hoy es siempre todavía

sábado, 9 de abril de 2011

Viejas prácticas, antiguos vicios

(Imagen de Ivan Kap, DGTLK)


Hay veces en que conviene recurrir a la memoria del pasado para comprobar que nada hay nuevo bajo el sol. Y hacerlo leyendo o releyendo textos en que se valoran las conductas de los individuos y de sus sociedades. Yo lo hago con cierta frecuencia, en parte para no caer en desánimo y en parte para ratificarme en la importancia del conocimiento sobre la personalidad emocional de la que me nutro. Hace cuatro siglos el erudito inglés Robert Burton ya consideraba las motivaciones intrínsecas de los hombres, y cuando se le lee en su obra Anatomía de la melancolía lo que sigue,  uno se despoja de complejos. Dice, por ejemplo, Burton:

…cada hombre sólo se preocupa por sus propios intereses. Nuestro summum bonum es el interés, y la diosa a la que adoramos, la Reina Moneda, a la que ofrecemos a diario sacrificios, que gobierna nuestros corazones, manos, afecciones, todo: la diosa más poderosa, por la que se nos ensalza, humilla, eleva, estima, la única guía de nuestras acciones, por la que rogamos corremos, galopamos, vamos, volvemos, trabajamos y disputamos como lo hacen los peces por una miga que cae en el agua. No tienen importancia la virtud (eso es un bien teatral), la sabiduría, el valor, el conocimiento, la honestidad, la religión o cualquier cualidad por la que seamos respetados, salvo por el dinero, la grandeza, el oficio, el honor, la autoridad. La honestidad se considera necedad; la picardía, una norma; se admira a los hombres por lo que parecen, no como son, sino como parecen ser…



(Imagen de Ivan Kap, DGTLK)



¿No suena todo esto a ya sabido? Estamos en vísperas de elecciones municipales y autonómicas. Se habla de recetarios de buenas prácticas y códigos de conducta intachablemente éticos, aunque me temo que traicionados descaradamente en origen por algunos de los concursantes. Sobre todo por esos involucrados de la trama Gürtel que van en listas electorales levantinas, y que constituye el ejemplo más extenso de corrupción a la sombra y protección de un partido en los últimos años. No estaría mal que echaran un vistazo al prefacio de Burton. Naturalmente, siempre que sea para corregir, admitir responsabilidades y no solo para divertirse viendo lo antiguos que somos en avidez, corrupción y obsesión por el poder. Pero sospecho que es pedir peras al olmo. Bueno, para remate preelectoral ahí va una joya de Robert Burton que, si no fuera por la distancia temporal, se diría escrita para la ocasión:  

…al ver tanta diferencia entre las palabras y los hechos, tantas parasangas entre la lengua y el corazón, los hombres que, como actores, representan una  gran variedad de papeles, dan buenos preceptos a otros, mientras que ellos mismos se arrastran y revuelcan por el suelo…

¿A que es una preciosa y clarividente opinión? Ya digo, cuatrocientos años nos contemplan.




4 comentarios:

  1. En verdad clarividente, tanto como lo pueden ser Maquiavelo o Gracián. En esto, por desgracia, el hombre no ha cambiado, o mejor dicho, se ha superado a sí mismo en necedad, ambición, y codicia.
    Saludos, y un abrazo.

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  2. Pero tanto dinero y poder, tanto aeropuerto sin aviones, tanta felonía, tanta corrupción, tanta diferencia social.. se lo lleva todo la tumba y ni disfrutar se puede en vida de tanta riqueza y poder, tanta avidez siempre inquieta de conseguir más.
    Y a esta reflexión, tan del barroco español, habría que añadir: eso es ALIENACIÓN, concepto de algún trozo del siglo XX, hoy tan olvidado.

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  3. Exacto, Carlos. Lo defines tan bien...Me hace pensar que los clarividentes, y mira que en este país hay unos cuantos, han sido escasamente escuchados. Pero, para mi son fundamentales. Francamente, si no conoces la obra de Burton te recomiendo vivamente el prefacio a su obra "Anatomía de la melancolía". Suficiente. Lo editó la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría en 1995. Aparte, esta misma asociación publicó el libro completo, que creo que son dos volúmenes. Pero ya te digo que el prefacio es suficiente para lo que seguramente nos interesa.

    Un abrazo.

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  4. Y sí, Sdad.Diletante, tú lo has dicho. Todo eso, ¿para qué? ¿para mientras dure? ¿para un culto desmesurado al ego, sobre el que no tendría nada que oponer si no fuera porque ese culto al ego en manos de los corruptos supone robo a la sociedad?

    Tal vez los conceptos decimonónicos (Alienación, enorme concepto hoy silente pero no inexistente) vienen de aquellos Barrocos europeos. Para mi, el concepto y el término siguen estando más vivos que nunca. Porque ya no eres un alienado por lo que produces y no obtienes, sino por lo que te siguen hurtando, de diferentes maneras, como consumidor. Y esta última forma todavía aliena más, puesto que oscurece y aparta la conciencia de aquella otra. En fin...

    Un abrazo.

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