atracadores beben en fuentes análogas. ¿Quién paga el pato al final? Desde el punto de vista de la situación económica del país los que tienen ahorrillos, quienes necesitan créditos, cuantos se embarcan en inversiones y productos torticeros y mal explicados por los propios bancos. Pero si te descuidas hasta te puedes encontrar lo menos deseado si estás para pagar un recibo ante una ventanilla o haciendo la limpieza del local. Los tiempos actualizan las viejas perversiones y reactivan los riesgos. Toca aumento de la ambición y de la avaricia. Otro de los efectos de la crisis que puede ir a más. Si los gobernantes creen que se resuelve el problema con cárceles y leyes penales más duras, aviados estamos.


  


* Las ilustraciones son de Luis Scafati, http://luisscafati.blogspot.com.es/


martes, 1 de mayo de 2012

Pintan bastos




Asusta pensar hasta qué punto pueden los hombres propugnar la paz y trabajar para la guerra futura, defender el orden social establecido y contribuir a su más implacable subversión; aterra pensar cuánta es la fe de la política europea en la retórica mala, en la virtud de las palabras horras de todo contenido, como parapetos defensivos contra las realidades futuras, como banderas para alistar incautos, o como armas arrojadizas con que achocar al adversario.


Si este párrafo lo dejara tal cual, sin comillas ni cita de autor, ¿quién podría averiguar que no se está hablando del presente? Y no obstante, el párrafo es del Juan de Mairena de los últimos años de la vida de Antonio Machado. Que eran, a su vez, las vísperas de la gran barbarie europea. Pero el tufo de la siniestra crisis europea de nuestros días, que nadie acierta a precisar con exactitud ni su dimensión ni su tiempo, me lleva a meditar las palabras del poeta español.



Cuando lo que está pasando resulta oscuro e ininteligible para los ciudadanos. Cuando las medidas que se toman y los efectos que se derivan son principalmente contra los ciudadanos. Cuando el precio que hay que pagar por solventar las dificultades de los sectores financieros y de la hacienda de los Estados va a correr a cuenta del ciudadano común, ¿no estamos viviendo ya el principio de una especie de situación de enfrentamiento, posiblemente a varias bandas, que aún no se define ni se manifiesta en todas sus peligrosas posibilidades? La inquietud, el enfado y el desconcierto crecientes entre la población, contenidos o alimentados desigualmente en unos u otros países, pueden traducirse en un comportamiento menos pacífico que la mera protesta, de no cambiar el rumbo los dueños del FMI, del Banco Central Europeo y de los Estados que cortan más el bacalao en Europa.     
  



De un tiempo a esta parte me encuentro a amigos que con frecuencia echan las muelas por la situación del país. Gente sencilla y generosa que lleva toda la vida esforzándose, soñando con que alguna vez las dificultades se solventarían y que las escaseces, penurias, carencias e inseguridades sufridas en carne propia en el pasado no se volverían a conocer. Esos cuatro términos no quieren decir lo mismo, aunque lo parezca. Y en ellos se engloban tanto las necesidades más elementales de subsistencia alimentaria o de hábitat, como las de disponer de trabajo, de conocimientos, de estar atendidos ampliamente por el Estado para el que se tributa espléndidamente o disponer y ejercer las libertades. Ese tipo de personas están sufriendo mucho últimamente por lo que ellos consideran retroceso en el peor sentido del concepto, y algunos empiezan además a expresarse con una virulencia, cuando no odio, que les hace perder su referencia pacífica al expresar su descontento. Es decir, hay gente que empieza a insinuar el uso de otros medios de autodefensa nada legales  -la licitud es otro asunto a tratar aparte-  si los gobernantes se empeñan en atornillar las vidas e ignorar los argumentos y el descontento de los sectores sociales. Puede que esa gente hable con la boca grande, como desahogo, pero el espíritu les arde.




Malo sería entrar en terrenos de expresión violenta, porque entrar es fácil, pero conduciría a una espiral de la que se sale mal, generando además mucho sufrimiento, proporcionando a mayores a los gobernantes motivos con los que harían demagogia y justificarían sus actos represivos. Resumiento: hay ya un sector importante de la sociedad que se siente agredido por la casta que gobierna el país. Nadie desea el desencadenamiento de la violencia de los de abajo. Pero tal vez es el momento de recordar que la violencia es ante todo una conducta larvada, pertinaz y vinculada al ejercicio del poder. Que el poder encarna violencia latente por su propia existencia y condición de imponerse sobre la ciudadanía. Mientras una sociedad se mantiene en un equilibrio más o menos estable, la fuerza bruta permanece agazapada en los cubículos de las castas oligárquicas y del Estado. Pero cuando la falta de trabajo, por citar el caso más escandaloso, lleva camino de convertir a seis o siete millones de ciudadanos en un ejército desesperado de parados, ¿qué cabe esperar?




Pintan bastos. Ya lo ha dicho en plan chulesco el ínclito presidente del Gobierno de España: con el consejo de ministros de cada viernes, un nuevo recorte. La atrocidad no va a parar. Hoy es Uno de Mayo, miren qué casualidad. Si alguien pensaba que el Uno de Mayo era una monótona fiesta ritual o una excusa sindicalista o una fecha sinsentido o algo que había pasado ya a la historia, que medite sobre lo que acontece. Por que esta suerte de infelicidad en ciernes sobre la sociedad española puede estar haciendo renacer un símbolo que ha permanecido aletargado. Conviene abandonar la ingenuidad: hay que preguntarse y responder quién carga el arma de la inquietud social, de la inseguridad colectiva y del cabreo generalizado






* Las obras plásticas adjuntas pertenecen a la serie Náufragos del pintor mejicano Sergio Garval.


martes, 24 de abril de 2012

Los inmigrantes y un poema de Brecht





Vivimos tiempos en Europa en que los populismos de ciertos gobiernos y de algunos que pretenden acceder a ellos claman cada vez más contra el inmigrante. Ver como enemigo a aquel que llegó para hacerse cargo de trabajos que muchos de dentro no querían es lo que se lleva. Y, lo que es peor, lo que empieza a fomentarse desde esas instancias políticas que, en su inutilidad por reconducir y solventar los problemas, buscan el caldo de cultivo del miedo, la inseguridad y la disputa de los puestos de trabajo con objeto de obtener votos. En España la falta de trabajo en general ha producido una especie de autorregulación, de tal manera que muchos inmigrantes que se instalaron legalmente vuelven a marcharse. Pero cuando se trata de hacer de los presupuestos del Estado una suerte de acoso y derribo sobre la ciudadanía, recortando por doquier las inversiones sociales y asistenciales, ya empiezan a decirse cosas como que los inmigrantes abusan de la sanidad pública, y se toman medidas para que los irregulares no sean atendidos. Después, ¿por dónde seguirá la perversidad de las decisiones autoritarias?




El tema está caldente y en nuestro país que, desgraciadamente, ha sido un país de emigración y de exilio, adquiere una dureza superior. Una sociedad azotada durante siglos por fuertes migraciones no debería olvidar lo que eso significó para tantas generaciones. El fenómeno de la condición del emigrante ya lo trató Bertolt Brecht que escribió el poema titulado Sobre la denominación de emigrantes.

"Siempre me pareció falso el nombre que nos han dado: emigrantes.
Pero emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos salido voluntariamente
eligiendo otro país. No inmigramos a otro país
para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido. Expulsados somos, desterrados.
Y no es hogar, es exilio el país que nos acoge.
Inquietos estamos, si podemos junto a las fronteras,
esperando el día de la vuelta, a cada recién llegado,
febriles, preguntando, no olvidando nada, a nada renunciando,
no perdonando nada de lo que ocurrió, no perdonando.
¡Ah, no nos engaña la quietud del Sund! Llegan gritos
hasta nuestros refugios. Nosotros mismos
casi somos como rumores de crímenes que pasaron
la frontera. Cada uno
de los que vamos con los zapatos rotos entre la multitud
la ignominia mostramos que hoy mancha nuestra tierra.
Pero ninguno de nosotros
se quedará aquí. La última palabra
aun no ha sido dicha."

Nuestros gobernantes deberían palparse la ropa porque, como dice el poeta alemán, la última palabra no ha sido dicha todavía en el camino de injusticias y agravios de los hombres. De los de fuera y de los de dentro. La vida da muchas vueltas y el rencor permanece parejo a la necesidad.




* La obra reproducida es de la artista Mery Maroto.



viernes, 20 de abril de 2012

La montería africana y el Quijote



(Escena rupestre de caza del Neolítico africano)


Sospecho que el capítulo bochornoso del Rey de España cazando en Botswana pasará a formar parte del anecdotario histórico. Mi vecino piensa que no hay por qué rasgarse las vestiduras demasiado. Y añade que esa acción, con todo lo que cueste el desplazamiento y los cuidados hospitalarios posteriores a su accidente, más el espectáculo fotográfico del elefante caído, no es ni más ni menos bochornosa que otras que han venido ejecutando los miembros de la familia. El asunto es que hoy día las monarquías, afortunadamente, ya no son lo que eran. Tiempos aquellos en que un monarca podía fulminar a un súbdito o a una legión entera de súbditos, sin rendir más cuentas que ante Dios y la Historia.




Sobre el tema se ha hablado mucho estos días y, tranquilos, que por mucha opinión pública que haya ejercitado la degustación de la crítica fácil o de la sesuda, un capítulo como el de Botswana no va a acabar con la institución monárquica. De hecho, estoy convencido de que en breve se va a producir una campaña de defensa y prestigio de la realeza, probablemente con la abdicación de Juan Carlos I y la asunción del rol por parte del sucesor. Una tangada que cambie los actores para que la representación permanezca.




Miren ustedes. A mí me hubiera gustado un punto de contrición rebelde en este rey que tenemos. Su puesta en escena pidiendo perdón me ha parecido lamentable. Era como ver a un chico de colegio, al que le presionan con un castigo superior, agachado y sometido. No sé hasta qué punto se lo habrá creído él, pero su petición de perdón y reconocimiento del error (¿no venían a cuenta ahora otros errores?) huele a punto de partida de ese proceso de presunta regeneración de la Casa Real. Uno, que no es proclive a que se mantenga una institución inservible en estos tiempos, hubiera deseado ver a un rey enérgico, que pasa de todo, y hasta chulesco, sacando un remedo de pecho absolutista. Habrá quienes quieran observar en el gesto del rey un gesto bondadoso, simpático y condescendiente con sus súbditos, a los que hay que ganar de nuevo. Hay quienes creemos que se ha tratado del prólogo de un guión que tratarán de llevar adelante con apoyo de los dos partidos mayoritarios porque, eso sí, de seguir los miembros de la monarquía por esa senda de despropósitos que van jalonando, su misión del cargo podría acabar antes de lo previsto.




En el capítulo XXXIV de la Segunda Parte de Don Quijote de la Mancha figura una escena de montería que para sí quisiera seguir como lección el Rey de España actual.

“…En esto atravesaron al jabalí poderoso sobre una acémila, y, cubriéndole con matas de romero y con ramas de mirto, le llevaron, como en señal de vitoriosos despojos, a unas grandes tiendas de campaña que en la mitad del bosque estaban puestas, donde hallaron las mesas en orden y la comida aderezada, tan sumptuosa y grande, que se echaba bien de ver en ella la grandeza y magnificencia de quien la daba. Sancho, mostrando las llagas a la duquesa de su roto vestido, dijo:

 —Si esta caza fuera de liebres o de pajarillos, seguro estuviera mi sayo de verse en este estremo. Yo no sé qué gusto se recibe de esperar a un animal que, si os alcanza con un colmillo, os puede quitar la vida. Yo me acuerdo haber oído cantar un romance antiguo que dice:

De los osos seas comido
como Favila el nombrado.

—Ese fue un rey godo —dijo don Quijote— que yendo a caza de montería le comió un oso.

—Eso es lo que yo digo —respondió Sancho—, que no querría yo que los príncipes y los reyes se pusiesen en semejantes peligros, a trueco de un gusto que parece que no le había de ser, pues consiste en matar a un animal que no ha cometido delito alguno.

 —Antes os engañáis, Sancho —respondió el duque—, porque el ejercicio de la caza de monte es el más conveniente y necesario para los reyes y príncipes que otro alguno. La caza es una imagen de la guerra: hay en ella estratagemas, astucias, insidias, para vencer a su salvo al enemigo; padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agilítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos; y lo mejor que él tiene es que no es para todos, como lo es el de los otros géneros de caza, excepto el de la volatería, que también es solo para reyes y grandes señores. Así que, ¡oh Sancho!, mudad de opinión, y cuando seáis gobernador, ocupaos en la caza y veréis como os vale un pan por ciento.”





* Los relieves escultóricos pertenecen al arte asirio.

miércoles, 11 de abril de 2012

Thoreau y Gandhi, a la cárcel


(Imagen del fotógrafo griego Stelios Tsagris)

 


"¿No puede haber un gobierno en el que las mayorías no decidan de manera virtual lo correcto y lo incorrecto sino a conciencia? ¿En el que las mayorías decidan sólo los problemas para los cuales la regulación de la conveniencia sea aplicable? ¿Tiene el ciudadano en algún momento, o en últimas, que entregarle su conciencia al legislador? ¿Para qué entonces la conciencia individual? Creo que antes que súbditos tenemos que ser hombres. No es deseable cultivar respeto por la ley más de por lo que es correcto. La única obligación a la que tengo derecho de asumir es la de hacer siempre lo que creo correcto. Se dice muchas veces, y es cierto, que una corporación no tiene conciencia; pero una corporación de personas conscientes es una corporación con conciencia. La ley nunca hizo al hombre un ápice más justo, y a causa del respeto por ella, aun el hombre bien dispuesto se convierte a diario en el agente de la injusticia. Resultado corriente y natural de un indebido respeto por la ley es el ver filas de soldados, coronel, capitán, sargento,  etc., marchando en formación admirable sobre colinas y cañadas rumbo a la guerra, contra su voluntad, contra su sentido común y sus conciencias, lo que hace la marcha más ardua y produce un pálpito en el corazón.  No les cabe duda de que la tarea por cumplir es infame; todos están inclinados hacia la paz. Pero, ¿qué son? ¿Son hombres acaso? ¿O pequeños fuertes y polvorines al servicio de algún inescrupuloso que detenta el poder?"



(Imagen del fotógrafo checo Roman Sejkot)


¿Qué diría Henry Thoreau de la penúltima broma de nuestro gobierno? ¿Se admitirían por las buenas hoy día en nuestra española sociedad las palabras del pensador norteamericano? El ministro del Interior quiere que la reforma del Código Penal incluya como delito de integración en organización criminal lo que él llama convocar manifestaciones violentas a través de Internet. Y también resistirse a la detención, ya sea por el mecanismo biológico de oponerse con la propia fuerza personal o resistiéndose pasivamente a ser detenido. Pero ¿quién decide lo de la violencia? ¿El propio ministerio, es decir, la policía?

Pues apañados estamos, porque sospecho que en ese sentido cualquier acto de resistencia pasiva que no sea bien visto por el Gobierno puede ser calificado de violento y aplicársele la ley innovadora. Como la mano dura ya se venía aplicando (recordemos 15M en Plaza Cataluña, estudiantes en Valencia o huelga 29M en Barcelona, por ser los casos recientes más flagrantes) les faltaba el paso judicial. La criminalización del prójimo, vaya, como se dice ahora. Se escudan en la minoritaria acción de aquellos contados casos en que sí se han comportado algunos con violencia  premeditada (¿alguna mano negra detrás?) para restringir derechos cívicos. Así que ya por fin van a pintar bastos con todas las de la ley, y suponemos que con apoyo de los socios del Gobierno en las comunidades históricas.


(Imagen del fotógrafo checo Roman Sejkot)


¿Tan malos tiempos prevén? No cabe duda. No están seguros de que la situación económica y sus efectos sociales vaya a remontarse. Por lo que, en previsión de protestas y reclamaciones múltiples ya toman las únicas medidas que saben tomar sin que nadie les mande. Puesto que se restringen derechos (los recortes no son otra cosa) se restringen también libertades (el ejercicio popular de la defensa de los derechos) Henry Thoreau, no sé hasta qué punto conocido en España, pero mucho en Estado Unidos, fue un personaje que teorizó la idea de la resistencia y de la desobediencia civiles a la autoridad, es decir, al Estado. De alguna manera fue inspirador de los planteamientos de resistencia pasiva de Mahatma Gandhi, lo cual indica la trascendencia de fronteras y cerebros que tuvo sus interesantes teorías.



(Imagen del fotógrafo checo Roman Sejkot)



La cultura occidental ha tenido en las últimas décadas una alta estima sobre las prácticas del liberador indio, por aquello de que proporcionó la independencia de un Estado en ascenso frente al colonial británico. Pero en la Celtiberia parece ser que todavía no se han enterado muchos del valor de oponer resistencia pacífica frente a la tentación emocional de la violencia activa de ciertas minorías. A veces uno piensa si lo que les gusta a los dirigentes es contar siempre con la latencia de algún sector violento en la sociedad, pues eso permite desviar objetivos y justificar prácticas represivas del propio Estado. Creo que hemos tenido durante muchísimos años un caso obvio que ha sido una barbaridad para la convivencia.


(Imagen del fotógrafo checo Roman Sejkot)


Realmente, creo que la manera de pensar y de actuar de Thoreau y Gandhi siguen sin ser bien vistos por los gobernantes de nuestras sociedades decadentes, que están viendo perder sus referencias democráticas. Así que ahí va otra perla de Henry Thoreau que, salvando distancias y tiempos, tiene su aura libertaria y utópica. Tal vez aún haya que aprender de los viejos teóricos consecuentes y ungirnos con sus sanas ideas cuando lleguen los palos.


"La autoridad del gobierno – porque yo gustosamente obedeceré a aquellos que pueden actuar mejor que yo, y en muchas cosas hasta a aquellos que ni saben ni pueden actuar tan bien – es una autoridad impura: porque para ser estrictamente justa tiene que ser aprobada por el gobernado. No puede tener derecho absoluto sobre mi persona y propiedad sino en cuanto yo se lo conceda. El paso de la monarquía absoluta a una limitada, de la monarquía limitada a la democracia, es el progreso hacia el verdadero respeto al individuo. Hasta el filósofo chino fue lo suficientemente sabio para ver en el individuo la base del imperio. ¿Es la democracia que conocemos la última mejora posible de gobierno? ¿No es posible adelantar un paso en el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate de acuerdo a ello. Me complace imaginar un Estado que finalmente pueda darse el lujo de ser justo con todos, y que trate al individuo con respeto; más aún, que no llegue a pensar que es inconsistente con su propia tranquilidad si unos cuantos viven separados de él, no mezclándose con él, sin abrazarlo, pero cumpliendo con su obligación de vecinos y compañeros. Un Estado que produjera este fruto y lo entregase tan pronto estuviese maduro abriría el camino para otro Estado, aún más perfecto y glorioso, que yo he soñado también, pero que aún no he visto por ninguna parte."



jueves, 5 de abril de 2012

El ajusticiamiento de la plaza Syntagma





Esperaba verlo en las portadas de los periódicos de hoy. Pero no interesa a las manos que actúan ocultamente. No interesa que interese. Un jubilado griego de 77 años se pegó ayer un tiro en el corazón simbólico del Estado y de las protestas masivas de los ciudadanos griegos. En la Plaza Syntagma de Atenas. En el ágora. ¿Qué dirían los padres de la Democracia ateniense de saberlo? ¿Qué pensarían los filósofos que nutrieron el pensamiento del que todavía bebemos de una manera u otra? ¿Revisarían y actualizarían sus ideas? No ha sido el primer suicidio de la crisis europea. Seguro que ya habrá habido muchos más motivados por situaciones semejantes: suicidas anónimos, desesperados, con sentimiento de culpa incluso. El suicidio de Dimitris Christoulas ha sido un símbolo. Una autoinmolación que conlleva mucho de ajusticiamiento, que compromete a la sociedad, al Estado y a esos misterioso poderes hegemónicos que se esconden tras la palabra sacrosanta de mercados. Porque lo que le ha conducido al fin ha sido la situación de penuria y probablemente de desesperanza en la que había caído su vida, como efecto de la situación general del país. Pero él quiso convertir su muerte en una denuncia y la tradujo en un gesto de cólera heroica sin vuelta. ¿Servirá para algo esa actitud que conecta con los mitos más antiguos?
  




Recientemente un informe presentado en el Parlamento griego señalaba que la tasa de suicidios había aumentado un cuarenta por ciento. Teniendo en cuenta que este país tradicionalmente pacífico y apacible tenía la tasa de suicidios más baja del mundo  -en 2010 la OMS daba el dato de apenas 6,5 casos por cada 100.000 habitantes-  el triste y espectacular incremento de suicidios pone sobre el tapete la degradación colectiva y, sobre todo, personal a la que está conduciendo la crisis de los mercados, ese dios tan desconocido como brutal que tiene nombres y apellidos en las altas esferas pero que se nos vende como un ente abstracto y exigente al que cada ciudadano humilde tiene que responder quiera o no quiera.  



Ya no es sólo el paro, la carencia de ingresos, la degradación de los servicios públicos, o la deuda que cada ciudadano y el Estado tienen contraída lo que coacciona y condiciona la vida de los ciudadanos griegos. Es también el flujo abusivo de prestamistas lo que viene a complicar aún más el coste de la supervivencia y, sobre todo, la ineptitud e incapacidad del Estado para garantizar los derechos fundamentales y la vida de sus ciudadanos, a los que, como ya va siendo de rigor en más países, incluida España, les trata como súbditos, como fuente de obtención de dinero y en definitiva, como imbéciles a los que desprecia. No me imaginaba hace algún tiempo a mí mismo utilizando este lenguaje duro, pero creo que estamos llegando a un plano en que al menos hay que llamar a las cosas por su nombre. Un tiempo histórico en que hay que dejarse de eufemismos y saber lo que nos está pasando, al menos para salvar nuestra dignidad íntima y tener la mente lo más sana posible para no darles el placer a los mercados de que los individuos desaparezcan gratuitamente de la faz de la tierra. 




No me cabe duda que el gesto terrible y doloroso del jubilado caído en la Plaza Syntagma servirá al menos para pensar. Allí ha provocado ya indignación colectiva y su eco nos llega y nos conmueve. La periodista Rosa María Artal cuenta en su blog que hay un mensaje de puño y letra de Dimitris Christoulas, y reproduce un fragmento aparecido en el diario Athens News:

“El Gobierno de ocupación de Tsolakoglou [gobierno colaboracionista nazi durante la segunda guerra mundial] ha reducido a la nada, literalmente, mi capacidad de supervivencia que dependía de una respetable pensión que, durante más de 35 años, yo solo (sin contribución del estado) he pagado. Dado que tengo una edad con la que ya no tengo el poder de resistir activamente (aunque, por supuesto, no descarto que, si cualquier griego hubiese empuñado un kalashnikov, yo habría sido el segundo en hacerlo) no encuentro otra solución para un final digno antes de que esté reducido a buscar en la basura para alimentarme. Creo que los jóvenes sin futuro tomarán las armas algún día y colgarán a los traidores nacionales en la Plaza de la Constitución [Plaza Syntagma], igual que los italianos colgaron a Mussolini (en la Piazza Poreto de Milán)”.





¿Qué pensamos en España de todo esto? Muchos recordamos que cuando nos contaban del crac estadounidense de 1929 se nos decía que se suicidaban banqueros, brokers y especuladores de la bolsa. Pero en estos tiempos la única especie que va cayendo es la de los de abajo, por utilizar el término tradicional. Y por otra parte, aquí en nuestra tierra se vive la semana catequística por excelencia del catolicismo barroco, aunque vivida más por el lado hedonístico que el fervoroso, naturalmente, con la salida masiva vacacional y todo eso. O acaso no hay tanta salida y encima el dios de la lluvia compite con el dios de la hostelería y ya nos contarán. Mientras, esperando acontecimientos de la última vuelta de tuerca de los amos de fuera y los de dentro.



Ver http://www.athensnews.gr/





* Las ilustraciones magníficas que se acompañan son obra del artista Tomás Pariente Dutor, tomadas de su web  http://www.tomaspariente.net/