Pasé de puntillas sobre el Día del Libro porque soy un escéptico. Vivimos en unos tiempos en que las celebraciones están tan extraordinariamente mercantilizadas que sospecho que se impone más la forma y la transacción que el fondo. Tampoco sé si, salvo en Cataluña, tan arraigados en sus tradiciones inteligentes, en otras partes del país habrán cundido las ventas por aquello del regalo, del autorregalo o del descuento. De acuerdo, siempre ha existido el mercado. Que hagan lo que quieran, uno prefiere refugiarse en un Día del Libro el día que quiere, de la hora que elija y del lugar en el que le apetece leer. Por esa razón ignoré el Día. Ah, y Cervantes es algo más que un Día en su honor.
Pero hoy, que es un día común, que no una jornada ordinaria, un artículo de Mónica Zgustova en El País, titulado Libros en el gulag, me hace considerar ciertas cuestiones. La principal: el valor que tiene leer en determinadas condiciones nada elegidas. O mejor dicho, en circunstancias adversas. Por ejemplo, en medio de una enfermedad, preso en una cárcel, aherrojado al exilio o simplemente en un lugar del mundo donde apenas hay libros y bibliotecas. E incluso conozco algún caso en nuestra sociedad actual de algún empleado que llevaba un libro y a hurtadillas lo leía en el retrete o en tiempos que generaba adelantando su trabajo. Zgustova se centra en las mujeres que conoció en un viaje a Rusia y que habían sufrido en el pasado el gulag, y que cuentan cómo disfrutaban leyendo una y otra vez un texto de Gogol, de Tolstoi o e Pasternak, aunque fuera a escondidas, a trozos, en libros ya viejos que habían pasado por mil manos. Y habla de lo que significaba para ellas esas lecturas escasas pero ricas.
Hay que imaginar cómo debe saber la lectura en esas circunstancias terribles represivas. Pero podríamos extenderlas a los otros casos, al mismo de una enfermedad, que siempre parece que está más a mano. Y uno recapacita sobre lo que debe producirse en esa tesitura. Por ejemplo: mayor fijación al leer, más capacidad memorística, más atención con los significados. La prisa o la urgencia no es lo que condiciona al lector, por lo que éste puede demorarse cuanto desee en el texto. La lectura en estas condiciones difíciles y escasas debe establecer un vínculo entre lo leído y el sueño de lo que el lector no tiene. Y que se procure a través de la historia narrada un escape que no tiene en la realidad, una comprobación de sensaciones de la que carece, un viaje que no podrá hacer probablemente nunca o al menos en bastante tiempo. Y hay más en el fondo: se trata de leer para anular el sufrimiento (el físico y el síquico), leer para ejercitar la mente, leer para fugarse de lo cotidiano, leer, en definitiva, para huir de la locura.
¿Será esta clase de lectores a la que de verdad se le puede denominar lectora? No lo serían tanto los que están al día de lo que se edita, ni los que compran compulsivamente, ni los que leen a la carrera sin retener ni gozar apenas, ni los que no seleccionan lecturas cuando la edad va avanzando y uno se vuelve más exigente, ni cuantos acumulan bibliotecas. Tal vez no hay como una adversidad, un crisis temporal, por ejemplo, como para volcarse en la lectura como quien se adentra en otros mundos.
Especialmente me ha llegado al alma este testimonio que transcribe Mónica Zgustova:
Galina Stepánovna Safónova es más joven que las demás porque nació en un gulag siberiano en los años 40. Puesto que la barraca, que de niña compartía con su madre y otras presas, era lo único que conocía de pequeña, lo vivía como algo natural. Y hasta hoy conserva los libros que las presas confeccionaron para ella. Tomé uno al azar, Caperucita roja: papeles de distinto tamaño, cosidos juntos a mano; en cada página dibujos hechos con lápices de colores: Caperucita con su cesto de regalos; el lobo con la abuela; Caperucita con el lobo disfrazado…y el texto inscrito con pluma: “Qué feliz me hizo cada uno de esos libros” exclamó Galina: “De niña esos fueron mis únicos puntos de eferencia culturales. Mire, los he guardado toda mi vida, ¡es mi tesoro!”
(Los dibujos incluídos son obra del artista andaluz Antonio Álvarez Gordillo, http://antonioalvarezgordillograbadosyp.blogspot.com/)
Sé lo que es leer por obligación (las interminables listas de lectura que nos daban en la Facultad de Filología), leer compulsivamente, leer en condiciones adversas (después de una operación), leer por placer de descubrir y leer porque se ha convertido para mí en una sana rutina.
ResponderEliminarNo sabría contestarte en cuál de las condiciones he retenido más o he disfrutado más.
La primera, a pesar de ser por obligación, me ha hecho descubrir auténticas obras maestras que de otro modo, quizás no habría leído. El resto de lecturas también me ha hecho disfrutar, pues creo que para mí la lectura siempre ha tenido un carácter instructivo a la vez que lúdico.
Hay una teoría de crítica litararia que se denomina "La estética de la recepción" y se basa principalmente en lo que le llega al lector/receptor de una obra en diferentes condiciones o diferentes épocas históricas. Vendría un poco a recoger las preguntas que te haces.
Un saludo.
Gracias por usar mis trabajos para ilustrar tu entrada y sobre todo gracias por especificar su origen. Esta es la direccion de mi blog por si alguien esta interesado:
ResponderEliminarhttp://antonioalvarezgordillograbadosyp.blogspot.com/
Siempre que me he imaginado en una situación adversa, me he querido rodeada de libros. Igual como esa ventana que una guarda para aquellos sueños de los que quiere escapar...Mientras exista la ventana se mantiene viva la esperanza de que no lo atrapen.
ResponderEliminarLas imágenes son maravillosas
Un abrazo
Tienes razón, pero la mercantilización del libro es de las que menos me molestan. Y sobre la obligación de leer, que se propicia sobre todo en la escuela, tengo que decir que algunos de los libros que leí por esas imposiciones son de los que más me han gustado. Así somos de contradictorios algunos...
ResponderEliminarUn cordial saludo
CMG, y seguro que sabes leer entre líneas...Envidio el aprovechamiento de las posibilidades que se te han brindado y que en todas ellas hayas visto el lado constructivo y aportador.Pero tiene que haber alguna circunstancia especial en que saborearas más una lectura. Donde captaras la quintaesencia, o mejor dicho, que estabas más cerca del alma del autor. Aunque soy también un escéptico del alma del autor; muchas veces no reside ahí la influencia de una lectura sobre nosotros. O tal vez más que de un tiempo y circunstancia de lectura sea la narración concreta la que te haya significado especialmente...
ResponderEliminarAntonio, gracias a ti por hacerte presente en mi modesto blog. Desde que te descubrí hace pocas semanas estaba ardiendo en deseos de colgar algo de tu obra. Y claro, esperando el tempo oportuno. Y hoy fué.
ResponderEliminarNormalmente, cito procedencia de la obra de dibujantes y fotógrafos, aunque a veces si lo tomas de algún sitio que no lo dice no pueda hacerlo.
Me parece formidable que coloques tu dirección, yo no caí en ello. Pero he colgado tu blog en la columna de blogs que sigo.
Un abrazo.
Vera, comparto tu conducta. Incluso ante una discusión agria o una actitud nerviosa con otros viene de perlas tener un libro a mano. Desconectas rápido. Y aunque digan que la realidad es siempre más rica que la ficción...no sé, los hombres siempre han utilizado la ficción para sobrellevar las penas. No sé bien si leer es una ventana, un tren con destino soprendente e ignoto, una isla o un rincón solitario...pero ya sabes, si una noche de invierno un viajero...
ResponderEliminarEn efecto, las imágenes de Álvarez Gordillo (aquí presente, puesto que ha hecho un coment) son espléndidas. En su blog hay muchísimas. Éstas que he colocado me parecían representativas y dulces. No siempre van a ser imágenes duras (otros días me paso por la vertiente trágica)
Luis Antonio, tienes toda la razón. No pretendía tanto criticar este tipo de mercado como el boom de celebraciones, días de todo, artículos al por mayor y menor que nos machacan. Es de los menos agresivos, aunque hay una parte de las librerías que siempre me espantan: las torres de bestsellers (o supuestos ídem)
ResponderEliminarSobre las obligaciones de leer...bueno, soy de una época con poca fortuna, en casa no había libros y en los colegios por donde pasé no se estimulaba nada. Había biblioteca, sí, pero los profes eran poco leídos yo creo.
Pero bueno, con el tiempo y la posibilidad he ido enmendado la plana de mis vacíos lecturientos.
Un abrazo.
Algo he escrito sobre los bestsellers:
ResponderEliminarblogspot.com/2010/03/best-seller-lista-de-exitos-en-ventas.html
En general los libros bestsellers son bastante mediocres, pero hay tantas excepciones que hay que ser muy cauto a la hora de descalificarlos. Te citaré algunos:
El Quijote
Cien años de soledad
George Orwell
Amadís de Gaula
A sangre fría...y cien más.
Otro abrazo
No hay nada más grato que leer con placer. Sea en las circunstancias que fuera. Desgraciadamente, hay todavía mucha gente que rehúsa de disfrutar de este magnífico goce. Una lástima. Sea como fuere, siempre habrá un libro esperándolos para hacerlos maravillar.
ResponderEliminarUn saludo!
En el día del libro se pone en evidencia la mercantilización del libro. Desde hace unos años con los autores mediáticos, los best-sellers y la crítica al servicio de las grandes editoriales, el libro se ha convertido en objeto de comprar y tirar. Sí, pasar de puntillas entre las paraditas de libros y huir de tanta publicidad y bambalinas de colorines. A pesar de todo, si aún se puede salvar alguna publicación, bienvenido sea el día del libro.
ResponderEliminarComo siempre. Mirarlo todo con cautela y poner en cuarentena opiniones, críticas y comercios interesados.
Salud
Francesc Cornadó
Luis Antonio. He leído tu artículo, que refleja de modo bastante correcto el asunto de los bestsellers. No puedo evitar que me desasosiegue cuando veo pilas de libros y posteriormente leo de corrido los títulos. Por supuesto que habrá habido libros interesantes que han sido grandes ventas. Pero sospecho que la mayor parte de esas tiradas de bombo y platillo no trascienden en la historia de la literatura, aunque vendan temporalmente.
ResponderEliminarNo obstante, sigo pensando que es un concepto hipermercantilista lo de bestseller. Número uno en ventas y en aceptación de lectura de masas no implica necesariamente una obra importante, que signifique y sea recordada.
Por lo demás, que cada uno lea en función de su gusto, capacidad y elección. Pero recuerdo que hay todo un marketing inductor de las grandes ventas, al cual mucha gente no se resiste.
Buena noche.
Bien dices, Aparicio, eso de..."No hay nada más grato que leer con placer." Al fin y al cabo, la lectura tiene que despertar los sentidos como otra serie de funciones, actividades y tendencias del cuerpo, ¿no? Acaso mucha gente no perciba ese placer hasta que se le presene un ciclo de adversidad. Quién sabe.
ResponderEliminarSaludo fuerte.
Te doy la bienvenida como seguidor de mi blog, compartimos placer por la literatura.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Francesc, bienvenido por estos pagos (este término castellano no quiere decir lo mismo que lo de la transacción económica, ojo)
ResponderEliminarDe acuerdo con tu opinión. Pero reconozco que me da envidia ese despliegue de puestos por la calle. Sin hacer tabla rasa del precio (que ya es muy elevado) lo que crea ilusión es el género en sí. La cuestión para un lector ordinario, que pasa con frecuencia por bibliotecas o librerías, es que una Feria del Libro o un Sant Jordi no le aportan más. Sólo anécdota, ambientillo y paseo, por ver el lado grato de la calle.
Hace tiempo que practico la mirada cauta. Eso de tirarte enseguida sobre un título nuevo ya no es tan frecuente en mi, porque me he chamuscado muchas veces, además del coste, claro. Y lo mismo sucede con los suplementos culturales de los periódicos. Apenas los miro, ni me fío de los comentarios mucho, ni quiero que me induzcan. Sigo creyendo en cierta dosis de olfato que nos dan los años y de lo que me digan amigos (incluso blogueros) fiables.
Un abrazo, vuelve cuando quieras.
Estimado Juan, como todo en la vida, podrá ser fértil tu tierra pero germinará el trigo si suceden otras cosas...y en tu lectura me sabe a eso, me muestra el empeñoso arraigo lector de quien debe saltar la cañada para ello, que sí es honorífico...tanto como el que aprovechado de venturas dispone de tantos libros que le será imposible leerlos.
ResponderEliminarEn fin, comparto contigo la fatiga que me causan los "días de" y el que más me duele es el de la mujer...cuando una gallega camina todos mis pasos a mi vera (ni adelante ni atrás).
Estamos a leernos un poco más, recién llego a tus letras y con agrado sabré volver.
Fuerte el abrazo desde Uruguay.
Estimado Juan, como todo en la vida, podrá ser fértil tu tierra pero germinará el trigo si suceden otras cosas...y en tu lectura me sabe a eso, me muestra el empeñoso arraigo lector de quien debe saltar la cañada para ello, que sí es honorífico...tanto como el que aprovechado de venturas dispone de tantos libros que le será imposible leerlos.
ResponderEliminarEn fin, comparto contigo la fatiga que me causan los "días de" y el que más me duele es el de la mujer...cuando una gallega camina todos mis pasos a mi vera (ni adelante ni atrás, nada más ni nada menos).
Estamos a leernos un poco más, recién llego a tus letras y con agrado sabré volver.
Fuerte el abrazo desde Uruguay.
Gracias, uruguayo, por pasarte por este territorio inquieto. Vida y lectura son simbióticas. No se sabe muy bien quién se nutre de quién. Aquí sigue esta pizca de espíritu que se pretende todavía machadiano. Regresa cuantas veces gustes.
ResponderEliminarNB. Por cierto, ¿no tienes blog?