¿Quién dijo que de la cárcel sólo se sale delincuente o redimido? También se sale pintor. Al menos eso fue lo que aconteció con Ambrosio Ortega, Brosio, que desde 1947 hasta 1970 estuvo en las cárceles franquistas por colaborar con el maquis, la resistencia guerrillera que trajo en jaque a Franco durante unos cuantos años en las montañas de diversas regiones españolas. Y gracias, ya que fue el precio que tuvo que pagar por serle conmutadas dos penas de muerte, debido a presiones internacionales. Hay quien dice que fue el preso de la dictadura que pasó más tiempo encarcelado. Lo traigo a colación por dos razones: porque todavía puede verse una exposición de su obra en el Museo de la Siderurgia y de la Minería de Sabero (León) hasta mediados de agosto. Y porque es una de esas figuras sorprendentes y anónimas cuya vida y obra no te deja indiferente.
¿Cómo es posible que pintara un hombre de tradición minera y de ejercicio resistente? ¿Cómo es posible que lo hiciera de la manera que lo hizo? Azar, tal vez. Aptitud, habilidad y circunstancia, probablemente. La esencia del autodidacta. La mina, que llevaba en el tuétano desde su infancia, fue uno de los temas fundamentales de su obra. Una vez dijo a un periodista que la mina y la cárcel tenían puntos en común, que eran lugares donde sobrevivir era difícil, pero también una hazaña. También matizaba: sólo diferencia a la cárcel y a la mina la libertad, que no es poco. Así que también la cárcel y el campo castellano son motivos de sus pinceles. El valor del encierro y el valor de la libertad configuran pues los temas de trabajo.
Encuentro en un texto de José Luis Viñas titulado Los hermanos oscuros, la siguiente recesión sobre el pintor palentino:
"Ambrosio Ortega Alonso (nacido en 1923 en Barruelo de Santullán provincia de Palencia). fue detenido en 1947 por pedir ayuda pública para la guerrilla en la plaza de un pueblo; en realidad era ya entonces un organizador del “Maquis” en el Norte de Palencia, además de trabajador en la mina. No fue liberado hasta 1970, el año del proceso de Burgos. En los veintitrés años de presidio pasó por multitud de cárceles, fue condenado a muerte, se evadió del penal de “El Dueso” y recibió un castigo colectivo en Teruel, que luego no fue tal. También le dio tiempo a aprender a pintar, adoptando el pseudónimo de “Brosio”. En la década de los setenta comenzó a realizar exposiciones en varias ciudades españolas: Gijón, Oviedo, Barcelona. Sus acuarelas de tonos fríos e iridiscentes, pobladas por anónimos mineros que escarban la tierra como siluetas sombrías no dejaron indiferente al mundo artístico de la época. No es de extrañar; aún hoy conmueven por su extraordinaria calidad y hondura.
Brosio llegó a ser retratado por Alberto Schommer, que recibió del periódico ABC el encargo de fotografiar a 6 pintores; eligiendo además de a Dalí, Miró o Tápies, a Brosio; le fotografió con el torso desnudo, llevándose las manos a la cabeza y entre pinceles que parecen barrotes o andamios. Es un retrato magnífico, de hecho uno de los mejores del afamado fotógrafo. Pero a principio de los años noventa Brosio despareció para el mundo, un accidente doméstico estuvo a punto de costarle la vida. Una galería de Nueva York acababa de mandarle una carta interesándose por su trabajo. Y es ahora, cuando siendo ya muy anciano, comienza un tímido reconocimiento a su figura: un homenaje en su pueblo natal, Barruelo de Santullán; alguna exposición en salas que él no merece, algún artículo suelto. Si este país fuera distinto, Brosio sería tan conocido como Zoran Music (un artista cuya trayectoria guarda ciertas similitudes con la suya). Desgraciadamente, a injustos no nos gana nadie. Brosio es hoy un pintor desconocido para la intelligentsia artística española. ¿Hasta cuando lo va a ser? Este “hermano oscuro”, carne de presidio y de tortura, se sentiría muy identificado con cualquiera de los animalitos que giran en la rueda del Tarot. De hecho sus siluetas mineras tienen algo de impersonal, algo que recuerda curiosamente mucho a la obra de una joven artista americana muy a la moda: Kara Walker. Claro que en vez de sombras inspiradas en la cabaña del Tío Tom tenemos mineros palentinos, y eso no gusta tanto a los museos, galeristas y críticos. Las sombras de Brosio nos acechan desde la proximidad echando su aliento helado sobre nuestra nuca, y eso a la intelligentsia no le hace ninguna gracia."
Las imágenes pictóricas son obra de Ambrosio Ortega, Brosio. Adjunto enlace con una entrevista al pintor.
Impresionante testimonio de vida. Impresionante pintor.
ResponderEliminarGracias por presentarlo.
Un abrazo.
Emociona este artículo y también la entrevista.
ResponderEliminarSupongo que la esencia del autodidacta y la circunstancia contribuyen al emergente artístico como una pulsión de vida.
Luis Alberto Quesada , preso en Burgos escribió , entre otros libros : "La saca" , otro testimonio del encierro , la condena a muerte y la oscuridad.
El arte abriga.
Tal vez una manera de evadir la tenebrosa realidad.
"Brosio :pintor de los mineros .Y de la dignidad."
"La mina y la cárcel : mundos dramáticos en los que la supervivencia resulta penosa."
Qué ejemplo de templanza y fortaleza.Parece uno de esos seres irrepetibles.Tan necesarios!
Lamentable e injusto que el reconocimiento sea tardío.
Gracias por acercarnos este testimonio valioso y relevante.
Para no olvidar:"Nunca podréis encadenarme el alma."
Un abrazo.
Merecido recuerdo de un pintor al que solo conocía de oídas y que me ha servido para saber algo más de él.
ResponderEliminarSaludos
Algún otro salió poeta.
ResponderEliminarNeo, hay muchos desconocidos, o sencillamente que no han estado en el mercado. Y encima con un pasado crucificado, como éste. Le honra su historial. La vida es azar. Salvó el pellejo, pagando su precio, y salió pintor. Ay, la vida.
ResponderEliminarCarmela, la vida depara tantas sorpresas, tantos destinos, tanto oculto...Y me da la impresión que las historias terribles se prodigan, aunque de algunos no sepamos sus capacidad creativa. Yo traté un tiempo con un hombre mayor que yo que estuvo preso en Burgos muchos años y tenía una capacidad de narración oral que seducía. Cuántas cafeteras a pelo, café negro intenso, nos hemos tomado cada tarde en su casa. Fue parte de mi aprendizaje. En su casa conocí a la mujer de otro preso del momento, uno de los del sumario 2001 de las comisiones obreras de verdad. Qué tertulias, qué debates, qué hermandad, qué humanidad.
ResponderEliminarTengo que indagar lo de ese Alberto Quesada que citas. Gracias.
Emilio, es que me parecía que debía reconocerlo a mi modesta escala bloguera. Salud para Brosio y cuantos pringaron sus vidas.
ResponderEliminarMaría Jesús, pues naturalmente. ¿Te refieres a Carlos Álvarez? ¿O a otros? Cítamelo por curiosidad, anda.
ResponderEliminarTambién algunos salieron trastornados. Pero no se les cita. Dios!!!!!
Aunque me llena el alma de un alivio sensible, también siento un dejo de tristeza.
ResponderEliminarMe sobrecogió el relato.
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Y dices bien, algunos salen trastornados ¡mirad a Mujica y Fernández Huidobro, con su mal de Stockolmo!!
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Admiro tu constante revelación de que otro mundo existe, en este cambalache de horror.
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Un abrazo querido amigo
Hay muchos mundos, todos están dentro unos de otros, el mundo es una expresión de concentricidades. Donde las presiones centrífugas y centrípetas pugnan por hacer y deshacer cada día.
ResponderEliminarCabe esperar algo análogo de la expresión de la naturaleza física general que de la naturaleza física humana, pasada por su matiz y matriz cultural.
Un abrazo, Omar.