No puedo evitar que los espectáculos de masas me parezcan todos semejantes. Sobre todo, los que son de aquiescencia, de adoración y de culto en nuestra apoltronada sociedad occidental. Y no te cuento lo que hay en la española, sea de orden religioso, político, comercial o de simple espectáculo de ocio. Nada que ver con esta clase de eventos que adornan de vez en cuando nuestras avenidas las sublevaciones que están teniendo lugar últimamente en las calles de varios países árabes me parecen algo diferente. Independientemente de lo que haya detrás o llegue a alcanzarse, me da la impresión de que, aunque intervienen masas, grupos amplios de gente o turbas, que dirían otros, tienen un elemento de rebeldía, de conciencia de a donde se ha llegado y de intento de cambio que no es comparable a los espectáculos de masas occidentales. Hay materia seria detrás, y se juegan los participantes en esas demostraciones como poco la vida a la corta y el futuro a medio y largo plazo.
Pienso, por otra parte, y muy de pasada, en ese montaje de pompa y circunstancia de este fin de semana del Vaticano en búsqueda de la santidad de un individuo como otro cualquiera, pero que no fue como otro cualquiera porque una vez llegó a Papa. En otros tiempos se decía: ¿se puede pedir llegar más alto que a Papa? Pues sí, a la santidad. Sobre todo cuando este concepto es parte del operativo ideológico de la institución llamada Iglesia, que necesita permanentemente ampliar su activo (no crean, que el activo en la Bolsa no lo tienen abandonado) con fines de propaganda y catequesis. Si uno repasa la hagiografía cristiana, se dará cuenta de que hay santos para dar y tomar. Santos de cualquier rincón de la tierra, de cualquier condición social, de cualquier plano cultural. ¿Qué pide el pueblo católico? ¡Santos! Podría responderse emulando a aquella otra de los pueblos de tradición novillera que gritaba: ¿Qué pide el pueblo? ¡Vacas! Sólo que las vacas divinas no existen y hay que ordeñar las humanas, aunque el reino de los cristianos no sea de este mundo, que dicen ellos. Sinceramente, cuando uno observa ese lujo y derroche para un panegírico como el del otro día en el territorio papal, recuerda lo que nos decían los clérigos cuando éramos niños: que la humildad era una virtud que teníamos que practicar...Pero, ¿dónde queda su famoso profeta, el que se supone que predicaba esa virtud?
Un amigo mío suele recordarme que tras la masa hay individuos. Y yo le contesto: pues que se manifiesten mejor como tales, como personalidades únicas e intransferibles, más que como masa. Igual hasta nos entendemos. Pero ya se sabe que la gente se siente fuerte en grey y escasamente segura en solitario. ¿Qué tendrá la concentración de masas, qué tendrá, si no es la búsqueda del poder y del dominio?
Me haría la misma pregunta de diversas maneras. Ese indivíduo parte de una masa necesita sentir un poquito de poder, aunque sea mínimamente repartido, porque su pobreza personal no daría para otra cosa. Digno de compasión, también podría ser. (Mi ejemplo no tiene nada que ver con las manipulaciones vaticanas) Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarNunca entendí que se pudiese beatificar a un hombre.
ResponderEliminarY las culturas de masas, siempre tuvieron en mí un recelo, con lo cual suelo plantearme y mucho el seguirlas antes de analizarlas.
Un abrazo.
Por supuesto, Emejota, tu planteamiento es válido. Y aplicable a cualquier comportamiento de masas encegadas y enfanatizadas. El hombre adulto mantiene el mismo comportamiento y vínculo respecto a la masa que tenía en su infancia. La necesidad de pertenecer al grupo para sentirse alguien. Éramos de una banda del cole o de la calle para sentirnos respaldados. Bueno, algunos procurábamos ir por libre unas veces y otras nos pillaba ese regusto por creernos más fuertes si formábamos parte de la pequeña tribu. En fin, nada nuevo en la historia humana.
ResponderEliminarAbrazos.
Bueno, Zarzamora, todo eso de la beatificación y canonización (siguiente paso) es probable que se haga también, con otras liturgias, en otras religiones. A mi me repele especialmente, sobre todo porque es lo que conozco, ese culto a la personalidad que desarrolla la Iglesia Católica, desmedido, como elemento de control de sus bases (no todas) creyentes (o fanáticas) Hay una extraña búsqueda de la satisfacción, del encumbramiento, de demostrar que "somos los mejores", de soberbia, de casamiento con la riqueza.
ResponderEliminarNo olvidemos tampoco el culto a la personalidad de los dictadores (Hitler, Stalin y Mao batieron los records) y todos los ejercicios y despliegues que hacían en público, y todas las entronizaciones peligrosas y dogmáticas (la revolución cultural maoísta y la barbarie analfabeta de los jmeres rojos supuso el no va más) Pero unos cultos no deben ocultar a otros. Y la Iglesia, como decía aquella antigua Encíclica, es Madre y Maestra en las artes del control de las masas.
Un abrazo en Libertad.
Todo hombre dentro de una religión como las tres grandes monoteístas, deja de ser individuo para convertirse en masa a través de la identificación con el grupo que le transmite seguridad y fortalece su personalidad. La necesidad de la religión católica de crear - y mantener vivos - una serie de símbolos (el santo sudario, el santo prepucio, los clavos de la cruz, pedazos de la cruz), y de mártires, y santos viene desde su inicio y su apología del paraíso a través del martirio (que tuvieron que frenar en el Concilio de Nicea)ya de la hagiografía del personaje de Jesús, sus milagros, y los de sus discípulos.
ResponderEliminarHoy en día se mantiene la tradición para intentar que siga viva la llama de la fe, si bien están logrando - con estas beatificaciones expréss - todo lo contrario, un rechazo entre la gente que aún creyente, no entra en el fanatismo.
Saludos, y un abrazo.
Fe de erratas:donde pongo "ya de la hagiografía" quise poner "y de la hagiografía"
ResponderEliminarPuede ser, Carlos. Ya sabemos que dentro de la institución hay gentes que pasan de ella. Pero los que se mueven, aparte de las órdenes tradicionales donde hay de todo y juegan a todas, son nuevos entes: Opus, Neocatenosequé, Legionarios, proVita y proFamilia, etc. En uña y carne con las Conferencias Episcopales. Entes tipo cruzado español, semisoldados semimonjes (es un decir, porque ninguno hace votos de nada) que mezclando política y religión se creen en el sueño eterno, cuando sólo es sueño del pasado.
ResponderEliminarMis respetos siempre a los creyentes que viven su Fe (aunque yo no la comparta) sin dejarse interferir por el ansia del Poder y por la manipulación de los Episcopados. Siempre me he entendido con ellos y tengo grandes amigos en sus filas.
Un abrazo fraterno.
De estas manifestaciones penosas que se dan hoy en día en nuestras calles (que ya ni se dan) Lo que más asco me da es el tipo del altavoz ese hortera creando coletillas para que todos la repitan. Desde el no nos mires, únete, hasta esa de este convenio, es un cachondeo.
ResponderEliminarPero es cierto que cuando veo una de las múltiles batallas campales en las calles de una ciudad de Marruecos, Libia, Túnez, Siria, Palestina, etc. Veo un trocito de verdad en sus gestos, en sus puños, en su rabia y en sus corazones. Puede que, de una u otra forma, haya un cierto control, o se destile un poco de manipulación. Pero hay algo puro en esas personas, en esos individuos (como a usted le gusta), hay algo auténtico que sale del corazón y que dista mucho de lo que hoy en día se entiende como una manifestación de los "demócratas"en nuestro mundo.
Brindo por las gentes más sencillas que aún luchan con fé y con muchísimo valor.
Un saludo
Pasando por Zp vete con tu abuelo o vida sí, de la ultraderecha...De lo más desagradable, cutre, repetitivo. Y el tonillo de los sindicalistas es estomagante, sí, y mira que se lo digo a los que conozco; a ver si inventan otros mensajes y otras melodías. Pero ya sabes que siempre hay alguien que oficia como pastor y habla cual desde púlpito se tratase.
ResponderEliminarYo también brindo sobre todo por quienes se la juegan de verdad. Viví en otro tiempo y en mis carnes, y de alguna manera, lo que hace esa gente ahora en esos países. Había sinceridad, espontaneidad, hartazgo...pero teníamos más miedo que ellos.
Gracias.
Sí hay un entusiasmo incluso desmedido de salir en "barra", y cuando se sale de uno en uno la debilidad es manifiesta. También quiero agregar que nunca creí en las "modas" insurrectas, son heroicas desde luego, pero no tienen una concepción que haga prosperar lo que uno esperaría que suceda. En todo caso, la diferencia entre el subrogado y el subrogante, será de grado.
ResponderEliminarInteligentes palabras mi amigo, al que ya estimo sobremanera -si es permitido-
Abrazo fraternal.
Contundente, Oriental. Preciso.
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