Hay un cierto eco del mayo francés o de las revueltas de Berkeley en la iconografía al uso de estos días. Las protestas de los jóvenes surgidas el 15 de Mayo se conjugan entre la acritud del presente y la desesperanza del futuro. Esas manifestaciones pacíficas -mal que les pese a la ineptitud de los mandos que cargaron inoportunamente contra los concentrados en la Plaza de Cataluña, en Barcelona- son persistentes no porque la protesta sea pura dinámica sino porque está siendo racionalizada. Tal vez no se haga de la misma manera y con la misma fuerza en todas las ciudades, pero la gente se reúne para plantearse temas amplios, discutirlos y establecer conclusiones. Se verá el resultado.
Mientras, el enigma se mantiene. ¿Hay algo más que indignación? ¿Más que exhibición de hartazgo? ¿Algo que contenga elementos que encarnen un cambio? ¿Se perfila una dirección hacia donde caminar radicalmente? De momento, las voces se manifiestan. Y también los textos. Los textos se proyectan por todas partes. Decía Josep Renau en 1937: “Alguien dijo que el cartel es un grito pegado a la pared. Y un grito estridente lo oye todo el mundo, quiera o no quiera, tal como se ve el cartel, aun sin querer verlo”. Por supuesto el ilustrador y cartelista Renau se refería fundamentalmente al cartel artístico que se estaba aplicando con finalidad resistente por parte de los artistas, sindicatos y fuerzas republicanas en aquellos momentos transcendentales. Pero hoy, el cartel espontáneo y la pintada arriesgada toman el relevo y se adecua a la circunstancias en las calles de nuestras ciudades.
Y es que ha vuelto la expresión sencilla y manual en todas sus variantes inimaginables: papelina en la pared, trozos de cartón sujetos a una farola o colgando de una rama, sábanas textualizadas, grafitis incisivos, marcas de plantillas…hasta una bata con mensaje en la espalda sirve para dar a conocer situaciones precarias y vindicativas. Las estatuas son enmudecidas y clausuradas en su factura habitual. Se las condena a ataduras simbólicas como para recordar a los ciudadanos que las nuevas generaciones también lo están. Se las coloca caretas o pañuelos que cuestionan los rostros de la falsedad que se vive socialmente. Los árboles se vuelven refugios cómplices de los acampados. El suelo se toma porque es de todos.
Decía también Josep Renau, aun en lenguaje muy propio de la guerra civil: “Se dice que la sencillez y la ternura son difíciles artes, atributos de los grandes espíritus. Y nosotros diríamos que también y sobre todo, de las grandes masas.” Tal vez es esa ternura y esa sencillez en expresarse las gentes estos días cuando alcanzan mayor verosimilitud y honradez. La crítica popular pone el dedo en la llaga al señalar las responsabilidades en la crisis de banqueros, políticos profesionales, medios de comunicación, sistema de enseñanza, empresas de contratación temporal y mercado en general. Hacía tiempo que no se veía tamaña dimensión de desahogo en la calle.
Lo curioso es que toda esta crítica se refleje en medios tan modestos como los que he citado. Cierto que hay un apoyo considerable de fotografía y cada vez más vídeos que se exponen en Internet. Pero la imaginación textual y el simple trazo de rotulador o de impresora reproducen libres expresiones que se agradecen. Muchos de los mensajes producen hilaridad a la primera de cambio, para inmediatamente considerar la buena dosis de razón que llevan detrás (Del estilo de “Mossos Amorosos” o “Prohibido pegar”) Otros son idealistas de la mejor marca (“Nos destrozarán la plaza, pero no nuestros sueños”, tras la carga brutal de la policía de la Generalitat) Otros son irónicos por naturaleza (“Mossos, gracias!!!”) Otros recuperan un estilo épico, más duro y poco condescendiente (“Tu ignorancia me hizo ganar, ahora te jodes”, acompañado por el rostro de un político, o bien: “Si los políticos responden así a los movimientos pacíficos tendremos que volver a las barricadas”, que rezuma cabreo sumo) Otros van en plan justiciero (“Banco rescatado, banquero encarcelado”) Hay carteles que pretenden mordaz y divertidamente ajustes históricos ("Por fin llegó el siglo XVIII a España") Otros más optan por la mejor tradición surrealista (“No hay suficiente pan para tanto chorizo” es un paradigma de este estilo, netamente hispánico) Incluso hay quien en el reino del equipo de fútbol triunfador que es algo más que un club, como reza el eslogan mítico, se permite criticar la dosis de obnubilación que ejerce sobre la sociedad.
Larga me está saliendo esta crónica de observante, pero es que el movimiento del 15 de Mayo, sea cual sea su futuro, se presta a atenderlo. Las imágenes reproducidas han sido tomadas sobre expresiones de estos días en Barcelona-Ciudad Abierta. Supongo que Puerta del Sol y Plaza Catalunya y el montón de ágoras españolas no van a la zaga las unas de las otras. Veremos qué cunde y qué sale de todo esto.
Me gusta tu entrada y comparto la mayor parte de todo lo que dices. Espero y deseo que estas acampadas sirvan para algo más que para llenar los diarios de titulares.
ResponderEliminarNo todo son elogios. Pilar Rahola, que puede gustar o encrespar pero nunca deja indiferente, ha escrito lindezas comos éstas en La Vanguardia:
"Algunos medios son tan serviles que parece que sean los convocantes de la acampada
No espero que este artículo se someta al debate dialéctico, sino que más bien sea un grato alimento para los profesionales del insulto, esos que, bajo el pasamontañas del anonimato, han convertido el lenguaje de las redes sociales en un homenaje al despropósito. Pero como el artículo no está pensado para los bocasucia, sino para la gente que tiene interés en reflexionar –y que es la inmensa mayoría, aunque no hagan tanto ruido–, vale la pena escribirlo. ¿O resulta que gritar en la plaza implica tener más razón? Veamos, pues, las ideas que querría expresar sobre las acampadas. Primero, hay motivos para estar indignado en un país con cinco millones de parados y enormes dificultades sociales. Segundo, me parece bueno que esta indignación salga a la calle. Tercero, eso no significa ni que todos los acampados digan cosas razonables, ni que todas las propuestas sean digeribles. Algunas nos llevarían directamente a la jungla. Cuarto, ni todos los indignados son espontáneos ni todos representan la indignación de la gente. Quinto, el intento de apropiación de algunos partidos llega al surrealismo de las declaraciones de Joan Herrera a Josep Cuní, asegurando que la verdadera democracia está en la plaza Catalunya. ¡Magnífico! ¿Y qué hace este hombre con un carnet de diputado? Que lo devuelva y se vaya corriendo allí donde está la democracia, y no en los parlamentos legítimamente constituidos. Sexto, el servilismo de muchos medios de comunicación es tan desmesurado que algunos parecen los convocantes de la acampada. Séptimo, se ha instaurado una especie de dictadura del pensamiento único que envía a los infiernos de la maldad reaccionaria cualquier disidencia con el movimiento. Octavo, algunos nostálgicos del “contra Franco y contra los grises” han revivido su adolescencia mal digerida. Noveno, la ocupación del espacio público no puede durar eternamente, porque aprender que la calle es de todos nos ha costado siglos de civilización. Décimo, si aceptamos que se pueden convertir las plazas públicas en acampadas permanentes, tendremos que permitirlo siempre, tanto si lo piden para reflexionar sobre la cienciología como si quiere ocupar la calle la extrema derecha para explicar la maldad de la democracia actual, versión el lado oscuro. Undécimo, si la policía pide entrar en una plaza para sacar objetos de riesgo, a las puertas de una celebración multitudinaria, los ocupantes lo deben permitir. Duodécimo, si no lo permiten, la policía los tiene que sacar a la fuerza. Decimotercero, la criminalización de la policía democrática sólo lleva al caos. Decimocuarto, si algunos de los que defienden la protesta son los que tienen que mejorar de la democracia, ¡pobre democracia! Y, finalmente, que alguien alce la voz por los comerciantes y vecinos afectados por las protestas. ¿O es que resulta que los daños colaterales no importan?"
Saludos
Me parece estupendo, muy acertado y profundo tu análisis, que logra acercarnos más a quienes observamos esto -que ya puede ser catalogado como fenómeno social- desde la distancia.
ResponderEliminarGracias por ello.
Saludos.
Mi amigo Juan de Mairena, hablaré por mi experiencia no de opiniones de 'analistas', 'sociólogos' o reporteros.
ResponderEliminarMe he peleado muchas veces con gentes de mi edad, que hablan con desprecio de la juventud, o la criminalizan, o simplemente la acusan de 'estar en otra', 'de vivir en una nube de ped*', 'de estar todo el día enchufado en unos auriculares', 'de estar idiotizados con las computadoras', etc.
Pienso en la semilla, ¿qué esperamos que haga la semilla? Está ahí, enterrada, impávida, silente, acurrucada, quieta...¡pero es vida! ¡siente vida! ¡hace la vida!
Esa es la juventud. La misma que conculcamos cuando se quiere enamorar (¡no tienes edad para eso!-¡qué sabés vos del amor!), cuando quiere irse a vivir solo (¡no sabés lavarte ni los calzoncillos! - ¡te comerán los piojos!)
Lo que más le pedimos es TENÉS QUE ESTUDIAR, no haraganees, estudiá, estudiá, recibite, sacá títulos...no seas imberbe.
Y cuando vienen, medio sonrientes, medio agotados, medio desconfiados, totalmente JÓVENES, con un título que no le garantiza un porvenir, nuestro orgullo es una mierd* para ellos.
Prefiero los errores de la juventud, a los aciertos de desarrollo e inversión que esgrimen los gobiernos cuando los ciudadanos somos nada más porcentajes, deciles y no sé que ochocuartos.
Así, se aprenda UNA SOLA COSA, será importante para su futuro, y si esa 'cosa' es NO DEJARSE ENGAÑAR, mucho...pero mucho mejor.
Un saludo solidario
Me has devuelto un poco de 'tiempo atrás' tu defensa de la pintada, de la consigna, de la agitación, de la frescura, del tu puedes, del confia en tus propias fuerzas, de la pegatina y escritura en el metro, en la pared (yo era muy bueno) me han hecho reflexionar sobre mi alejamiento e infravaloración de esos medios en los tiempos actuales.
ResponderEliminarAdemás, joder que bien escrito.
Me gusta la cartelada que dice que Por fin llegó el siglo XVIII. Irónico y susurrante. Porque si se refiere a que llegó la característica Revolución que decidió el destino de Francia y subsidiariamente de Europa no está tan claro. Nunca llegó. Me parece que hay todavía muchas cuentas pendientes con el pasado y tal como deciden los ciudadanos cuando votan, pues no está claro que se afronten y se salden.
ResponderEliminarMe gusta el optimismo mordaz de la juventud y de los no tan jóvenes, pero este movimiento es aún muy parcial respecto a su composición. Y sería una pena dejarlo solo.
Me gusta este blog, y pasaré de nuevo.
A Luis Antonio. Tu comentario es mas que comentario, es un buen análisis del que comparto muchas cosas.
ResponderEliminarTodas caben y con seguridad muchas más, es tan amplio y tan abierto, tan de cada uno, que es el logro del movimiento. Otra cuestión será su efectividad para resolver según que cosas. Los problemas de la crisis, el paro y etc. me parece que no aportará gran cosa.
Los asuntos de despertar, tomar conciencia de la precariedad de parcelas de esta sociedad, democracia incluida, puede revolver gentes y sectores.
No , yo no creo que sea la revolución, ni falta que hace, ni que se aproxime al mayo, sea francés o Checo, EEUU, italiano o vietnamita.
Es otra cosa. Pero si muestra un cierto despertar a lo público de un sector o grupo de gentes.
El problema es como terminar para que continue y como sumarlo al resto. El problema es como hacerlo efectivo en sus posibilidades de cambiar, por ejemplo el funcionamiento del PSOE, que imagino serán los primeros en tenerlo en cuenta.
A manuhermon:
ResponderEliminarNo me atribuyas lo que no es mío. Básicamene me he limitado a reproducir textualmente una columna de Pilar Rahola en La Vanguardia. Comparto alguno de sus puntos, pero no otros. A cada cual lo suyo.
Un cordial saludo
Luis Antonio. Gracias por pasarte. Mi intención sobre el tema radicaba esta vez en la expresión espontánea. Respecto a Pilar Rahola la perdí de vista o de atención hace tiempo. Pueden parecerme bien unas cosas que dice y otras discutibles. Lo bueno, lo volteriano, es que todos nos expresemos y nos sometamos a la réplica de los demás. En el artículo que reproduces de ella hay puntos que no entiendo bien y otros que tienen ese aire tertuliano de quien siempre tiene que dominar y estar por encima de todo. Demasiada catarata para centrarme en esas aguas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Neo, más bien es poco análisis. Sólo apuntes de un observador que valora la expresión libre y desenfadada, porque en sus tiempos jóvenes no estaba permitida y, no obstante, también la ejercíamos. La verdd es que alguien tranquilo y cuidadoso, si se pasa por las ágoras de las ciudades donde se manifiesta la gente, podría concluir un buen estudio no sólamente sobre soportes expresivos, sino sobre todo sobre preocupaciones del personal. Me parece sublime este estallido incontenible, de momento.
ResponderEliminarOriental. Eres implecable en tu exposición y magníficamente implacable también. Me adhiero a tu discurso. Es el eterno problema o situación de la juventud. Lo que hoy diferencia de tiempos antiguos es que ese estado es objeto de un ataque mercantil sin precedentes. Ser joven es una mina para industriales y comerciantes, para los bancos, las inmobiliarias, los rentistas, los centros de estudio, los gimnasios, los estadios deportivos...Se sublima la "eterna" juventud porque da dividendos, hermano. El mercado explota el asunto, pero procura poco porque la juventud tenga dignas salidas. Gran parte de ella vive por y de sus padres, y todo resulta de una hipocresía agraviante.
ResponderEliminarEsto es lo que me indigna y me sigue vinculando con ella. Hay una diferencia tajante entre los errores de juventud (inexperiencia, sin poder, aislados, vendidos al sistema...) y los ¿aciertos? de los gobiernos, que no lo son que están plagados de errores, fallos, inconsecuencias y abandonos. Si los gobiernos representan al mundo adulto, yo me doy de baja ya del mundo adulto. Es vergonzoso.
Manu. Me gusta lo que dices. La expresión -el medio y el mensaje- siempre me hicieron disfrutar. Yo no pintaba paredes pero escribía y editaba panfletos y algunos con estética superior a la media. Nunca me realicé tanto...Bueno esto del blog tiene algún extraño cordón umbilical con aquello. Por eso me gusta escuchar de alguien que revive, mejor, redivive. Hay que crear la expresión y el recurso desde abajo. Los grandes no lo hacen mejor auqneu muevan millones. Yo estoy viendo verdadera imaginación estos días. Es fascinante.
ResponderEliminarSalud, hermano.
Aurelio, bienvenido. Comparto contigo sorpresa y dudas. A mí también se me iluminó la mirada cuando leí ese cartel que citas. Pensé en los pobrecitos falsarios que han escrito para la Academia de la Historia las mentiras que han escrito. Pensé que tenían que haber leído esto y entendido su significado. No, yo tampoco creo que haya llegado el XVIII, al menos no de la manera al uso que llegó en Francia liquidando situaciones de poder históricas. Tampoco tengo muy claro hasta qué punto la Ilustración, que sí se dio en España entre minorías, caló en la población; creo que poco y mal. El intento tardío pero positivo que fue la Segunda República fue abortado a sangre y fuego.
ResponderEliminarPero si hacemos del siglo XXI algo superior, me doy por conforme. Gracias por pasar. Cuando gustes.
Gracias por tu interesante reflexión. Puedes ver en obrasdemateosantamarta una buena colección de los carteles a que te refieres -en este caso de Sol en Madrid-. Un saludo.
ResponderEliminarMateo, acabo de pasarme, la verdad es que da para una colección. ¿Servirán para algo tantos afiches? Espero.
ResponderEliminarUn abrazo.