(La ola, de la serie Cien vistas del Monte Fuji, de Hokusai)
Muchas veces me pregunté si la ola que pintó Katsushika Hokusai era real o se trataba de la imaginación de un pintor onírico y preciosista. Nunca imaginé que casi dos siglos después pudiera tener la respuesta. Aunque, bien mirado, la respuesta la tienen en su propia carne quienes han padecido el terremoto y su consiguiente tsunami en el norte de Japón. Lo que percibimos los demás es puramente virtual. Lo que vemos en televisión es una imagen. Desde el sofá nos sorprendemos y acaso nos horrorizamos, pero a continuación en el fondo pensamos: menos mal que no nos ha pasado a nosotros.
Además de todas las secuelas que va a traer el seísmo -desaparición de personas y bienes, destrucción de comunicaciones, posibles escapes en las centrales nucleares, paralización de la actividad productiva, problemas a corto plazo de recuperación económica- y que los japoneses van a palpar y padecer, el asunto obliga a reflexiones más profundas. Digamos que más existenciales.
La primera, que la naturaleza sigue teniendo una capacidad y una fuerza que desborda a los humanos y sus sociedades con sus manifestaciones repentinas. La segunda, que los humanos hemos alcanzado cotas altas de desarrollo tecnológico y productivo -mal repartidas, evidentemente, en el planeta- pero que se pueden volver contra nosotros mismos, porque no nos proporcionan una seguridad al cien por cien, ni mucho menos.
Pienso entonces en el riesgo de las centrales nucleares, por ejemplo. El gobierno español había avisado recientemente de que va a reemprender una actividad energética basada en lo nuclear, prolongando de momento la duración de las nucleares existentes (uno se acuerda enseguida en Garoña, que ya estaba en el límite temporal) Las empresas de electricidad iban como buitres tras una política más liberal y habían logrado ya su objetivo. Ahora llega este drama de Japón, que ojalá no cause devastación pero que al menos debería valer de lección. ¿Servirá para que volvamos a considerar el tema de auspiciar energías que no acabamos de controlar?
No aprenderemos nada de ésto, porque el ser humano tropieza en la misma piedra una vez y otra y aun otra más. Por eso la historia se repite.
ResponderEliminarLa carrera hacia los nuevos avances tecnológicos nos ha llevado a olvidar lo fundamental: la naturaleza tiene sus propias leyes y sus propios ritmos, y por mucho que avancemos tecnológicamente, esas leyes no las dominamos (afortunadamente), y siguen su curso. Quizá el aprendizaje sería respetar más el planeta ya que nuestros avances son demasiado frágiles.
ResponderEliminarBueno, bueno, Paradela, no siempre ni de la misma manera. Yo creo que pasan otras cosas. No es una cuestión solo de tropiezos, que también los hay. Mejor observemos los acontecimientos y pensemos. Catástrofes como las de Japón me obligan a interiorizar-me.
ResponderEliminarBuen domingo.
CMG, es evidente que la naturaleza tiene sus leyes. Los hombres somos advenedizos en un universo complejo. La historia humana es el impulso de nuestra tendencia y a la vez la observación y desentrañamiento de lo que tenemos alrededor. Ardua y larga tarea. A veces el hombre se cree ya capacitado para controlarlo todo. Y no. Y se encuentra sorpresas terribles.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en que el aprendizaje sería entender más el planeta (eso sería amarlo tal vez) Pero entenderlo sin dañarlo, sin utilizar sus recursos, ¿cómo es posible? ¿O el tema reside en la manera en que lo hacemos? Y llamo manera al sistema (los modos de producción, por ejemplo)
Buen domingo.
Para el planeta, como tal, el ser humano no deja de ser como una plaga de piojos.
ResponderEliminarYa sabemos lo que hace un animal cuando tiene piojos, se sacude.
Quizá el planeta un día, se sacudirá con fuerza para librarse de parásitos, esperemos que la sacudida no sea tan fuerte como para que no quede nadie que pueda aprender la lección.
Verdaderamente dramática la situación en Japón. Pero es cierto que la preocupación de la gente es relativa, ha sucedido tan lejos que parece no salpicarnos, pero sí... los desastres nucleares son globales, los sufrimos todos. Así como el dolor de las personas, aunque estén en el otro lado del mundo, y el miedo a los desastres naturales, anda que no está enfadado el planeta con nosotros...
ResponderEliminar¡Saludos!
Parece ser que esta vez algo aprenderemos. De momento tanto en Alemania como en Francia - donde se había apostado por continuar con la energía nuclear y alargar la vida de las plantas existentes - se reúnen de urgencia para replantearse el tema. Cierto que desde una óptica neo-liberal les importa el planeta un comino, pero la posibilidad de la radiación extendiéndose por todos los continentes tal vez les haga pensar un poco menos en el beneficio y algo más, aunque solo sea, en sí mismos.
ResponderEliminarYo no creo que tiren para atrás. A estos les da igual todo: manda el dinero, y las perspectivas de negocio. Solamente hay que entrar en foros pronucleares y ver cómo enfocan el tema después del serio aviso de Japón.
ResponderEliminarCarlos Galeon dice que Francia y Alemania se lo van a pensar. A mi me da que va a ser un 'stand by' estratégico y propagandístico. Ya hay muchos compromisos de por medio.
Y en España, pues lo que yo he sacado en mi blog. ENDESA y la UPC inician ya el primer master en energía nuclear de España. Por algo será
Salud
Trecce, está bien tu símil. No sé si piojos, pulgas o moscas cojoneras, pero también somos simbióticos. No me quiero sentir con especial complejo destructivo por ser de la especie humana, aún podemos intentar la remontada. De sucesos tan graves y complejos como el de estos días en Japón podemos sacar todos muchas enseñanzas. Pero, aunque algunos las saquemos, ¿nos harían caso los que tienen los resortes de la economía y de los poderes? ¿Estaríamos todos los de abajo por la labor de cambiar antes de que sea demasiado tarde?
ResponderEliminarBienvenida, Silencio. Quiero ser positivo. Aprovechemos esta oportunidad de la tragedia para hacernos eco de un debate superior en todo el planeta. No sólo en el tema de las nucleares. Después de todo, la explotación de la energía atómica, en su doble uso militar y "civil", tiene una secuela de proyecciones sobre las formas de vida humanas. ¿Sacaremos conclusiones que enderecen nuestras conductas o volveremos a repetir errores? Lo de Hiroshima y Nagasaki fue muy gordo y yo creo que influyó en la opinión internacional, sólo que como se vinculaba a la guerra se justificó por parte de los vencedores.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, Jones. No te puedo quitar razón. Toda esa mafia que nutre las empresas eléctricas está ávida de beneficios en la bolsa. Su tendencia no puede ser ir para atrás, sería ir contra su razón de ser. Y los gobernantes y los aspirantes a gobernantes son cipayos de los poderes fácticos. Pase lo que pase, justificarán, reconducirán los argumentos. Pero una cosa es clara: cómo nos han vendido el producto hata ahora no sirve. Aunque hay mucha gente ciega, eh.
ResponderEliminarPor cierto, ¿has leído cómo cuando instalaron una de esas nucleares hace años la población se regocijó por lo que suponía de llegarles pasta? ¿No te suena a circunstancias próximas más conocidas en nuestra península?
Salud siempre.
Carlos Galeon. Aunque no estoy seguro de que nuestras autoridades y los propietarios de las eléctricas aprendan la lección, quiero ser constructivo en el asunto.
ResponderEliminarPienso que tendría que pasar algo muy pero que muy grave para que se replanteen la política nuclear o, mejor dicho, para renunciar a ella. Y me cuesta imaginar que se dé. Como dice Jones, habrá correciones tácticas, publicitarias, electoralistas, ¡y mucho dinero en las bolsas jugándosela!
Esa gente es capaz de construirse para ellos sus refugios antinucleares y en su neoliberalismo feroz, como bien dices, les importamos un comino. Pero ea, dejemos abierta la puerta a los acontecimientos. Y eso sí, hagamos debate profundo y llevémoslo a todos los rincones.
Gracias.
Es hora de unirnos de una vez! Salir a la calle, presionar a los gobiernos, no dejarles salir a los banqueros de sus sedes, presionar de verdad a los sindicatos y acorralar a las grandes empresas. Apostemos por la energía limpia, por la naturaleza, luchemos contra la pobreza y contra la riqueza de unos pocos
ResponderEliminarGracias por pasarte, José Manuel. Tu euforia la comparto, aunque admitamos que no es fácil que la gente tenga una actitud tan luchadora, digamos. Por otra parte, ratifico y me uno a tus deseos y apuestas.
ResponderEliminarUn abrazo.