(Fotografía de Agustí Centelles)
Rebuscando hoy unos libros ha aparecido uno muy especial. Mi edición está impresa en Nueva York, y en castellano, lo cual siempre me pareció algo estraordinario. Leer los poemas de César Vallejo compilados en el poemario España, aparta de mí este cáliz es llorar. Literalmente. Pero las lágrimas que puedes verter de su lectura tienen un no sé qué de purificadoras. ¿Podría decirse que esos poemas son épicos sólo por el hecho de que tengan como referencia el sufrimiento de los españoles que iban siendo vencidos en la cruel guerra civil? Tampoco me parece suficiente ni correcto que la poesía se pueda dividir entre épica y lírica. ¿Quién compondría esta división ridícula, donde se reduce la perspectiva a elegir entre blanco o negro?
(Cuadro del peruano David Ayala)
Las lágrimas son amargas, pero emocionantes. Qué lejos la descripción rebelde sobre quienes luchaban y perdían en combate desigual por el honor de la República de la farisaica exaltación de los escasos poetas -estos sí cargados de épica ordinaria y mezquina- del nuevo régimen que iba surgiendo de la sublevación. La España…de Vallejo es escritura directa al sentimiento y a la víscera, al reconocimiento y a la rabia, al aliento y a la indignación. ¿Qué fue primero? ¿O no se explican los unos sin las otras?
(Cuadro del peruano David Ayala)
Tan honda percibe la herida el poeta que es capaz de escribir poesías como ésta:
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando
«¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando
«¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
(Fotografía de Agustí Centelles)
¿No hay en esta imagen de apariencia irreal una llamada a la esperanza? ¿No conmueve leer cosas así setenta y cinco años después de la sublevación de los generales de la derecha? ¿No se advierte un atisbo de superación en el hombre eterno, el hombre que ha creído en lo justo? ¿No es un canto a la solidaridad que supera la dicotomía vida / muerte? He querido traer una pizca de obra de César Vallejo, por lo que significó su consecuente vinculación con España. No dudó en apoyar la legalidad pisoteada por los conspiradores. Disculpad este desvío en la memoria y en el acontecer cotidiano. Pero una poesía también hace pensar. Por otra parte, parece agua pasada, de la que dicen que no mueve molino, mas ¿agua limpia o agua estancada?
Agua limpia.Sin duda. Fue consecuente su vinculación con España y tenaz su apoyo a la legalidad pisoteada.
ResponderEliminarUno de los poemas más conmovedores de Vallejo.
Sus letras apuntan al sentimiento y a la indignación.Pero también a la esperanza.
Valioso reconocimiento al poeta comprometido.
Rescatarlo a través de la memoria ratifica su vigencia.
Carmela, Bienvenida por acá. Con lo del agua no me refería a la poesía de Vallejo, que para mi es luz directa. Me refería a todo lo que aconteció, a la barbarie jamás suficientemente explicada, a las cuentas no saldadas con el pasado, a la perversión de lo real, a la falta de reconocimiento y asunción de nuestra historia...
ResponderEliminarVallejo es uno de los poetas de España, la que lo mereció, no la de la finca de clérigos, latifundistas y caciques. Comparas esta poesía de guerra (que es de paz, porque busca al individuo y su sed interior) con la del ínclito Pemán, uno de los poetas del régimen de Franco y como del agua al vino. Lo de Vallejo es Palabra. Lo de un Pemás y otros del estilo es Vaciedad.
Gracias por animar. Espero colgar otro poema de Vallejo no tardando mucho, también de lo más impresionante que he leído jamás.
Un abrazo.
Eso viejos libros que huelen de forma especial, contienen, como el que nos han mostrado unos bellos poemas y unas fotos magnificas.
ResponderEliminarEnhorabuena por tener esa joya.
Un saludo
Emilio
..si la madre
ResponderEliminarEspaña cae -digo, es un decir-
salid, niños del mundo; id a buscarla!...
..........
Y yo, con un ínfimo gramo de sangre andaluza, me pregunto
¿porqué aún hoy -muchos años después- me duele tanto?
Un abrazo entristecido y no me preguntes porqué amigo...
Emilio, no es una joya brillante, pero para mi un libro de un tiempo o de un lugar y más si reúne escritos de un escritor que me significa es muy valioso. Gracias.
ResponderEliminarYa veo, Oriental, que conoces bien a Vallejo. ¿A qué llega a ese alma que nos debilita y a la vez nos fortalece? Te duele tanto como me duele a mí, que siempre he vivido en la península, y no me preguntes por qué. Pero si no me doliera, ¿estaría haciendo un blog como éste?
ResponderEliminarJustamente ayer estaba viendo un documental sobre la última dictadura argentina titulado Los padres de la Plaza, haciendo alusión a la manera en que han vivido -y siguen haciéndolo- los padres de los jóvenes cuya muerte nunca ha podido ser confirmada por lo que, para esos padres, ha sido imposible hacer el duelo por sus hijos. Si bien es más conocida la acción de las Madres de Plaza de Mayo, el documental ponía el acento en lo que padecieron también los padres. Suena tan terrible y conmueven tanto esos testimonios que uno quisiera pensar que un infierno así jamás volverá a repetirse, que se ha aprendido ya a custodiar y defender la democracia como indispensable camino para arribar a mejores tiempos. Pero, ¿es así? o el dolor de tantos, los crímenes, los abusos, las torturas, la violencia sin sentido se diluirá en el tiempo y el que haya existido una vez no garantiza que en algún momento otras dictaduras surgirán entre las sombras intentando doblegar las ideas que no responden a sus creencias e intereses...
ResponderEliminarUno quisiera creer que el agua que correrá luego de aquel inaudito río de sangre será siempre limpia, pero, dada la estrechez de pensamiento,la mala memoria y la manipulación de la historia que tantas veces hacemos, creo que no se puede estar confiado y debemos seguir vigilando y purificando la pureza de esa agua para que siga corriendo limpia.
Un abrazo.
Neo, refrendo tus cuitas. Y uno teme que el olvido, la dificultad de permanecer vigilantes cada día, la no comprensión de lo pasado por parte de nuevas generaciones (sobre todo si las anteriores se han esforzado poco en hacerles ver), el hecho de que las ideas quedan obsoletas, y el lenguaje y las preocupaciones, todo fragua un comportamiento que acaba echando a la espalda el sufrimiento. Y mientras el mundo gira, como dice la canción, el sistema sigue en la brecha a por sus objetivos.
ResponderEliminarCondenados a ser Sísifos, a enfrentarnos con las mismas locuras, tal vez.
Un abrazo y gracias por manterner la vela de tu inquietud.